Description:El rostro del locutor de la televisión norteamericana no aparecía en pantalla, pues las cámaras sólo buscaban las figuras de Armstrong, Aldrin y Collins, la inconfundible silueta del «Apolo XI», el centro de observación, la gran tribuna de invitados de la Prensa y la bien cuidada tribuna para invitados especiales entre los que se encontraban el expresidente Johnson y presidentes de otros Estados extranjeros, hermanados con Estados Unidos en la maravillosa aventura del siglo y quizá de todos los tiempos. La voz del locutor se desgarraba, enronquecía y parecía ir a quebrarse en cualquier instante dada la violencia de su expresión. La gran aventura iba a comenzar. Sobreimpresos en las pantallas de los receptores, en un programa que se captaba en todo el universo, servido en cada nación, con el idioma autóctono a través de los enviados especiales, podían verse los breves segundos que faltaban para que el cohete se elevara y los ojos se cegasen en aquella mañana clara del 16 de julio de 1969.