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La Iglesia en Guatemala : síntesis histórica del catolicismo guatemalteco Volume 1 PDF

176 Pages·2001·51.623 MB·Spanish
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LA IGLESIA EN GUATEMALA Ricardo Bendaña Perdomo, S.J. Ilustración de portada: Fotografía de Ricardo Mata Diseño de portada: Equipo Editorial Diagramación y correcciones: Equipo Editorial Edición al cuidado de: Celso A. Lara Figueroa. © Librerías Artemis Edinter, S.A. © Ricardo Bendaña Perdomo ISBN: 84-89452-69-5 Impreso en Guatemala por Gráfica Litográfica 6ta. Calle 10-41, zona 3, de Mixco Nva. Montserrat Tel. 592 5261 No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro y otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares de copyright. Segunda Edición 2001 Librerías Artemis Edinter, S.A. 12 calle 10-55, zona 1 Teléfono: (502) 2518876 Fax: (502) 2380866 Guatemala, C.A. 30< H3?,a .ftVC, a 001 Pt.' dedicatoria a: todos los que con su vida han generado y siguen generando signos de fe, de esperanza y de amor, fruto natural de la siembra del Evangelio por la Iglesia en Guatemala especialmente, al más legítimo orgullo de esta Iglesia sus misioneros, sus catequistas, sus m.hiin i LA IGLESIA EN GUATEMALA síntesis histórica del catolisismo guatemalteco I Parte: 1524-1951 INTRODUCCION i I época CRISTIANDAD (1524-1821) 1. Conquista 1 1.1 Pueblos autóctonos 1 1.2 Conquistadores 4 1.3 Justificación 5 2. Obispado y Audiencia de Goathemala 9 2.1 Institución Colonial 9 2.2 Institución Eclesial 12 3. Vida Colonial 19 3.1 El campo 19 3.2 La Ciudad 29 II época IGLESIA Y ESTADO (1821-1928) 4. Independencia 43 4.1 Antecedentes 43 4.2 Emancipación 48 5. La República 57 5.1 Primeros pasos 57 5.2 Restauración conservadora 63 6. La Reforma 73 6.1 El Cambio 73 6.2 Los relevos 89 m época PUEBLO DE DIOS (1928- ) 7. Modernización 117 7.1 “Modus Vivendi” H7 7.2 Revolución de Octubre 127 The Universiíy of lovva Librarles INTRODUCCION “Shemá, Israel... Escucha, Israel, lo que el Señor ha hecho contigo... ” (Deut 6,4; 8,2; 29,4-5). Milenaria llamada a generación tras generación al Pueblo de Dios; ¡Escucha!, ¡Nunca olvides!, ¡Recuerda siempre!. Por lo mismo, Octavio Paz, tan atinadamente escribe: “La libertad más que de alas, necesita de raíces” y eso, precisamente, es lo que queremos buscar con lo que sigue. Diez años después de haber publicado la parte correspondiente a Guatemala —entonces con la colaboración, en lo que respecta a la época colonial, del historiador Gustavo Palma—, conjuntamente con Rodolfo Cardenal por El Salvador, Marcos Carias por Honduras, Jorge Eduardo Arellano por Nicaragua, Miguel Picado por Costa Rica y Wilton Nelson introduciendo la Historia del Protestantismo en América Central, en el VI volumen de la Historia General de la Iglesia en América latina, dentro del proyecto de la Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en Latino América, CEHILA (1), y después de haber dado varios cursos sobre el tema y participado en la organización del 1 Congreso Nacional sobre la Historia de la Iglesia en Guatemala (noviembre 8-14, 1992)yal haberse agotado la primera edición, vuelvo con la segunda edición corregida y aumentada de La Iglesia en Guatemala, síntesis histórica del catolicismo, 1524-1951, estimulado por amigos, motivado por la responsabilidad de compartir los que se nos ha dado y por un impulso íntimo que me ordena continuar aportado al rescate de la memoria colectiva de este pueblo llamado Iglesia y, al mismo tiempo, Guatemala —que es nuestra herencia, nuestro proceso vital que nos hace ser y comprender tantas cosas de hoy y fundamentar otras tantas del futuro— la cual defendemos y honramos haciéndola presente. Para hacer una versión popular de lo que por años trabajamos para la academia, simplemente me voy a basar en investigaciones hechas por mí u otros autores, y aunque trataré de poner el aparato crítico funda- II iiu iilnl, este libro lo escribo con la libertad del que va a conversar y ul lesionar con lectores interesados en acercarse ala historia de la Iglesia católica en Guatemala. Quede claro que más que profundizar lo que In etendo es ofrecer una breve historia general, seria pero al mismo tiempo al alcance del lector común y corriente, no con la aspiración de decir la última palabra sino de continuar lo que desde el principio modestamente quisimos con CEHILAi comenzar a abrir la cantera en la roca de la realidad latinoamericana —como nos decía el argentino Enrique Dussel, padre del proyecto— y sacar los primeros bloques, con la seguridad de que otros, con la brecha abierta, mejor instrumental científico y más recursos que nosotros, en el futuro producirán mejores obras que las nuestras. Aunque para la historia de Guatemala tenemos miles de documentos muy bien conservados en el Archivo General de Indias (AGI), en Sevilla, y mal conservados e irreparablemente expoliados en el Archivo General de Centroamérica (AGCA) y en el Archivo Eclesiástico de Guatemala (AEG), cabe destacar en el mundo Maya manuscritos de gran valor como, ante todo, el Popol Vuh, los Anales de los Kakchikeles, el Libros de los Señores de Totonicapán o el Manuscrito K’ekchí traducido por fray Luis Cáncer (2), entre otros, y en el mundo hispano a Cronistas de la talla de Antonio de Remesal, Francisco Ximénez, Berna] Díaz del Castillo y Antonio de Fuentes y Guzmán en el siglo XVII, con sus peculiaridades en el siglo XVIII a Tomás Gage y a Cortés y Larraz y en el siglo XIX a Domingo Juarros, Francisco de Paula García Peláez y Lorenzo Montúfar o más adelante recopiladores como José Milla y Vidaurre o Antonio Batres Jáuregui, por citar sólo a los más conocidos. A nivel de visión de conjunto de la historia eclesial en parte nos ha tocado a nosotros abrir brecha, habiendo tenido luego la sorpresa de encontramos con publicaciones poco fiables en las que párrafos o páginas enteras están tomadas de nuestros escritos sin ni siquiera citar la fuente, pero... lo impor­ tante es dar el servicio de revivir la vida, sacarle las lecciones a la experien­ cia y reafirmamos en lo que somos, conscientes y orgullosos de nuestras raíces. Recordamos al lector que lo que viene a continuación es Historia de la Iglesia, esto quiere decir que por un lado tenemos que buscar el rigor científico y por otro la iluminación teológica, ya que la Iglesia es una institución social inmanente, por consiguiente sujeta a todos los análisis de la ciencia, pero al mismo tiempo con una misión trascendente sólo plenamente comprensible a la luz de la fe. Para dejar bien claro qué es lo que vamos a estudiar, debemos tomar en cuenta cómo la Iglesia se de­ iii scribe a sí misma y explica su misión en el mundo, para lo que nos remitimos sobre todo a las constituciones del Concilio Vaticano II: Lu­ “ men Gentium” (LG, Luz de los Pueblos) y “Gaudium et Spes” (GS, La Alegría y Esperanza) en las que se prioriza el concepto de Pueblo de Dios sobre el de institución o poder tradicional, un pueblo peregrino por la historia, que marcha por la tierra hacia su plenitud en la realización del proyecto de Dios que es su Reino, o mejor, el Reinado de Dios en el que deben prevalecer la voluntad divina de amor, justicia y paz, verdad y libertad para todos los seres humanos, la gran utopía que impulsa siempre hacia adelante, sin detener la marcha. La eclesiología contemporánea no define a la Iglesia por ser algo tan lleno de vida que sobrepasa toda definición, simplemente la describe como “el cuerpo místico de Cristo”, “germen y principio del Reino ”, “comunidad de fe, esperanza y caridad ’ (LG 7), “sacramento universal de salvación” (LG 1), otros la ven como “el pueblo de Dios”, “misterio de comunión misionera”, “familia de Dios", “cuerpo histórico de Jesús”, etc., etc. Esto toma carne en estructuras sociales, formas culturales y sistemas muy concretos, —como por ejemplo su estructura jerárquica, su liturgia o su derecho canónico— que, en la dialéctica de la gracia y el pecado, de sus luces y sombras, son la visibilidad de la Iglesia, que es el objetivo principal de esta historia. Para no caer en anacronismos también se debe tomar muy en serio cómo se ve a sí misma la Iglesia en el Concilio de Trento (Cff. Denzinger), pues la evangelización de Nuestra América se hace guiada por sus directrices. También debe tenerse en cuenta que el pensamiento y la praxis de la Iglesia evolucionan por lo general despacio, aunque siempre hay grupos que van adelante y otros que se quedan encallados en el pasado, por lo que la lectura de los acontecimientos que veremos debemos hacerla según los patrones de la época respectiva, situándola en el contexto de la historia general de Guatemala y del mundo. No olvidar que la Iglesia particular de Guatemala no es más que una pequeña parte dentro del gran y único conjunto que constituye la Iglesia universal, máxime tomando en cuenta lo fundamental que es para la tradición católica la convicción y la experiencia de ser la única Iglesia fundada por Jesucristo. Importa mencionar la dimensión cultural ya que la cultura guatemalteca está profundamente impregnada de catolicismo, a tal grado que hay situaciones y comportamientos en los que no se puede distinguir claramente si son parte de una vivencia cristiana, una religiosidad natural o una cultura. Eso es una fortaleza y una debilidad al mismo tiempo. No IV sin mucha razón, al instituir el Consejo Pontificio de la Cultura, afirmaba el Papa Juan Pablo II: “la síntesis entre cultura y fe no es solo una exigencia de la cultura, sino también de la fe... Una fe que no se hace cultura es una fe que no es plenamente acogida, enteramente pensada o fielmente vivida” (Acta Apostolicae Sedis 74 (1982) 683-688). Igualmente importante es la dimensión política, que en Guatemala se manifiesta por el enorme peso que la IgUíSia ha tenido en su historia nacional. Así esta historia no es algo ajeno a la historia de la nación, ya que continuamente se entrelaza con ella, por eso es la historia del actuar de los cristianos dentro de la historia de Guatemala. Recordemos también que la Iglesia no ha sido constituida para sí misma, sino para cumplir su misión que, tomamos del número 1 de la encíclica dogmática sobre La Iglesia, Lumen Gentium, consiste en denunciar el pecado, anunciar la Buena Nueva, proclamar que Jesucristo es el Señor y Salvador y construir el Reino de Dios en la tierra. La Iglesia ha entrado en conflicto en la medida en que ha tratado de ser fiel a su misión, pues ahí está la razón de fondo de su presencia protagónica, en casi todos los procesos sociales y crisis nacionales que se han desarrollado o se desarrollan en Guatemala. Terminemos esta Introducción a la Segunda Edición informando al lector que el tiempo que abarcará nuestro estudio es desde 1524 hasta 1951,ya que a partir de esa última fecha estamos preparando la Historia Contemporánea de la Iglesia en Guatemala. A manera de hipótesis de trabajo proponemos una pregunta-guía que nos va a servir de rayo láser conductor. Si hay Iglesia donde hay una comunidad de hombres y mujeres que, en Jesucristo y según su propuesta, viven su fe, su esperanza y su caridad y si es misión de la Iglesia denunciar el pecado, anunciar la Buena Nueva, proclamar que construyen es el Señor y Salvador y construir el Reino de Dios, entonces, a lo largo de toda esta lectura histórica, debemos irnos preguntando: ¿En qué medida la Iglesia en Guatemala ha cumplido su misión: denunciando el pecado, proclamando a construyen y su Evangelio, construyendo el Reino de Dios con signos vitales de fe, esperanza y caridad? Segunda Edición Nueva Guatemala de la Asunción, agosto 2001 I EPOCA: C R I S T I A N D A D 1. C O N Q U I S T A Para entender lo que significó el proceso conquista- evangelización-colonización llevado a cabo en el actual territorio guatemalteco a partir de 1524, es necesario comenzar presentando un panorama histórico general de los principales autores de tal proceso: los pueblos autóctonos -mayas- y los conquistadores -españoles-, además trataremos de las justificaciones de la conquista y posterior evangelización. 1.1 PUEBLOS AUTOCTONOS Los pueblos autóctonos que a comienzos del siglo XVI encontraron los españoles, en su mayoría son descendientes de los mayas que habitaron el norte del país. Aunque entre ellos tenían una cierta identidad común a nivel de pensamiento, religión, concepción del mundo, formas de cultivo, rasgos comunes en la cerámica, escultura, arquitectura, etc., estaban divididos en diversas etnias, a veces enfrentadas entre sí o dominadas unas por otras. A comienzos del siglo XVI se encontraban repartidas a lo largo y ancho de un territorio formado por el actual estado de Guatemala más las zonas de Chiapas, Yucatán y el Occidente de Honduras y de El Salvador. Los núcleos de población estaban asentados en mesetas, valles y cuencas de los ríos, donde habían tierras fértiles y bien regadas, rodeados de exuberantes bosques tropicales y subtropicales. Formaban poblados con habitantes tanto en los mismos como en las zonas adyacentes, pero los núcleos de población más grandes giraban en tomo a los grandes centros ceremoniales

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