UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DEPARTAMENTO DE HISTORIA ANTIGUA LA DEMOCRACIA DEVORADA: IDEOLOGÍA, SOCIOLOGÍA, BANQUETES Y ALIMENTACIÓN EN LA ATENAS DEL SIGLO IV A.C. TESIS DOCTORAL DE: FERNANDO NOTARIO PACHECO DIRIGIDA POR: DOMINGO PLÁCIDO SUÁREZ Madrid, 2013 ©Fernando Notario Pacheco, 2013 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Departamento de Historia Antigua LA DEMOCRACIA DEVORADA: IDEOLOGÍA, SOCIOLOGÍA, BANQUETES Y ALIMENTACIÓN EN LA ATENAS DEL SIGLO IV A.C. MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR POR Fernando Notario Pacheco Bajo la dirección del Doctor Domingo Plácido Suárez Madrid, 2013 2 Para mi familia, la presente y la que ya no lo está. 3 4 Agradecimientos La realización de una tesis doctoral, sea cual sea su temática, no es un trabajo fácil, especialmente cuando, como en las presentes circunstancias, la labor del investigador se encuentra constreñida por una coyuntura de crisis más que económica. No obstante, durante estos años he recibido el apoyo de muchas personas e instituciones que me han ayudado a seguir por la senda que inicié hace ya casi cinco años. No deseo aumentar demasiado la ya de por sí inabarcable literatura de agradecimientos que se encuentra al comienzo de cada tesis doctoral, pero encuentro inexcusable no reconocer el aliento que he encontrado a lo largo de este camino. En primer lugar, es necesario reconocer la inestimable ayuda financiera que me proporcionó el ahora extinto Ministerio de Educación y Ciencia del gobierno de España a través de su programa de becas de Formación de Profesorado Universitario (FPU). La concesión de una de estas becas para la realización de mi tesis doctoral entre septiembre de 2008 y agosto de 2012 ha sido fundamental para mi trabajo de investigación, y sin ella es muy probable que estas páginas nunca hubieran visto la luz, al menos en su presente forma. El disfrute de esta ayuda institucional me reportó también otras ventajas, de entre las que no es la menor la oportunidad de trabajar en el que, posiblemente, es el mejor departamento dedicado a la Historia Antigua de las universidades españolas. En general, quiero expresar mi agradecimiento a los miembros de este departamento, los presentes y quienes ya nos han dejado, que desde que inicié mis estudios de licenciatura supieron transmitir la pasión por el conocimiento y el mundo antiguo. De un modo especial quiero reconocer la labor de Domingo Plácido, quien accedió a dirigir este trabajo de investigación doctoral. Para mi ha sido todo un honor y un placer haber podido trabajar con alguien que no sólo se perfila como un modelo de conocimiento académico, sino, sobre todo, como una excelente persona y un maestro del que he aprendido a interrogar el pasado y el presente cuestionando los discursos dominantes, algo especialmente valioso en unos tiempos en los que, como dirían los ingleses, se pretende arrojar al niño junto con el agua sucia. Otra de las ventajas que me reportó la concesión de una beca FPU fue la oportunidad de realizar estancias de investigación en diversas universidades y centros de investigación extranjeros, y me gustaría reconocer a las personas que hicieron posible estos viajes y que se preocuparon por mi integración estas instituciones académicas. En primer lugar, John Wilkins, de la universidad de Exeter, me acogió con gran calidez y me abrió las puertas tanto de sus seminarios sobre alimentación en el mundo 5 antiguo como de su propio despacho, donde, hablando amistosamente, posiblemente llegué a aprender más que en muchas horas en cualquier biblioteca, aunque se encuentre tan bien nutrida como la de la propia universidad de Exeter. François de Polignac, director del Centre Louis Gernet (actualmente ANHIMA), aceptó mi petición de estancia en el que considero que es uno de los principales centros de investigación del mundo antiguo en Europa, y solucionó todos los problemas administrativos que pudieran surgir de mi extraña situación en el sistema académico francés. Por otro lado, difícilmente hubiera podido encontrar en cualquier otro lugar del mundo la inspiración que me alcanzó en París, de donde retorné con el que, con el tiempo, se convertiría en el armazón definitivo de mi tesis. Alfonso Moreno, del Magdalen College, finalmente, permitió que acudiera dos veces a ese peculiar templo de sabiduría que es la universidad de Oxford, cuyos fondos bibliográficos han sido fundamentales para la redacción de varios de los capítulos que ocupan las siguientes páginas. Junto a estos tres investigadores, tengo que dar las gracias también a quienes han sido mis compañeros de aventuras en Europa porque con ellos siempre me pude sentir como en casa incluso cuando me encontraba a miles de kilómetros de ella. Además de a las personas que me ayudaron en mis estancias, quisiera también agradecer a aquellas que, en España, me ayudaron en la redacción de esta tesis con sus consejos y ánimos. En el mismo departamento de historia antigua de la Universidad Complutense, Mari Cruz Cardete y Miriam Valdés siempre han tenido un momento para escucharme y ayudarme en lo que fuera necesario, y la ayuda que tantas veces me ha prestado Margarita Sánchez (“Marga”) con todo tipo de papeles y documentación difícilmente puede ponerse por escrito sin que constituya otra tesis doctoral. En el CSIC conté, al inicio de mi tesis doctoral, con la ayuda bibliográfica de Leonor Peña, a quien le agradezco profundamente el interés que se tomó al respecto. En la Universidad Autónoma de Madrid he de agradecer también la labor de José Pascual y de todos los que se preocuparon por que el primer curso del Máster Interuniversitario los alumnos externos a la UAM nos sintiéramos como en casa, y a Adolfo Domínguez, que se prestó a apoyarme cuando pedí la beca de inicio de estudios de postgrado de esta universidad y que siempre deslumbra por la profundidad de sus conocimientos. Fuera de Madrid, he de reconocer la ayuda que me ha prestado César Fornis, de la Universidad de Sevilla, al incorporarme a sus proyectos de investigación, y a Maria José García Soler. Aunque haya pasado mucho tiempo, no puedo olvidarme tampoco de quienes desde el instituto me inculcaron el interés por la historia, la literatura y el mundo antiguo en general, como fueron María Jesús, Camino o Josefina. 6 Desde un punto de vista más personal, me resulta imposible no mencionar a la gran cantidad de amigos que me han apoyado a lo largo de estos años y que han demostrado tener una confianza en mí de la que yo mismo no estaba muchas veces muy seguro (me alegra decir que frecuentemente ellos acertaban más que yo en cuanto a mis capacidades y limitaciones). Su presencia a mi lado durante este camino ha hecho mucho más de lo que ellos mismos creen para que tanto esta tesis como mi propia mente (o lo que queda de ella) llegaran a buen puerto. Me alegra poder afirmar que durante mi juventud en Cuenca, mi licenciatura en la UCM, el máster entre la UCM y la UAM y la vida que ha venido después he ido ampliando y reforzando mis círculos de amistades hasta el punto de que sería demasiado largo mencionar siquiera de pasada a todos aquellos con quienes me siento orgulloso de haber compartido mesas, vasos, tazas, kilómetros y muchas horas en diversas bibliotecas. Ellos mismos saben quiénes son, así que dejaré que cada uno ponga su nombre en este párrafo. No puedo, sin embargo, olvidarme de aquellos que me han permitido que abusara de su amistad al pedirles que leyeran partes de esta tesis para indicarme fallos y errores que se me hubieran pasado por alto: Jorge, Miguel, Patricia, Iván, Javi y María. Finalmente, pero nunca en último lugar, tengo que agradecer por encima de todo a mi familia por haber estado siempre a mi lado y apoyarme tanto en los buenos como en los malos momentos. Sin ellos no solo esta tesis, sino toda mi vida carecería de sentido. Mis padres, Félix y María Asunción, además de darme todo su cariño, siempre se esforzaron en educarme de la mejor manera posible, no sólo mediante los estudios, sino, sobre todo, en lo que se refiere a valores como el respeto, la tolerancia y el sentido de la justicia. Mi hermana Blanca siempre o, al menos, desde que dejé de romperle sus juguetes, ha merecido mi más sentido afecto, y nunca me faltará la convicción de que con más personas como ella en el mundo, a todos nos iría bastante mejor. Mis abuelas Carmen y Juliana, por otro lado, despiertan mi admiración al haber sido capaces de adaptarse a unos tiempos tan diferentes (de momento) a los que les tocó vivir en su juventud conservando, en el proceso, su peculiar buen juicio y su sentido común. 7 8 Introduction Food for thought “Each man to his stool, with that spur as he would to the lip of his mistress: your diet shall be in all places alike. Make not a city feast of it, to let the meat cool ere we can agree upon the first place: sit, sit. The gods require our thanks. You great benefactors, sprinkle our society with thankfulness. For your own gifts, make yourselves praised: but reserve still to give, lest your deities be despised. Lend to each man enough, that one need not lend to another; for, were your godheads to borrow of men, men would forsake the gods. Make the meat be beloved more than the man that gives it. Let no assembly of twenty be without a score of villains: if there sit twelve women at the table, let a dozen of them be--as they are. The rest of your fees, O gods--the senators of Athens, together with the common lag of people--what is amiss in them, you gods, make suitable for destruction. For these my present friends, as they are to me nothing, so in nothing bless them, and to nothing are they welcome. Uncover, dogs, and lap.” William Shakespeare, Timon of Athens, Act III, Scene VI 9
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