LA EMOCIÓN EN LA LENGUA: DIFERENTES FORMAS DE EXPRESIÓN DE LA MODALIDAD AFECTIVA Carlos Meléndez Quero [email protected] Université de Lorraine & CNRS, ATILF UMR 7118, Nancy, F-54015, France Resumen. La subjetividad puede manifestarse en el lenguaje mediante formas de expre- sión muy variadas. Sin duda, el estudio de la modalidad lingüística, entendida como la manifestación de la actitud del hablante ante el contenido del mensaje, ofrece innume- rables ejemplos de la presencia del componente subjetivo en distintos niveles del análisis sintáctico de cualquier lengua. Este trabajo se adentra en la descripción de la modalidad afectiva y presenta la riqueza de mecanismos lingüísticos que están a disposición de los hablantes del español para transmitir sentimientos de diversa naturaleza. Nuestra contri- bución analiza el alcance expresivo de estos procedimientos y destaca el valor de un con- junto de adverbios, locuciones adverbiales, expresiones gramaticalizadas e interjecciones que pertenecen a la función emotiva del lenguaje y sirven para introducir un comentario evaluativo subjetivo del discurso. Abstract. Subjectivity can be manifested in language through very varied forms of expres- sion. It seems clear that the study of linguistic modality, understood as the manifestation of the speaker’s attitude to the content of the message, off ers countless examples of the subjective component present at diff erent levels of syntactic analysis in any language. Th is paper provides a detailed description of aff ective modality and presents the richness of linguistic mechanisms available for Spanish speakers to express various kinds of feelings. Our contribution analyzes the expressive range of these procedures and emphasizes the importance of some adverbs, adverbial locutions, grammaticalized expressions and inter- jections that belong to the emotive function of language and are used to introduce a subjective evaluative comment to the discourse. 1. Introducción Hablar del componente subjetivo en el lenguaje requiere hacer alusión a una modalidad lingüística marcada por la emotividad, como la evaluativa afectiva, y analizar las posibilidades que ofrece la lengua para transmitir senti- mientos de distinta naturaleza. 171 172 Aspect os de la subjetividad en el lenguaje Desde un ámbito de análisis que describe la subjetividad del hablante cuando produce los enunciados, este trabajo busca ofrecer una serie de refl exio- nes sobre los distintos medios de manifestación de la modalidad subjetiva afec- tiva en español actual.1 Con este fi n, en primer lugar, se realiza una breve presentación de la noción de modalidad y de los distintos procedimientos lingüísticos relacionados con esta dimensión. Posteriormente, se aborda la descripción de la modalidad eva- luativa emotiva para comparar el rendimiento expresivo y el grado de subjetivi- dad de las diferentes formas asociadas a esta modalidad. 2. La noción de modalidad y sus medios de expresión 2.1. Establecer una defi nición unívoca y universal para el concepto de moda- lidad no resulta tarea fácil,2 pues esta categoría ha sido considerada de muy diver- sas maneras en función de las distintas disciplinas que se han ocupado de su estudio.3 La amplia gama de enfoques teóricos desde los que se ha intentado abordar la delimitación semántica de esta noción explica el diferente tratamiento que la modalidad ha recibido. Dentro de estas interpretaciones, destaca la concepción psicológica defen- dida por los lingüistas de la escuela de Ginebra (Galichet, Brunot, Bally4, etc.), según la cual, dentro del ámbito de la modalidad se incluyen “una serie de 1 Este trabajo profundiza algunos aspectos sobre la delimitación de la modalidad afectiva apuntados en nuestra tesis doctoral, titulada Contribución al estudio de los adverbios disjuntos de valoración afectivo-emotiva en español actual, en línea (Meléndez Quero 2009a) y publi- cada por la Editorial Académica Española (Meléndez Quero 2011a y 2011b). Quede aquí constancia de nuestro agradecimiento al Grupo de Investigación Pragmagrammatica Periphe- riae y, en particular, a la Dra. María Antonia Martín Zorraquino por sus consejos y su apoyo impagable durante el período de elaboración de dicha tesis. 2 Así, en la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española (2009: 3114), se señala que no hay “en la actualidad una teoría de la modalidad aceptada de manera unánime por todos los autores”. 3 Sobre este aspecto, vid. las apreciaciones de Meunier (1974: 8), Zavadil (1979: 51), Otaola Olano (1988: 98-101) o Lozano, Peña-Marín y Abril (1993: 56-59). 4 Adviértase la oposición de este autor entre modus (expresión de la actitud del sujeto) y dic- tum (contenido conceptual del pensamiento), así como su defi nición clásica de la modalidad como “forme linguistique d’un jugement intellectuel, d’un jugement aff ectif ou d’une volonté qu’un sujet pensant énonce à propos d’une perception ou d’une représentation de son esprit” (Bally 1942: 3). La emoción en la lengua: diferentes formas... | Carlos Meléndez Quero 173 signifi cados que refl ejan las distintas actitudes del hablante ante el contenido de su mensaje” (Zavadil 1979: 51). Esta interpretación, ampliamente difundida entre los gramáticos de la len- gua española,5 subraya el componente subjetivo inherente a esta categoría, defi - nida en los diccionarios de lingüística6 como la actitud subjetiva que adopta el hablante ante el enunciado.7 La modalidad es una dimensión que necesariamente está ligada a la entidad que está en el origen del enunciado.8 Sin entrar en la discusión sobre la etiqueta que se ha de utilizar para designar al autor de un enunciado, en la caracterización de la modalidad parece adecuado optar por un sentido amplio o laxo de esta categoría como el de Martin (2005: 14-15), para quien, dentro de la modali- dad, se incluyen un conjunto de operaciones o de procesos mentales universa- les, que no dependen de una lengua concreta y que sirven para que el autor del enunciado ofrezca algún tipo de posicionamiento o de juicio sobre el mismo. 2.2. Las formas lingüísticas manifestadoras de la modalidad son de una gran riqueza y variedad, característica que tradicionalmente ha difi cultado la obtención de un consenso entre los investigadores para delimitar esta categoría.9 Diferentes autores, como Otaola Olano (1988: 104) o Fuentes Rodríguez (1991b: 98), han destacado que la modalidad puede estar presente en diferen- tes niveles lingüísticos, como el fonético-fonológico —donde los rasgos supra- segmentales o la entonación pueden servir de expresión de esta dimensión—, el morfológico —en el que destaca el uso de aumentativos y diminutivos o 5 Vid. las explicaciones de Zavadil (1979: 60-64) o de Igualada Belchi (1991: 247-249). 6 Cf. las defi niciones de los diccionarios de Lázaro Carreter (1953: 142), Dubois (1973: 320), Ducrot y Todorov (1974: 352-353), Welte (1985: 391) y Cerdá (1986: 197). 7 En la nueva gramática de la Real Academia Española (2009: 3113), se introduce esta noción en los siguientes términos: “Suele llamarse MODALIDAD a la manifestación lin- güística de la actitud del hablante con el contenido de los mensajes”. En esta línea se sitúa igualmente la defi nición de Palmer (1986:16): “Modality could, that is to say, be defi ned as the grammaticalization of speakers’ (subjective) attitudes and opinions”. 8 De acuerdo a una concepción afín a la teoría polifónica de la enunciación, podría defi nirse el concepto de modalidad como “la actitud del locutor en tanto que responsable de la organi- zación polifónica que defi ne el sentido de un enunciado”. 9 Así lo indica Otaola Olano (1988: 104), autora para la que estos “medios de expresión son de una desconcertante variedad y no se dejan describir con la ayuda de las clasifi caciones gramaticales o léxicas normales”. 174 Aspect os de la subjetividad en el lenguaje la variación en el tiempo y, sobre todo, en el modo verbal10— o el semántico —donde la elección de algunas unidades léxicas (adjetivos, adverbios, interjec- ciones, etc.) marcadas valorativamente frente a otras neutras concede un valor modal a un enunciado—. La modalidad puede manifestarse, por lo tanto, a través de procedimientos muy diversos11 y puede aparecer en diferentes niveles sintácticos. Adviértase, en este sentido, la presencia de la modalidad en las estructuras de los ejemplos (1) a (3), tomados de la Nueva gramática de la lengua española (2009: 3116): (1) Posiblemente, ha llovido. (2) Es posible que haya llovido. (3) Puede haber llovido. Como indica la gramática académica, el “concepto de modalidad permite relacionar esos tres elementos como manifestaciones sintácticas diferentes de una misma noción semántica, ya que en las tres oraciones propuestas se pre- dica de un estado de cosas o de un evento la propiedad de ser plausible a juicio del que habla” (Ibid.). En el primer ejemplo, la modalidad se expresa con un adverbio extrapredicativo —disjunto según la terminología de Greenbaum (1969) o satélite de actitud de acuerdo a la gramática de Dik (1989)—, en el segundo mediante una estructura atributiva encabezada por el verbo ser y en el último a partir de un verbo modal. Los tres ejemplos anteriores muestran, por lo tanto, que los valores moda- les pueden manifestarse en niveles muy diversos desde el punto de vista de la jerarquía sintáctica y que no están únicamente presentes en un nivel superior a la sintaxis oracional.12 10 Para muchos estudiosos, el modo verbal constituye el centro de la categoría de la modalidad. Cf., por ejemplo, Zavadil (1979: 87). 11 Como explica Martin (2005: 16), esta dimensión puede manifestarse mediante el efecto combinado de varios mecanismos lingüísticos. Esta idea es recogida igualmente en la nueva gramática de la Real Academia Española (2009: 3118), según la cual una “interpretación laxa del concepto de modalidad permite que una oración contenga varias manifestaciones modales o modalizadoras de valor diferente, siempre y cuando las inferencias que invitan a hacer acerca de la actitud del hablante no sean contradictorias”. 12 Esta concepción coincide con el modelo gramatical de Dik (1989), según el cual la moda- lidad aparece en diferentes niveles. La emoción en la lengua: diferentes formas... | Carlos Meléndez Quero 175 3. La modalidad evaluativa afectiva como manifestación de la subjetividad Tras esta presentación general de la modalidad y de sus medios de expre- sión, a continuación vamos a adentrarnos en el ámbito de la modalidad sub- jetiva emotiva con objeto de estudiar los mecanismos lingüísticos asociados a esta categoría. 3.1. Siguiendo a Palmer (1986), en el estudio de la modalidad pueden esta- blecerse dos grandes clases: la modalidad epistémica, relacionada con las nocio- nes de conocimiento y de creencia, y la modalidad deóntica,13 que engloba, para este autor, procedimientos de tres tipos: directivos, volitivos y evaluativos.14 El estudio de la modalidad emotiva permite acercarse a este último tipo de recursos lingüísticos, dentro de los cuales confl uyen una variedad de signos que sirven para introducir una valoración subjetiva afectiva sobre un discurso determinado. En un trabajo sobre las partículas15 de modalidad en español actual, Mar- tín Zorraquino (1999: 47-53) profundiza en la descripción de esta modalidad deóntica, llegando a separar el conjunto de expresiones lingüísticas relaciona- das con el ámbito de la volición y empleadas para señalar la conformidad (o disconformidad) ante un fragmento discursivo, frente a una serie de signos extrapredicativos que introducen un comentario valorativo subjetivo (positivo o negativo) y que otorgan al discurso un cierto tono o tinte emotivo. El primer grupo de expresiones agrupa a marcadores discursivos como bueno, bien, vale, ni hablar, en absoluto, etc.,16 los cuales pertenecen a la moda- lidad expresiva confi rmativa según la terminología de Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (1996) y sirven para aceptar o rechazar el discurso al que hacen referencia. Estos signos volitivos se diferencian del conjunto de partículas de moda- lidad deóntica17 de valoración afectivo-emotiva, entre las que se encuentran 13 En el trabajo de Lyons ([1977]1980: 756) se señala que el origen de esta modalidad reside en las funciones desiderativa e instrumental de la lengua. 14 Para una profundización en las diferencias entre ambas modalidades, vid. igualmente el trabajo de Ridruejo (1999). 15 Cf. Martín Zorraquino (1992: 118-119). 16 Para una descripción detallada de estos signos, vid. Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (1996: 211-241) o Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4161-4171). 17 La terminología para referirse a este tipo de signos puede variar de unas obras a otras. Por ejemplo, en la descripción de los adverbios oracionales de la gramática de la RAE (2009: 176 Aspect os de la subjetividad en el lenguaje adverbios acabados en -mente (afortunadamente, lamentablemente), locuciones adverbiales (por suerte, por desgracia), expresiones gramaticalizadas (por fi n, menos mal) o, incluso, interjecciones (lástima, suerte), que pertenecen a la función emo- tiva de la lengua y que evalúan de manera favorable o desfavorable un discurso. Como señalan acertadamente Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (1996: 241), este último grupo de signos ofrece “un grado más marcado de la moda- lidad expresiva” y revela una actitud subjetiva mucho más evidente que los procedimientos característicos de la modalidad volitiva o confi rmativa. Centrándonos en el repertorio de posibilidades que presenta la lengua espa- ñola para ofrecer evaluaciones de tipo afectivo-sentimental, a continuación vamos a intentar mostrar las diferencias en términos de rendimiento expre- sivo que subyacen al empleo de las partículas extraoracionales emotivas frente al recurso a otras construcciones evaluativas subjetivas que se integran en la estructura predicativa de la oración. 3.2. Dentro del ámbito de la evaluación subjetiva afectiva pueden incluirse estructuras lingüísticas de muy diversa índole que sirven para introducir un comentario valorativo subjetivo de sentido favorable o desfavorable. Por ejem- plo, un enunciado que, por sí mismo, no tiene una orientación argumentativa defi nida (María se va a vivir a Italia) puede ser evaluado por construcciones verbales como las presentadas en (4), por estructuras atributivas como las reco- gidas en (5), por adverbios disjuntos como los ofrecidos en (6), por locuciones adverbiales como muestra (7) o por expresiones que refl ejan distintos grados de gramaticalización como se observa en (8): (4) {Me hace feliz/me agrada/me apena/siento/lamento, etc.} que María se vaya a vivir a Italia. (5) Es una {suerte/pena/ lástima, etc.} que María se vaya a vivir a Italia. (6) {Afortunadamente/desafortunadamente/desdichadamente, etc.} María se va a vivir a Italia. (7) {Por suerte/por fortuna/por desgracia, etc.}, María se va a vivir a Italia. (8) {Gracias a Dios/por fi n, etc.}, María se va a vivir a Italia. 2348), los adverbios del tipo lamentablemente son califi cados como “evaluativos”, aplicando la etiqueta de “adverbios de modalidad deóntica” únicamente a signos como necesariamente u obligatoriamente, que “supeditan la veracidad de las proposiciones a condiciones externas rela- tivas a la necesidad, la obligación u otros factores de naturaleza normativa o impositiva” (Ibid.: 2352). Ahora bien, como se apunta en Meléndez Quero (2011a: 136), el término usado para designar a adverbios y locuciones del tipo felizmente o por desgracia debe aludir a su carácter evaluativo y al sentido emotivo de la valoración que tales expresiones introducen. La emoción en la lengua: diferentes formas... | Carlos Meléndez Quero 177 Los ejemplos anteriores muestran la riqueza de procedimientos que ofrecen las lenguas para introducir valoraciones emotivas.18 3.2.1. Ante esta variedad de estructuras, surge el debate sobre cuáles pue- den ser considerados los medios lingüísticos más directos de manifestación de esta evaluación afectiva. En el trabajo de Barrenechea (1969: 59) sobre los operadores pragmáticos de actitud oracional se llega a afi rmar que “las construcciones verbales constituyen fórmulas directas de explicitación de la actitud oracional, y los adverbios, fór- mulas indirectas, paralelas —podría decirse— a uno de los sentidos con que suele entenderse la distinción entre denotación y connotación”. Esta autora defi ende su tesis explicando que las estructuras evaluativas de tipo verbal, de mayor frecuencia de empleo, ofrecen una “mayor resistencia a vaciarse de signifi cación precisa y a convertirse en simples señales enfatiza- doras o en muletillas” (Ibid.: 58). Además, la introducción de un verbo conju- gado permite identifi car el autor de la valoración efectuada gracias a las fl exiones de persona que admiten las formas verbales. De este modo, las construcciones de naturaleza verbal ofrecen posibles variantes como las presentadas en (9), las cuales no admiten confusión sobre la entidad sobre la que recae el comentario evaluativo. (9) {Nos hace feliz/te agrada/le apena/sentimos/lamentamos, etc.} que María se vaya a vivir a Italia. Dicha característica sirve a esta investigadora para caracterizar a estas fór- mulas verbales como procedimientos directos de expresión de la actitud del hablante, frente al recurso a los adverbios, locuciones y expresiones gramatica- lizadas (afortunadamente, por fortuna, gracias a Dios, etc.) en los que la identifi - cación de la valoración emotiva queda a cargo de otros elementos del contexto. Veamos un ejemplo para ilustrar este último aspecto. Tras la victoria del Real Madrid en la fi nal de la copa del rey de fútbol de 2011, no habría resul- tado extraño encontrar en la prensa madrileña el titular siguiente: 18 Esta diversidad de procedimientos de la valoración emotiva está presente en otras lenguas; por ejemplo, en francés este tipo de evaluación puede manifestarse también mediante fórmulas verbales (je regrette que, il est heureux que, etc.), adverbios (heureusement, malheureusement), locuciones adverbiales (par chance, par malchance, etc.) y expresiones gramaticalizadas (Dieu merci, encore heureux, enfi n, etc.). Para una comparación entre los paradigmas de unidades evaluativas emotivas en español y en francés, vid. los artículos de Meléndez Quero (2007 y 2009b). 178 Aspect os de la subjetividad en el lenguaje (10) Felizmente, Cristiano Ronaldo marcó el gol decisivo en la prórroga. Evidentemente, dicha valoración subjetiva dependería del punto de vista desde el que se siguiera el partido.19 Para aclarar o matizar el alcance del comentario valorativo anterior habría que recurrir a un sintagma preposicional introducido por para20 como el recogido en (11): (11) Felizmente para los afi cionados merengues, Cristiano Ronaldo marcó el gol decisivo en la prórroga.21 A pesar de estas posibles ambigüedades, considerar a los adverbios y locu- ciones evaluativas disjuntas fórmulas indirectas de la modalidad emotiva no parece totalmente acertado. Las estructuras verbales de los ejemplos (4) y (5) indican la actitud subjetiva inmersa en el dictum, por lo que únicamente presentan la evaluación como una parte más del contenido denotativo o informativo de la oración.22 A dife- rencia de estas fórmulas verbales, los adverbios del ejemplo (6), las locuciones adverbiales de (7) o las expresiones gramaticalizadas recogidas en (8) sobre- pasan el nivel de la estructura predicativa y muestran de forma más directa la evaluación emotiva, al introducir una valoración subjetiva que incide sobre la globalidad de la oración. Desde un punto de vista sintáctico, estas partículas modales de diferente estatuto categorial (adverbios, locuciones adverbiales, expresiones gramaticali- zadas) comparten la posibilidad de funcionar como elementos disjuntos extra- predicativos. En esta función, estos signos se sitúan en la periferia oracional y actúan como expresiones parentéticas para ofrecer un comentario valorativo de 19 Habría que suponer, lógicamente, que el autor de esta evaluación sería simpatizante del conjunto merengue. 20 Sobre la especifi cación del rango del adverbio disjunto, vid. las apreciaciones de Kova- cci (1999: 747). 21 El componente subjetivo y el tipo de valoración (favorable o desfavorable) que pueden introducir estos signos permitiría incluso la posible coordinación copulativa de varios adver- bios antiorientados, siempre que exista una especifi cación del rango del disjunto. Así, el dis- curso relativo a esta noche de mal recuerdo para los seguidores culés podría ser introducido mediante la doble evaluación emotiva siguiente: (a) Felizmente para los afi cionados meren- gues y tristemente para los culés, Cristiano Ronaldo marcó el gol decisivo en la prórroga. Por otro lado, cabe advertir que las estructuras atributivas del tipo es una {suerte/fortuna/pena/ lástima, etc.} que… se asemejan a las unidades adverbiales al poder recibir cualquier tipo de complementación que permita resolver posibles confusiones sobre la atribución de un juicio evaluativo (es una suerte para los merengues, es una lástima para los culés, etc.). 22 Cf. Fuentes Rodríguez (1991a: 288-289). La emoción en la lengua: diferentes formas... | Carlos Meléndez Quero 179 carácter emotivo.23 Situadas en el margen oracional y sin desarrollar ninguna función sintáctica intrapredicativa, estas unidades adverbiales se diferencian de las construcciones verbales, al gozar de una libertad posicional y de una independencia tonal que les permite aislarse como grupo entonativo propio. Siguiendo las palabras de Martín Zorraquino (1999: 28), podría afi rmarse que estas partículas de modalidad “constituyen, por sí mismas, una aserción o predicación secundaria, marginal, que refl eja un cierto juicio metalingüístico”. 3.2.2. Para explicar el diferente alcance expresivo y el rendimiento infor- mativo de estas unidades disjuntas frente a otros mecanismos lingüísticos eva- luativos, vid. los ejemplos (12), (13) y (14): (12) Tristemente, tu amigo no obtuvo buenos resultados en las oposiciones. (13) Me entristece que tu amigo no obtuviera buenos resultados en las oposiciones. (14) Es triste que tu amigo no obtuviera buenos resultados en las oposiciones. Como ilustran estos tres casos, los adverbios emotivos pueden alternar ono- masiológicamente con otros procedimientos,24 como el uso de verbos realizati- vos o las paráfrasis atributivas en las que el predicado nominal coincide con la base léxica del adverbio modal.25 Sin embargo, las diferencias entre estas maneras de transmitir la subjetivi- dad en la lengua son notables. Siguiendo las ideas de Ducrot (1972: 18), Schlyter (1977: 107) compara este tipo de procedimientos, señalando que “les adverbes ont une signifi cation attes- tée, comme les interjections: Aïe! Hélas! (¡ay!), alors que les paraphrases ont une signifi cation exprimée, comme les phrases correspondantes aux interjections citées: Je souff re. Je suis triste”. La cita anterior permite dar cuenta de las dos formas que ofrece la lengua para manifestar los sentimientos. De acuerdo con esta distinción, el empleo de fórmulas verbales o de las estructuras atributivas recogidas en los ejemplos (13) y (14) sirve para describir un sentimiento, mien- tras que el empleo de adverbios disjuntos como el de (12) permite, siguiendo 23 Para una delimitación de las estructuras parentéticas, vid. el trabajo de Fuentes Rodríguez (1998). 24 Cf. Martín Zorraquino (1999: 47, n. 26). 25 Un análisis exhaustivo de las diferencias entre la presencia de los adverbios disjuntos y sus correspondientes paráfrasis atributivas puede encontrarse en el estudio realizado por Mørdrup (1976: 38-104), autor que, tras explicar el distinto comportamiento de ambas estructuras, concluye afi rmando que “les adverbes de phrase sont disjoints de la phrase, alors que la para- phrase fait partie intégrante de la phrase”. (Ibid.: 97). 180 Aspect os de la subjetividad en el lenguaje las palabras de Anscombre (1990: 78), “la monstration d’un sentiment ou d’une attitude”. Además, mientras que en (13) y (14), hay un solo enunciado donde las fórmu- las me entristece que y es triste que actúan, respectivamente, como marcas de eva- luación desfavorable, en el ejemplo (12) transcurren de forma paralela dos enun- ciados, uno de carácter declarativo (tu amigo no obtuvo buenos resultados en las oposiciones) y otro valorativo (tristemente), que comenta modalmente al anterior.26 Por su valor de comentario periférico, el empleo del adverbio disjunto triste- mente, cuya libertad posicional confi rma el ejemplo (15), se asemeja al de otras estructuras parentéticas como las recogidas en (16) o (17), las cuales sirven igualmente para mostrar sentimientos e introducir una valoración subjetiva de sentido negativo: (15) Tu amigo no obtuvo, tristemente, buenos resultados en las oposiciones. (16) Tu amigo no obtuvo —es triste— buenos resultados en las oposiciones. (17) Tu amigo no obtuvo —¡lástima!— buenos resultados en las oposiciones. Estos tres ejemplos ilustran una serie de comentarios parentéticos referidos al enunciado tu amigo no obtuvo buenos resultados en las oposiciones: en (15) esta fun- ción es desempeñada por el adverbio disjunto tristemente, en (16) por un enun- ciado libre parentético que se destaca mediante pausas para desempeñar este papel modal (es triste) y en (17) por la interjección exclamativa lástima. Estos tres casos han de diferenciarse de (13) o (14), donde la fuerza subjetiva y la carga expresiva se ve considerablemente reducida al aparecer un único enunciado. En este sentido, Fuentes Rodríguez (1998: 165) acierta al señalar que en estructuras parentéticas como las de los ejemplos (12), (15), (16) o (17) se muestra “de manera más marcada la modalidad” porque el autor del discurso adopta simultáneamente dos funciones: “la no marcada, representativa, y, como si no pudiera remediarlo, expresa su actitud expresiva o emotiva”. 26 Desde un punto de vista semántico-pragmático, la elección del adverbio tristemente, fuera de contexto, podría recibir una doble interpretación: de una parte, permitiría mostrar una emoción negativa sincera de dolor del autor del discurso, valor subjetivo que lo acercaría a la fórmula verbal (me entristece que…); de otra parte, aunque menos probable, la relación semántica del adverbio con el adjetivo triste podría llevar a entender el uso de este adverbio modal con un cierto sentido de crítica a los malos resultados obtenidos. En cuanto a las estructuras atributivas con ser, este valor de descontento o de reproche se asociaría con la paráfrasis que lleva el adjetivo como atributivo (es triste que…), mientras que la expresión de pesar y de una emoción mayor se vin- cularía a estructuras con el sustantivo cognado del adverbio (es motivo de tristeza que…). Para un análisis detallado de las relaciones entre este adverbio disjunto y sus correspondientes estructuras parafrásticas, vid. el apartado 2.3.2 del capítulo VII de Meléndez Quero (2009a y 2011b).
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