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La globalización de la pobreza: cómo se enriquecieron los países ricos...y por qué los países pobres sieguen sendo pobres PDF

386 Pages·2007·10.344 MB·Spanish
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Erik S. Reinert es profesor de Tecnología, gobernación y desarrollo de estrategias en la Universidad Tecnológica de Tallin, en Estonia, y presidente de The Other Canon Foundation, en Noruega. Es uno de los economistas de desarrollo heterodoxos líderes mundiales, y autor de Globalization, Economic Development and Inequality: An Altemative Perspective (55004). LA GLOBALIZACION DE LA POBREZA LIBROS DE HISTORIA ERIK S. REINERT LA GLOBALIZACION DE LA POBREZA CÓMO SE E N R IQ U E C IE R O N LOS PAÍSES R IC O S... Y POR QUÉ LOS PAÍSES POBRES SIGU EN SIEN DO POBRES Traducción castellana de Juanmari Madariaga CRITICA BARCELONA Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sancio­ nes establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedi­ miento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Título original: How rich countries got rich... and why poor countries stay poor Diseño de la cubierta: Jaime Fernández Ilustración de la cubierta: © Getty/Corbis Realización: Átona, SL © Erik S. Reinert, 2007 First published in the UK by Constable, an imprint of Constable & Robinson Ltd. © 2007 de la traducción castellana para España y América: Editorial Crítica, S.L., Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona ISBN: 978-84-8432-909-1 e-mail: [email protected] www.ed-critica.es Depósito legal: B. 35.771-2007 Impreso en España 2007- Grup Balmes, Molins de Rei (Barcelona) Dado que quien critica los sistemas de otros tiene el deber de reemplazarlos por una alternativa propia, con principios que supongan un fundamento más firme para la totalidad de los efectos a explicar, ampliaremos nuestra meditación para satisfacer cumplidamente ese deber. Giambattista Vico, La Scienza Nuova (Compendio), 1725 PREFACIO Cuando los manifestantes el 30 de noviembre de 1999 tomaron las ca­ lles de Seattle, y más tarde en muchos otros sitios, protestando contra la Organización Mundial del Comercio e instituciones financieras interna­ cionales relacionadas con ella, cuestionaban implícitamente la ortodoxia económica que ha legitimado y proporcionado el armazón analítico para muchas de sus condiciones y consejos. Corriendo el riesgo de la caricatu­ ra, se puede decir que durante los dos últimas décadas esa teoría ha asegu­ rado que los mercados autorreguiados garantizarían el crecimiento para todos, si el papel de los gobiernos se limitaba al de un «vigilante nocturno ». Esa ortodoxia ganó popularidad con la llegada de la «estanflación» en la década de 1970 y el asalto intelectual contra la economía keynesia- na y del desarrollo* Las crisis presupuestarias de los Estados del Bien­ estar a partir de esa década y el posterior hundimiento de las economías centralmente planificadas proporcionaron apoyo adicional a la nueva ortodoxia, pese al evidente fracaso de los experimentos monetaristas a principios de la década de 1980. Hoy día sólo los fúndamentalistas de ambos extremos propugnan una economía totalmente autorre guiada, por un lado, o una economía totalmente estatalizada por otro. Este libro de Erik Reinert clarifica las fuerzas económicas y tecnoló­ gicas clave que una política económica debe potenciar a fin de generar el * «Estancamiento más inflación», término acuñado para caracterizar los periodos de recesión combinada con una elevada inflación (N. del t.) X LA GLOBALIZACIÓN DE LA POBREZA desarrollo económico. Su análisis también destaca que el «desarrollo del subdesarrollo» es consecuencia del fracaso en promover y ampliar acti­ vidades económicas con rendimientos crecientes a escala y mayores ca­ pacidades humanas, así como productivas. Reinert aplica así creativa­ mente viejas lecciones económicas a los nuevos contextos. La globalización de la pobreza argumenta que se pueden aprender im­ portantes lecciones económicas de experiencias históricas en gran medi­ da tergiversadas. Sugiere que la historia de Estados Unidos tiene gran importancia económica para los países actualmente pobres: 1776 no fue sólo el año de la primera edición de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, sino también el del inicio de la primera guerra moderna de libera­ ción nacional contra el imperialismo británico; el Motín del Té en Bos­ ton fue después de todo una iniciativa mercantilista. El teorizador econó­ mico de la Revolución Americana fue su primer Secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, reconocido ahora como pionero de lo que a menudo se denominó «política industrial». Considérese cómo sería hoy día la economía estadounidense si la Confederación del Sur hubiera triunfado en la Guerra Civil: no se habría producido la rápida industrialización de Estados Unidos durante el últi­ mo tercio del siglo xix. Como señalan los encargados del Museo Smithso- niano de Historia Americana, la enorme distancia tecnológica, reconoci­ da por los participantes estadounidenses en la Gran Exhibición del Crystal Palace en 1851, no se habría salvado, y Estados Unidos podría no haberse convertido en la principal economía del mundo a principios del siglo xx. Como nos recuerda Reinert, tras la segunda guerra mundial el Plan Morgenthau pretendió convertir Alemania, considerada entonces respon­ sable de las dos guerras mundiales, en un «Estado pastoril». El general George Marshall, en cambio, contribuyó a la «Edad Dorada» keynesiana de posguerra con su plan para acelerar la recuperación económica y la reindustrialización de Europa occidental y el nordeste de Asia, con el fin de asegurar un cordón sanitario de crecimiento económico alrededor del bloque soviético. La generosa contribución estadounidense a la recupera­ ción de posguerra ofrece un acentuado contraste con su contribución ac­ tual a la «ayuda al desarrollo», no sólo cuantitativo, sino también en cuan­ to a la «financiación del presupuesto estatal» y el «margen de maniobra político» que los gobiernos del Tercer Mundo se esfuerzan por ampliar. PREFACIO XI El desarrollo económico exige un profundo cambio cualitativo, no sólo de la economía, sino también que la a sociedad. Reducirlo a poco más que la acumulación de capital y una asignación de recursos más efi­ ciente favorece la perpetuación del retraso económico de muchos países pobres. El libro de Reinert, al ampliar nuestra comprensión del desarro­ llo desigual mediante su profundo conocimiento de la historia de la polí­ tica económica, nos ofrece a un tiempo importantes lecciones y una lectu­ ra estimulante. Jomo K. S. Subsecretario General de Asuntos Económicos de la ONU Miembro fundador y primer presidente del Comité Ejecutivo de la red IDEAs (International Development Economic Associates) AGRADECIMIENTOS La mayoría de las ideas de este libro son muy antiguas, y mi deuda más señalada es la que mantengo con gran número de gobernantes y pen­ sadores económicos que durante los últimos cinco siglos supieron crear riqueza y no sólo redistribuirla. Entré en contacto con ellos en 1974-1976, cuando mi mujer trabajaba como bibliotecaria en la Kress Library de la Harvard Business School, especializada en las teorías económicas ante­ riores a 1850 y que mantenía así accesible un semillero de ideas posterga­ das. Mi profesor de economía en la Hochschule St Gallen de Suiza, Wal- ter Adolf Jóhr (1910-1987), seguía apegado a viejas ideas europeas, y en la Kress Library conocí también a Fritz Redlich (1892-1978), miembro superviviente de la escuela histórica alemana, quien me dio a conocer a Wemer Sombart. Lo que haya de original en este libro estaba ya, embrionariamente, en mi tesis doctoral escrita en 1978-1979. Además de los autores antiguos, en esa época me sirvieron de mucho las enseñanzas de historia y desarro­ llo de Tom Davis, quien me inspiró la idea de distinguir niveles entre las diversas actividades económicas; el Boston Consulting Group y su enfo­ que de la medición de la experiencia y el aprendizaje humano; y Jaroslav Vanek, uno de los autores del teorema de Heckscher-Ohlin-Vanek del co­ mercio internacional, que había llegado a entender que el comercio inter­ nacional podía destruir el bienestar en determinadas circunstancias. Su deconstrucción de la teoría convencional del comercio internacional me confirmó los recelos que siempre había sentido hacia ella, al parecerme

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