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La Guerra De La Independencia En España (1808 PDF

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La Guerra de la Independencia, en el contexto de las guerras napo­ leónicas, fue algo más que una guerra de ocupación y de resistencia nacional. El sentimiento antifrancés se manifestó también contra Godoy y el mal gobierno, con el propósito de regenerar la vieja monarquía hispana que encarnaba el «deseado» Fernando vil. La guerra causó una fractura interna entre los españoles y puso al descubierto un conflicto civil y social latente. Hubo colaboracionistas con el invasor, los afrancesados, y entre los patriotas las opciones políticas fueron a menudo antagónicas. La Constitución gaditana de 1812 y los proyectos liberales de las Cortes se convirtieron en el símbolo de la modernidad de España frente al Antiguo Régimen. El libro recoge en los diversos capítulos las cuestiones fundamentales que nos ayudan a entender la complejidad de la Guerra de la Independencia. Escrito con objetividad y espíritu crítico, va a permi­ tirnos obtener la imagen global de la guerra como memoria histórica hasta hoy. En definitiva, nos permite conocer este periodo crucial de la historia contemporánea de España. «Una contribución fundamental a la celebración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia». LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN ESPAÑA (1808-1814) Antonio Moliner Prada (ed.) NABLA EDICIONES Diseño de la cubierta: Edició Limitada © Ilustración de la cubierta: AISA © Ilustraciones interiores: Agradecemos a la «Cartoteca del Instituto de Historia y Cultura Militar» de Madrid la cesión de la cartografía. © Ilustraciones de las láminas: Pedro Pérez Frías, Jesús Maroto de las Heras y Marion Re- der Gadow. Canga Argüelles, Observaciones, vol. 2, p. 156. Ejemplar en la Biblioteca Universitaria de Oviedo, sig. CGT-1032. Documento contable relativo a material militar suministrado a España por el Reino Uni­ do en 1810. The National Archives, Londres, FO 63/120, p. 201. El capítulo «La Guerra Peninsular. La ayuda portuguesa» ha sido traducido del portugués por José Alejandro Palomanes 1.° edición: noviembre 2007 © 2007: Antonio Moliner Prada (ed.), Josep Alavedra Bosch, Esteban Canales Gili, Andrés Cassinello Pérez, Emilio de Diego García, Alicia Laspra Rodríguez, Juan López Tabar, Francisco Miranda Rubio, Maties Ramisa Verdaguer, Marion Reder Gadow, Maria Gemma Rubí i Casals, Lluís Ferran Toledano González, Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, Antonio Pires Ventura Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo: © 2007: NABLA Actividades Editoriales, S. L. Tossa, 2 08328 Alella (Barcelona) www.nablaediciones.com ISBN: 978-84-935926-2-2 Composición y producción: Atemps, S. L. Finestrelles, 35 08950 Esplugues de Llobregat (Barcelona) Depósito legal: B. 47.333-2007 Impreso en España 2007. — A&M Gràfic, S. L. Avinguda Barcelona, 260 Polígono Industrial «El Pía» 08750 Molins de Rei (Barcelona) Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmi­ tida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de foto­ copia, sin autorización escrita del editor. Introducción Hay acontecimientos en la historia de los pueblos que dejan una huella profunda, por su repercusión y también por el significado simbólico que han tenido en la forja de una identidad colectiva. Si las guerras han servido en la historia para cohesionar pueblos y naciones, también la guerra de la Independencia lo hizo en gran manera. Guerra de la Inde­ pendencia —como aparece en algunas proclamas, manifiestos y panfle­ tos de la época—, o de usurpación (en sentido dinástico), como tam­ bién la calificó el militar de origen catalán Francisco Xavier Cabanes en una de sus principales obras sobre las operaciones del Primer Ejército (Historia de las operaciones del Exército de Cataluña en ¡a Guerra de la usurpación, osea de la Independencia de España. Campaña Primera. Por el Teniente Coronel [...]. Tarragona, 1809). Esa expresión se fue impo­ niendo paulatinamente y se convirtió en la piedra angular del naciona­ lismo español cuando se consolidó, a partir de los años cuarenta del si­ glo XIX, el Estado liberal. Se trataba de demostrar ante Europa que Es­ paña existía como nación por encima de sus diferencias ideológicas y que el sentimiento de libertad y de independencia no admitía yugo de ningún tipo. Dicha denominación se ha mantenido fielmente en las di­ versas tradiciones políticas —tanto conservadoras como liberales e in­ cluso republicanas— a lo largo de los siglos xix y xx. No obstante, esta guerra nacional fue algo más que una guerra de ocupación y de resistencia. Solo se puede comprender sí se sitúa en el contexto de las guerras napoleónicas y si se tiene en cuenta la crisis glo- 8 — LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN ESPAÑA (1808-1814) bal en que estaba sumida la monarquía de Carlos IV desde finales del siglo XVIII. El sentimiento xenófobo antifrancés se manifestó también contra Godoy y el mal gobierno, y expresó un deseo de regenerar la vie­ ja monarquía hispana, encarnada en el «deseado» Fernando VII, mito y punto de unión entre absolutistas y liberales. La guerra causó una fractura interna entre los españoles y provocó un conflicto civil y social encubierto. Hubo colaboracionistas con el in­ vasor —los afrancesados— y entre los patriotas las opciones políticas fueron a menudo antagónicas. Guerra y Revolución son dos aspectos inseparables del periodo histórico de 1808-1814, como señalaron los li­ berales José María Queipo de Llano, Conde de Toreno, en la clásica His­ toria del levantamiento, guerra y revolución de España (Madrid, 1835- 1837), Alvaro Flórez Estrada (Introducción para la historia de la revolu­ ción de España, Londres, 1810), el afrancesado J. Nellerto (José Antonio Llórente) (Mémoires pour servir à Îhistoire de la Révolution d’Espagne, Paris, 1814-1819), y los propios absolutistas, como José Clemente Car­ nicero (Historia razonada de los principales sucesos de la gloriosa revolu­ ción de España, Madrid, 1814) y P. Maestro Salmón (Resumen histórico de la revolución de España, año de 1808, Madrid, 1812-1814). La Cons­ titución gaditana de 1812 y los proyectos liberales de las Cortes se con­ virtieron a la postre en el símbolo de la modernidad de España frente al Antiguo Régimen. También la guerra produjo la devastación, la ruina económica y la muerte. La escalada de violencia se impuso de forma extrema y todos los combatientes, sin límites jurídicos o morales, movilizaron todos los recursos disponibles al efecto. Por ello esta guerra sirve de paradigma de lo que han sido las guerras modernas. La masacre de prisioneros y civi­ les, las ejecuciones y los asesinatos masivos, los saqueos y los incendios de poblaciones, las represalias y las humillaciones de mujeres y niños han sido prácticas usuales en todas las guerras del mundo hasta nues­ tros días. Desde una óptica interdisciplinaria, este libro recoge en los diversos capítulos aquellas cuestiones fundamentales que nos ayudan a entender la complejidad de la Guerra de la Independencia: el contexto de las gue­ rras napoleónicas, la crisis de 1808 y la formación de las Juntas y el desa­ rrollo político posterior con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, la evolución de las campañas militares, el fenómeno guerrillero, la INTRODUCCIÓN — 9 ayuda británica y portuguesa, la participación extranjera en el ejército napoleónico, la conformación de la opinión pública, la iconografía y la cultura, la vida cotidiana, el Gobierno Josefino y los afrancesados, la ad­ ministración bonapartista, los costos de la guerra —especialmente en Navarra—, el retorno de Fernando VII y la restauración de la monar­ quía absoluta, en fin, la memoria histórica de la guerra hasta hoy. Desde el punto de vista historiográfico, este libro pretende ser una contribución fundamental a la celebración del Bicentenario de la Gue­ rra de la Independencia y se inscribe dentro del proyecto de investiga­ ción HUM2005-01118 del Ministerio de Educación y Ciencia («Cultu­ ra y Sociedad en la Guerra de la Independencia»), en el que participan los profesores Josep Alavedra Bosch, Esteban Canales Gili, Emilio de Diego García, Marion Reder Gadow, Lluís Ferran Toledano y Antonio Moliner Prada como investigador principal. La colaboración de otros historiadores especialistas de prestigio —como el teniente general An­ drés Cassinello Pérez y los profesores Alicia Laspra Rodríguez, Juan Ló­ pez Tabar, Francisco Miranda Rubio, Antonio Pires Ventura, Gemma Rubí Casals y Joaquín Varela Suanzes— ha hecho posible esta obra. El libro, pensado como manual universitario y también para el ciu­ dadano medio interesado en conocer la historia contemporánea de Es­ paña, ha sido escrito con la mayor objetividad posible y espíritu crítico, y huye en todo momento del revisionismo a ultranza tan de moda en los últimos tiempos. La Guerra de la Independencia no es un producto del franquismo ni una simple invención conceptual de los liberales. Con todas sus luces y sus sombras, la «francesada» o Guerra del francés, como se la deno­ mina popularmente, forma parte de la historia de todos los pueblos de España que se enfrentaron en 1808-1814 a un ejército de ocupación muy superior. Bellaterra, 2 de julio de 2007 A ntonio M oliner Prada Profesor de Historia de la Universitat Autónoma de Barcelona Capítulo 1 LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL CONTEXTO DE LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS La Guerra de la Independencia forma parte de un conflicto más am­ plio que durante casi un cuarto de siglo afectó a extensas áreas de Eu­ ropa y de las colonias de los Estados europeos, un conflicto que por su envergadura y sus efectos constituyó la primera Gran Guerra de la historia contemporánea. Los relatos de la guerra que entre 1808 y 1814 enfrentó a la España resistente con los ejércitos napoleónicos apenas suelen detenerse en esta dimensión internacional de la con­ tienda, necesaria para situarla en una perspectiva adecuada y norma­ lizar la relación entre la historia española y la historia del ámbito eu­ ropeo en el que se incluye España. En las siguientes páginas se co­ mentará el contexto internacional que conduce a la intervención francesa en la Península Ibérica, la forma en que la guerra en la Pe­ nínsula y las guerras napoleónicas en el escenario europeo se influ­ yen mutuamente y la medida en que lo que ocurre en España resulta determinante y tiene de específico o de común con lo que en aque­ llos años sucede en otros lugares de Europa. 12 — LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN ESPAÑA (1808-1814) España en la estrategia napoleónica Una de las cuestiones que más han preocupado a los estudiosos del tema ha sido conocer cuándo Napoleón decidió hacerse con el control de la monarquía española. Las desavenencias existentes entre la familia real, se ha dicho con razón, convencieron al emperador francés de que hacerse con el trono de los Borbones españoles sería una empresa fácil. Resultaba también una empresa tentadora, porque se suponía a España en posesión de unos recursos que contribuirían a financiar el esfuerzo bélico de los ejércitos imperiales desplegados en el continente europeo. Además, controlar el suelo español y el de su vecino luso iba a permitir aplicar con mayor rigor la política de bloqueo económico contra Gran Bretaña decretada unilateralmente por Napoleón en Berlín en 1806. En realidad, el interés napoleónico por España como una pieza más del en­ granaje al servicio de los intereses franceses venía de lejos: la decisión de convertir el país en otro de los reinos satélites en la órbita imperial re­ sulta la culminación de un proceso de acoso —iniciado casi en el mis­ mo instante en que Bonaparte accedió al poder en 1799—, similar al emprendido contra otros Estados situados en su área de influencia. Un proceso en el que los objetivos concretos a lograr en cada momento se van definiendo sobre la marcha, en función de las oportunidades que se presentan. Cuando Napoleón asume la dirección de Francia tras el golpe de Es­ tado de noviembre de 1799 (el 18 Brumario, según el calendario repu­ blicano entonces vigente), la República francesa estaba de nuevo in­ mersa en una guerra con la mayoría de las potencias europeas, unidas en una Segunda Coalición en la que Gran Bretaña, Rusia y Austria eran los miembros más importantes. Francia había salido triunfante del pri­ mer envite con la Europa contraria a la revolución. Gracias a una serie de éxitos militares, logró extender su perímetro más allá de las fronte­ ras naturales (los Pirineos, la orilla izquierda del curso del Rin y los Al­ pes) y desactivar la alianza enemiga con la retirada de dos de sus com­ ponentes —Prusia y España, con las que firmó sendas paces en Basilea (1795)—, y el acuerdo posterior con Austria sobre el reparto de in­ fluencias en el norte de Italia (Campoformio, 1797). Para España, la paz con Francia suponía en cierto sentido una vuelta a las pautas tradicio­ nales de su política exterior, tras los dos años de lucha contra el régimen LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL CONTEXTO DE LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS ---- 13 regicida instalado en el país vecino (la Guerra de la Convención, 1793- 95). La normalización de la amistad hispanofrancesa característica del siglo xviii se completó en 1796 con la firma del tratado de San Ildefon­ so, que arrastró a España a una nueva guerra, esta vez contra Gran Bre­ taña. Una guerra que se mantendría durante seis años y pondría de ma­ nifiesto la inferioridad de la marina española, derrotada frente a las cos­ tas portuguesas de cabo de San Vicente (1797) e incapaz de impedir la toma británica de Menorca (1798) y el colapso del flujo comercial en­ tre la metrópoli y sus colonias americanas, con graves efectos tanto para Cádiz y los puertos mediterráneos como para las actividades agrícolas e industriales vinculadas a ellos. Este conflicto facilitó el éxito inicial de la expedición napoleónica a Egipto (1798), pues los británicos descuida­ ron la vigilancia del Mediterráneo al concentrar sus efectivos en el gol­ fo de Cádiz en la labor de bloqueo de la flota española.1 La expedición a Egipto fue uno de los detonantes de la formación de la Segunda Coalición francesa y, a pesar de su fracaso final, fue tam­ bién uno de los pilares sobre los que Bonaparte erigió su popularidad y, con ella, allanó el camino que a su vuelta de Egipto le permitió hacerse con las riendas del régimen francés. El paso del Directorio al Consula­ do no supuso para España una variación fundamental en la política ex­ terior que venía siguiendo desde 1796, pero sí muy pronto una mayor presión para plegarse incondicionalmente a su exigente aliado francés. Fue Godoy, el valido de los monarcas repuesto en 1800 en la dirección del país, quien en los años siguientes tuvo que enfrentarse a la difícil si­ tuación de hacer compatibles sus ambiciones personales con las napo­ leónicas y defender al mismo tiempo los intereses particulares de los monarcas y los generales del Estado español.2 El primer resultado de esta nueva etapa fue la firma del convenio de Aranjuez (1801), una alianza hispanofrancesa dirigida a imponer a Portugal el cierre de sus puertos al comercio británico, que estipulaba un intercambio desigual de territorios —la cesión a Francia de la colonia española de Luisiana, al norte de México, a cambio de la creación del reino de Etruria, sobre el territorio del antiguo Gran Ducado de Toscana, para un yerno de los monarcas españoles— y una potencialmente peligrosa participación conjunta en una guerra contra el vecino luso si este no aceptaba la im­ posición. La rápida intervención de las tropas españolas en territorio portugués evitó una mayor implicación en el conflicto de las fuerzas

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