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La arqueología negada del Nuevo Mundo PDF

292 Pages·2002·1.102 MB·Spanish
by  FreyHerbert
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Frey-Preliminares 15/1/03 14:20 Page 3 historia Esta página dejada en blanco al propósito. Frey-Preliminares 15/1/03 14:20 Page 5 LA ARQUEOLOGÍA NEGADA DEL NUEVO MUNDO EUROPA, AMÉRICA Y EL SURGIMIENTO DE LA MODERNIDAD por HERBERT FREY Frey-Preliminares 15/1/03 14:20 Page 6 edición al cuidado de ricardo valdés portada de ivonne murillo primera edición, 2002 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 968-23-2423-8 primera edición, 1995 © consejo nacional para la cultura y las artes derechos reservados conforme a la ley, queda prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio mecánico o electrónico sin permiso escrito de la casa editorial. impreso y hecho en méxico Frey-Preliminares 15/1/03 14:20 Page 7 A María Teresa A mis amigos entrañables de Viena, Gottfried y Rudolf Esta página dejada en blanco al propósito. Frey-Introd 15/1/03 14:23 Page 9 INTRODUCCIÓN En un momento histórico en que los gobiernos latinoamericanos dis- cuten sobre los conceptos de lo moderno y la modernización, el pre- sente libro trata de clarificar las raíces de la modernidad en Europa, ya que fue precisamente este continente el primero en lograr abrirse pa- so hacia un pensamiento universal, aventajando con ello al resto del mundo y brindándole los parámetros para su ulterior desarrollo. La relación de Latinoamérica con Europa siempre fue sobresalien- te y estuvo marcada por una dialéctica peculiar que oscilaba entre la admiración y la imitación por un lado, y el profundo resentimiento y la humillación por el otro. Después de 500 años no han sido olvida- das las secuelas de la conquista europea, que destruyó las culturas ver- náculas y estableció un sistema de pensamiento que dejó en ruinas las estructuras originarias de identidad. John H. Elliot, sin duda uno de los más importantes historiadores ingleses del nuevo mundo, describió en su libro El nuevo mundo en el viejo mundo(Berlín, 1992) de la siguiente manera la relación del do- ble continente americano con Europa: “Porque esta relación fue siem- pre muy específica, precisamente en el sentido de que América fue, en el fondo y de manera distinta que Asia y África, un producto de Europa. América y Europa están ligadas indisolublemente por toda la eternidad, sus historias están entretejidas” (Elliot, 1992: 16). La tesis del insigne decano de los historiadores mexicanos, Ed- mundo O’Gorman, es aún más radical, ya que en resumidas cuentas afirma que los europeos no descubrieron América en el siglo XVI, si- no que la inventaron (E. O’Gorman, La invención de América, 1958). El sentido de esa tesis es, por cierto, que fue Europa la que dio pri- meramente a América la posibilidad de adquirir conciencia de sí mis- ma, al abarcar culturas independientes dentro de un imperio de ul- tramar, uniéndolas mediante el idioma y la religión. El dominio militar de España como representante de Europa no sólo condujo a la subor- dinación de las civilizaciones indígenas, sino que también implicó que la monarquía hispana se adjudicara el monopolio de la definición de aquellos pueblos. Pero esto significó que las culturas indias se convirtie- ran mediante la conquista en un sustrato pasivo, al que la civilización española impuso su sello. Las contradicciones entre modernidad y tra- dicionalismo se multiplicaron debido a la dialéctica entre la definición [9] Frey-Introd 15/1/03 14:23 Page 10 10 INTRODUCCIÓN externa y la resistencia a esta dominación, conflictos que todavía hoy determinan las disputas latinoamericanas en el ámbito ideológico. El hecho de que el continente latinoamericano haya sido incorpo- rado inmediatamente después de su conquista a un “sistema mundial moderno” (Wallerstein) –el cual determinó el desarrollo económico de esas regiones–, es reconocido universalmente, y es casi un toposen todos los debates acerca de América Latina. Por supuesto que fueron las estructuras internas de la Edad Media las que determinaron la con- formación de los distintos sistemas coloniales. Tal es al menos la tesis que traté de desarrollar para el caso de España y su sistema colonial en mi libro La feudalidad europea y el régimen señorial español(1988). La pre- sente obra intenta ampliar los aspectos puramente históricos de eco- nomía y sociedad, mediante una reflexión acerca de los fundamentos ideológicos de la evolución de Europa. De la misma manera en que se comienza a establecer un sistema mundial incipiente a partir de los siglos XIIy XIII, que paulatinamen- te permea todas las regiones del mundo –proceso que ciertamente duraría cientos de años–, el siglo XII europeo también es punto de partida de un desenvolvimiento, llamémoslo de inicio de la moder- nidad, que marca, en tanto sistema de pensamiento, un hito en el de- sarrollo ideológico de la sociedad mundial. Con su paso del feudalismo al capitalismo, Europa no sólo crea un sistema económico que pone bajo su influencia al resto del mundo que así determina, sino también produce un sistema de pensamien- to universal en cuanto a sus estructuras básicas. Es esta universalidad del pensamiento occidental la que hace necesario su estudio porque, analizada o no, no deja de actuar. Ningún continente poseedor de su propia tradición cultural (con lo que Angloamérica y Australia salen del contexto de la discusión) fue tan influido por Europa como América Latina, pero este hecho está ligado a un dolor terrible y a una considerable cantidad de re- presión. Ello naturalmente no es igualmente válido para todos los países latinoamericanos, ya que es más intenso en aquellas regiones que fueron centros de las culturas precolombinas. Después de 500 años, las heridas infligidas por los conquistadores españoles y portu- gueses todavía no han sanado, por lo que existe un resentimiento la- tente, como lo mostraron los acontecimientos en torno a la conme- moración del medio milenio del descubrimiento de América. Allí donde existieron las culturas indígenas más avanzadas del continente latinoamericano, aún hoy provocan la identificación y Frey-Introd 15/1/03 14:23 Page 11 INTRODUCCIÓN 11 constituyen una identidad en el plano ideológico, la cual posibilita la delimitación de otras esferas culturales, a la vez que constituye un proceso de autoencuentro. La arqueología de las antiguas altas cul- turas abre la posibilidad de la autoconciencia frente al resto del mun- do. Sin embargo, en tanto se ve como indispensable el estudio de las culturas precolombinas para la identidad nacional, se niega otra veta de la historia propia, que también determina la identidad y se re- prime en el inconsciente. La tesis de que es la tradición europea la que representa la ar- queología negada de Latinoamérica produce un malestar que sólo se encara con desgano, pues en la medida que contradice todas las concepciones ideológicas nacionalistas y obliga a reflexiones, se pre- feriría no enfrentar. Empero, “no se debe preguntar si la verdad sirve o perjudica” (Nietzsche), y esto exige una disposición intelectual que intente lle- gar al fondo de los fenómenos, esto es, a describir esas largas ondas que todavía hoy determinan las estructuras fundamentales del pre- sente. Quien hable de modernidad y modernización debe saber dón- de encontrar las raíces de la modernidad en Europa y qué conse- cuencias sociales tuvo su despliegue en la historia. En este sentido, el presente trabajo busca caracterizar la arqueolo- gía negada de Latinoamérica, esto es, reconstruir aquellos procesos que se hicieron efectivos con cierto retraso temporal para el espacio latinoamericano. Por eso, la caracterización aquí desarrollada parte de dos premi- sas que, sin ser del todo novedosas, todavía no representan un nue- vo topos en las ciencias sociohistóricas. En primer lugar, la tesis de que es el sistema feudal el que, debido a la ausencia de centralismo político, posibilita procesos, precisamente por sus componentes anárquicos, que desembocan en el establecimiento de estructuras capitalistas. Y aún más, en la dinámica interna de tal sistema deben buscarse los orígenes de la expansión europea, cuyo inicio no pue- de ser ubicado en el momento de los grandes descubrimientos de la Edad Moderna, sino ya en la época de las cruzadas, que cobijaron la formación del imperio colonial veneciano y genovés en el Medite- rráneo. En segundo lugar, el hecho de que el inicio de la llamada Era Mo- derna y el surgimiento de la modernidad de ninguna manera fueron coincidentes. Más bien es el siglo XII, con sus innovaciones intelectua- les, el que devela las estructuras básicas de la modernidad, anticipan-

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