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La invención de la edad media PDF

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I . Jacques Heers L a in v e n c ió n LA DE E M dad ed iä Universidad Alberto Hurtado Biblioteca *7 v-u'. i • a JACQUES HEERS 1 ; LA INVENCIÓN ! DE LA EDAD MEDIA Traducción castellana de MARIONA VILALTA i UniversìdaD ALBERTO HURTADO BIBLIOTECA (J j 2 (c - 2. x / 0-CO5 0 * ^ CRÌTICA BARCELONA Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento la reprograt'ía y el tratamiento informático, y la distribución de ejem­ plares de ella mediante.alquiler o préstamo públicos. Título original: LE MOYEN ÂGE, UNE IMPOSTURE Cubierta: Joan Batallé © 1992: Librairie Académique Perrin, Paris © 1995 de la traducción castellana para España y América: ' Editorial Crítica, S.L., Côrsega, 270,08008 Barcelona ISBN: 84-8432-032-4 Depósito legal: B. 2.365-2000 - ' . Impreso en España 2000. — HUROPE, S.L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona > ÍNDICE i Prólogo .......................................................................................... 9 Primera parte EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO: LA MAGIA DE LAS PALABRAS INVENTADAS 1. Sobre el rigor.............................................................................* 23 La historia y las m odas..................................................................23 Polígrafos o especialistas..................................................................25 Artificios y convenciones: la elección de los períodos . . 27 2. La Edad Media, un fantasma v iv o ......................................30 ¿Dónde comenzar? ¿Dónde acabar?...............................................30 Los abusos de la lengua, las palabras cómplice . . . . 39 3. Los inventores del Renacimiento (siglos XIVy XV) . . . 46 El arte de convencer: Petrarca y Boccaccio..........................47 El príncipe y el artista, servicios y complacencias . . . 54 Los humanistas, oráculos autoproclamados del buen gusto . 57 ¿Una simple propaganda?............................................................60 4. El Renacimiento, génesis de un mito.......................................67 En busca de las palabras: las incertidumbres..........................67 ¿Un largo silencio? ¿Un largo olvido?........................................68 El «hombre del Renacimiento»: una moda, un manifiesto . 76 El Renacimiento hoy: un mito con siete vidas . . . . 79 294 LA INVENCIÓN DE LA EDAD MEDIA 5. Las ideas heredadas sobre el Renacimiento........................81 Una curiosa inclinación en los juicios de valor: la Edad Me­ dia, tiempo de torpezas.................................................................81 ¿Supone la Edad Media el olvido de la Antigüedad? . . 83 Renacimiento y Antigüedad } . 92 Conclusión...................................................................................107 Segunda parte EL FEUDALISMO Y LOS DERECHOS SEÑORIALES 1. Las ideas preconcebidas...............................................................111 El estado tentacular y sus virtudes......................................111 Historia de una literatura de co m b ate......................................112 2. Anatomía de una propaganda republicana................................122 La novela histórica como modo de ensalzar la virtud . . 123 Las grandes figuras del pasado: lecciones de civismo . . 125 El diccionario increíble ..........................................................128 Los destajistas de la pedagogía al estilo de Jules Ferry . . 129 3. Exageración y ridículo................................................................131 El arte de las ambigüedades y la confusión de las palabras . 131 Los tiempos de barbarie................................................................134 El señor feudal desprecia y humilla al pueblo . . . . 139 Malos tratos y crueldades por puro p lacer................................147 Tercera parte LOS CAMPESINOS O LA LEYENDA NEGRA 1. Feudalismo y señorío.....................................................................159 ' Una confusión mantenida a propósito...........................................159 ¿Eran los dueños del suelo bandidos o gestores?. . . . 164 2. Las sociedades rurales: ¿dicotomía o diversidad? . 171 El señor ocioso: ¿un error o una descripción fácil? . . 173 ÍNDICE 295 1 Oficiales y hombres del oficio; nuevos ricos y usurpadores 174 Lo que se quería ignorar: el campesino propietario . 176 f 3. Algunas reflexiones heréticas sobre las condiciones del cam­ pesinado ............................................ 179 , El cliché del campesino vinculado a la gleba . . . . 180 Los niveles de riqueza dentro de la comunidad campesina . 181 Derechos y abusos del tenente...................................................185 ¿Impuestos insoportables? . . . 186 4. La ciudad y el campo: ¿dos mundos enfrentados? . . . 197 ¿Libertades? ¿Qué libertades?...................................................199 Vida urbana y señoríos: una sim biosis......................................221 Cuarta parte LA IGLESIA: OTRAS LEYENDAS, OTROS COMBATES 1. El clero, agente del oscurantismo.............................................235 Un pueblo de analfabetos. . 235 Religión y supersticiones................................................................237 Milagros y signos del cielo: los temores del año mil. . . 241 2. Libertinos y depravados: la papisa Ju a n a ................................248 3. Los combates malintencionados...................................................252 Los albigenses. Ensayo de análisis político y social. . . 252 La Inquisición: exageraciones y olvidos......................................257 4. La usura y el tiempo de los ta b ú es.............................................262 Negocios y subterfugios................................................................265 La usura indecente......................................................................270 Usureros que eran buenos cristianos y buenos burgueses . 276 Conclusión..........................................................................................280 índice alfabético...................................................................................286 > ... puesto que crear frases, y admitirlas sin creer en ellas, es la característica principal de nuestra época. A. de Gobineau Cuando un error entra en el dominio público, ya no sale nunca más de él; las opiniones se transmiten heredi­ tariamente. Y, al final, eso se convierte en la Historia. Rémy de Gourmont Solamente podemos transmitir una información en tanto que ésta se inserta dentro de lo que ya hemos di­ cho; en tanto que permite confirmar algunas verdades ya afirmadas. A. Ferro ♦ 1 I PRÓLOGO t Muy a menudo, nuestras sociedades intelectuales manifiestan ser abiertamente racistas. No en el sentido en que interpretamos ese tér­ mino generalmente, es decir, no en el sentido de desaprobación o des­ precio hacia otras civilizaciones, costumbres o religiones distintas de las nuestras, sino por una asombrosa propensión a juzgar negativa­ mente su pasado. Desde hace mucho tiempo, algunos espíritus distinguidos, libera­ dos de todo prejuicio ridículo y deseosos de definir minuciosamente la naturaleza del hombre extranjero, han dado a conocer deforma sere­ na la vida de los otros pueblos, así-corno sus particularidades y sus mé­ ritos. Ese interés se ha revestido incluso a veces de una admiración que implica, deforma tácita o totalmente explícita, un desengaño y una crí­ tica acerba de la sociedad europea denominada «civilizada» y, por consiguiente, corrompida. La imagen del «buen salvaje», populariza­ da por Jean-Jacques Rousseau y sus coetáneos, ya había arraigado in­ mediatamente después del descubrimiento de América, en tiempos de Colón, y sin duda volvía a encontrar en la historia de la conquista te­ mas y acentos mucho más antiguos.' Sin embargo, hay que constatar que esta feliz disposición de espí­ ritu no se aplica siempre a todos los campos de observación. El hom- 1. Francesco Guicciardini, caído en desgracia en 1537 por haber disgustado a Cos­ me de Médicis, nutre su exilio de amargas reflexiones sobre los vicios de su tiempo. En su Storia d’Italia consagra un largo discurso a las hazañas de los navegantes portugueses y españoles, pero inmediatamente opone las costumbres de los indios, tan próximos a la naturaleza, a las del viejo mundo corrompido:«... se contentan con las bondades de la na­ turaleza; no les atormentan ni la avaricia hi la ambición, sino que viven felices sin reli­ gión, ni instrucción, ni habilidad para los oficios, ni experiencia en las armas y en la gue­ rra...». Storia d'Italia, ed. F. Catalano, Milán, 1975, vol. I, pp. 209-210. 10 LA INVENCIÓN DE LA EDAD MEDIA bre de hoy, y especialmente el hombre inteligente, que sabe mantener una honestidad ejemplar al estudiar otras civilizaciones muy alejadas en el espacio, no muestra ni rigor ni tolerancia al describir las de su propia tierra, separadas de él por algunos siglos. Lo que comprende y respeta de otros lugares 'es lo que critica, deforma vehemente y des­ pectiva, en su propia civilización, simplemente porque ha pasado el tiempo; y ese desprecio está tan profundamente anclado que acaba por suscitar reacciones de autómata. Así, numerosas obras o discursos es­ tán dominados por juicios definitivos que solamente descansan sobre ese credo, sobre 'certezas injustificadas. Sobre la necesidad del chivo expiatorio en la historia Una de nuestras grandes satisfacciones consiste en poder juzgar el pasado. Quizá el historiador no destaca más que otras personas, pero ofrece de buen grado el ejemplo; distribuye, sin dudarlo por un mo­ mento, censuras y coronas. Describir, analizar y explicar lo dejan con hambre y carecen en definitiva de atractivos; en cambio, lo que hay que hacer es tomar partido, poner a los malos en la picota, cargarlos de in­ famia para la posteridad, y exaltar las maravillosas virtudes de los buenos. Ese juego pueril afecta en primer lugar a los grandes perso­ najes, a los que «han hecho la Historia»; héroes gloriosos o héroes-ca­ tástrofe; opone de forma resuelta los buenos a los indignos, los valien­ tes un poco estúpidos a los retorcidos que urden sus telarañas; y, sobre todo, los que se han atascado en formas antiguas de ser y de pensar «que ya no corresponden a su tiempo», a los «modernos» que van en buen camino. Nuestros recuerdos se encuentran inevitablemente po­ blados de reyes buenos (los que han preparado la llegada de los días gloriosos) opuestos á reyes malos, poco recomendables, crueles, abso­ lutistas, y a menudo ciertamente perdedores. Ese patrón se puede apli­ car a los demás maestros del destino. Las elecciones, en este juego de masacres, se fundamentan a me­ nudo en razones muy inconsistentes: un trazo en el carácter, una anéc­ dota concreta, generalmente falsa e inventada por puro placer; en de­ finitiva, una imagen de composición. Revestimos a los hombres de sobrenombres ridículos, de chirigotas; les prestamos palabras que ja­ más han pronunciado, a sabiendas de que sólo esas palabras perma­ necerán en las memorias. Para muchos, el conocimiento histórico,

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