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La biografia de Napoleon PDF

546 Pages·2009·6.01 MB·Spanish
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CONTRAPORTADA. Estadista brillante, figura trágica exaltada por el Romanticismo, déspota y militar ambicioso al mando de grandes campañas expansionistas, Napoleón suscita el odio o la admiración, pero nunca la indiferencia. La simple mención de Waterloo y Austerlitz evoca amplios escenarios bélicos, victorias sublimes y derrotas devastadoras; el nombre de Santa Elena recuerda la soledad del héroe en cautiverio y su muerte en el abandono. Napoleón, que se autodenominó Hijo de la Revolución, sentó las bases de la estrategia de guerra convencional y fue autor del código que lleva su nombre y que propagó por toda Europa. Vincent Cronin combina su indudable habilidad narrativa y una amplia y nueva documentación sobre el personaje para trazar un retrato psicológico y profundamente humano de ese gran estadista. «Muchos autores han creído necesario fundir la vida de Napoleón con la corriente principal de la historia europea. Cronin se ha ocupado fundamentalmente del hombre y su vida, y quizá ése sea el motivo por el cual este libro parece tan fresco y vivido. Ya era hora de que un escritor de talento se enfrentara con el aspecto humano de ese gran personaje, y complace observar cómo Cronin ha aprovechado la oportunidad para elaborar un libro excelente.». The Economist. Título original: Napoleón Traducción: Aníbal Leal I." edición: febrero 2003 © 1971 by Vincent Cronin. © Ediciones B, S.A., 2003 para el sello Javier Vergara Editor Bailen, 84 - 08009 Barcelona (España) wwiw. edicionesb. com www. edicionesb-america. com Publicado originalmente por Harper Collins Publishers Ltd. El autor manifiesta su derecho moral a ser identificado como autor de esta obra. Impreso en los talleres de Quebecor Worid. ISBN: 84-666-1044-8 Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. ÍNDICE PREFACIO. CAPÍTULO UNO. Una niñez feliz. CAPÍTULO DOS. Academias militares. CAPÍTULO TRES. El joven reformador. CAPÍTULO CUATRO. Fracaso en Córcega. CAPÍTULO CINCO. Salvando la Revolución. CAPÍTULO SEIS. Enamorado. CAPÍTULO SIETE. Josefina. CAPÍTULO OCHO. La campaña de Italia. CAPÍTULO NUEVE. Los frutos de la victoria. CAPÍTULO DIEZ. Mas allá de las pirámides. CAPÍTULO ONCE. Una nueva Constitución. CAPÍTULO DOCE. El primer cónsul. CAPÍTULO TRECE. La reconstrucción de Francia. CAPÍTULO CATORCE. La apertura de las iglesias. CAPÍTULO QUINCE. ¿Paz o guerra?. CAPÍTULO DIECISÉIS. Emperador de los franceses. CAPÍTULO DIECISIETE. El imperio de Napoleón. CAPÍTULO DIECIOCHO. Amigos y enemigos. CAPÍTULO DIECINUEVE. El estilo imperio. CAPÍTULO VEINTE. El camino a Moscú. CAPÍTULO VEINTIUNO. La retirada. CAPÍTULO VEINTIDÓS. Eiderrumbe. CAPÍTULO VEINTITRÉS. La abdicación. CAPÍTULO VEINTICUATRO. Soberano de Elba. CAPÍTULO VEINTICINCO. Ciento treinta y seis días. CAPÍTULO VEINTISÉIS. La última batalla. CAPÍTULO VEINTISIETE. El fin. APÉNDICE. Prefacio Cuando Napoleón pisó por primera vez la cubierta de una nave de guerra inglesa observó a los marineros que recogían el ancla y desplegaban las velas, y le pareció que ese barco era un lugar mucho más tranquilo que una nave francesa. El libro que aquí comienza es más tranquilo que la mayoría de las obras acerca de Napoleón, en el sentido de que hay menos fuego de artillería. Es una biografía de Napoleón, no una historia del período napoleónico, y creo que como biografía debe referirse a los hechos que ilustran el carácter. No todas las batallas de Napoleón satisfacen ese requisito, y el propio Napoleón declaró que en~el campo de batalla él no representaba más que la mitad del asunto: «El ejército es el factor que gana la batalla.» Pero ¿por qué presentamos una nueva biografía? Por dos razones. En primer lugar, desde 1951 ha llegado a conocerse un material nuevo muy importante, no en el sentido de que agregue detalles especiales aquí o allá, sino porque nos obliga a enfocar de un modo esencialmente distinto a Napoleón como hombre. Nos referimos a los Cuadernos de Notas de Alexandre des Mazis, el amigo más íntimo de Napoleón durante su juventud; las cartas de Napoleón a Désirée Clary, la primera mujer de su vida; las Memorias de Louis Marchand, valet de Napoleón; y el diario bosweiliano del general Bertrand en Santa Helena. Salvo la última parte del diario de Bertrand, nada de todo esto ha sido publicado en Inglaterra. También es importante la sección central, que faltó durante mucho tiempo, del relato autobiográfico de Napoleón titulado Clisson et Eugenio, una obra en la cual un frustrado oficial joven de veinticinco años volcó sus aspiraciones, y que se publica aquí por primera vez. La segunda razón es más personal. Se ha escrito mucho acerca de la vida de Napoleón, y aunque parezca presuntuoso, me sentí insatisfecho con la imagen que se ofrece de él. No pude hallar en todo ello a un hombre vivo y real. A mi entender, había evidentes contradicciones de carácter. Tomemos un ejemplo entre muchos. Los biógrafos repiten la frase de Napoleón: «La amistad no es más que una palabra. No profeso amor a nadie.» Pero al mismo tiempo, era obvio, a juzgar por las páginas escritas por el mismo Napoleón, que él tenía muchos amigos íntimos, creo que más que cualquier otro gobernante de Francia, y que sentía por ellos tanto afecto como ellos por Napoleón. Muchos biógrafos se sintieron visiblemente consternados por esta aparente contradicción, y trataron de explicarla diciendo que Napoleón era diferente de otros hombres: «Napoleón fue un monstruo de egoísmo», o «Napoleón fue un monstruo de falsedad». Por una parte, no creo en los monstruos. Como dije, deseaba describir a un Napoleón a quien pudiese representar como un ser vivo y real. Naturalmente, sabía que era lógico esperar la formulación de opiniones muy discrepantes acerca de la vida pública de Napoleón; pero no había motivos para presumir la existencia de divergencias en relación con aspectos de su vida personal. De manera que comencé a examinar las fuentes. Comprobé que un número sorprendente de las fuentes de uso corriente tenían, para decirlo con la mayor discreción posible, un valor dudoso. La frase de Napoleón, «La amistad no es más que una palabra», aparece únicamente en las Memorias de Bourrienne, ex secretario de Napoleón. Ahora bien, Bourrienne estafó medio millón de francos a Napoleón; como castigo fue enviado al extranjero, allí estafó otro millón, y finalmente fue relevado de su cargo. Después de la caída de Napoleón se unió a los Borbones, pero nuevamente hubo que despedirlo por su deshonestidad. Para ayudarse a pagar las deudas contraídas decidió publicar sus Memorias. Pero Bourrienne no las escribió, solamente suministró las notas utilizadas en una pane del trabajo, y la redacción estuvo a cargo de un periodista que simpatizaba con los Borbones. Poco después de la publicación, fue necesario encerrar a Bourrienne en un manicomio. Inmediatamente después de sus Memorias apareció un grupo de hombres que conocían los hechos, y que publicaron un libro de setecientas veinte páginas consagrado totalmente a corregir los errores de hecho de Bourrienne. Reconocemos que éste es un ejemplo extremo, pero hay ocho memorias más que no serían aceptadas como pruebas razonables por el jurado de un tribunal inglés; sin embargo, han sido utilizadas insistentemente por los biógrafos. Mientras continuaba mi evaluación crítica de las fuentes —que aparece en el Apéndice— pude aclarar muchas de las contradicciones que me habían desconcertado. Pero en el curso de este proceso, comprobé que tenía que modificar mi opinión anterior de Napoleón. Comenzaron a perfilarse cualidades y defectos distintos, y entonces llegué a la conclusión de que intentaría escribir una nueva biografía de Napoleón, una de las primeras que se basarían en una evaluación crítica de las fuentes, y que también combinaría el nuevo material al que me he referido antes. Se ocuparía más de las cuestiones civiles que de las militares, porque el propio Napoleón consagró más tiempo a los temas civiles. Incluso cuando era teniente segundo, Napoleón se ocupaba más de los progresos sociales en su país que de las conquistas en el exterior, y aunque las circunstancias lo forzaron a combatir durante la mayor parte de su reinado, siempre insistió en que él era esencialmente un estadista. Al describir la labor constructiva de Napoleón, e incluso sus intenciones frustradas, he aprovechado, siempre que me fue posible, los diarios o las Memorias de los hombres que lo conocieron mejor: como Desaix en Italia, Roerderer durante el Consulado o Caulaincourt durante los últimos años del Imperio. Napoleón soñó cierta vez que un oso lo devoraba. Éste, y dos sueños más —en uno se ahogaba y el otro se refería a Josefina— es todo lo que sabemos acerca de su vida onírica. Pero entre otras cosas Napoleón era una rata de biblioteca. Durante sus momentos de ocio, fuese en Malmaison o en campaña, generalmente podía vérselo enfrascado en un libro, y sabemos exactamente cuáles eran los libros y las obras teatrales que lo conmovían. Examino esta cuestión con cierto detalle, en la creencia de que, a semejanza de los sueños, iluminan los anhelos y los temores de nuestro personaje. He utilizado los siguientes manuscritos pertenecientes a colecciones públicas: en la Bibliothéque Thiers la abundante colección formada por Frédéric Masson, que incluye el diario del doctor James Verling, que vivió en Longwood de julio de 1818 a septiembre de 1819, y el ejemplar original del diario de Gourgaud: ambos materiales suministran valiosos detalles acerca de la salud y la moral de Napoleón; en el Instituí de France, los papeles de Cuvier, que revelan de qué modo Napoleón organizó la educación; en la Public Record Office, los despachos de Lowe a lord Bathurst y los documentos del Foreign Office relacionados con Suiza, que aclaran la ruptura del Tratado de Amiens; en el Museo Británico, dos breves autógrafos de Napoleón; los papeles Windham, que revelan la estrecha relación entre la clase gobernante inglesa y los emigrados franceses; y los papeles Liverpool, sobre todo Add. MS. 38.569, el volumen de cartas cifradas de Drake, en Munich, a Hawkesbury, para mantenerlo al tanto de la conspiración destinada a detrocar a Napoleón; y el diario y los informes del capitán Nicholls, en Santa Helena. Deseo agradecer la generosa ayuda del doctor Frank G. Healey, del doctor Paúl Arrighi, de monsieur Etienne Leca, Conservateur de la Bibliothéque Municipale deAjaccio, de monsieur J. Leblanc del Musée de Ajaccio, del señor Nigel Samuel, que amablemente me permitió utilizar su manuscrito de parte de Clisson et Eugénie, de madame L. Hautecoeur de la Bibliothéque del Instituí de France, de mademoiselle Héléne Michaud de la Bibliothéque Thiers, de la señorita Banner del Royal College ofMusic, de la señora Barbara Lowe, que dactilografió el libro; y en relación con una serie de detalles acerca de la vida de Napoleón, a mi amigo el señor Basil Rooke-Ley.

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