Description:Era menudo, ratonil, de maneras suaves y pelo blanco todavía más suave, como el de un gato de Angora. Tenía un nombre «blando», Horacio Lind, pero no parecía un tonto, ni mucho menos; las dos bolitas azules que eran sus perspicaces pupilas desmentían cualquier insinuación relativa a su posible deficiencia mental. —El asunto es el siguiente, míster Tootis —me dijo, entrecruzando los dedos de las manos con gesto beatífico—: Hace veintidós años, nació una niña a la cual se le impusieron los nombres de Aurelia Jennifer Mary Eppelt. Su madre murió de sobreparto. »El padre de Aurelia quería mucho a su mujer y el golpe recibido fue todo lo duro que usted puede suponerse, míster Tootis. También quería a su hija, pero no podía atenderla por la índole de su trabajo, así que la confió a una institución benéfica, reconocida generalmente por los excelentes cuidados que prodigaba a sus internas, quienes llevaban allí una vida totalmente distinta de la que la mala literatura nos ha enseñado se da a las pobres huérfanas en establecimientos similares. Aquella institución sigue funcionando todavía; es el Orfanato Mac Bridge.