La enseñanza contra el capitalismo global y el nuevo imperialismo Una Pedagogía crítica Peter McLaren Ramin Farahmandpur Prólogo Esta nueva propuesta de Peter McLaren y Ramin Farahmandpur, ofrece una síntesis crítica de los temas más apremiantes del mundo actual. Su análisis de las dimensiones relevantes de la teoría marxista, aplicadas a la crítica de la globalización —como eufemismo del imperialismo—, son muy útiles para aquellos ciudadanos preocupados y comprometidos con la lucha por la justicia global y la paz mundial. Los educadores deberían prestar más atención al llamamiento que se hace a una pedagogía crítica revolucionaria, y deberían estar alarmados por la gran cantidad de viola- ciones de los derechos de estudiantes y profesores, previstos en la Primera Enmienda, que se cometen en nombre del patriotismo a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos. Las conexiones que existen entre el terroris- mo y la política exterior de los Estados Unidos, aclaran y responden a la pregunta que se han hecho los más afectados por los atentados del 11 de septiembre: "¿Por qué nos odian?" Si los medios de comunicación corpo- rativos hubiesen estado a la altura, lo habríamos visto venir, y quizás se habría ejercido mayor presión democrática sobre nuestro gobierno, para que expresara la voluntad de muchos de sus ciudadanos, en lugar de apo- yar el saqueo mundial por parte de una minoría avariciosa. Este es un texto importante que hace una contribución significativa al campo de la pedagogía crítica en relación con la globalización. McLaren y Farahmandpur establecen nuevas conexiones entre el capitalismo, la glo- balización y el terrorismo fomentado por el Estado, a la vez que ofrecen convincentes sugerencias pedagógicas. En el transcurso de los capítulos, que van de la teoría marxista a la pedagogía crítica revolucionaria, pasan- do por las recomendaciones para la aplicación de una "pedagogía de con- 9 trabando" en escuelas públicas y, en especial, en escuelas de formación pedagógica. Son fuertes las conexiones que hacen de las dimensiones específicas de la globalización con la política exterior de los Estados Uni- dos, y su trabajo está rigurosamente respaldado por otros estudiosos del tema. Aquí, McLaren y Farahmandpur plantean embarazosas cuestiones para el statu quo, e ilustran la incapacidad de éste último de enfrentar los dilemas humanos provocados por un capitalismo en constante crisis. Tales cuestiones nos proporcionan la claridad ontológica para centrar y continuar con nuestros esfuerzos en la lucha a lo largo de la historia, hacia una solución social y democrática, en lugar de resignarnos a los mitos de "muerte de la historia" de aquellos que consideran el capitalismo como la expresión más elevada de la humanidad, a pesar de las innumerables catástrofes humanas y medioambientales que han ocurrido. En una era en que los medios de difusión corporativos —que ya no representan a la prensa— han perfeccionado la ciencia de "fabricar el con- sentimiento", el coraje y el criticismo de los pensadores de la civilización se vuelve vital, esencial, y desesperadamente necesario. Existen dos pro- blemas graves en la academia, donde se supone que el arquetipo de inte- lectualismo goce de una perfecta salud. En primer lugar, es evidente que gran parte de los profesores provienen de la élite, y están influenciados y embebidos en la ideología dominante de la cultura que han heredado, materializada y promovida por los medios de comunicación corporativos. Los financiamientos mantienen a muchos en silencio. Un silencio mucho más pernicioso surge cuando aquellos que son críticamente conscientes de la propaganda que de forma deliberada confunde patriotismo con con- formidad, permanecen callados por temor a las repercusiones. Todos hemos sido testigos de los horrores que resultan del silencio y la confor- midad, mientras las personas se preocupan sólo por sus propios intereses inmediatos. Schmidt (2000) nos recuerda: "No es el enfrentamiento al sis- tema lo que destruye al individuo, sino su conformidad ante éste" (252). En la larga historia de la carrera de Peter McLaren, y en la naciente carrera de su coautor, Ramón Farahmandpur, es evidente su habilidad para interpretar de manera crítica el mundo y la palabra, así como su valor para denunciar la opresión y las injusticias sociales que surgen del capitalismo y, desde hace algún tiempo, de la globalización. En el caso de McLaren, se puede inferir que esa tenacidad frente a la hegemonía es cau- sada y reforzada por sus raíces proletarias. En una ocasión, Giroux se autodefinió como un "accidente académico e histórico", ya que al entrar en la academia, él también provenía de la clase trabajadora. Quisiera insis- tir en que el verdadero patriota no es aquél que flota en las aguas de la 10 conformidad, donde grandes recompensas aguardan a aquellos que están dispuestos a vender su alma al mejor postor; sino aquél que está dispues- to a luchar "para formar una unión perfecta, establecer la justicia, asegu- rar la tranquilidad nacional, proporcionar lo necesario para la defensa común, promover el bienestar general, y garantizar a las generaciones actuales y futuras las bendiciones de la libertad" (Constitución de los Estados Unidos), no sólo para los ciudadanos estadounidenses, sino para cada ser humano del planeta. Como hace tiempo señalara Samuel John- son, "El patriotismo es el último refugio de un rufián". Innumerables rufianes nos envolverían en la bandera, mientras las libertades que pre- tenden representar se encogen bajo la presión de la retórica de "acto patriótico". Como aclarara Nader (1992) con tanta elocuencia a los que han sido confundidos por las distorsiones del patriotismo que promueven aquellos que saquean el presente e hipotecan el futuro, "una democracia es una sociedad donde el valor y el riesgo son cada vez menos necesarios para que cada vez más personas propaguen la justicia y las bendiciones de la libertad por todas partes" (vi). No sorprende que en los Estados Unidos se establezcan debates tan acalorados sobre la educación. En el sentido jeffersoniano, la educación pública tiene el potencial para desarrollar una ciudadanía progresista. Precisamente por esa razón se encuentra asediada. La atmósfera actual de estandarización, responsabilidad y el mito de lo objetivo "basado en la investigación científica", reprime a los profesores a la vez que impone ide- ológicamente la vocación de la enseñanza. Según Adrienne Rich (1994, 3) señala, "La objetividad no es más que la subjetividad masculina". Esto se evidencia en las formas en que el patriarcado sigue delimitando una pro- fesión donde predomina lo femenino. Según Aronowitz, Sería posible demostrar que el abandono virtual por parte de los actuales líderes educacionales, del objetivo de proporcionar a la sociedad un estrato de intelectuales crí- ticos, es una reacción al incremento del activismo estudiantil de los años 60. En este sentido, el cambio hacia la \ ocacionalización y hacia una concepción reducida del aprendizaje puede ser parte de un esfuerzo, sobre el que han insistido abiertamente muchas personas de derecha, para asegurar que lo sucedido en los años 60 no se vuel- va a repetir. (2000, 172) Los profesores de estudios sobre el trabajo, sociología, antropología, ciencias políticas, empresariales, y en especial los que enseñan en institu- tos pedagógicos, pecarían de negligentes si ignoraran los temas críticos que se plantean en este libro y las convincentes sugerencias que se hacen 11 para involucrarse en la lucha por la humanidad en sus respectivas esferas. Los activistas comunitarios podrían sacar provecho de las recomendacio- nes específicas que se hacen para prevenir los efectos de "divide y vence- rás" de la lucha por las causas individuales, a la vez que se pasa por alto la lucha de clases como un factor unificador entre todos los "ismos", insti- gados en nombre del capitalismo democrático. Las estadísticas de la codi- cia y la explotación de niños indefensos en todo el mundo, con el objetivo de obtener ganancias, deberían abrirnos los ojos a los horrores de las incontrolables corporaciones multinacionales. Roberto Bahruth Referencias ARONOWITZ, S. The knowledge.factory Boston. Beacon Press. 2000. NADER, R. "Prólogo". En Civics for dernocracy: A journey for teachers and students, ed. Katherine Isaac. Washington, D.C. Essential Books. 1992. Preamble: The Constitution of the United States of America. Decimotercera edición. Washington, D.C.: Commission of the United States Constitution. 1991. RICH, A. Blood, bread, and poetry: Selected prose 1979-1985. Nueva York. Norton. 1994. SCHMIDT, J. Disciplined minds. Lanham, Md. Rowman & Littlefield. 2000. 12 Introducción ¿Imperio o Imperialismo? De la misma manera que se trazan las maniobras militares en el mapa de una guerra colonial, ha trazado la élite dominante de los Estados Uni- dos su gran diseño imperialista en el laberinto de la historia contemporá- nea. Mientras que un grupo de conspiradores fanáticos de la Guerra Fría y vinculados al Proyecto para el Nuevo Siglo Americano elaboraba la meta imperialista más ambiciosa de los Estados Unidos años antes de que George W. Bush subiera al poder, las fuerzas que han puesto en marcha el imperialismo actual junto con su reino indisoluble y que tanto han impac- tado al mundo, ya se han impuesto sobre numerosas generaciones. No es objetivo de este libro ofrecer al lector una explicación detallada sobre cómo hemos llegado a este trágico estado de los acontecimientos, sino que pretende, más bien modestamente, estudiar algunas de las características del imperialismo estadounidense, y situarlas dentro de una problemática específica que por varios años ha constituido nuestro terreno de investiga- ción, como es el desarrollo de una filosofía de la praxis que ha sufrido varias interpretaciones, entre las que se destacan la pedagogía crítica, la pedagogía socialista y la pedagogía crítica revolucionaria. No hay duda de que los temas de imperio e imperialismo han llama- do la atención considerablemente, no sólo ocasionando una alerta premo- nitoria sobre la desaparición de la civilización, sino también promoviendo vigorosos debates en la academia durante los últimos años. Tal vez el más 15 significativo de estos esté relacionado con el exitoso libro Empire, de Michael Hardt y Antonio Negri. El libro Empire de Hardt y Negri (2000) ha sido catalogado por los estudiosos de izquierda (así como por los activistas de base) como una hazaña conceptual que revela los secretos más resguardados del capital y desentraña los misterios del imperio. Muchos han alabado al libro por su descripción meticulosa de la trayectoria del capitalismo en el pasado, el presente y el futuro. La tesis de este libro sobre el imperio ha superado la teoría del imperialismo de Lenin (1977), en la que se entiende el imperia- lismo como la etapa más alta del capitalismo. Carecemos de espacio aquí para analizar paso a paso la tesis de Hardt y Negri. No obstante, ofrecere- mos una breve visión de los principales argumentos que dan los autores en su obra, para poder distinguir nuestra discrepante posición. En Empire, Hardt y Negri anuncian la llegada del postimperialismo. Según ellos, el imperio es la continuación del imperialismo. Aunque Hardt y Negri no van tan lejos como para descartar por completo la teoría del imperialismo de Lenin, su principal análisis kautskiano sobre el capi- talismo (aunque rechazamos el marxismo fatalista de Kautsky, que plan- tea que las leyes del desarrollo de la sociedad actúan independientemente de la voluntad humana, asignando inevitablemente al proletariado una forma de conciencia específica, no es nuestra intención desechar las inter- pretaciones del "renegado Kautsky", también conocido como el "Papa del Marxismo") sí señala la desaparición de las rivalidades imperialistas y la competencia global. Hardt y Negri hacen la cuestionable afirmación de que hemos entrado en una era de "pacífica coexistencia capitalista". Según ellos, el surgimiento del imperialismo se identifica con el anuncio de Bush padre de un Nuevo Orden Mundial, la derrota del impe- rialismo estadounidense en la Guerra de Vietnam, la expansión de las organizaciones no gubernamentales (ONG), el papel cada vez menor del Estado de bienestar, la creciente influencia de las corporaciones multina- cionales, y el poder abrumador de las organizaciones internacionales como la OMC y el FMI. Sin embargo, como bien señala Bashhir Abu-Manneh (2004), un fallo fundamental de Hardt y Negri es que en su análisis no tienen en cuenta una de las tres contradicciones más importantes del capitalismo: su "desa- rrollo conjunto y desigual". Según Abu-Manneh (2004), las rivalidades imperialistas, que surgen a partir del "desarrollo conjunto y desigual", constituyen una de las ineludibles contradicciones del capitalismo. Lenin reconoció que en la era de la competencia imperialista, el "desarrollo desi- gual" sólo podría intensificarse, y que "podría no existir una explotación conjunta del mundo" (Abu-Manneh, 2004). A continuación, ofreceremos 16 una breve explicación de la teoría del imperialismo de Lenin para aclarar nuestro argumento. Lenin (1977) se refirió al imperialismo como "capitalismo moribun- do", ya que estaba impregnado de las contradicciones de las relaciones sociales de producción capitalistas. Identificó tres contradicciones funda- mentales en el capitalismo. La primera de ellas es la contradicción entre trabajo y capital; es decir, entre las clases trabajadoras y las clases dominantes. Esta relación antagó- nica es válida tanto en el contexto nacional como en el internacional, en los que los trabajadores son explotados por las corporaciones multinacio- nales. La segunda contradicción es la que existe entre las corporaciones multinacionales y los países imperialistas (i.e., Estados Unidos, Europa y Japón), que se disputan el control de los recursos naturales del planeta, y se implican con frecuencia en campañas militares para la conquista de territorios. La tercera es la contradicción existente entre los países industriales de Occidente y los llamados Tercer Mundo y países en vías de desarrollo. Esta contradicción surge del hecho de que para que los países imperialis- tas puedan explotar esas naciones (por lo general colonias o neo-colonias), es necesario su desarrollo industrial mediante la construcción de ferroca- rriles, fábricas y centros comerciales. En el curso de su desarrollo econó- mico, emergen las nuevas clases revolucionarias del proletariado y la inte- lectualidad, que representan un peligro para los colonizadores y la ocupa- ción. Estamos de acuerdo con Abu-Manneh (2004) en que la teoría del imperialismo de Lenin, como la etapa más alta del capitalismo, indiscuti- blemente ofrece un análisis y un esquema necesarios que derraman su luz sobre los últimos logros del capitalismo, y que siguen teniendo gran rele- vancia para las luchas del proletariado mientras nos adentramos en el siglo XXI. Nuestra mayor discrepancia con Hardt y Negri es por su obsti- nada insistencia en que el poder del Estado se ha convertido en obsoleto, o que su papel ha disminuido significativamente. Por el contrario, pensa- mos que el Estado sigue jugando un papel fundamental en el desarrollo del proyecto imperial para la dominación global de los Estados Unidos, por medio de dos procesos entrelazados: la globalización y el neoliberalis- mo. En los tiempos de la Guerra Fría, los Estados Unidos se basaban en una estrategia de "doble contención" para mantener su supremacía y dominio mundial. Por una parte, tal estrategia prevenía la expansión del comunismo de la Unión Soviética y Europa del Este hacia los países del 17 Tercer Mundo; por otra, suprimía en las antiguas colonias el surgimiento de movimientos nacionalistas que representaban un grave peligro para sus intereses geopolíticos. Bill Blum (2004) escribió: Desde finales de los años 40 hasta mediados de los 60, fue objetivo de la política exterior estadounidense instigar la caída del gobierno soviético, así como de algunos países de Europa del Este. La CIA organizó, entrenó y equipó a cientos de exiliados rusos para que, una vez devueltos a su patria, establecieran círculos de espionaje, pro- vocaran la lucha armada, y ejecutaran actos de sabotaje como el descarrilamiento de trenes, derribo de puentes, destrozos en fábricas de armamentos y plantas eléctricas, entre otros. Por supuesto, la administración Reagan quisiera tener todo el crédito del desmoronamiento de la Unión Soviética. De hecho, el fuerte antico- munismo de Reagan sin lugar a dudas demoró la desintegración, ya que con toda probabilidad, la militarización extrema de la política estadouni- dense fortaleció a los partidarios de la línea dura en la Unión Soviética y actuó en contra de los reformistas soviéticos que, independientemente de los Estados Unidos y desde los tiempos de Stalin, habían estado trabajan- do por un cambio dentro de la Unión Soviética (Blum, 2004). Así lo expli- ca Blum: ¿Cuáles fueron los frutos de su agresiva política anticomunista? Reiteradas con- frontaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en Berlín, Cuba y en todas partes; las intervenciones soviéticas en Hungría y Checoslovaquia; la creación del Pacto de Varsovia (como respuesta a la OTAN); no glasnost ni perestroika, sólo recelos, cinismo y hostilidad por ambas partes. Sucedió que los rusos eran humanos después de todo; respondían a la agresivi- dad con agresividad. ¿Y cuáles fueron las consecuencias? Por muchos años hubo una estrecha relación entre la cordialidad de las relaciones Estados Unidos—Unión Soviética y el número de judíos a los que se les permitía emigrar de este último país. La flexibili- dad causó flexibilidad. Por otra parte, los Estados Unidos también utilizaron el temor al comunismo como parte de su estrategia de política exterior para mante- ner en jaque a sus mayores rivales imperialistas: Europa y Japón. Sin embargo, a principios de los años 90, los Estados Unidos enfrentaron una "crisis de legitimidad" con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de las Repúblicas soviéticas y de los Estados satélites de Europa del Este. Ya no podían confiar en la "amenaza comunista" para neutralizar a sus rivales imperialistas. En un esfuerzo por mantener su autoridad en el 18