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La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII) PDF

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Arqueología yTerritorio Medieval 20, 2013. pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII)1 The integration of Tarrakuna and its territory into al-Andalus (8th century) Xavier Gonzalo Arango * RESUMEN ABSTRACT A inicios del siglo VIII, el antiguo regnum gothorum At the beginning of the 8th century, the ancient reg- se vio fragmentado en diferentes territorios políticos, num gothorum seemed to be fragmented in several como muestra la simultaneidad de dos reyes (Rodrigo political territories, as the coexistence of two different y Akhila) entre 710-711. Con la conquista islámica kings (Roderick and Akhila) within the years 710-711 de la Península Ibérica y la formación de al-Andalus, would show. As a consequence of the Islamic con- las diversas regiones conocieron distintos destinos: quest of the Iberian Peninsula and the formation of algunas aristocracias pactaron con los conquistadores, al-Andalus, those regions would suffer different fates: otras se vieron sometidas por la fuerza. Pero la tradi- some would come to an agreement with the conque- ción historiográfica ha visto en la ciudad de Tarragona rors, some would be subdued by force; but traditional una excepción, un caso aislado. El objetivo de este historiography has seen an exception in Tarragona. artículo es plantear una nueva hipótesis, según la cual, The aim of this paper is to present a new hypothesis, durante todo el siglo VIII, madinat Tarrakuna formó according to which madinat Tarrakuna would be part parte del Estado andalusí de la misma forma que otras of the Andalusinian State during the 8th century, just antiguas sedes episcopales visigodas. as the rest of the Wisigothic sees did. Palabras clave: Tarragona, conquista, al-Andalus, Key words: Tarragona, conquest, al-Andalus, Arqueología, Toponimia Archaeology, Toponymy INTRODUCCIÓN y visigoda (LÓPEZ VILAR, 2006; MACIAS, 2005). En cuanto al Camp, se trata de una llanura aluvial El ámbito territorial de este trabajo se cen- atravesada por los ríos Francolí y Gaià, así como tra en la ciudad de Tarragona y su territorio. una decena de pequeñas ramblas, sobretodo en Aunque no disponemos de datos concretos el ámbito más occidental, rodeada por un arco para el siglo VIII, hemos de pensar que todo montañoso desde el suroeste hasta el noreste, el Camp de Tarragona formaría parte de este unos límites que se diluyen en el este (Fig. 1). hinterland más cercano, donde se podría añadir la Conca de Barberà al norte y, posiblemente, El estudio de la Tarrakuna islámica perma- la mayor parte del Penedès al este, que forma- nece todavía hoy como uno de los temas tabú ban parte de su territorio en época romana de la historiografía catalana. Si bien el objetivo * Universitat Autónoma de Barcelona 1 Este artículo es una actualización de un capítulo del trabajo para la obtención del DEA Dinàmiques d’organización social y territorial in territorio Terrachone. Aproximació històrico-arqueològica al territori de la ciudad de Tarracona/Tarrakuna/Terrachona y els seus mar- ges (s. VII-X DNE), dirigido por Ph. Sénac y R. Martí y leído en la Université de Toulouse 2 – Le Mirail en septiembre de 2011. Al mismo tiempo, no se podría entender toda esta tarea sin el apoyo y las aportaciones de los integrantes del Grupo de Investigación OCORDE-UAB. AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 Xavier Gonzalo Arango de este artículo no es confirmar rotunda- andalusí y las aristocracias territoriales, tanto mente el dominio de la ciudad, en el siglo VIII “indígenas” como recién llegadas (ACIéN, 1989; de nuestra era, por parte del nuevo Estado 1998; 2000), mientras que otros rechazaban este andalusí, aquello que se pretende es esbozar planteamiento y proponían un cambio radical un estado de la cuestión que recoja los datos de la organización social previa con la llegada de que disponemos los investigadores en este del Islam a la península (BARCELÓ, 1997; 1998; momento. Pero esta búsqueda de datos no GUICHARD, 1976; 1977), aunque en la actualidad representa un ejercicio meramente positivista y, hay quien ha moderado su discurso (GUICHARD, por lo tanto, no científico, sino que partimos de 2010). la hipótesis de que una capital metropolitana/ provincial como la Tarracona del siglo VII habría Desde aquí abogamos por una integración supuesto un claro objetivo en la configuración progresiva, adaptando diversas características de al-Andalus. Por este motivo, pues, creemos de la sociedad visigoda a los nuevos intereses necesaria una pequeña introducción sobre del Estado andalusí y de las grandes aristo- esta conquista islámica del territorio peninsular cracias territoriales. Por lo tanto, deberíamos antes de tratar el papel de Tarragona en este documentar evidencias que nos permitiesen contexto sociopolítico. plantear esta transición entre una formación social y otra (GUTIéRREZ, 1996); como de hecho La llegada de contingentes arabo-bereberes se ha demostrado, por ejemplo, en madinat Iyih a la Península Ibérica durante la primavera/ (GUTIéRREZ, 2006). Obviamente, es posible que verano de 711 supone el inicio de una con- también encontremos elementos característi- quista fulgurante, dado que la subyugación del cos y diferenciadores respecto a la sociedad antiguo regnum gothorum no se demora ni diez visigoda (MARTí, 1999; 2008; 2011), pero creemos años. Aquí, las nuevas clases dirigentes árabes que estos serían los menos, sobre todo durante se encuentran con un aparato estatal que posi- el siglo VIII. Ahora bien, estos nuevos elementos blemente estaba ya ciertamente fragmentado y introducidos no modificarían sustancialmente la que habría posibilitado el aumento del poder organización territorial previa ni la materialidad de las aristocracias en cada territorio; incluso la de los asentamientos, como mínimo hasta existencia de diferentes formaciones estatales. finales de siglo, o ya en el siglo IX. Los datos Así, otro reino existiría en el noreste peninsular, arqueológicos actuales nos permiten observar paralelamente al “reconocido” Estado del rey como las dinámicas de cambio son mucho más Rudericus 2, y englobaría las provincias visigodas lentas que ciertos aspectos institucionales, de de la Tarraconense y la Narbonense o, al menos, forma que para el siglo VIII no observamos parte de ellas (vid. infra). Esta situación plan- grandes transformaciones en los yacimientos tearía la posibilidad otros pactos o conflictos, arqueológicos, como se puede comprobar independientes de aquellos llevados a cabo en tanto en el centro peninsular (VIGIL-ESCALERA, el centro-sur de la Península. 2007), como en un territorio cercano al tarra- conense como es el Vallès (ROIG, 2009; ROIG Como resultado, los diversos territorios & COLL, 2011a). Unas transformaciones en el políticos peninsulares se verán ocupados y ámbito rural que al final de este proceso; es dominados por una nueva clase dirigente, que decir, a finales del siglo VIII o inicios del IX, serán en un primer momento aprovecharía los sis- más que notables. temas de explotación social instaurados y que no incorporaría cambios substanciales hasta Como ya se ha señalado en otros lugares tener un control estable. Algunos autores han (CHALMETA, 2003; MANZANO, 2006) creemos querido ver en este proceso una lucha por el que la explicación más factible para la crea- modelo social a instaurar entre el nuevo Estado ción del nuevo Estado andalusí es la de una 2 Como aparece en los pocos ejemplares de moneda acuñada por este monarca (MANZANO, 2006, p. 56). 12 AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII) serie de pactos entre las antiguas aristocracias la caída de Narbona (SéNAC, 2002), el nordeste autóctonas 3 y las nuevas aristocracias árabes. peninsular, y con él el territorio tarraconense, De esta manera, se crearán vínculos políticos estaría ya bajo dominio andalusí, después de entre las dos facciones, dado que a unos les haber controlado las principales ciudades y sus interesará disponer de agentes que ya contro- territorios, bien mediante pactos de capitulación len los mecanismos de explotación social y los o bien a través de episodios bélicos, como indi- otros querrán mantener, o incluso mejorar, su caría La Crónica del Moro Rasis que pudo haber lugar en la producción de la vida social. queda sucedido en Tarragona (vid. infra). claro que encontraremos casos en los que un entendimiento no será posible, con lo que se Tarracona, como capital provincial romano- documentarán diversos episodios violentos en visigoda, fue también sede del arzobispado de la los que la población indígena se verá sometida provincia eclesiástica tarraconense, como míni- por la fuerza a la nueva clase dirigente 4. En mo, hasta a inicios del siglo VIII. Precisamente estos casos, las antiguas aristocracias locales para esta región del noreste peninsular, en las y/o regionales perderán su poder político y/o provincias de la Narbonense y la Tarraconense, económico, que pasarán a manos de la nueva se ha propuesto que habrían sido los mismos clase dominante, casi exclusivamente árabe, obispos, como elemento creciente del poder dado que el componente amazigh es práctica- urbano desde el siglo IV, los que facilitarían la mente inexistente en este grupo social. Si bien entrada de la fiscalidad andalusí más temprana, es evidente que serán las clases explotadas 5 las ya que controlarían los canales por los que que sufrirán en muchos casos las consecuencias circulaba anteriormente (ACIéN, 1999; 2000). Si físicas de estos enfrentamientos. fuera así, los árabes, una vez más, aprovecharían las estructuras sociales autóctonas para impo- El territorio que aquí nos ocupa, el depen- ner su modelo estatal. Sin embargo, Manuel diente de la ciudad de Tarragona, pasa por ser Acién plantea que esta relación ‘amil/episcopus uno de los más problemáticos en este contexto. no perduraría: hasta el momento en que los Si bien disponemos de algunas crónicas que obispos ya no tengan la capacidad de controlar relatan el adelanto islámico por el sur y centro fiscalmente el ámbito rural, fenómeno que se peninsular, después de la conquista de Zaragoza consumaría durante el siglo IX. Se observaría, a manos de Musà b. NuSayr en 714, las noticias entonces, como el Estado andalusí pactará no desaparecen o se vuelven muy confusas. Aún sólo con linajes muladíes y cristianos (el propio no queda claro cuando se pone en marcha la Teodomiro) el control de ciertos territorios, conquista de la costa noreste de la Península sino también con la aristocracia eclesiástica. Ibérica, ni tampoco si ésta es el resultado de un pacto o de acciones militares. Este fenómeno ha Tarragona, como todo el noreste peninsu- llevado a una continúa discusión sobre la fecha lar y la Narbonense, habría que situarla, en el de conquista de Tarragona (CAPDEVILA, 1964- momento de la conquista, bajo dominio del rey 1965; McCRANK, 2003; RECASENS, 1975; VIRGILI, 1984). Akhila II 6, documentado en una de les conti- A pesar de que los datos son a veces contradic- nuaciones del Laterculus regum wisigothorum, torios, es seguro que antes de 719/720, fecha de concretamente una posiblemente originaria del 3 Creemos que, en este caso, poco importa que lleven los apelativos de “romanas”, “hispanorromanas”, “visigodas” o “hispanogodas”; dado que, de hecho, en este momento ya no se pueden distinguir los orígenes de cada uno. 4 Tenemos los ejemplos bien documentados de Mérida o écija (CHALMETA, 2003) y las evidencias arqueológicas de Ruscino (MARICHAL & SéNAC, 2007) y posiblemente también las del yacimiento de El Bovalar (Seròs, el Segrià) (PALOL, 1989), aunque la cronología de éste resulta un tanto problemática. 5 Encontramos más exacto este término que el de “campesinos”, tan utilizado por M. Barceló (1997; 1998) y que reduce la población explotada al ámbito rural y a actividades económicas muy concretas. Resulta obvio que los agricultores y/o ganaderos andalusíes formaban parte de este grupo social, pero no eran los únicos. 6 queda por determinar su poco probable filiación con el anterior monarca, Witiza, que algunos autores veían muy clara (ABADAL, 1953), pero que en la actualidad no es demostrable (BARCELÓ, 1979; MARTí, 2011). AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 13 Xavier Gonzalo Arango monasterio de Ripoll 7, y acuñador de moneda a Ardo, un rey del que no tenemos más infor- su nombre en las cecas de Tarragona, Zaragoza, mación histórica, ya que no se ha conservado Girona y Narbona (COLLINS, 1989; MANZANO, ninguna acuñación monetaria suya, pero que, en 2006; PALOL, 2004; PLIEGO, 2009; SéNAC, 2002). todo caso, ya no deberíamos asociar a Tarra- Aunque podría haber sido elegido rey de todo gona y sí posiblemente a Narbona, puesto que el regnum de Toledo después de la muerte de la conquista islámica de la ciudad, en 719/720, Witiza (MARTí, 2011), Akhila habría visto redu- coincide con el año en el que esta relación de cido su territorio a causa de la sublevación y los reyes godos data el final de su reinado. probable usurpación al trono de Rudericus, que posiblemente tuvo origen en el territorio de la En este contexto, se abren dos posibles Baetica. Una usurpación que parece indicar la explicaciones para el destino del territorio anónima Crónica del 754 8, así como el hecho tarraconense para el siglo VIII. La tradicional, que este ejemplar rivipullense del Laterculus no que basa su explicación en un despoblamiento lo incluya como rey, mientras otras versiones sí o, como mínimo, una “fuerte desorganización” lo hacen, versiones donde no aparece, en cam- social y territorial en el Camp de Tarragona, bio, Akhila (GARCíA MORENO, 2011); los ámbitos y su nueva función como “tierra de frontera” geográficos de estos dos personajes son, pues, o “no man’s land”. Otra opción propone una incompatibles. continuación del modelo social anterior, con los mismos cambios que se podrían observar en La realidad sociopolítica a inicios del siglo otros territorios y que llevaría a plantear una VIII vendría marcada por la división del antiguo integración dentro del nuevo Estado islámico regnum gothorum; una situación donde encon- con sede en la ciudad de Córdoba. Creemos traríamos dos Estados reconocidos: por un lado, que sólo con el avance de los estudios científi- el centro y sur peninsular bajo dominio del cos históricos y arqueológicos se podrá escla- rey Rudericus 9, mientras que, por otro, Akhila recer uno de los principales problemas de la controlaría la Narbonense y la parte oriental de historiografía medieval en Catalunya; por este la Tarraconense. Además, esta situación también motivo, ahora intentaremos analizar con qué podría dar cabida a otras formaciones de tipo evidencias, tanto en contextos urbanos como “paraestatal”. No es nueva la discusión sobre el rurales, contamos actualmente y si estas pueden grado de integración de los pueblos vascones, apuntar hacia una u otra dirección. cántabros y/o astures al Estado visigodo, pero en un escenario como este, a inicios del siglo VIII, se podría plantear la existencia de unos LA DESTRUCCIÓN (¿HISTORIO- - territorios al norte de la Península Ibérica GRÁFICA?) DE TARRAKUNA donde no llegaría el poder de ninguno de los dos nuevos Estados. Pensamos que no es casual La conquista islámica del noreste peninsular que se sitúe al rey Rudericus en plena campaña llevó a los ejércitos árabes hasta las puertas de militar contra los vascones al norte peninsular la ciudad de Tarragona, un centro que, si bien en el momento en el que se inicia la conquista había perdido cierta relevancia en los asuntos áraboberber (CHALMETA, 2003). estatales visigodos durante el siglo VII, continua- ba manteniendo su archidiócesis y la capitalidad Poco después, en el noreste peninsular, a provincial y, por tanto, quedaba controlada por Akhila le sucederá hacia el año 713/714, según una clase dominante estrechamente ligada al la misma versión rivipullense del Laterculus, Estado visigodo. Además, es necesario tener 7 Texto editado por Th. Mommsen (1898), dentro de la colección Monumenta Germaniae Historica, concretamente el primer párrafo de la página 469. 8 “Rudericus tumultuose regnum ortante senatu inuadit. Regnat anno uno” (LÓPEZ PEREIRA, 2009, p. 224). 9 Las monedas acuñadas por este monarca que se conservan actualmente se limitan a las cecas de Toledo (un tipo) y Egitania, en la Lusitania (un tipo con dos variantes) (PLIEGO, 2009). Agradecemos esta información a la profesora Dra. Fátima Martín Escudero. 14 AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII) en cuenta que si, como parece, Akhila II llegó a personificada en el arzobispo o en el dux, ésta ser rey de parte de las antiguas provincias de la no pudo pactar ni ofrecer resistencia a la con- Tarraconense y la Narbonense, Tarracona debía quista (VIRGILI, 1984, p. 20). de jugar un papel importante como antigua capital de una de ellas. Pero lo cierto es que, repasando las eviden- cias que llevaron a Serra i Vilaró a plantear esta Así pues, el principal problema que plantea explicación, los datos son, a nuestro entender, la explicación “tradicional” de destrucción/ insuficientes. Obviando las constantes compa- abandono de Tarrakuna 10 a causa de la ocu- raciones entre el exilio forzado de Próspero pación islámica es que ésta sería la única sede en el siglo VIII ante la “barbarie sarracena” y el episcopal del antiguo reino visigodo, juntamen- suyo propio a causa de la revolución obrera, la te con la de la ciudad de Urci (Almería) 11, que “barbarie marxista”, que tuvo lugar en España el la nueva clase dominante árabe no habría man- año 1936, el autor “confirma” una hipótesis, ya tenido y aprovechado (ACIéN, 1999; 2000). Una de partida muy novelesca, basándose en leyen- situación que resulta aún más insólita cuando das medievales y modernas italianas sobre un el obispo de Tarragona no era un eclesiástico mitológico inmigrante de nombre Próspero 12, cualquiera, sino el titular de la archidiócesis que él relaciona con una serie de veneraciones tarraconense. a San Fructuoso a Italia, identificado por el autor como el primer obispo conocido de Tarraco en Aun así, en la historiografía catalana existe el siglo III. una corriente, que tiene como claro exponen- te a J. Serra i Vilaró y su obra sobre la huída Pero cuando se embarca a la búsqueda del arzobispo Próspero y sus discípulos (1943), de pruebas empíricas, los pocos datos que le que ha dado por válida una explicación según permiten esta asociación son unas inscripciones la cual este personaje y otros integrantes de posteriores al siglo XV y relacionadas con una la sede habrían emigrado a la península Itálica serie de cofres de reliquias de sus supuestos a causa de la llegada del ejército islámico. De acompañantes, así como la obra Vita Sancti esta manera, habrían aterrizado en la región Prosperi, un texto que no puede ser anterior, genovesa de la Liguria, donde habrían fundado como él mismo asegura (SERRA i VILARÓ, 1943, p. un monasterio y donde Próspero habría muer- 136), al siglo XI, sin que ninguno de estos datos to. Este éxodo, que ha sido asumido de forma presente pruebas irrefutables. En esta Vida de mayoritaria por la historiografía, tanto antigua San Próspero, además, es la suposición de que como reciente y no exclusivamente circuns- Pablo de Tarso habría predicado en Tarragona crita al ámbito catalán (ACIéN, 1998; 1999; 2000; en el s. I de nuestra era lo que haría de este CAPDEVILA, 1964-1965; MAR & GUIDI-SÁNCHEZ, Próspero de las leyendas italianas el antiguo 2010; MACIAS, 2008; MARTí, 2010; 2011.; MENCHON, arzobispo de Tarracona de inicios del siglo VIII, 2011; RECASENS, 1975; VIRGILI, 1984, 2011), habría ya que no existe mención alguna a Tarragona comportado un fuerte despoblamiento de la en todo el texto. ciudad, o incluso su destrucción, como con- secuencia de la propia conquista islámica. De Igualmente, menciona una posible relación hecho, uno de los pocos estudios centrados entre estos refugiados hispanos con el conocido en la madinat Tarrakuna simplemente propone Liber Orationum de Festivitatibus u Oracional de que, al no estar presente la aristocracia urbana, Verona, que según el autor habría sido redacta- 10 Aunque existen autores que reconocen una continuidad en la ocupación de la ciudad post 711 (PéREZ MARTíNEZ, 2012; RECA- SENS, 1975), siguen sin esclarecerse las características de dicha ocupación, así como las consecuencias en la ciudad y su territorio más allá de ésta. 11 Aunque más tarde aparece mencionado un obispo de Urci en el Liber apologeticus fidei de Sansón de Córdoba (siglo IX). 12 Del cual todavía no quedaría claro su origen, como indica el propio Serra i Vilaró a lo largo de la obra; hay quién lo hace venir de Aquitania en el siglo V, mientras que el autor catalán no duda en identificarlo como un arzobispo tarraconense de inicios del s. VIII. AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 15 Xavier Gonzalo Arango do en Tarragona y posteriormente trasladado a de 770 y 790, como a uno de sus últimos ‘amil Italia por los emigrantes. El Oracional de Verona árabes, Sa‘dun al-Rua‘yni, que aparece como es un escrito litúrgico de finales del siglo VII 13 Zaddo o Zatum Sarracenum en las fuentes que se atribuye a la ciudad de Tarragona 14. En el francas (GILLARD & SéNAC, 2004). En la madina texto, obviamente, no figura mención alguna ni de Girona, también se ha propuesto como uno a Próspero ni a ningún hecho ocurrido durante de los últimos gobernadores de la ciudad un o después de la conquista musulmana. tal Abu T-awr, que sería el que después pacta- ría con los francos la capitulación de la ciudad En resumen, con los datos actuales no pode- en 785 y que no tendría que ser el mismo mos afirmar que un obispo llamado Próspero personaje que encontramos relacionado con proveniente de Tarragona emigrase a Liguria la ciudad de Huesca (MARTí, 2009), aunque las entre 711-714 a causa de la conquista islámi- pruebas esgrimidas se basan esencialmente en ca de su sede arzobispal, hecho ya apuntado la toponimia. recientemente (PéREZ MARTíNEZ, 2012; VIVANCOS, 2006). Es más, con la información disponible no Así pues, partiendo de la hipótesis de que podemos confirmar su existencia, aunque tam- el nuevo Estado andalusí habría aprovechado poco descartarla. El último arzobispo conocido la organización social y territorial previa, será para la sede tarraconense es, pues, Vera, firmante necesario analizar qué nos dicen las fuentes, del penúltimo concilio episcopal visigodo, en tanto árabes como latinas, sobre la Tarrakuna el año 693, y que presumiblemente también islámica. En primer lugar, Ahmad al-Razi (890- habría asistido al último concilio un año más 955), a partir de la reconstrucción del texto tarde, en el que no figura la firma de ninguno hecha por Lévi-Provençal (1953), escribe que en de los asistentes, ambos celebrados en Toledo la ciudad de Tarazona, [sic., por Tarragona, como bajo el mandato del rey égica. Habría que indicaban el propio editor (p. 77) y H. Monés suponer que este Vera ya no sería el titular (1957, p. 123)], se instalaron diversos generales del cargo veinte años después de su última y gobernadores de la Marca Superior. En este aparición documental. Así pues, como en el texto se dice también que Abu ‘Utman ‘Ubayd - caso de otras sedes episcopales cercanas, no Allah b. ‘Utman, llamado en el texto “el señor - disponemos de información sobre la relación de la gran tierra” (Sahib al-ard al-kabira) hizo de estos obispos con la nueva administración de esta ciudad su lugar de residencia y que árabe. Pero si aceptamos la pervivencia de la desde allí cobraba los impuestos de los habi- figura episcopal en otras ciudades, hemos de tantes de Narbona y Barcelona. Philippe Sénac pensar que Tarragona no habría experimentado (2002) cree también que en este pasaje hay un destino muy diferente. que entender Tarrakuna en vez de Tarasuna. Dada la situación geográfica de las dos ciudades En cuanto a los gobernadores andalusíes, mencionadas, Barcelona y Narbona, la poca mientras que para Tarrakuna no se dispo- importancia de Turiasona a inicios del siglo VIII y ne de datos concretos claros, sí los tenemos el hecho de que no hay ninguna referencia, en documentados en ciudades cercanas, como caso que fuese Tarazona, a la vecina ciudad de Narbona, donde encontramos, por ejemplo, al Zaragoza, nos inclinamos también a pensar en gobernador ‘Abd al-Rahman b. ‘Alqama al-Lah-- un error ortográfico, por Tarragona. En cuanto mi en la década de 740. También en Barcelona, a la conquista islámica de la antigua Narbo y sus donde conocemos a diversos de sus gober- consecuencias fiscales que aparecen en el texto, nadores, tanto al linaje de Sulayman al-‘arabi actualmente se dispone de datos arqueológicos y sus hijos Matruh y ‘Ayšun entre las décadas que la confirman. Hasta 43 sellos provenientes 13 Se propone una fecha de 682-683 (DíAZ Y DíAZ, 1971-1972; GODOY, 1995); en todo caso, no muy posterior a 680, cuando Julián de Toledo escribió su Liber Orationum en el que se basa (PéREZ MARTíNEZ, 2012). 14 Aunque en algunos ámbitos, esta afirmación no resulta tan clara (VIVANCOS, 2006, p. 133-134). 16 AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII) del botín de la captura de esta ciudad fueron provincial romana durante todo el siglo VIII es documentados en las excavaciones de la ciudad de origen franco: la Vita Hludowici Imperatoris, romana y visigoda de Ruscino/Ruscinona (MARI- la versión anónima conocida como del Astró- CHAL & SéNAC, 2007), posiblemente de camino a nomo. Cuando la Vita describe la campaña de Tarragona, donde se centralizaría la fiscalidad de Ludovico Pío que se lleva a cabo desde Barcelo- las provincias de la Tarraconense y la Narbonense na en 806-808 y que llega hasta Tortosa, no sólo (SéNAC, 2002). se menciona Tarragona, cosa lógica si pensamos en el recorrido geográfico y en el trazado de Aunque en el texto de al-Razi no figura la Via Augusta, sino que describe unos hechos ninguna fecha, ‘Ubayd Allah b. ‘Utman sería bélicos, con la toma de diversos cautivos y otra - gobernador de Tarrakuna a mediados de la gente que huyó: “Profectusque per Barchinonam década de 740’s, momento de su llegada a et veniens Tarraconam, quos ibidem repperit coepit, la península, como uno de los treinta nobles alios fugavit, universaque loca, castella, municipia, sirios que habrían entrada a al-Andalus con el usque Tortuosam vis militaris excidit et flamma wali Abu al-H-attar (742/743-744) y que també vorax comsumpsit”. (TREMP (Ed.), 1995, p. 322). habría recibido posesiones en Turruš, cerca de Creemos que no se ha prestado la suficiente Almería (CHALMETA, 2003, págs. 326-334). Será el atención a este texto, que si bien aparece citado mismo personaje que actuará como cliente en la mayoría de trabajos sobre la historia de destacado de ‘Abd al-Rahman b. Mu‘awiya Tarragona, no ha llevado a plantear una clara cuando este prepare su llegada a al-Andalus ocupación andalusí de Tarrakuna en el siglo VIII, (págs. 351-352) y ostentará el cargo de wazir exceptuando los casos de A. Virgili (1984, p. 23) y cuando el omeya inmigrado consiga el poder M. Pérez (2012). No sólo resulta clave la propia en 756, aún siendo el nombre recogido por las mención de la ciudad de Tarragona, sino que el fuentes Abu ‘Ut-man ‘Abd Allah b. ‘Ut-man (págs. hecho que aparezcan, dentro de su territorio, 383-384), un error fácilmente atribuible al hecho loca, castella y municipia indica una ocupación de compartir la misma raíz. y una organización territorial, que no diferiría demasiado de la existente a inicios del siglo También resulta interesante un pasaje atri- VIII, dado que los francos aún reconocen una buido a Ibn al-qutiyya 15 sobre la destrucción jerarquía inter-asentamientos similar a la suya. de una ciudad con cuatro puertas a la orilla del mar, que ha sido comúnmente identificada Pero es igualmente cierto que algunas noti- como Tarracona (CHALMETA, 2003; VIRGILI, 1984), cias cronísticas nos remiten a la idea, durante texto que no aparece en el manuscrito de la conquista islámica a inicios del siglo VIII, de este autor andalusí conservado a la Biblioteca un enfrentamiento violento que podría haber Nacional de París 16. Pero este ejemplar recoge acabado con la destrucción de la ciudad. Así, que el nuevo ‘amir cordobés ‘Abd al-Rahman b. en la Crónica del Moro Rasis, la antigua traduc- Mu‘awiya nombró a ‘Abd al-Rahman b. ‘Uqba 17 ción del texto de Ahmad al-Razi, nos dice que wali/gobernador de un gran espacio geográfico “Tarragona fue de los logares mas antiguos que en el noreste d’al-Andalus 18, desde Narbona fallan fundamientos muy viejos e muy maravillo- hasta a Tortosa y que englobaría, naturalmente, sos, e a y cosas que se non desfazen por ningun el territorio tarrakuni. tiempo, maguer todas las destruyo Taris, fijo de Nazayr, quando entro en Espana, e el mato Pero la fuente que nos aporta la prueba más las gentes e destruyo las obras, mas non pudo clara del mantenimiento de la antigua capital todas, tanto las fizieron firmes” (BRAMON, 2000, p. 15 que por otro lado no era considerado como muy fiable en datos históricos (CHALMETA, 2003, pág. 53). 16 En este punto he de agradecer enormemente la información aportada por Philippe Sénac, que examinó él mismo el manuscrito árabe. 17 Posible hijo de ‘Uqba b. al-Hayyay al-Saluli, gobernador de al-Andalus entre 734 y 739/740. 18 Este nombramiento habría que situarlo entre el año 756, cuando el emir ‘Abd al-Rahman vence a Yusûf al-Fihri, y el 759, cuando el ejército franco encabezado por Carlomagno entra en Narbona. AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 17 Xavier Gonzalo Arango 118-119). Es necesario advertir, aún así, que, en En las recientes excavaciones en el inte- primer lugar, atribuir la conquista de Tarragona rior de la Catedral de Tarragona (MACIAS & a Tariq b. Ziyad o a Musà b. NuSayr es ya un alii, 2012), llevadas a cabo con el objetivo de dato erróneo, de igual manera que este mismo identificar posibles restos del antiguo templo fragmento podría también hacer referencia a romano dedicado a Augusto, se documentó una posible supervivencia del asentamiento un fragmento de cerámica vidriada en verde (mas non pudo todas, tanto las fizieron firmes), de procedencia oriental y con una cronología si bien que claramente con una importancia de producción entre los siglos VII y IX, que muy menor y, posiblemente, fuera de la órbita llegaría a la Península Ibérica a lo largo del siglo andalusí. Cabe recordar que este autor escri- VIII, como se ha observado en las vecinas ciu- bió durante la primera mitad del siglo X, bajo dades de Barcelona y Tortosa. De todas formas, la protección del nuevo califa ‘Abd al-Rahman y puesto que desechamos los razonamientos al-NaSir li-Din Allah, y que Tarragona en aquel metodológicos basados en “fósiles directores”, momento no fuese una gran ciudad andalusí creemos que un solo fragmento cerámico no no quiere decir que no lo pudiese haber sido es en sí mismo un argumento válido para nin- en el siglo VIII. guna de las hipótesis científicas planteadas. Sin embargo, un hallazgo, en el siglo XIX, de un Como ya hemos visto, las noticias documen- dinar de oro bilingüe fechado en 713 o 714 en tales referentes al siglo VIII son escasísimas y, en el interior de la ciudad (y actualmente perdido) la mayoría de casos, responden más a situacio- (BALAGUER, 1990) nos permitiría empezar a con- nes mitificadas que no a datos observables y/o textualizar otro tipo de materiales. observados. Pero si la documentación escrita es exigua, los datos arqueológicos sobre la Por otro lado, en una intervención realizada ciudad de Tarragona que se puedan relacionar en 1995 en la parte alta de la ciudad, entre las de manera segura al siglo VIII aún lo son más. actuales calles de Misser Sitges y el callejón Y no es de extrañar, si tenemos en cuenta de Sant Magí, se documentó, sobre una cons- que en diversas ocasiones las explicaciones trucción cuadrada que sus autores datan en la tradicionales, que a menudo no han sido com- segunda mitad del siglo VII, un edificio de planta probadas empíricamente, han pesado más que “basilical” con pavimento de opus signinum (Fig. la propia metodología arqueológica. En algunos 2) que se data a finales del siglo VII o incluso a casos, incluso, se han adscrito algunos niveles inicios del siglo VIII 20 (PEÑA, 1995). Los autores de ocupación mecánicamente a los siglos VI- señalan, de igual manera, que con esta inter- VII para no fecharlos entre los siglos VIII-XI 19. vención se ha encontrado el origen del trazado Naturalmente, no existe ninguna datación de las actuales calles de Misser Sitges y de Sant radiocarbónica que pueda ayudar a resolver Magí, ya que las estructuras documentadas estas problemáticas. quedan dispuestas siguiendo los mismos ejes. Si esto se confirmase en una superficie más amplia, A pesar de todo, disponemos de algún ele- podría convertirse en un argumento a favor mento arqueológico que nos permite plantear de la continuidad en la ocupación del núcleo no sólo una ocupación urbana durante el siglo urbano, puesto que sería difícil explicar cómo VIII, sino incluso una serie de construcciones ex es posible mantener exactamente la misma novo de tipo supradoméstico que se podrían estructuración social del espacio en una ciudad relacionar con una promoción arquitectónica abandonada cuatrocientos años. de origen aristocrático/estatal. 19 “Sintetitzant aquestes dades, i considerant que arqueològicament a Tarragona els segles VIII-XI, al menys fins ara, han aportat molt poques restes, datem el mur en època visigòtica, en un moment no posterior al segle VI” (VILASECA & DILOLI, 2000, p. 50), las cursivas son nuestras. Resulta evidente que la poca espectacularidad de los restos en estas cronologías es aducida como uno de los argumentos para la datación del muro en cuestión, al margen de la propia fecha de construcción/utilización del mismo. 20 Teniendo en cuenta que el 713-714 representa una “fecha límite” dado el supuesto el abandono o destrucción de la ciudad. 18 AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 La integración de Tarrakuna y su territorio en al-Andalus (s. VIII) Un fenómeno similar se dio también en en que la ciudad entró a formar parte del el área intramuros que se propone vacía o Estado feudal barcelonés. abandonada desde el siglo IV, la parte baja de la ciudad, donde se ha observado, “a partir de Resulta necesario, pues, que no se repitan técnicas de georeferenciación de la cartografía situaciones donde la Arqueología continúa histórica, como algunos kardines y decumanus todavía prisionera de mitos historiográficos, ya son reutilizados como caminos de unión entre que difícilmente de esta manera conseguiremos la acrópolis y el puerto hasta el siglo XVIII [...], resolver esta problemática histórica, que lleva [cosa] que, sorprendentemente, se conservó demasiado tiempo encallada. Al mismo tiempo, hasta el ensanche urbanístico decimonónico” creemos que dice muy poco de la voluntad (MACIAS, 2011, p. 114), las cursivas son nuestras. investigadora que el último intento de síntesis Dado que no disponemos de muchos datos sobre la Tarrakuna islámica se remonte al año arqueológicos para este momento, casos como 1984 22, cuando Antoni Virgili puso sobre la estos pueden representar las únicas posibilida- mesa los datos disponibles en aquel entonces des de crear una base de datos suficientemente y concluyó que estas eran del todo insuficien- amplia de yacimientos arqueológicos para tes para apuntar qué tipo de respuesta dio la Tarragona en el siglo VIII. ciudad a la conquista. De esta manera, acaba señalando que lo más probable es que la ocu- Para el área portuaria de Tarragona, en la pación fuese pacífica, poniéndolo en relación actualidad sabemos que su uso se pude tes- con la fuga del arzobispo Próspero de la ciudad, timoniar hasta, como mínimo, las postrimerías y que esto hubiese contribuido al su declive, del siglo VII (ADSERIAS, POCIÑA, & REMOLÀ, 2000, p. dado que la lejanía de cualquier centro políti- 142), una zona de la ciudad donde se propone co y/o económico no habría hecho más que que a inicios del siglo siguiente aún permanece- acentuar la tendencia anterior a la conquista rían en pie grandes edificaciones aristocráticas/ (VIRGILI, 1984). estatales (MAR & GUIDI-SÁNCHEZ, 2010). Después de observar como Próspero, en Desgraciadamente, en la actualidad no dis- caso de existir, no habría dejado la ciudad, tanto ponemos de más evidencias arqueológicas en la propuesta como parte de los argumentos la ciudad de Tarragona adscritas al siglo VIII aducidos no nos parecen viables, puesto que no por sus autores. Aún así, creemos que algu- explicaría por qué otras ciudades septentriona- nas estructuras y/o materiales que han sido les sí habrían sido importantes para el Estado vinculados al siglo VII o a la ambigüedad que islámica, como Narbona, Barcelona o Girona. supone hablar de “Antigüedad Tardía” en una ciudad como Tarragona podrían, si se realizasen dataciones absolutas, pasar a formar parte de LA INTEGRACIÓN EN AL-ANDALUS esta nueva realidad urbana que se conformó DEL CAMP DE TARRAGONA Y SUS cuando Tarracona pasó a ser Tarrakuna. De MÁRGENES todas maneras, es interesante observar como en la actualidad ciertos arqueólogos empiezan En este caso, como en el estudio urba- a proponer dataciones de siglo IX-X a algunas no de la ciudad de Tarrakuna, los datos que construcciones previas a les grandes reformas disponemos permanecen todavía demasiado que se llevaran a cabo a finales del siglo XI-XII fragmentados. Aún así, el ámbito rural del terri- (SALSAMENDI, BEA, & AROLA, 2011) 21, momento torio tarraconense presenta ciertos elementos 21 Si bien aún no se han publicado los materiales que han llevado a plantear tales cronologías. 22 Con una especie de actualización reciente (VIRGILI, 2011), donde el autor ahora plantea una ocupación de la zona rural del Camp de Tarragona por grupos campesinos basada en un hábitat disperso, mientras apunta ahora que la ciudad quedó (casi) abandonada después de la conquista islámica del siglo VIII, hasta la ocupación feudal a finales del siglo XI-XII. También M. Pérez Martínez dedica unas páginas a hablar de “La problemática de la Tarraquna andalusí” como el final de la Tarraco Christiana (2012, p. 802-814), donde echa en falta estudios concretos sobre el tema. AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184 19 Xavier Gonzalo Arango a partir de los cuales creemos que se puede allá de la continuidad en la ocupación de posi- extraer que el Camp de Tarragona sí estuvo bles fortificaciones visigodas en este territorio, organizado durante la dominación islámica. un hecho que, de todas maneras, parecería Para realizar el estudio de este apartado hemos probado por la mención de la Vita Hludovicis basado nuestra información esencialmente en Imperatoris de castella (vid. supra). la toponimia (con una preferencia clara hacia los topónimos documentados), así como en las Sin embargo, los datos arqueológicos plan- pocas informaciones arqueológicas disponibles, tean la posibilidad de la creación ex novo de con algunos estudios bastante valientes (MEN- ciertos emplazamientos defensivos anteriores CHON, 1998; MENCHON, 2006). Todo para mostrar, a la conquista feudal que tuvo lugar a finales primero, una ocupación real del territorio, cosa del siglo X, como en el caso del castillo de que ya se apuntó años atrás (JULIANO, 1985; PERIS, El Catllar (Tarragonès) (FONTANALS, VERGÈS, & POBLET, & qUEROL, 1989), pero que parece que ZARAGOZA, 2011) o el castillo de Selmella, donde cayó al vacío o, si más no, ha sido relegada a se han datado materiales cerámicos entre medios de poca difusión (CARRERAS, 2006) y, el siglo IX-X 24, si bien todo este fenómeno en segundo lugar, una organización territorial posiblemente habría que relacionarlo con el y social jerarquizada, más allá de un simple y contexto histórico del siglo IX, que creemos recurrente “poblamiento disperso y autosufi- sustancialmente diferente en el caso del terri- ciente”. torio tarraconense. Las fortificaciones, que aparecen en las Aquello que sí podría evidenciar la presen- fuentes árabes como qal‘a, hiSn o qaSr han sido cia islámica en esta zona sería la aparición del uno de los componentes que normalmente se topónimo balat o de su latinización en pala- asocian a la nueva formación social islámica, tium/palatiolum. Como se ha propuesto en los sobre los cuales se ha discutido largamente su últimos años (GIBERT, 2007; MARTí, 1999), estos función: centros de poder territorial vinculados topónimos responderían a una serie de nuevos a les clases dominantes (ACIéN, 1989; 1995; 2002; establecimientos que verificarían la repartición BAZZANA, CRESSIER, & GUICHARD, 1988) o espa- del fay’/tierra conquistada, o incluso el h-ums, es cios de refugio que se habrían de relacionar decir, lugares donde se concentraría la reco- con iniciativas campesinas (BARCELÓ, 1998). lección del excedente agrícola, en forma de Aún así, los diversos autores no han abor- tributación estatal, de un espacio rural concreto. dado la problemática cronológica a fondo 23. Por tanto, la documentación de este tipo de En un reciente trabajo sobre los huSun del instalaciones denotaría la presencia del Estado territorio de Tortosa (BROUSSE, 2007), limítrofe andalusí en esta zona o, mejor dicho, de sus con el tratado aquí, se ha concluido que estas agentes. De esta manera, estos palatia tendrían fortificaciones no habrían sido erigidas hasta que estar relacionados con los espacios rurales bien entrado el siglo X en un contexto de cre- próximos a los centros territoriales, como de ciente control del nuevo Estado califal en este hecho ocurre en la distribución toponímica en territorio. Sería lógico pensar, pues, que en el la zona de la Catalunya Vella. distrito tarraconense este proceso habría sido similar o, como mínimo, guardaría una relación Arqueológicamente, estos enclaves son difí- más cercana con Tortosa que con el sureste cilmente identificables si no existe una vincula- peninsular y, por tanto, tampoco deberíamos ción toponímica. Uno de los casos mejor cono- documentar su presencia en el siglo VIII, más cidos es el yacimiento del Aiguacuit (Terrassa), 23 Si bien es cierto que M. Acién propone un origen muy primitivo, posiblemente de conquista, para las qal’a, pero centrando la discusión en el sureste peninsular (ACIéN, 1989). 24 Concretamente, entre el 843-979, a partir de un fragmento datado por termoluminiscencia. A falta de la publicación correspondiente, esta información se obtuvo en el Ciclo de Conferencias de la Tribuna d’Arqueologia 2011-2012, del 8 de mayo de 2012, bajo el título: “Deu anys de recerca al Castell de Selmella (el Pont d’Armentera, Alt Camp): entre l’Arqueologia, la Historiografia i la valoriació del Patrimoni”, presentada por Mònica López i Ramon Serra. 20 AyTM 20, 2013 pp. 11-30 I.S.S.N.: 1134-3184

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At the beginning of the 8th century, the ancient reg- As a consequence of the Islamic con- quest of . clase dominante, casi exclusivamente árabe,.
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