¡Veinte años de sueños, cinco de infierno, y mil millas arriba! Era una larga y ardua jornada, por lo que los tripulantes tenían que ser perfectos. Las normas de perfección física e intelectual eran excesivamente altas; por cada hombre elegido se rechazaban diez mil. Pero había algo más: la perfección sicológica. Un hombre no puede llevar consigo sus odios y prejuicios al espacio; pesan demasiado. PARA SOBREVIVIR EL JUICIO SUMARIO Y DESPIADADO DEL ESPACIO PURO, SUS CONQUISTADORES DEBEN CEDER SOLAMENTE A LOS DIOSES.