La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona Miguel Ángel Rossi [Conicet - Universidad de Buenos Aires] [[email protected]] E Resumen: La propuesta del artículo es profundizar en l tratamiento del con- el entramado ético, cultural, teológico y político de la visión agustiniana tomando en consideración el carácter cepto de república en apologético en el que se inscribe La ciudad de Dios. En Agustín toma como otros términos, analizaremos la impronta ético-teológica agustiniana motivada por la decadencia de Roma, cuyo principal interlocutor al fin apologético agustiniano es mostrar que tal ruina no se debió al abandono de las deidades romanas a favor pensamiento filosófico- del Dios cristiano, y que, como contrapartida, según la político ciceroniano, visión agustiniana, son las virtudes cristianas las únicas que hubiesen podido devolverle a Roma su esplendor. esencialmente a partir Palabras clave: Agustín de Hipona - ética - política - del De Re Publica de Cicerón1. teología - apología. The decline of the Roman Empire from the 1 El tratado ciceroniano sobre la República perspective of Augustine of Hippo estuvo sujeto a una serie de contingencias históricas y políticas que determinaron que Abstract: The purpose of this article is to delve into the ethical, cultural, theological and political fabric of se hayan conservado solo los dos primeros the Agustinian view, taking into consideration the fact libros más o menos completos y fragmen- that The City of God is framed in terms of apologetics. tos de los cuatro siguientes, conjuntamente In other words, we will analyze the Agustinian ethical and theological mark as it is motivated by the decline of con un episodio incluido en el libro VI, in- Rome, its aim as apologetics being that of showing that titulado “El sueño de Escipión”. Al respecto, such a collapse was not due to the abandonment of the es sugestivo el estudio preliminar realizado Roman deities on behalf of the Christian god and that, conversely, according to the Agustinian vision, Christian por José Guillén: “Mas los tiempos abso- virtues are the only ones that could have given Rome its lutistas del Imperio no fueron buenos para splendor back. la obra política de M. Tulio; y así como las Keywords: Agustine of Hippo - ethics - politics - obras de filosofía se divulgaban sin incon- theology - apologetics venientes, sobre el de República pesaba el obstáculo del veto imperial. [...] Dos siglos más tarde hay otra referencia a nuestra obra y luego se pierden sus vestigios. Petrarca la buscó con mucho interés, pero la dio por perdida definitivamente, aunque es posible que la tuviera en sus manos, leyendo en el monasterio de San Columbano de Bobbio el comentario a los salmos de San Agustín, sin sospechar que los caracteres iniciales que bajo el texto agustiniano resaltaban de Circe N° XIX / 2015 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 33-53 33 En primer lugar, Cicerón es para ción de justicia clásica a la noción de Agustín el arquetipo o modelo en amor2 –tomado en un sentido erótico donde el ejercicio retórico encuentra y clásico– como fundamento de toda su mayor expresión. Recordemos que república. Agustín se traslada a Milán justamen- En esta oportunidad nos concen- te para asumir un cargo de profesor traremos en el entramado ético, teoló- oficial de retórica. En segundo lugar, gico y político de la visión agustiniana, Agustín presenta a Cicerón no solo tomando en consideración el carácter como uno de los mayores teóricos apologético3 en el que se inscribe La políticos romanos; sino, también, lo ciudad de Dios. Es decir, la disputa del sitúa como el principal referente en obispo acerca de las acusaciones pa- lo que respecta a denunciar la deca- ganas sobre la caída de Roma. De ahí dencia romana. Así, Agustín hace que la matriz cultural sea central para suyo el diagnóstico del jurista roma- visualizar el meollo del problema. no y lo utiliza con fines apologéticos en confrontación con las acusaciones 2 Con respecto a la noción de amor en Agus- paganas de su época. En palabras de tín, específicamente en La ciudad de Dios, Agustín: “longe antequam Christi no- pueden distinguirse diferentes modalida- men eluxisset in terris, dictum est: ‘O des, de las cuales al menos tres son esen- ciales: el amor en la versión del eros clásico, urbem venalem, et mature perituram, es el tipo de amor que determinará que al- si emptorem invenerit!’” (“mucho guien sea ciudadano de la ciudad de Dios o antes de que el nombre de Cristo se del diablo dependiendo del objeto de elec- difundiera por el mundo, se dijo ya: ción de la voluntad (si Dios o el mundo), aunque a veces Agustín hable de un amor ¡‘Oh ciudad venal, pronto perecerías falseado para el caso de los ciudadanos de si hallases comprador!’”. Carta 138. 3. la ciudad del diablo; el amor en su forma 16. Trad. de Lope Cilleruelo 1953a: de caridad, que es el amor por excelencia 140-141). de los auténticos cristianos y por último, el amor ágape, que tiene que ver con la gra- En tercer lugar, Agustín echa tuidad del amor divino. Al respecto, para mano a las categorías políticas cicero- profundizar en tal temática se recomienda nianas para configurar su propia no- el escrito de Rivera de Ventosa (1967). ción de Estado. Sin duda alguna este 3 Si bien el objetivo por el cual Agustín es- aspecto puede considerarse el núcleo cribió La Ciudad de Dios es de carácter fuertemente apologético, hay consenso aca- fundamental en lo que atañe espe- démico en sostener que dicha obra colosal cíficamente al pensamiento político va mucho más allá de tal objetivo, pues su del Hiponense, especialmente por el trascendencia se debe a que puede encon- agregado agustiniano de la noción de trarse en sus páginas una teología de la his- toria, mentada con carácter universal cuyo verdadera justicia al concepto de jus- sujeto es la humanidad en su conjunto. De ticia ciceroniano y el cambio de la no- ahí la relevancia que tuvo como legado para el pensamiento Occidental. Para profun- cuando en cuando contenían nada menos dizar en las distintas visiones acerca de la que el tesoro de cuya pérdida se lamentaba, historia en el cristianismo y su vinculación es decir, el De República de Cicerón.” (su- con la noción de apología, se recomienda el brayado nuestro) (Guillén 1986: xix). trabajo de José Pablo Martín (2013). 34 Miguel Ángel Rossi / La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona En otros términos, analizaremos la conservaba rastro alguno de repúbli- impronta ético-teológica agustiniana ca, según demuestra Cicerón (Ciudad motivada por la decadencia de Roma, de Dios 2. 21)4. y cuyo fin apologético agustiniano es Más aún, Agustín puede argu- mostrar que tal ruina no se debió al mentar que de haber existido la doc- abandono de las deidades romanas a trina cristiana, esta podría haber sido favor del Dios cristiano, y que, como una extraordinaria guía para evitar contrapartida, según la visión agusti- la corrupción de las costumbres, he- niana, son las virtudes cristianas las cho que tanto Cicerón como Agustín únicas que hubiesen podido devol- acentúan como la enfermedad prin- verle a Roma su esplendor. cipal de la disgregación del cuerpo El Cicerón de Agustín social: y la denuncia ética […] los que dicen que la doctrina C de Cristo es enemiga de la república omo hicimos referencia, Agustín (doctrinam Christi adversam dicunt se vale de Cicerón para eviden- esse reipublicae) dennos un ejército de ciar la disolución de la república soldados tales cuales los exige la doc- romana, hecho que se imputaba a los trina de Cristo. Dennos tales provin- cristianos: utiliza al orador y filóso- cias, tales maridos, tales siervos, tales fo en un doble sentido. De un lado, reyes, tales jueces, tales recaudadores Cicerón es para el mundo romano y cobradores de las deudas del fisco, un principio de autoridad y, por otro como los quiere la doctrina cristiana, y atrévanse a decir que es enemiga lado, es también un referente en sen- de la república. No duden en confe- tido cronológico. Pues, si el diagnós- sar que, si se la obedeciera, prestaría tico de Cicerón es haber decretado el un gran vigor a la república (Carta fin de la república romana, quedaba 138. 2. 15, trad. de Lope Cilleruelo suficientemente probado, por dife- 1953a: 140-141). rencia temporal entre el contexto his- tórico de Cicerón y el surgimiento del Hay un aspecto de esta cita que cristianismo, que la religión cristiana consideramos central para carac- salía ilesa de tal responsabilidad: terizar la cosmovisión agustiniana con respecto a la política, dado que, Pero, si no hacen caso del que dijo que más allá de la impronta ética con la la república romana era pésima y en cual Agustín reviste los postulados y grado sumo disoluta, ni les importa preceptos de la doctrina cristiana, es que esté llena de máculas y desver- evidente, por lo menos en este pá- güenzas, de pésimas y rotas costum- rrafo específico, que Agustín se abre bres, sino tan solo que subsista y se mantenga en pie, oigan. Y oigan no, según se refiere Salustio, cómo llego a 4 Las traducciones de La ciudad de Dios co- ser pésima y disolutísima, sino cómo rresponden a la edición canónica de Fr. José ya entonces había perecido y no se Morán (1958). Circe N° XIX / 2015 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 33-53 35 a la posibilidad de constituir un or- solo algunas veces, en el pensamiento den terrenal orientado en perspecti- de Agustín6, cuestión que esbozare- va cristiana. Así, los postulados de la mos más adelante. doctrina cristiana, lejos de constituir Por otro lado y más allá de las un desprecio por el ordenamiento profundas diferencias que separan temporal, extrapolado en aras de una a un autor pagano –como el caso dimensión supraterrenal, se convier- específico de Cicerón– de un autor ten en un óptimo medio para asegu- cristiano, hay puntos esenciales en rar la concordia social, categoría más lo atinente al diagnóstico de la des- que central para el mantenimiento de trucción de la república (claro que en toda república. Tal vez, en este aspec- Agustín se trata del Imperio), en los to, es probable que Agustín se haga que ambos pensadores van a coinci- eco de cierta tradición neoplatónica dir. Es evidente que la mirada agus- orientada, fundamentalmente, en tiniana estará condicionada por la perspectiva política, específicamen- lectura del texto ciceroniano. De ahí te en alusión al Platón de República, que Agustín asuma como propio lo en tanto el filósofo ateniense plantea que crea conveniente o apto para sus en su célebre texto de madurez que fines apologéticos y silencie algunos el buen legislador debe plasmar las aspectos puntualizados por Cicerón leyes de la república sensible, tenien- como fundamentales para la conser- do como modelo la república inteligi- vación de la república, como el caso ble. De ahí, que la noción de utopía5 específico del culto cívico-religioso alcance un sentido profundamente de los romanos. Vayamos, entonces, a regulativo. Es decir, si por un lado tres puntos claves en los que las coin- Platón descree de la posibilidad de cidencias son categóricas: instaurar un ordenamiento inteligible en el mundo sensible, por otro lado, a) La emergencia del interés privado es consciente de que aquel constituye en detrimento del bien común, un horizonte axiológico indispensa- que indudablemente es uno de ble para todo régimen político que los criterios de demarcación para se aprecie de justo. Es claro que dicha distinguir la legitimidad o no de perspectiva se hace presente, aunque los regímenes de gobierno; en términos clásicos, formas puras o impuras de regímenes. 5 Usamos el término si bien es anacróni- co utilizarlo para Platón, pues la utopía irrumpe como género literario a partir de la pluma de Tomás Moro. Más lo cierto es que en Platón existe por lo menos una de las notas esenciales del género, aquella que 6 Fundamentalmente porque Agustín de- refiere a la regulación de lo real a partir de marca con mucha claridad que tanto la una construcción ideal. Asimismo, también ciudad de Dios como la ciudad del diablo Platón se vale de la construcción ideal de son categorías espirituales que no pueden su república para criticar el contexto demo- estar localizadas de manera institucional o crático de su época. geográfica. 36 Miguel Ángel Rossi / La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona b) La importancia asignada al papel poseía el imperio a su servicio, cada de la milicia como resguardo o vez era más ficticio el control impe- sostén de la república, mentada rial. Los jefes bárbaros mandaban en principalmente en términos mo- los hechos (Romero 1977: 18). rales: c) El espíritu de avaricias y la acu- También en el libro sobre la guerra mulación de las riquezas: de Catilina (In libro etiam belli Catili- nae), por cierto antes de la venida de ¿Tendrás que esperar que yo exagere Cristo, ese su nobilísimo historiador los inmensos males que la creciente no dejó de narrar cómo el ejército del iniquidad (iniquitas) trajo con la for- pueblo romano (exercitus populi Ro- tuna próspera? Esos mismos autores mani) se dedicaba al amor, al vino, a que a veces se comportaron con harta poner altos precios a las estatuas, ta- prudencia vieron que se había de la- blas pintadas y vasos cincelados, a ro- mentar más la abolición de la pobreza barlos privada y públicamente (Carta que la de la opulencia romana. Porque 138. 3. 16, trad. de Lope Cilleruelo en aquella se mantenía la integridad 1953a: 140-141). de las costumbres (morum integritas), mientras que por esta irrumpió, no Asimismo, recordemos que gran sobre los muros de la ciudad, sino so- parte de la decadencia del Imperio bre sus conciencias, una perversidad romano se debió esencialmente a la cruel, peor que cualquier enemigo emergencia de un gran número de (Carta 138. 3. 16, trad. de Lope Ci- lleruelo 1953a: 142-143). mercenarios en las filas de sus ejér- citos, consecuencia inevitable si se Cita que se complementa íntegra- toma en cuenta las extensas fronteras mente con el propio texto ciceronia- que Roma debía custodiar, motivada no: por el traspaso de una lógica republi- cana a una lógica imperial. Incluso, Hay que tener por muy afortunado a suele decirse irónicamente que en la quien no considera ni llama bienes las última etapa del Imperio, Roma in- fincas, los edificios, los rebaños, ni las tegraba en sus milicias a sus propios grandes cantidades de oro, o de plata, enemigos (Barrow 1950: 67). porque sus frutos le parecen de poca Desde una óptica análoga puede importancia, limitado su uso, insegu- apreciarse, también, la postura de ra su posesión, y las ve muchísimas José Luis Romero, claro que dema- veces en posesión de hombres per- siado lejos del contexto ciceroniano, versos. [...] aquel que considerando los mandos y nuestro consulado en- para referirse, ahora, a la decadencia tre las cosas necesarias, no entre las imperial. Afirma que si bien, en el deseables, juzga que hay que desem- 423, Valentiniano III sucedió en el peñarlas por el sentido del deber, no trono a Honorio y trató de canalizar a por esperanza alguna de premio o de los invasores asimilándolos a las tro- gloria (Sobre la República 1. 27, trad. pas mercenarias que desde antiguo de José Guillén). Circe N° XIX / 2015 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 33-53 37 Habría que resaltar en este aspec- griega era un camino obligado, espe- to, cómo Cicerón imbuido de una cialmente cuando se quería remarcar fuerte influencia estoica, relativiza los una contraposición entre la lógica re- bienes terrenales, sobre todo al com- publicana y la lógica imperial, como pararlos con la inmensidad y eterni- matrices diametralmente opuestas. dad del universo. Dicho tópico será Por ende, no son pocos los comenta- maximizado por Agustín, obviamen- dores que sostienen que Agustín rei- te en perspectiva cristiana, y orienta- vindicaba el ideal de la antigua repú- do a enfatizar la contingencia de los blica romana justamente desde una bienes temporales7. valoración negativa con respecto a la La problemática de la riqueza lógica imperial. Nosotros acordamos también será una de las constantes en parte con esta interpretación, dado del pensamiento clásico. Recordemos que también pueden encontrarse en que Aristóteles advirtió en Política Agustín referencias altamente positi- acerca de los peligros que supone el vas con respecto al Imperio romano, traspaso de la economía a la esfera sin ir más lejos, cuando le atribuye a pública, lo que en términos moder- aquel haber sido un excelente medio nos llevaría a pensar la política como para la propagación del cristianismo. una función de la economía (Arendt De todos modos, tal postura se com- 2005). Y el mismo Platón en su Re- plementa con la idea de providencia pública tomó como tipo ideal de po- divina en tanto es mérito del designio lis aquella anclada en la moderación, divino y no de la lógica imperial en tanto en lo que respecta a su territorio cuanto tal, aunque la existencia de como a un sistema de necesidades y emperadores cristianos y la impronta bienes; evitando así las posibles ca- del catolicismo como religión oficial rencias y excesos como instancias co- del Imperio no son hechos irrele- rruptivas de las buenas costumbres. vantes para una apreciación positiva Lo cierto es que el modelo ciceronia- por parte de Agustín. Recordemos, no de república no podía no identifi- por ejemplo, que Agustín se valió de carse con un fuerte ideal comunitario la coerción del Estado en el contexto y obviamente, al caracterizar dicha de la ardua polémica con los dona- noción, la referencia al ideal de polis tistas (Sesé 1993: 122)8. De este he- 7 Recordemos que para Agustín los bienes 8 El cisma donatista se sitúa a partir de la po- terrenales son bienes creados también por lémica con Diocleciano (284-305). Dicho Dios, incluso a veces habla de bienes infe- emperador lanzó contra los cristianos una riores; la cuestión será no alterar la jerar- de las persecuciones más duras que la Igle- quía de los bienes, vale decir, anteponer, sia hubo de soportar: “Aquella persecución, por ejemplo, la paz terrenal sobre la paz que duró diez años, ocasionó la muerte de eterna. El problema, rasgo específico de varios mártires [...] Cuando Diocleciano los ciudadanos de la ciudad del diablo, es ordenó destruir los Libros Sagrados, varios que ellos absolutizan los bienes materiales, obispos asintieron; se los calificó de traido- cuando estos bienes deberían ser un medio res. Donato, obispo de Numidia, denunció para llegar a Dios. la actitud complaciente del obispo de Car- 38 Miguel Ángel Rossi / La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona cho dan cuenta algunas de sus cartas –cuestión estrictamente vinculada a más importantes. Asimismo, habría lo que anteriormente puntualizamos que señalar que el Hiponense no se en la demarcación de regímenes pu- constituyó en una excepción al usar ros e impuros de gobierno–; tópico la represión del Estado en defensa de introducido ya por Platón en Repú- la religión oficial. De hecho, se trata blica cuando hace referencia a la rele- de una tradición arraigada en la Anti- vancia del gobierno del filósofo10. güedad; si bien es dable destacar que A pesar de los posibles acuerdos la Roma pagana fue muy tolerante entre Platón y Cicerón, hay dos ins- con las religiones extranjeras siem- tancias en las que las diferencias son pre que no entraran en contradicción insalvables: a) el jurista romano pri- con el ‘culto al emperador’, uno de los vilegia la vida activa11 sobre la vida puntos más álgidos con el cristianis- mo naciente (Markus 1995)9. 10 Convencido de que solo la figura del filóso- fo puede garantizar la conjunción del poder del pensamiento con el poder político. En Otro de los posibles nexos que su último tratado, Leyes, Platón relativiza su también servirán como punto de postura en tanto la filosofía o los filósofos comparación entre ambos pensadores son concebidos como consejeros de los go- –Agustín y Cicerón– se vincula con bernantes. De todas maneras, es claro que Platón sigue sosteniendo una ‘episteme po- la noción de ‘autoridad’, interpretada lítica’ reservada a unos pocos, en desmedro como servicio y vocación colectiva de la práctica política de su tiempo, vincu- en desmedro del interés particular lada esencialmente a la democracia. Por otra parte, recordemos que el argumento tago, Cecilio, que había entregado los libros central de por qué el filósofo aceptaría el santos” (Sesé 1993: 122). Asimismo, dos de ejercicio del gobierno, radica únicamente los puntos claves de la doctrina donatista en el temor de ser gobernado por hombres son: la fidelidad a la tradición conjunta- inferiores. Es decir, existiría una cierta de- mente con un ideal riguroso de pureza que construcción de la ‘obligación política’. cuestionaba la administración de la euca- 11 Finley (1986: 168) pone énfasis en la rele- ristía por sacerdotes impuros. Este último vancia que tiene para Cicerón la vida activa aspecto es central para la polémica con por sobre la vida contemplativa, afirma- Agustín. De hecho, Agustín distingue entre ción que justifica a través de su lectura de oficio y persona. La República ciceroniana: “Cicerón loca- 9 Markus (1995) hace hincapié en la rele- lizó el diálogo en 129 a. C., señalando así vancia que tiene para Agustín establecer su opinión pesimista del estado de la res una hermenéutica del castigo, no solo en lo publica en aquel momento; y eligió como que respecta a su dimensión coercitiva sino protagonistas principales al famoso general también correctiva como instancia central Escipión Emiliano y a Leilo, socio suyo bas- en la constitución de una estrategia pasto- tante insignificante, señalando el punto de ral. No fueron pocas –afirma Markus– las vista que se afirma explícitamente más de veces que Agustín sostiene que la violencia una vez en la obra, es decir, que lo que un era como una medicina que beneficiaba hombre de estado romano con experiencia al enfermo. Por ende, concluye que para tiene que decir es ‘mucho más jugoso que el obispo de Hipona no habría separación todos los escritos griegos juntos’ (1. 23. 37)”. entre la esfera del Estado y la de la Iglesia El tópico de la relación entre la vida activa a la hora de pensar en reprimir tanto a los y la vida contemplativa constituye una de paganos como a los herejes. las disputas teóricas más importantes del Circe N° XIX / 2015 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 33-53 39 meramente contemplativa, aunque otras tantas, Agustín hace hincapié sin descuidar esta última –necesaria en el anhelo de dominio personal en también– para el plano del discerni- desmedro del interés colectivo, ca- miento o deliberación de las buenas racterizando a la primera modalidad acciones; b) en la república ciceronia- (el interés personal) como uno de los na los gobernantes y ciudadanos, le- rasgos centrales de la esencialidad po- jos de tener un desinterés por la ‘cosa lítica. Dicha percepción cobra fuerza pública’ –que es el problema de Platón específicamente a partir del arquetipo cuando intenta legitimar por qué el fi- en que puede pensarse el acto fun- lósofo termina aceptando el ejercicio dante de la política, el anhelo humano de gobierno– acontecería lo contra- de ocupar el lugar de Dios. Vayamos rio, en tanto es interés primordial de a una cita clave en lo que atañe al fun- aquellos dada la identificación entre damento de la politicidad12: hombre y ciudadano. No olvidemos que subyace la idea estoica del ciuda- Esto es prescripción del orden natu- dano universal que supone a su vez el ral. Así creo Dios al hombre. Domine, anclaje en lo particular, traducido por dice, a los peces del mar, y a las aves del cielo, y a todo reptil que se mueve ejemplo en el amor y obligación mo- sobre la tierra. Y quiso que el hombre ral hacia la patria, interpretando a esta racional, hecho a su imagen, domina- como una partícula del universo. Di- ra únicamente a los irracionales, no el cho ideal estoico también es asumido hombre al hombre, sino el hombre a por Agustín, en tanto entraña la idea la bestia. Este es el motivo de que los de un derecho natural que prescribe, primeros justos hayan sido pastores por ejemplo, amar y cuidar en primer y no reyes. Dios con esto manifesta- término a los más allegados: familia, ba qué pide el orden de las criaturas amigos, etcétera y, extrapolarse, lue- y qué exige el conocimiento de los pecados. El yugo de la fe se impuso go, al género humano. El concepto de con justicia al pecador. Por eso en las ‘hospitalidad’ hacia el extranjero es escrituras no vemos empleada la pa- un referente demostrativo. labra siervo antes de que el justo Noé No obstante lo antedicho, en lo castigara con ese nombre el pecado de que respecta al Hiponense, su posi- su hijo. Este nombre lo ha merecido, ción en torno al ejercicio de la política es muy ambigua. Pues si bien algunas 12 Al respecto es interesante observar, tal vez veces interpreta el ejercicio de la po- por el carácter retórico del pensamiento de lítica como vocación, aunque mucho Agustín, cómo pueden encontrarse inter- más laxa que en el caso ciceroniano, pretaciones discordantes en relación a la política, aquella que identifica politicidad motivada en cierto sentido por valo- con sociabilidad y el reverso de la misma res trascendentales que van más allá que pone el acento en la escisión entre am- de los destinos de la patria terrenal, bas dimensiones. Desde esta perspectiva es muy sugerente la hermenéutica de Truyol ideario republicano, cobrando un punto de y Serra (1944), quién distingue en Agustín maximización en el humanismo cívico flo- una visión negativa, una visión positiva y rentino, especialmente a partir del 1400. una visión ecléctica de la política. 40 Miguel Ángel Rossi / La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona pues, la culpa, no la naturaleza (Ciu- vención del derecho y el orden de sus dad de Dios 19. 15). instituciones, que han sido, en parte, el motivo fundamental de la virtud El Estado como república civil de los romanos. Nuestra visión y la cuestión idolátrica pone énfasis en la escisión que realiza Agustín entre el derecho y la práctica E l problema de la idolatría es ante ciudadana con respecto a la literatura todo un problema religioso-po- y el teatro, vinculados, a su vez, con lítico, dado que tanto los griegos los tópicos religiosos. como los romanos se caracterizaron por una religión civil13. Agustín rea- Los romanos, empero, como en la su- liza un estudio comparativo entre la sodicha disputa sobre la república se cultura griega y la cultura romana14, gloría Escipión, no quisieron tener ex- para asignarle una mayor importan- puestas su vida y su fama a los baldo- nes de los poetas, estableciendo pena cia y dignidad a esta última, funda- capital contra el que osara componer mentalmente en lo referente a la in- semejante poesía. Pena esta que con harto buen sentido establecieron para 13 Puntualmente para el caso romano, es im- sí propios, pero con soberbia irre- portante la observación del profesor Finley ligiosidad para sus dioses. De ellos, (1986: 42): “El calendario estaba cargado de como supieran que llevaban, no solo días sagrados y festivales, cada uno con sus con paciencia, sino muy a gusto, los rituales estrictos, meticulosamente observa- baldones y afrentas lacerantes de los dos, a menudo con el retraso consiguiente, e incluso interrupción de los asuntos públi- poetas (Ciudad de Dios 2. 12). cos y privados. No se emprendía una acción pública, y pocas privadas, sin suplicar a los Agustín enfatiza –no sin cierta dioses de antemano, mediante oraciones y ironía– la estricta conexión entre la sacrificios, y sin compensar después por los literatura, el teatro y la vida de los dio- éxitos con regalos y dedicatorias”. ses, consciente de que dicha trilogía 14 Es por demás interesante la observación de Jaeger (1985: 54) en torno a las diferencias constituye, en parte, el núcleo de la metodológicas entre los griegos y los roma- cultura antigua, incluso conforman- nos sobre de la certidumbre religiosa. Al do el corazón de la paideía. Dichas respecto, afirma: “Después de que filósofos manifestaciones culturales, lejos de epicúrios y estoicos han mostrado lo que sus filosofías pueden decir sobre este problema, mentarse desde una dimensión ficcio- el interlocutor del libro III –se refiere al De nal, constituyen profundos procesos natura deorum de Cicerón– que es un escép- de identificación tendientes a generar tico en materia filosófica y a la vez el Ponti- determinados tipos de valores. Al res- fex maximus del Estado romano, rechaza sus argumentos racionales sobre la existencia y pecto, nada mejor que la siguiente cita la naturaleza de los dioses como algo sujeto, para justificar lo antedicho: por principio, a la sospecha lógica, y decla- ra que no puede aceptarlo como base de su Es precisamente en Virgilio, al que conducta religiosa. La única base que puede estudian los niños a fin de que, em- encontrar a esta es la aceptación de la reli- gión en que se funda el Estado romano o la bebidos desde esos tiernos años en el autoridad de la tradición”. mayor, más famoso y mejor poeta, no Circe N° XIX / 2015 / ISSN 1514-3333 (impresa) / ISSN 1851-1724 (en línea), pp. 33-53 41 se les olvide fácilmente, según el di- fueron asumidas y redefinidas por la cho de Horacio: ‘El olor que se pega Antigüedad tardía y el pensamien- una vez a una vasija, le dura después to medieval. No podemos perder de mucho tiempo (Ciudad de Dios 1. 3). vista que toda la primera parte del pensamiento medieval posee una Por otro lado, la problemática fuerte influencia neoplatónica, sin ir axiológica y sus agudas tensiones en- más lejos, la influencia de Plotino en tre paganismo y cristianismo impli- Agustín y de Aristóteles en Tomás de can profundas consecuencias cultu- Aquino. Verdad es que tales adapta- rales, sociales y políticas. Desde esta ciones o redefiniciones no fueron sin óptica es más que sugerente la obser- silenciar diversos aspectos nodales vación de MacIntyre: del pensamiento clásico15. Agustín efectúa una valorización No podemos demorar más la obser- positiva de las virtudes romanas, por vación de que el contraste más agudo supuesto que no sin cierta ambigüe- con el catálogo de Aristóteles no lo dad. Profundicemos en dicho entra- presenta Homero ni nosotros, sino el Nuevo Testamento. Porque el Nuevo mado. Al respecto, consideramos que Testamento, además de alabar virtu- el texto de Francisco Tomás Ramos des de las que Aristóteles nada sabe nos aporta una claridad magistral so- –fe, esperanza, amor– y no mencio- bre dicha temática. El autor hace un nar virtudes como la phrónesis, que rastreo de la noción de ‘virtud’ a tra- es crucial para Aristóteles, incluso vés del Epistolario agustiniano: “Todos alaba como virtud una cualidad que os autores, tanto os mais antigos como Aristóteles contabilizaba entre los os mais recentes, chaman atencão para vicios opuestos a la magnanimidad, o fato básico do juizio ambivalente de esto es, la humildad. Además, puesto que el Nuevo Testamento ve al rico Agostinho acerca do Império Romano, claramente destinado a las penas del assumindo a respeito, porém, posicões infierno, queda claro que las virtudes discordantes” (Ramos 1984: 206). capitales no están a su alcance; sin embargo, sí lo están al alcance de los 15 Sin duda alguna, una de las diferencias fun- esclavos. El Nuevo Testamento diver- damentales entre cristianismo y paganismo ge de Homero y Aristóteles no solo girará en torno a la noción de naturaleza. en los conceptos que incluyen en su En el caso del cristianismo, se concebirá la catálogo, sino además en la forma que naturaleza como el medio de sobrevivencia jerarquiza las virtudes (Tras la virtud. del hombre, acentuando un fuerte carácter MacIntyre 2001: 227-278). antropocéntrico, mientras que en el caso del paganismo vale la sugerencia de Ierar- do (2015: 40) “Y lo pagano, en algún punto, Sin restarle importancia a la ob- termina siendo una religión cósmica, una servación de MacIntyre, especial- religión de la naturaleza. No la naturale- mente en lo que respecta a la tensión za como idea o fundamento de un orden entre paganismo y cristianismo, po- superior, sino como poder vital, misterio, sugestión poética, veneración de fuerzas liteísmo y monoteísmo, no es menos sobrehumanas. La naturaleza divina. El cierto que algunas virtudes paganas universo donde juegan y viven los dioses”. 42 Miguel Ángel Rossi / La decadencia del Imperio romano desde la perspectiva de Agustín de Hipona
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