ebook img

La ilustracion olvidad. La polémica de los sexos en el siglo XVIII PDF

87 Pages·1993·5.083 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview La ilustracion olvidad. La polémica de los sexos en el siglo XVIII

m m w 9 ^ s m m m'9 m m m M Condorcet, De Gouges, CULTURA Y DIFERENCIA De Lambert y otros Teoría feminista y cultura contemporánea •Serie dirigida por Myriam Díaz-Diocaretz .y asesorada por Iris M. Zavala LA ILUSTRACIÓN PENSAMIENTO CRITICO/PENSAMIENTO UTOPICO OLVIDADA 81 La polémica de los sexos en el siglo XVIII Edición de Alicia H. Paleo "•rìexérméivd-iiCVena-nnvóruò Dirección General de la Mujer EDITORIAL DEL HOMBRE PRESENTACIÓN La ILUSTRACIÓN olvidada : La polémica de los sexos en el siglo XVIH / Condorcet, De Gouges, De Lambert y otros ; edición de Alicia H. Puleo ; piesentación de Celia Amorós. — Barcelona : Anthropos ; Madrid : Comunidad de Madrid. Consejería de Educación. Dirección General de la Mujer, 1993. — 175 p. ; 20 cm. — (Pensamiento Crítico/Pensamiento Utópico ; 81. Serie Cultura y Diferencia) Bibliografía p. 165-170 ISBN 84-7658^108-3 I. Feminismo - S. XVID 2. Ilustración y feminismo I. Condorcet, Jean Antoine, marqués de II. Gouges, Olympe de DI. Lambert, Anne T. de IV. Puleo, Alicia H., ed. V. Amorós, Celia, pr. VI. Comunidad de Madrid. Consejería de Educación. Dirección General de la Mujer (Madrid) VII. Colección 1"17":396 396:1-17" / / S / U.M.S.N.H - D.G.B «Toda la historia de la lucha por la autodeterminación de IIIIIIII l¡ III1IIHIIIIII¡IIIIHÍ!I III las mujeres ha sido ocultada una y otra vez. Uno de los obs u <? táculos culturales más serios que encuentra cualquier escri \ L| $ BFF000001271 tora feminista consiste en que, frente a cada trabajo feminis o FACULTAD DE FILOSOFÍA ta, existe la tendencia a percibirlo como si saliera de la nada, /- como si cada una de nosotras no hubiera vivido, pensado y c : '2 ( trabajado con un pasado histórico y un presente contextual. Esta es una de las formas por medio de la cual se ha hecho Primera edición: mayo 1993 aparecer el trabajo y el pensamiento de las mujeres como © Editorial Anthropos / Comunidad de Madrid, 1993 esporádico, errante, huérfano de cualquier tradición propia.» Edita: Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda. Así se expresa Adrienne Rich en su sugerente libro Sol)iv Vía Augusta, 64. 08006 Barcelona En coedición con la Dirección General de la Mujer, mentiras, secretos y silencios. La genealogía, como lógica cic Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid la generación, como logos por el que la generación recibe sus ISBN: 84-7658-408-3 sellos legitimadores, sus articulaciones de sentido, ha sido Depósito legal: B. 8.374-1993 Fotocomposición: Seted, S.C.L. Sant Cugat del Valles hasta ahora monopolio patriarcal. Nuestros conatos emanci- i Impresión: Indugraf, S.C.CL. Badajoz, 147, Barcelona patorios, sin registro en la memoria ni en la escritura, sin J inscripción en secuencias de filiación, aparecen así deshila- ':, Impreso en España - Printed in Spain chados y dispersos. En estas condiciones, recoger, seleccio- ^ Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni nar, antologizar textos es dar textura a la memoria crítica del en parte, ni registrada en, o.transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoqufmico, electrónico, magnético, feminismo: es ya de por sí una tarea emancipatoria. electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial. 7 Los movimientos feministas y de mujeres en la Revolu forma a su experiencia: su recurso consiste en la re-signiñ- J p O ción francesa constituyeron, no un fenómeno que se produ cación -—por ejemplo, cuando las mujeres hablan de «aris- X ^ ¡* ce además, sino un elemento constitutivo del propio proce- tocracia masculina», de que ellas son «el Tercer Estado A ^so^RrvahlcionárlO. ^SsTT^ue las mujeres no se inmlscu- ¡JS dentro del Tercer Estado, etc.»—, se vuelven polémicamen- ^ £ 1£ <~<P vA yeñTdecía MiraSéau, no existe una verdadera revolución.» te, con la potencia incisiva de una coherencia implacable, y i>S Ciertamente, no ha habido revoluciones en la historia sin SAX" contra sus detentadores. Su lenguaje, en la voz y los escri jr-* su correspondiente radicalización feminista, sin que el or- tos de las mujeres, se les escapa y aliena, les descubre otro f £• ar V 'if1' •< t-'r~ ^en soc*a' no se naYa conmovido, a su vez, qua patriarcal. rostro imprevisto de significados que tratan de rechazar ya \ "¿ v-> ,V- Pero, especialmente, las mujeres se apropiaron de las cla- la vez no tienen más remedio que reconocer... Por ello, en , <j |ju L*~ <¿f jcf-ves de la razón ilustrada en la medida en que intuyeron en el análisis de estos discursos se pueden examinar las premi- ^ ,\ov ¿y ella virtualidades críticas para irracionalizar y, por ello, tj sas ilustradas a la luz de la instancia-otra que ellas mismas -á 3 „ Á£ _ u ^ deslegitimar el poder patriarcal. Poder que fue, de este fA generan desde sus propios presupuestos. El feminismo se ^ ^ys^ \ modo, interpelado y puesto en cuestión desde las mismas constituye así en una forma peculiar de ilustración de la t-J J> 4 premisas ideológicas que habían estado en la base de la w Ilustración, en el Pepito Grillo de las propuestas emancipa- *p crítica a las estructuras del poder político instituido, en la lorias de esa Ilustración... que asignó a las mujeres el lugar ^ \j y \ medida en que tales premisas eran susceptibles de ser ex de la Cenicienta. plotadas en esa dirección. Las mujeres se constituyeron, pues/al hilo de esta críti CELIA AMORÓS ca, en sujetos de nuevos discursos vindicativos cuya retóri ca, nivel de radicalización, énfasis polémicos y capacidad de interpelación varían según el momento, la procedencia de clase social, así como las distintas modalidades de su ^ inserción en el espectro político de la revolución burguesa. Pero esta literatura característica responde en su conjunto a una conciencia nueva de las mujeres, como sexo-género, de agravio comparadvo^=^bi,eTa~base de las nuevas con signas ideológicas de igualdad— con respecto a los varones justamente desde el nuevo paradigma de igualdad por ellos implantado. De este paradigma tomarán sus recursos argu mentativos para articular quejas y peticiones derivadas tan to de una situación de subordinación ancestral, como de su condición de víctimas preferenciales, en tanto que sector más desasistido e impotente, de los profundos ajustes eco nómicos y sociales que conlleva el proceso revolucionario. El oprimido no puede inventar desde cero un lenguaje al ternativo, como discurso absolutamente otro, en el que dar 8 9 INTRODUCCIÓN Los textos que componen esta selección, textos diversos <g ^ y de orígenes muy distintos, tienen en común el pertenecer v'j ^ a una polémica sobre los sexos desarrollada en el seno mis- '-s> 3 í rao de la Ilustración. Su traducción y edición forman parte <? •<& ¿* del esfuerzo que actualmente se realiza para recuperar la £ . g^, y memoria de las luchas feministas. Se ha dicho, con razón, que las mujeres apenas dejan _ € > huella en los anales de la Historia. Y así sucede porque la í •^¿,¿ indiferencia o el deliberado proyecto de silenciar lo que ¡I 11 3 molesta han eliminado de la narración histórica aquellos "i y hechos que pudieran proporcionar una fundación en el pa-..^^,-? sado a las reivindicaciones de hoy. Este rescate de una polémica ya dos veces centenaria í 4 nos permite comprender que si el feminismo fue olvidado y ^ ¿ tuvo que volver a nacer en el siglo XIX y después nueva- ^ " mente en el XX, ello se debió a su derrota como movimien- „ 4 p ? % . to social y político. s La formación académica contribuyó a la eliminación de todo rastro de los ya antiguos planteamientos sobre la des igualdad de los sexos. No sólo ignoró a aquellas mujeres 11 í$ ^ <(& á i i f i i f i i i i i i t i f i f ii que denunciaron por escrito la discriminación que sufrían lidad. cotidiana de la dominación, denunciando sus infinitas y^ "/ & en tanto género, sino que excluyeron de los textos «impor- manifestaciones. Así, ya en el siglo xvm, encontramos lúci „vO ^jj^tif^ ^,tantes>> cic l°s pensadores varones oficialmente consagrados dos análisis de la formación del sujeto femenino. / P •¿•^(J?*, «quecos que aludieran al tema y desde una perspectiva de La famosa afirmación de Simone de Beauvoir según la P ^ jfr igualdad denunciaran la situación de marginación de la mi- cual una mujer no nace, sino que se hace, tiene numerosos •J i tad de la humanidad. (Y esto no ocurre solamente con los antecedentes. La fundamental importancia que los ilustrados pensadores del siglo xvm: ¿cuántos manuales de Historia otorgaron a la educación, explica la fuerza con que se luchó tí» V) de la Filosofía tratan, o tan sólo nombran a The subjecíion contra la opinión que concebía todas las diferencias entre los of women cuando hablan de John Stuart Mili?, ¿a quién no sexos como revelaciones de las respectivas esencias masculi le ha sido presentado el fenómeno dpi preciosismo como na y femenina que, en tanto esencias, eran consideradas, •i. 4 un curioso asunto de mujeres ridiculas, sin mayor impor como es de suponer, invariables y universales. tancia?) Es necesario rastrear el origen del pensamiento ilustra •>j¡A Los ejemplos de las diversas estrategias de ocultamiento do en el racionalismo del siglo que le precede. Si bien Des o y y desprestigio Son innumerables. No queremos decir que, cartes no trató en particular el tema del estatus ontológico en todos los casos, tales estrategias respondieran a una vo de las mujeres, su dualismo de la sustancia y la excelencia ••i -J luntad deliberada y totalmente consciente de su objetivo. que atribuía al intelecto permitían suponer que éste, al ser Desde una perspectiva foucaultiana, reconocemos hoy que independiente del cuerpo, era igual en hombres y mujeres. T saber y poder no están necesariamente unidos por relacio Incluso algunas lucubraciones del filósofo sobre el cuerpo •3 z nes causales, sino que son correlativos. humano y su formación basadas en la ciencia de la época, ^ También hemos aprendido que el poder no es algo mo- hacían del sexo algo totalmente accidental que' dependía \i I ^ i nolítico y concentrado en las manos de unos pocos que en su determinación de la posición del feto en el vientre v , dirigen y a los cuales se podría arrebatar, sino que constitu- materno (desarrollo del pene o del útero según la orienta 1 1? ^ ¿ -^ ve u na red muy intrincada de relaciones. El feminismo ción del cuerpo en formación con relación a los órganos 1 ilustrado, feminismo que atribuye las diferencias de com maternos). portamiento y afectividad a la influencia de la sociedad, ha En todo caso, para Descartes la sexualidad era sólo una i t/ realizado y continúa, aún hoy, haciendo una analítica del particularidad que no revestía un carácter fundamental de poder en tanto fija su atención en las microprácticas que tipo ontológico (midamos el abismo existente entre esta po constituyen la relación entre los géneros femenino y mas sición del feminismo cartesiano de fines del siglo XVH, tal culino. Así, hacemos nuestra la afirmación de Cristina Mo como se expresa con Poulain de la Barre y su De l'égalité lina de que «la Ilustración es el marco ineludible tanto para des sexes, y la hegemonía del pensamiento freudiano en el explicar; el fenómeno histórico del Movimiento Feminista siglo XX). como para plantear adecuadamente sus reivindicaciones» Aunque no haya una verdadera ruptura entre el racio (Molina, 1993). nalismo del siglo XVH y el del xvm, con el Siglo de las Lu ^iM5*» El feminismo ilustrado o feminismo de la igualdad no ces asistimos a un jc¿rnH©~de-mcuielo_gr^^ La ¿* se limitó a exigir igualeT^erFcTíoTclesde una concepción física y las ciencias naturales sustituyen a la geometría como u^ abstracta del individuo, sino que fijó su atención en la rea- paradigma del saber. En Francia se desarrolla un materia- ¿Su r es 12 13 W 'S t # # (f # v# '# # # # # i# 3 lismo que sostiene la existencia de una relación de causali- Vemos, entonces, que este discurso de la Ilustración no p 3 \t^J \ ^ dad entre cuerpo y vida psíquica. Y aunque las posturas es unitario. Por un lado, se va abriendo paso, como hemos 1$ ^^y/?4 jf№ extremas del materialismo no sean compartidas por los dicho, la convicción de que la fisiología determina nuestros *- 1 pensadores más destacados del siglo, nadie permanecerá afectos, pensamientos y acciones. Como era de esperar y | í_tf4''a ^ totalmente indiferente a la sospecha del origen fisiológico continuando una larga tradición misógina anterior, será en Q J Y, ^ de los actos aparentemente voluntarios, de las acciones las mujeres en quienes se busque comprobar esta sospecha -.^ J V^x';^ aparentemente libres y hasta del pensamiento aparente- t de manera más clara. ^^c^^sS*^ rnente puro. Ya se está gestando el predominio de la psi- Así, al examinar las diferencias entre hombres y muje- Jjf ' quiatría del siglo XTX, con la cual la sexualidad adquiere res, el mismo Diderot aporta explicaciones culturalistas (el #'p fy visos ontológicos. peso de las tradiciones, de la religión, la falta de educa- +¿ {jOn-ctf"r-\J'<**. ^ discurso que la Ilustración mantiene sobre las muje- ¡ ción), al tiempo que acude a su teoría del cuerpo humano ? i oJ ', , í©1** res se mueve en una ambigüedad fundamental. Se trata de para dar una base fisiológica a la oposición de los caracte- í "^ ,\j4.j.í^ >r^^f- * una polémica heredada del siglo anterior, polémica que re- res masculino y femenino. Según esta teoría, el cuerpo hu- ^ j j- '* .jl, \ corre los salones que, como se sabe, estaban animados por mano se halla regido por dos centros: el sistema nervioso $ f 3 .V5*" </*J\ '•¡<'^DL' mujeres de la nobleza y de la alta burguesía. Este papel central (faisceau) y el sistema nervioso simpático [áiafrag- ] I - ^¡ ^ ^ ^^ activo de las mujeres en la génesis de la cultura de la época me). De su preeminencia alternada resultan el sueño y laV 9l ^ y/ ^ explica el auge del debate entre los defensores del «bello vigilia, así como la existencia de caracteres opuestos: hom-¿¡í£ i sexo» y sus detractores bres cerebrales y hombres afectivos. . jj, Lajimbigüedadj* la que nos referíamos está provocada e A partir de este esbozo de una teoría del inconsciente, \ por una oscilación entre explicaciones culturalistas y justifi- Diderot presenta a las mujeres como organismos en los que ^~ !\mn> jj^»3f5 caciones biolnfyiV.istas. de la diferencia genérica. Tal oscila- el corazón (o diafragma) predomina sobre la cabeza (o ce- J , ^*"\y> ^ \ ción surge de tres fuentes: por un lado, de la fortaleza de rebro). En la línea que culminará con la femme enfant del j, x A V t"í4r^Sj 'as costumbres y de los prejuicios arraigados en la sociedad surrealismo, Diderot hace de las mujeres seres privilegiados í ^ y * . ^ ..-o** Y> PPr ende, en los ilustrados_en_tantcur^rte:aecen,^sS't¿, capaces, gracias a ese órgano peculiar que es éi'útero, he*l? ^ ",w ^«J^1 j^^n P°r otro> de u na tensión interna del propio pensamiento de saltar las barreras del tiempo,y ser pitonisas (Diderot, ed. ^ "5 ^ «M^jíc^ ¿^c' la Ilustración, la contradicción que surgirá entre el deseo de F. Savater, 1975). Es evidente que para Diderot, como v7 ¿, vV1^ <J~ .V%C^ de cambio, el imperativo moral de crítica a las estructuras para el pensamiento vulgar y «científico» de la época, el .1 f% ^^¿f\.o__,jfl vigentes y el progresivo avance del conocimiento de las útero no tiene una simple función reproductora sino que es ^ ~ 4^$^) ^" ciencias naturales que impone un punto de vista determi- algo que afecta la personalidad total, determina la actividad | ^ 0> '* >j^jí£^jíA¡' ¿~n^is ta,^ biologicista; finalmente, un tercer factor lo constituye del cerebro y proporciona a las mujeres un ámbito gnoseo--j> f | x i,r^~ discurso de una burguesía emergente que en la pluma de lógico propio inaccesible a los varones, los cuales se défi-<i e w ^ Rousseau expresará con la mayor claridad y contundencia _ nen como simples mortales. un nuevo modelo de familia que consagra la exclusión de Avanza así, poco a poco, el pensamiento que se desarro las mujeres del ámbito de lo público. Este proyecto político llará en el siglo XTX con la medicina (Fraisse, 1991) y en j\se apoyará cada vez más en los argumentos pseudocientífi- filosofía, con el pensamient© de Schopenhauer (Puleo, 1991) \cos aportados por la medicina filosófica. y E. Von Hartmann (Puleo, 1992); La sexualidad adquiere 14 15 » * ® ДО ф ф ф <Р # • • # # # 9 Л 1 visos ontológicos. Esta elevación de la sexualidad a esencia contra de la tradición feminista ilustrada, sostiene que <¡j | , y verdad oculta de los individuos es denunciada por Michel hombre y mujer son las dos sustancias diferentes en las + ^ Foucault en su Histoire de la sexualité como estrategia de que se articula la naturaleza humana y advierte contra la j, poder que histerizó el cuerpo femenino y transformó la reivindicación de igualdad que, según su opinión, llevaría a jn| $ práctica homosexual en un ser en sí, en una naturaleza pe las mujeres a renunciar a su propio ser femenino para imi- ¿ J culiar. tar al masculino. Más allá de los propios propósitos de Diderot, que con Pero 'no sólo en Francia hallaremos análisis feministas sideraba necesario cambiar las leyes para terminar con la de este tipo. A título de ejemplo, recordemos que en EEUU '\ . situación de sometirrïïèntô "de las mujeres, la dimensión "R* • la canadiense Shulamith Firtístone, apoyándose en Freud, bíGiogiasTifaé la Ilustración inaugura el moderno discurso Reich y Marcuse, distinguió un pensamiento masculino y # d >¿* antifeminista que intenta mantener a las mujeres en sus otro femenino, calificándolos respectivamente de pensa -Ч -s f С w :, * va roles tradicionales, apelando a una naturaleza biológica miento técnico (malo y masculino) y pensamiento artístico que predeterminaría su destino como individuos. Curiosa (bueno y femenino). mente, esta dimensión bioíogicista. también da paso a un """" Subyace a este feminismo de la diferencia, el deseo de feminismo de la diferencia que mantendrá en Francia, a lo encontrar el nuevo sujeto revolucionario que se necesitaba largo del siglo XDC, un discurso reivindicativo basado en la después de la integración del proletariado en el mundo de peculiaridad irreductible de las mujeres en tanto dadoras los valores burgueses. Los planteamientos de igualdad pro I de la vida, generosas madres que alimentan y cuidan, en pios del feminismo ilustrado son abandonados para asumir ^ I в tregándose por completo, como sólo ellas son capaces de un papel de vanguardia esclarecida por naturaleza (Amo- J? g *r\ xr- hacerlo. Este feminismo francés decimonónico rechazó el ros, 1935, 138-139). 6VУ '*' 2"\f \s>- discurso igualitario del feminismo anglosajón y el de su Si el aspecto positivo de este feminismo dé la diferencia propia tradición francesa racionalista, y siguió una línea' de reside en el cuestionamiento de. algunos valores patriarca afirmación de la diferencia sexual, reclamando al Estado les y en la exaltación de cualidades de las mujeres que han protección para las mujeres. sido sistemáticamente denigradas, también contiene el peli \ Una parte de la corriente feminista que se desarrolló en gro inherente a toda mistificación de los grupos margina Francia después de los acontecimientos de mayo del 68 dos: el inmovilismo, la alegre aceptación de lo dado, el con I continuó en la tradición del feminismo de la diferencia, suelo de la superioridad propia a pesar de no participar en , aunque adoptando un lenguaje y un objetivo que se definie í el poder. Así, el coloquio realizado en el Centro Pompidou 1 ron a sí mismos como «radicales». Así, el grupo Psy et Po de París en noviembre de 1991 sobre nuevas formas de an- f (Psychanalyse et Politique) parte de los supuestos del psi tifeminismo, dio la voz de alarma frente a ciertas formas £ coanálisis lacaniano y pone el énfasis en una particular se de autoproclamados feminismos que exaltan a la mujer en | p!f xualidad femenina reprimida por la cultura patriarcal. Para tanto depositaría de los valores de amor maternal, piedad «-» p4 sus partidarias, el feminismo ilustrado de Simone de Beau ternura. Im­ voir sería un falocentrismo que se limita a proponer objeti *~ Como nos muestran estos fragmentos de la historia re vos masculinos a las mujeres. Célebre representante del fe ciente del feminismo, la ambigüedad del discurso de la minismo de la diferencia actual es Luce Irigaray que, en Ilustración respecto al género-sexo no es una simple curió lo 17 sidad del museo de la Historia. Todavía no ha sido supera- en París, escritas a su hermana en el harem, para servir de v da, ni siquiera dentro del pensamiento feminista que ya es complemento a las Cartas Persas, demuestra que la relativi- ;,? plural y se siente, en algunas de sus vertientes, atraído por dad de las costumbres no impide que, en todas partes, las ) la facilidad de ciertas explicaciones biologicistas y por la mujeres sean consideradas inferiores. Afirma también que '•! seducción de la misteriosa superioridad de quien se dice la libertad de desplazamiento de las francesas esconde unj y absolutamente «diferente». sometimiento psicológico que en ocasiones puede ser más/ -; En el siglo XVHJ, junto a esta irrupción de un pensa _ duro que la esclavitud física. miento biologicista, la voluntad de crítica y reforma social S^V* A Pe?ar de las dudas sobre la realidad del libre arbitrio, x: > llevaba a los ilustrados a hacer hincapié en la influencia de hasta los ilustrados materialistas acérrimos proponen prn- ; ¿ la educación. La oposición a lo legitimado únicamente por yectos reformadores. Así, el barón d'Holbach consideraba la tradición y la importancia acordada al derecho natural y. un imperativo moral el liberarse de los ídolos religiosos e la fe en el cambio por medio de la instrucción y de la refor ilusiones metafísicas para poder regularse autónomamente. / ma de las leyes, son características de los pensadores ilus JQiderot definía al premio y al castigo como móviles podero- trados. La noción de razón como fuerza que ha de aplicar sos que podían suscitar una conducta moral correcta. La ^' se a todos los ámbitos, convierte a este pensamiento filosó educación era considerada el factor clave para el perfeccio- j , ' fico en un pensamiento crítico. namiento de la humanidad. Algunos pensadores de la nue-'w £ ¡' Va moral laica veían en las mujeres potenciales transmiso- * i, l,.., Los textos que aquí presentamos nos dan una idea de la ras de los nuevos valores. La Enciclopedia nos ofrece un v j J, ^ polémica de la época en lo referente a los sgxosen Francia. ÑoTodosTos autores seleccionados pueden ser calificados ejemplo de la atención acordada a los procedimientos de „ § formación de los individuos. En su artículo «Mujer (Mo- -| \ g V de feministas. Hemos conservado junto a los más audaces, ral)», encontramos una descripción detallada de lo que era j | \ f otros que lo son menos e incluso algunos abiertamente la educación de las mujeres de la nobleza, descripción y ^ i ^ jr contrarios a las reivindicaciones de igualdad. Mediante su enjuiciamiento que ve en las deficiencias de esa formación * -f * virulencia o su esfuerzo por convencer, podemos medir la „ basada en la coquetería y en la búsqueda del amor la causa % \ fuerza y repercusión de las convicciones feministas ilustra das contra las que luchan. de la psicología «femenina» y la inevitable desdicha que ? t'j í La comparación de las costumbres de pueblos distintos & acarrea cuando llega la vejez y, con ella, desaparecen los T i permite una visión más clara de la sociedad en la que se encantos. Tras perder la belleza, a la mujer galante sólo le . % Jy Cy°r" vive. En sus Cartas Persas, Montesquieu hace comentarios quedan dos alternativas: la devoción o el ingenio (bel es- * i j \ irónicos, no exentos de humor, sobre las sociedades euro prit). Ambos son difíciles de alcanzar para quien sólo vivió h * ¿ £ pea y musulmana. La relatividad de las costumbres le lleva para el amor. A partir de este diagnóstico de la situación | * '•: %- a interrogarse sobre los fundamentos de derecho de la su femenina en el Antiguo Régimen, diagnóstico sin duda co- J; ^ £ * premacía de los varones y concluye que cuanto más civili rrecto en lo que concierne a las aristócratas, su autor, M. ~ & <V¿ ^7 i zada es una sociedad, tantos más derechos se reconocen a J3emahis, propone soluciones que no pueden sonar a núes- -s I ^ las mujeres. A sus ojos, Francia aparece como un lugar pri tros oídos como algo novedoso. Concluye el artículo con un _J^' ¿ vilegiado para estas últimas. La respuesta anónima, posi retrato de la mujer ideal, perfecta y completamente feliz, ^? £ % blemente obra de una mujer, titulada Cartas de una turca que puede considerarse una contribución al modelo hege- ^ J 19 '<© <& {<& W <® # # # ;® {g ;® ,y $ .¿i ¿ ^ ^ ^ ^ $ ^ <|¡| <p x^oü^^o mónico de mujer doméstica del siglo xrx. El paradigma lo La mujer terminaba siempre, por sucumbir al amor y per \ ^ja^*^ ^o1, constituyen las burguesas del siglo xvm, cuya vida, tan dis- der el honor. Comenzaba entonces el sufrimiento por la ^x-3* Js. tinta a la de las aristócratas, se regía por el principio de la inconstancia del amante que, finalmente, la abandonaba. ^^ ^s C\ ^e> decencia. Sus virtudes son la dulzura, la bondad, los senti- Otras mujeres y nuevos admiradores la consolaban. Elegía c ^f%lA mientos religiosos, la ternura maternal, la paz interior y el entonces otro amante y comenzaba un nuevo período de su , espíritu económico y sedentario, la prudencia y la firmeza. vida con la decisión de no sufrir más. Aprendía a fingir- ,>P* M. Demahis formula una pregunta que. encierra la ambiva- sentimientos y a disimular con astucia sus deseos. A partir lencia del discurso iluminista: la mujer que elige esta vida, de ese momento sólo respetaba el código de las mujeres ¿lo hace guiada por la naturaleza o por la razón? Así, en galantes cuyas reglas eran: no quitar nunca el amante a este texto, la crítica a la hipocresía y a la deformación deri una amiga, no creer en el amor eterno, por ser éste causa vadas de la educación del Antiguo Régimen desemboca en de la desgracia de las mujeres, y dedicarse únicamente a un nuevo paradigma patriarcal que mostrará sus contradic fantasías, relaciones cortas sin grandes ilusiones. En esta ciones en los siglos XTX y XX. nueva etapa de su vida, la mujer se llamaba a sí misma ^A*0^.^ Con Choderlos.de Lacios, la lúcida visión de la sociedad V6*1" honnête homme. La adopción de este título. masculino es ^<L"^. '^t* aristocrática de su tiempo se combina con la convicción de una implícita reivindicación de igualdad. Sin embargo, ex ."5Í^ JtL^ ^>:' f¿>~ la necesidad de un cambio llevado a cabo por las mismas ^ presa el deseo de acceder al prestigio de los dominantes «<"' ¿A¿1?¿>aS i . ^ ISA oprimidas, aunque después el mismo autor recorte en el negando la pertenencia al colectivo denigrado. Las ventajas s £ú tercer ensayo de Sobre la educación de las mujeres lo que de tal estrategia tienen, como contrapartida, la forzosa asunción de los valores del opresor, incluso de aquellos que parecía anunciar en el primero. Los intentos solitarios ter- se forjaron en y por la relación de dominación. Para Cho „, A* minan fracasando, como lo demuestra el trágico fin del derlos de Lacios, una verdadera integración de las mujeres W~ | personaje de la marquesa de Merteuil de Las amistades pe- sólo puede ser llevada a cabo por ellas y, como toda revolu . ú * j > ^* Yigrosas, que había explorado las posibilidades de liberación ción, implicará graneles sacrificios y Ja renuncia a aquellos &kX j* individual en un mundo regido por reglas masculinas. Este beneficios secundarios propios de la situación de margina- ¡j. estudio de las estrategias de algunas damas de la nobleza ^gc11- va más allá de una simple ficción novelesca. Su realidad —--~..„„._C|ón {Sobre la educación de las mujeres). ' histórica puede comprobarse al leer La femme au XVH1 sié- . Un lugar aparte merecen los consejos del marqués de cle de los hermanos Goncourt, quienes se documentaron i^F Sade a las mujeres. La igualdad es, en este autor, igualdad exhaustivamente, consultando la correspondencia de la \ en el libertinaje. No es posible profundizar sobre este tema época y la literatura libertina de Crébillon hijo, que refleja en unas pocas líneas. En todo caso, podemos señalar que la \ la crueldad de los juegos amorosos y prueba que la aparen- vía adoptada por el feminismo decimonónico en tanto mo > \ te libertad y libertinaje de las mujeres de la nobleza venían vimiento social será justamente la contraria a la del liberti "- dictados por un sistema impuesto por los hombres. - .^-""^ naje: denunciará la moral de la doble norma (una masculi La misma Enciclopedia describe las relaciones entre na y otra femenina) no para exigir la igualdad de la pro (1^°^ hombres y mujeres como un combate. En él, se enfrenta- miscuidad, sino la del pudor. Sólo en el siglo XX, con la j/v ¿t"í^ v^--, ban las mujeres, con su arte de inspirar deseo, y los hom- llamada revolución sexual y las críticas feministas al amor "^..^v>(/x Vs^4, bres, con su arte de fingir sentimientos («Mujer [Moral]»). romántico (Greer, 1971; Firestone, 1976; etc.) se inaugura v 20 21

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.