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La Critica De La Razon Pura De Kant PDF

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Jonathan Bennett La Crítica de la ra^ón pura de Kant 1. La Analítica Versión española de A. Montesinos Alianza Editorial Título original: Kant's A na ¿y tic © Cambridge University Press 1966 © Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1979 Calle Milán, 38; 3P 200 00 45 ISBN: 84-206-2983-9 (Obra completa) ISBN: 84-206-2233-8 (Tomo I) Depósito legal: M. 9.499-1979 Fotocompuesto en Imposa-Tecnigraf, S. A. Impreso en Hijos de E. Minuesa, S. L. - Ronda de Toledo, 24 - Madrid-5 Printed in Spain INDICE GENERAL Prefacio.................................................................................................................. 9 Tabla Analítica de Contenidos........................................................................ 11 ESTÉTICA 1. Juicios sintéticos a priori................................................................... 21 2. La teoría del sentido externo.............................................................. 34 3. El espacio y los objetos...................................................................... 53 4. La teoría del sentido interno.............................................................. 66 5. Las intuiciones del espacio y el tiempo....................................... 84 ANALÍTICA DE LOS CONCEPTOS 6. La deducción metafísica..................................................................... 95 7. Examen de las categorías................................................................... 109 8. La deducción transcendental: el hilo principal............................ 126 9. La deducción transcendental: aspectos ulteriores........................ 113 LA ANALÍTICA DE LOS PRINCIPIOS 10. Esquematismo ....................................................................................... 169 11. La necesidad causal.............................................................................. 182 12. Los axiomas, anticipaciones y postulados................................. 195 13. La primera analogía.............................................................................. 214 14. La refutación del idealismo.............................................................. 237 15. La segunda analogía........................................................................... 256 Indice Analítico.................................................................................................... 269 PREFACIO Este libro se ocupa de la primera mitad de la Critica de la Ka^ón Pura de Kant; se halla en preparación un tratamiento de la segunda mitad bajo el título de Kant’s Dia/ectic (La dialéctica de Kant)*. La presente obra debe poder ser leída por quienes no sepan nada acerca de la Critica. Constituye en cierto sentido una ‘introducción’, pero de tipo selectivo, ya que no expone todos los temas más importantes de la Crítica. Lo que yo espero que proporcione es un punto de vista adecuadamente unificado sobre una buena parte de los logros kantianos. Con este fin he criticado, aclarado, interpolado y revisado libremente. No me disculpo por haber adoptado este enfoque, por haber luchado contra Kant con uñas y dientes. Si en lugar de ello hubiese sido indulgente con él, o incluso si le hubiese concedido el beneficio de la duda, yo no podría haber aprendido cosas de su inescrutable obra maestra ni haber informado inteligiblemente sobre lo que en ella se dice. Como todas las grandes obras pioneras de la filosofía, la Critica está llena de errores y confusiones. Es un error pensar que un filósofo supremo no puede haberse equivocado de mala manera y con frecuen­ cia: La Critica tiene todavía mucho que enseñarnos, pero está equivoca- dá en casi todas sus páginas. * Esta obra ha sido ya publicada (Kant's Dia/ectic. Cambridge University Press, 1974), y su versión castellana aparecerá en esta misma colección. No tengo sentimientos sobre el hombre Immanuel Kant; y en mi exploración de su obra no hago sitio para nociones tales como caridad, simpatía, deferencia u hostilidad. Debido a que pretendo ser claro y, sin embargo, razonablemente breve, dedico poco espacio a reconocer deudas y a señalar desacuerdos con los que anteriormente han escrito sobre la Critica. De hecho, no guardo simpatía por los que he leído; pero he aprendido de las obras de Bird, Ewing, Kemp Smith, Kórner, Walsh, Weldon y Wolff más de lo que mi silencio comparativo sobre ellos podría sugerir. He contrastado, con dificultad, la traducción de Kemp Smith en todos los pasajes citados de la Critica. Yo no subrayo las expresiones ‘a priori’ y ‘a posteriori’; los otros pocos puntos en que me separo de Kemp Smith se señalan al ir apareciendo. Siguiendo la práctica usual, hago referencia a la primera edición de la Critica como ‘A’ y a la segunda como ‘B’. La presente obra fue escrita en tres grandes Partes y después, al comenzar la revisión, fue dividida en cincuenta y cuatro secciones. En el último minuto, introduje una división en capítulos. Esto no formaba parte de mi plan original, y no he ajustado el texto para acomodarlo. Sin embargo, los títulos de los capítulos son aproximada­ mente exactos, y pueden ayudar a un lector que desee ver si he tratado, y dónde lo he hecho, tal o cual tema kantiano. La Tabla Analítica de Contenidos, leída conjuntamente con el texto, puede ayudar a los lectores a comprender las principales líneas de argumentación y exposición del libro. Las Notas a pie de página sitúan cada pasaje citado o mencionado en el texto y sirven de referencia para buscar en el texto afirmaciones sobre las opiniones de Kant y de otros. Las Notas no contienen ninguna otra cosa más. Las pocas referencias de páginas que aparecen en el texto se repiten en las Notas, por lo que estas últimas proporcionan una lista completa de los pasajes a los que se hace referencia. A. J. Ayer, Malcolm Budd, N. Buder, A. C. Ewing, John Kenyon, M. J. Scott-Taggart, P. F. Strawson, W. H. Walsh y R. Ziedins han leído y hecho útiles críticas de los borradores de partes del libro o de la totalidad de éste; y tengo una deuda especial con Gilliam Bennett, Ian Hacking y Michael Tanner por sus críticas globales a los últimos borradores. También estoy agradecido a Saúl Steinberg por su comenta­ rio sobre la inestable relación entre lo a priori y lo empírico, que aparece en la portada. J. F. B. Cambridge Marzo 1966 TABLA ANALÍTICA DE CONTENIDOS Estética §1. La Estética se supone que trata de los sentidos, del mismo modo que la lógica lo hace del intelecto; pero es mejor considerarla como el tratamiento de algunos problemas sobre el espacio y el tiempo. §2. En su explicación de la distinción analítico/sintético, Kant pasa por alto la ambigüedad de las oraciones; explica la distinción en términos psicologis- tas; y algunas veces parece considerar como analítico sólo lo elementalmente analítico o verdadero por definición. §3. Un juicio a priori es ‘necesario’ en un sentido muy fuerte. La opinión de Kant de que los teoremas de Eudides son a priori pero no analíticos parece falsa salvo que ‘analítico’ signifique ‘verdadero por definición’. §4. Sin embargo, Kant parece pensar que los teore­ mas de Euclides son necesarios no porque sean (no elementalmente) analíticos, sino por alguna razón que no descansa en consideraciones conceptuales. Lo interpretaré de ese modo en §§ 5-8, pero más tarde re interpretaré sus conclusio­ nes en términos de lo que, siendo analítico, no lo es de modo elemental. §5. La teoría del sentido externo: el mundo externo tal como yo lo experi­ mento no es eudideo debido a la existencia de uniformidades en las cosas externas, sino al modo uniforme de operar de mi sentido externo. §6. Si esta teoría es a posteriori, también lo es la geometría eudidea; si es elementalmente analítica, da por sentado lo que se trata de probar; y decir que es sintética y a priori es oscuro. Yo defenderé que algo parecido es analítico, pero no de un modo elemental (§§11-13). §7. Por pensar que es sintética y a priori ofrecerla como una teoría filosófica de elevada generalidad, Kant no puede aceptar que la teoría del sentido externo se ocupe de los órganos sensoriales o de cualquier otro fenómeno. §8. El idealismo transcendental (fenomenalismo) de Kant afirma que aquello que puede decirse con sentido acerca de los fenóme­ nos, esto es, de las cosas que se pueden conocer a través de los sentidos, se res­ tringe a aquello que la experiencia puede enseñarnos sobre ellos. También piensa que no tenemos conceptos que no sean de cosas fenoménicas: de manera que no podemos aplicar, ni aun especulativamente, conceptos a lo no fenoménico, esto es, a lo nouménico. Sin embargo dice que debe haber noúmenos, o al menos que debemos ser capaces de ‘pensar’ los noúmenos. La teoría del sentido externo parece exigir un objeto nouménico; pero esto no sería asi si la teoría no hubiera de construirse como sintética y con ello no hubiese que reificar el sentido externo. §9. Un mundo espacial debe obedecer a una geometría, y Kant puede haber pensado que la de Euclides es, aunque sintética, la única consistente. Pero un mundo espacial podría obedecer a una geometría sólo de un modo general y aproximado; de modo que ¿por qué piensa Kant que no puede haber excepciones a los teoremas de Euclides? §10. Probablemente supone, de forma equivocada, que lo que decimos sobre el espacio debe basarse en lo que puede verse, en principio, de un golpe de vista. §11. Puede defenderse la premisa suprimida en §§9-10, a saber, que lo que es externo (objetivo, distinto-de-uno-mismo) debe ser espacial. Strawson presenta un caos auditivo en el que no hay lugar para conceptos de objetividad y que por tanto no contiene nada externo. §12. Un ordenamiento del caos que deja entrar conceptos de objetividad introduce también una dimensión espacial. Esta se basa en un ‘sonido maestro’, pero parece que sería mejor un ordenamiento ‘basado en el recorrido’. §13. El mundo auditivo sería todavía más objetivo si en él hubiese sitio para el movimiento y el cambio cualitativo, aunque si éstos no tuviesen limitaciones el mundo volvería a caer en el caos. §14. Cada uno de los desarrollos que se introducen en §§11-13 hace aumentar el engarce de los conceptos de objetividad en el mundo auditivo. Una teoría de Quine explica porqué: cada nuevo desarrollo aumenta el poder abreviador de esos conceptos. §15. La teoría de Strawson de que lo externo debe ser espacial, puede ser analítica, pero al contrario que los ejemplos que da Kant de lo analítico (a) no es obvia, y (b) se ocupa de las precondiciones que ha de cumplir un concepto para tener una función, aunque ésta sea negativa. Es útil pretender que era a esto a lo que se refería Kant con ‘sintético a priori’. Como la mayoría de los resultados analíticos que merecen la pena, el de Strawson no puede probarse de un modo concluyente; y aunque su analiticidad es importante su apriorismo no lo es. §16. Teoría del sentido interno: el sentido interno impone a toda la experien­ cia la temporalidad. Kant parece estar en lo cierto en que todos nuestros conceptos presuponen la temporalidad, y que sin embargo no es analítico que la única realidad sea temporal; pero esto no hace aceptable la teoría del sentido interno. El idealismo transcendental kantiano sobre el tiempo es también insatis­ factorio: aplicado al tiempo objetivo no es lo suficientemente amplio; aplicado al tiempo en general es trivial. §17. Cuando habla de los conceptos Kant es unas veces psicologista y otras wittgensteiniano. Alinea la distinción concepto/intuición con las distincio­ nes entendimiento/sensibilidad y activo/pasivo, diciendo que podría haber una intuición activa (no sensible, intelectual), aunque no para los humanos. Esto es demasiado oscuro para ser valorado. §18. A pesar de las críticas de §8, el uso negativo que propone Kant de ‘noúmeno’ señala un punto válido: que nuestro mundo es temporal es un hecho contingente, sin embargo no podemos ni tan siquiera considerar la posibilidad de que no sea un hecho. Pero se equivoca al equiparar ‘nouflnénico’ con ‘cognoscible por medio de una intuición no sensible’ y al suponer que tal intuición nos situaría ante las cosas tal como son en sí mismas. La equiparación de la intuición activa o intelectual con el entendimiento intuitivo está también equivocada: explota la ambigüedad de ‘intelectual’. §19. Kant considera las intuiciones del espacio y el tiempo como algo básico para sus conceptos. Esto parece querer transmitir una afirmación sobre la lógica de expresiones como ‘un espacio’ y ‘un tiempo’; afirmación que Kant errónea­ mente cree que explica por qué el espacio y el tiempo son necesariamente singulares. §20. De cualquier modo, el supuesto de Kant de que el espacio es necesariamente singular (e infinito) es falso; el supuesto correspondiente respecto del tiempo puede ser verdadero, pero no prueba su conclusión de que el tiempo es ‘intuición a priori, no concepto’. Analítica de los conceptos §21. En los usos defendibles de ‘concepto’, v.g. el de Kant, los conceptos se corresponden con tipos funcionales de juicio. Tener el concepto de causa, digamos, es ser capaz de manejar juicios que ejecuten la misma labor que aquellos que se expresan en enunciados en los que aparece ‘causa’. Por ello Kant puede hablar de conceptos de totalidad (asociados con los juicios universa­ les), negación (juicios negativos), etc. §22. Kant enumera doce tipos funcionales de juicio. Piensa que son las ‘formas’ básicas que un juicio puede tener: todos los demás rasgos, o pertenecen a su ‘contenido’ o, si son formales, son definibles en términos de los doce de Kant. §23. Piensa que sus doce tipos de juicio (y por tanto, los correspondientes conceptos) son indispensables debido precisa­ mente a que sor las ‘formas’ básicas de los juicios. Aparte de la poca firmeza de la distinción forma/contenido, el argumento falla. Los doce de Kant se agrupan en cuatro tríos, y lo más que él puede afirmar es la indispensabilidad de uno de cada trío. Esto es demasiado poco para sus propósitos, y si es verdadero debe ser verdadero por definición. Para obtener resultados no triviales del tipo que desea Kant, debemos analizar ‘juzgar’ o ‘emplear conceptos’ o expresiones parecidas, pero no podemos argumentar a partir de una lista como trata de hacer Kant. §24. ‘Concepto’ sólo es útil a la hora de describir un lenguaje en el que puedan expresarse juicios generales y juicios en tiempo pasado. Kant parece pensar que los juicios exigen un lenguaje, y que todos los lenguajes deben emplear conceptos. Por ello comete el doble error de equiparar 'x efectúa juicios’ con ‘x tiene conceptos’. Sin embargo, sus opiniones sobre la autoconcien­ cia (§§28-31) le capacitan para concentrarse en el caso especial de los juicios expresados en un lenguaje que emplee conceptos. §25. Algunos de los doce favorecidos por Kant (sus ‘categorías’) pueden ser defendidos como indispensa­ bles para cualquier lenguaje que emplee conceptos, pero otros no lo son. §26. Aunque Kant se propone probar aquí la indispensabilidad de todas sus doce categorías, más tarde replantea el caso sólo para las de relación, debido quizás a que éstas no se corresponden como debieran con los tipos de juicio de relación. §27. Nos hemos ocupado de lo qué es tener conceptos y no de cómo se adquieren. Puede haber verdades analíticas interesantes en relación a la especie aprendizaje de conceptos, pero no en relación al género adquisición de conceptos. El debate sobre las ‘ideas innatas’ se ha visto alimentado por el desprecio a la diferencia que hay entre adquisición y aprendizaje. §28. La Deducción Transcendental pretende mostrar, hablando sin rigor, que no puede haber experiencia que no se halle subsumida bajo conceptos. Las premisas de Kant son que todo estado sensorial debe (a) ser un estado de una mente unificada y (b) ir acompañado por la autoconciencia. (b) es cierto al menos para los tipos de experiencia de los que se ocupa Kant, es decir, de aquellos sobre los que se puede preguntar inteligiblemente ‘¿Cómo sería, “desde dentro”, ser así?’ §29. En un acto ‘empírico’ de ‘síntesis’, uno razona su propio camino hasta la conciencia de que se obtiene una unidad, v.g. la de las diferentes propiedades de una única cosa. La conciencia de que los estados mentales propios pertenecen a una única mente no puede lograrse de esa manera, y Kant dice que en este caso se halla involucrada una ‘síntesis transcendental’. §30. Según la poco valiosa interpretación genética, la ‘síntesis transcendental’ es un acto intelectual atemporal. Kant sugiere también una mejor interpretación analítica: decir que el que x sea consciente de una unidad encierra una ‘síntesis transcendental' es lo mismo que decir (a) que los elementos unificados deben satisfacer criterios de unidad y (b) que x posee tales criterios, es decir, que podría usarlos en las síntesis ‘empíricas’ que requieren tiempo. Se necesita tal posesión para la conciencia del propio pasado y por tanto la necesita cualquier criatura autoconsciente. §31. No existen criterios para res­ ponder a ‘¿Son míos estos dos estados sensoriales?’, porque no puede darse tal problema; pero sí existen criterios para responder a ‘¿Era mío ese dolor?’ si es que significa ‘¿Tenía entonces un dolor?’ o ‘¿Existió “ese” dolor?’. Las cuestiones acerca de mis estados pasados llevan consigo, entre otras cosas, criterios de identidad mental. Conclusión de §§28-31: Cualquier estado en que yo pueda inteligiblemente suponer que podría encontrarme debe llevar consigo autoconciencia y con ella conocimiento de mis estados pasados, y por tanto la capacidad intelectual y la oportunidad de tener y valorar tal conocimiento. Por lo tanto, no puedo preguntarme cómo sería (‘desde dentro’) carecer de tales capacidades, o poseer una experiencia que no me permitiera ejercerlas. §32. El análisis kantiano de la objetividad supone un gran avance respecto a Berkeley y Hume: Para Kant un concepto es más una regla que una ‘idea’ o imagen, y por tanto puede entender los objetos como construcciones lógicas efectuadas a partir de intuiciones y no como colecciones de éstas. Destaca correctamente la primera persona del singular: mi imagen del mundo y mi esquema conceptual deben construirse, de un modo que yo entienda, a partir de lo que^o conozco. §33. En la Deducción Transcendental Kant intenta antici­ par su argumento posterior en favor de que ‘Un ser autoconsciente debe tener experiencia de un ámbito objetivo’, (a) explotando la ambigüedad de ‘objeto’, (b) invirtiendo de manera no válida ‘El conocimiento de objetos requiere perso­ nas’, y (c) dando significados restringidos a ‘juicio’ y ‘experiencia’.

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