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Kinsey, las estadísticas de la intimidad y la moral sexual contemporánea. Agustín Malón PDF

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Preview Kinsey, las estadísticas de la intimidad y la moral sexual contemporánea. Agustín Malón

Anuario de Sexología © Anuario de Sexología A.E.P.S. 2008 | nº10 | pp. 79-103 ISSN: 1137-0963 KinsEy, las Estadísticas dE la intimidad y la moral sExual contEmporánEa agustín malón marco Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación Universidad de Zaragoza C/Valentin Carderera, 4 22003, Huesca, España agustí[email protected] “Iniciamos nuestra investigación, según hemos dicho, con el objeto de mejorar nuestros conocimientos en un dominio donde tales conocimientos escasean. Luego, hemos proseguido nuestra labor también porque comprendimos que la sociedad en general y muchos de los individuos que la integran habrán de beneficiarse con un mejor conocimiento de la conducta sexual del hombre y la mujer.” Kinsey, A., Pomeroy, W., Martin, C. y Gebhard, P.H. (1967b; orig. 1953) Conducta sexual de la mujer. Buenos Aires: Siglo XX. p. 21. “Pues cabe pensar que el fracaso de los grandes modelos de ciencia social se debe, al menos en parte, a su éxito práctico y (por qué no decirlo) comercial, de tal modo que las consecuencias no intencionadas de la ciencia social, derivadas de su conocimiento, hayan sido superiores y más importantes (al menos pasado cierto tiempo) a las intencionadas.” Lamo de Espinosa, E. (1990) La sociedad reflexiva. Madrid: Siglo XXI p. 137. Resumen Cumplidos sesenta años desde la publicación del primer informe Kinsey en 1948 dedicado a la conducta sexual del hombre, este artículo desarrolla un análisis crítico del papel de este autor en nuestra más reciente historia, tratando de entender básicamente cuáles son sus apor- taciones, tanto explícitas como implícitas, o incluso no buscadas por él, en el orden de la moral sexual contemporánea. La tesis fundamental es que Kinsey fue ante todo un testigo de su tiempo que constató, desde una metodología y epistemología particulares, muchos de los signos que, concretamente en la sociedad estadounidense, anunciaban el nuevo orden de los sexos, de sus deseos y sus placeres. Kinsey estudió esa profunda transformación originada en cambios socioculturales y económicos de más largo alcance, proponiendo al mismo tiempo su particular manera de responder a los novedosos anhelos y obstáculos generados para la convi- vencia sexual. En este sentido se defiende el interés que tiene el estudiar a Kinsey como vía para acceder a una mejor comprensión de nuestra historia y para reflexionar críticamente sobre el papel de la ciencia, en este caso la sexológica, en la sociedad moderna. Palabras clave: Kinsey, sexo, moral sexual, sexología. 79 aGustín maLón marco Abstract KINSEY, THE STATISTICS OF INTIMACY AND CONTEMPORARY SExUAL MORALITY Reviewing the sixty years since the publication of Kinsey’s groundbreaking 1948 report on the sexual behavior of the human male, this article develops a critical analysis of the role of this author in our more recent history, trying to understand the explicit, implicit, and even unanticipated, contributions he made to contemporary sexual morality. Kinsey was first of all a witness of his time who showed us, from his particular methodology and epistemology, many of the signs that foreshadowed a new order of the sexes, and of their desires and pleasures, in American society. This deep transformation originated in sociocul- tural and economic changes of greater scope, and Kinsey proposed innovative ways of dealing with both the desires and obstacles generated by these changes. The study of Kinsey is a route to a better comprehension of our history and of a more critical examination of the role of scientific sexology in modern society. Keywords: Kinsey, sex, sexual morality, sexology. 1. Introducción industrializado sin una guerra reciente en su territorio y como el nuevo imperio mun- La obra de Alfred Kinsey y sus colegas, cuya dial a nivel militar, económico, cultural y parte conocida —que al parecer supone una científico. pequeñísima porción de toda la información recopilada (Bullough, 2004, p. 285)— se En este artículo me serviré del trabajo de recoge en los dos famosos informes sobre Kinsey y de sus colegas como excusa e hilo el hombre (1948) y la mujer (1953), puede conductor para reflexionar y profundizar en ser estudiada y discutida desde muy diver- una cuestión que me parece de interés. Me sas perspectivas. Personificada en la figura refiero en términos generales al papel de de Kinsey, éste personaje es convertido según la ciencia, en este caso la sexológica, en las la aproximación adoptada en adversario, cuestiones que atañen a las costumbres, la interlocutor, héroe, chivo expiatorio, colega moralidad y la ética en materia de sexuali- o fenómeno histórico —hijo/padre de su dad y vida amorosa. Me interesará reflexio- tiempo— entre otras cosas. La prolifera- nar sobre el papel que la ciencia estadística, ción de investigaciones, biografías, películas aplicada a la conducta erótica de las personas, y documentales en torno a su figura y sus ha ido ocupando a lo largo del pasado siglo aportaciones dan cuenta cuando menos de la XX en las cuestiones morales y en los deba- enorme relevancia que su trabajo ha tenido tes culturales a propósito de una política de en sociedades como la estadounidense. Kin- los sexos y, más específicamente, de su con- sey es para algunos “uno de los más influ- dición erótica y amatoria. En cierta ocasión yentes americanos del siglo XX” (Bullough, alguien sugirió que cuando el epicentro de 2004, p. 277) y sin duda es un hito en la la sexología mundial se trasladó de Europa historia de la investigación sexológica esta- a los Estados Unidos, ello supuso el paso de bleciendo un modo particular de entender “los cuentos a las cuentas.” Esto es, de los rela- e investigar el “sexo” que se extendería al tos a los números y las estadísticas; en rea- resto del mundo desarrollado tras al segunda lidad otra forma de contar cuentos aunque Guerra Mundial, cuando los Estados Unidos sea mediante porcentajes. Este trabajo parte quedaron prácticamente como el único país de esa reflexión y trata de elaborarla por dis- 80 Kinsey, Las estadísticas de La intimidad y La moraL sexuaL contemporánea tintas vías para profundizar hasta donde sea la dimensión moral de sus planteamientos. posible en esa relación que se da entre un Además sus dos volúmenes son obras de tal discurso científico —habitualmente susten- envergadura, con tantos niveles de análisis tado en estadísticas— y el estilo de vida y de y tal multiplicidad de reflexiones y apor- pensamiento de una sociedad y de sus indi- taciones, que su revisión crítica y detallada viduos. El objetivo último es tratar de situar es una tarea que sobrepasa las intenciones y a Kinsey y su aportación en el marco de la posibilidades de este artículo. Son muchas más reciente historia de lo que Robinson lla- y notables sus influencias en el ámbito de maría la modernización del sexo (Robinson, los saberes legales, médicos y psicológicos 1995). (Allyn, 1996, p. 419-421), siendo posible que, dada la magnitud y complejidad de su Comenzaré diciendo que este texto parte trabajo, este análisis no haga mérito a todas de una sincera admiración por el trabajo de sus aportaciones e incluso peque de cierto este sexólogo y su equipo, resultado en mi desconocimiento de algunos detalles que, en opinión de una convicción personal y una cualquier caso, no creo indispensables para capacidad de trabajo que los sexólogos nunca lo que es su tesis general. deberíamos olvidar y admirar, dando como resultado una obra que estamos obligados a conocer al menos en sus aspectos fundamen- 2. Kinsey y la ciencia social al tales. No nos interesarán aquí los ataques servicio del matrimonio a Kinsey de corte ideológico. Entrar en ese debate supone aceptar el reto o la trampa de Según Julia Ericksen (1999, p. 36 y ss.) o defender a Kinsey, entrando en un juego de Aron Krich (1966), la investigación de Kin- todo o nada que a mí personalmente no me sey es un hito más, sin duda de gran rele- interesa lo más mínimo. Sí nos interesarán vancia, en la historia del esfuerzo de la cien- no obstante aquellos autores que por el con- cia social por resolver los problemas de las trario, proviniendo de ámbitos académicos, sociedades modernas. A comienzos del siglo morales y políticos diversos, han abordado XX, en los Estados Unidos, el conocimiento críticamente su obra pero sin dejar de tomár- científico en general había ido adquiriendo sela en serio —véase por ejemplo Kubie un creciente prestigio como herramienta (1955) para una equilibrada crítica en su para la construcción de una sociedad mejor, época—. Discutir con Kinsey no significa ni afrontando aquellos obstáculos que, supues- atacarle ni defenderle. Discutir con Kinsey tamente, impedían el progreso social y la y con lo que su obra y sus ideas supusieron, mejora de la existencia individual y colec- significa ni más ni menos que establecer un tiva. Era una perspectiva acorde con las teo- debate honesto y leal con su universo inte- rías del pragmatismo que estaban en boga lectual. Un debate en el que nosotros ahora en ciertos ámbitos filosóficos, pedagógicos y actuamos con ventaja pues nuestro “inter- científicos desde finales del XIX. Desde ellas locutor” no puede replicarnos y contamos se establecía una relación directa entre cono- con el transcurso del tiempo —ahora ya seis cimiento y acción. Un conocimiento, cientí- décadas desde la publicación de su primer ficamente sustentado, que debía ser público informe— y lo que éste nos ha enseñado. y que permitiría abordar eficazmente los problemas, aportando información sobre su Kinsey fue un hito en el estudio de la sexua- frecuencia, factores, variables, etc. Los inves- lidad humana y su trabajo está repleto de tigadores sociales, bien implantados en las sugestivas ideas en sexología que merece la universidades estadounidenses, se sentían pena revisar. Pero aquí no vamos a hacerlo, capaces de estudiar también los problemas pues nos interesa analizar fundamentalmente de la convivencia entre hombres y mujeres 81 aGustín maLón marco y, sobre todo, dar con las claves para su solu- teamiento del matrimonio como un vínculo ción (Merrill, 1954). orientado fundamentalmente a la búsqueda compartida de la felicidad. Una felicidad En la primera mitad del siglo XX uno de que ya no se basaba en referentes tradiciona- estos obstáculos y problemas, particular- les —autoridad, respetabilidad, estabilidad, mente inquietante en los Estados Unidos, procreación, economía— sino en la plenitud era para muchos la crisis de la institución individual de cada uno de los miembros de matrimonial y familiar, reflejada sobre todo la familia. Una plenitud que, en un marco en el significativo aumento en el número de de creciente liberalización de las costumbres divorcios y en la reducción en el número de y las actitudes amorosas, incluía el placer hijos. Esto se producía especialmente entre la erótico de los cónyuges como un requisito clase media, considerada por muchos médula imprescindible e incluso vertebral para el de la nación y clave de su futuro. Se asistía logro de esa expectativa. Pero una expecta- a una lenta pero imparable transformación tiva que, finalmente, parecía no cumplirse social asociada a la evolución de los sexos y en la realidad para una gran parte de los sus relaciones, donde por primera vez la inti- matrimonios: midad y la satisfacción sexual eran valores extendidos a una amplia capa de la pobla- “Inicialmente hombres y mujeres intentaron ción. Su presencia era ya constatable desde encontrar su realización en el hogar pero, los años veinte, reflejando la profunda evo- cuando quedó claro que el matrimonio no lución en las costumbres y la moral asociada podía cumplir sus excesivas expectativas, a los cambios de la modernidad (D’Emilio y el descontento fue creciendo gradualmente. Freedman, 1988). Sin duda para muchos era Cuanto más esperaban la gente alcanzar la desconcertante y preocupante, pues se tra- felicidad personal dentro del matrimonio, taba de un cambio radical respecto de mode- tanto más crítica era su visión de las rela- los anteriores que, si bien permanecería par- ciones «vacías» o insatisfactorias.” (Coontz, cialmente contenido por la gran depresión 2006, p. 327) del 29 y la Segunda Guerra Mundial (1939- 1945), resurgiría con vitalidad a mediados La secularización de la sociedad, en este caso del siglo XX: en materia de sexualidad y erotismo, con su progresivo alejamiento de los referentes tra- “…cuando en la década de 1950 retornaron dicionales y el aumento de la autoridad de la paz y la prosperidad, las aspiraciones para las ciencias sociales para estudiar y gestionar alcanzar la realización personal y la satis- la sociedad e incluso la vida personal, hizo facción sexual volvieron a ocupar el centro posible que los investigadores sociales empe- del escenario y penetraron en vastos sectores zaran a indagar en la vida más íntima de las de la población que antes nunca se habían parejas, incluida su faceta erótica y sensual. atrevido a abrigar semejantes esperanzas.” Se propusieron abordar este malestar cre- (Coontz, 2006, p. 327) ciente y, como en el caso de Gilbert Hamil- ton, que publicaría en 1929 su obra A research Fueron varias las razones especuladas para in marriage, responder a la pregunta sobre si explicar estos cambios. Contemplaban desde el matrimonio era en sí una institución que aspectos relacionados con la transición hacía conducía necesariamente a la destrucción de un nuevo marco económico y laboral, hasta la cordialidad y la intimidad entre los espo- la evolución en el papel de la mujer, y por lo sos (Krich, 1966, p. 76) o si, por el contra- tanto del hombre, en la familia, el matrimo- rio, era realmente viable encontrar el modo nio y la sociedad. Se observó que en general de alcanzar una convivencia grata y duradera esta transformación conducía a un replan- entre los cónyuges. 82 Kinsey, Las estadísticas de La intimidad y La moraL sexuaL contemporánea Los primeros investigadores estadounidenses están entre aquellos capaces de contribuir a de las relaciones matrimoniales, incluida su la felicidad o infelicidad, al mantenimiento vida erótica, que comenzaron a recurrir de o la disolución de hogares y matrimonios. un modo sistemático a muestras de estudio Cuando existen intereses sexuales comunes más o menos amplias —Gilbert Hamilton a ambos, o alguna comprensión mutua de (Hamilton, 1929), Katharine Davis (Davis, las preferencias recíprocas, la pareja puede 1929), Lewis Terman o Robert Latou Dic- llegar a una unión afectiva que trasciende kinson y Lura Beam entre otros— indagaron todo otro tipo de relación humana. Cuando en cómo las necesidades afectivas y sensuales la pareja goza de relaciones sexuales mutua- de las mujeres y los hombres eran o no satisfe- mente satisfactorias, puede encontrar la chas en la institución matrimonial. En todos rutina hogareña menos irritante y aceptarla sus trabajos se aceptaba y reforzaba implí- como hecho natural de la convivencia.” (Kin- citamente la idea de que la satisfacción eró- sey, Pomeroy, Martin, y Gebhard, 1967b, p. tica era un elemento central para el bienestar 11). vital y el éxito de la pareja. La insatisfacción, mayoritariamente femenina, fue entonces En absoluto era la intención de Kinsey des- considerada por muchos como un creciente truir la institución del matrimonio o de la obstáculo para la estabilidad de los cónyuges familia, sino mejorarla de acuerdo a nuevos en el marco de un nuevo orden relacional. De parámetros y en consonancia con los nuevos este modo el “sexo” fue puesto al servicio de tiempos. Al igual que muchos de sus pre- la pareja convirtiéndose en el “cemento” de decesores, Kinsey consideró que buena parte los matrimonios de clase media y la insatis- de la infelicidad sexual dentro y fuera del facción sexual, sobre todo de las esposas, en matrimonio se debía a la extendida igno- su mayor amenaza (Ericksen, 1999, p. 41). rancia sobre cuestiones sexuales y a una moralidad victoriana mojigata, trasnochada Si bien las opiniones de todos estos auto- y represiva. Estos factores impedían descu- res, basadas en sus respectivos estudios, no brir y disfrutar el placer erótico de un modo siempre coincidían —por ejemplo respecto “natural” antes y durante la vida conyugal. del logro del orgasmo por parte de la mujer En este sentido Kinsey no fue tan original. como requisito imprescindible para la feli- Respondía a una corriente científica ya fir- cidad matrimonial—, todos ellos apuntaban memente establecida y a una nueva sensibi- de un modo u otro a la necesidad de afron- lidad social en materia de vida amorosa que, tar la crisis del matrimonio mediante una más o menos reconocida y defendida públi- mejora y replanteamiento de esta institución camente según contextos y clases sociales, donde la cuestión erótica, si bien no era la parecía ir emergiendo de forma imparable única, tenía una gran importancia. Es esta como resultado de transformaciones socia- precisamente la filosofía que subyace al tra- les y económicas de largo alcance (Coontz, bajo de Kinsey, particularmente interesado 2006; D’Emilio y Freedman, 1988; Beck y en aportar datos útiles de cara a la felicidad y Beck-Gernseheim, 2001). Como se ha seña- estabilidad matrimoniales: lado varias veces, la revolución de los sexos y sus relaciones, y más específicamente en sus “…los factores sexuales no son los elemen- costumbres amorosas, era ya evidente en los tos que más influyen en la suerte de un años veinte, anunciando otros cambios que matrimonio. Hemos dicho también que no habrían de llegar a lo largo del pasado siglo a parece existir otro factor más importante todas las sociedades desarrolladas. para el mantenimiento del vínculo matri- monial que la determinación, la voluntad de Pero el importante papel de la dimensión no disolverlo. (…) Pero los factores sexuales erótica para la felicidad individual, y esta fue 83 aGustín maLón marco sin duda una de sus principales aportaciones reconocimiento del esfuerzo y las aportacio- respecto de sus predecesores, no se limitó nes a aquellos otros estudiosos y teóricos. para Kinsey únicamente a los que ya estaban emparejados, sino a aquellos que no podían La principal crítica de Kinsey a éstos sus estarlo por diversas razones —sobre todo por predecesores, europeos o estadounidenses, edad y la orientación sexual de su deseo—. era en gran parte de orden metodológico. Su sincera preocupación por los más jóvenes, Criticó sobre todo el problema de lo que él incluidos preadolescentes, y por las minorías entendía era la escasa representatividad de eróticas, especialmente los homosexuales, todas esas muestras, que recogían muchas dan muestra de esta actitud. A ello podríamos historias de personas individuales —como añadir el estudio e incluso admiración por las de Ellis— o de grupos particulares el estilo amatorio de las clases sociales más —i.e. matrimonios de clase media— pero bajas (Ericksen, 1999, p. 51); o su defensa no sabían nada de lo que la gente hacía en de buena parte de los entonces considerados general (Bullough, 2004, p. 282). Se tra- como delincuentes sexuales frente a los abu- taba pues, en opinión de Kinsey, de datos sos de una sociedad victoriana y sexualmente que impedían establecer resultados estadís- enferma. Sus análisis de la masturbación, las ticos generales (Kirch, 1966, p. 81). Según experiencias prematrimoniales, los contactos Kirch (1966, p. 80), en realidad no era homosexuales, muestran no sólo la común y para tanto si tenemos en cuenta el volumen cotidiana existencia de estas conductas, sino de trabajo desarrollado por autores como su actitud personal de valoración, desmiti- Dickinson, Davis o incluso Hirschfeld en ficación y dignificación de las mismas y de sus estudios sobre los homosexuales. Pero las personas que las practican. Finalmente muchos de estos trabajos o bien no fue- su estudio y consideración de la naturaleza ron elaborados en su totalidad (Bullough, erótica de las mujeres y los rasgos de su ama- 1998), o bien habían sido poco divulgados, toria —i.e. debate vagina vs. clítoris— dan permaneciendo en su mayor parte en cono- cuenta de su general consideración del placer cimiento de profesionales y científicos, pero como un fenómeno deseable y común a todos desconocidos para el gran público. los individuos. No obstante, aun teniendo en cuenta estas Si bien buena parte de sus análisis ya habían matizaciones, es cierto que Kinsey planteó sido desarrollados de un modo u otro por sus igualmente ideas y vías de indagación sin antecesores, es cierto que Kinsey fue para el duda novedosas y chocantes para muchos de gran público el primer sexólogo que se hizo sus colegas y para el público en general. En verdaderamente popular como un novedoso términos metodológicos tuvo la virtud de ser pionero. Un mito que al parecer él no se el primero en utilizar, en materia de com- preocuparía por disipar (Krich, 1966), pre- portamiento erótico, una muestra amplísima sentando su trabajo como el primero que de sujetos que, si bien fue fundadamente realmente abordaba la materia desde una criticada por su representatividad (Erick- perspectiva científica y con posibilidades sen, 1998; Hobbs y Kephart, 1954; Kubie, generalizadoras dada la gran cantidad de 1955; Locke, 1954), resultaba en cualquier informantes que habían participado. El tra- caso apabullante y con el objetivo de abarcar tamiento que hizo de anteriores investiga- a toda la población y no sólo a ciertos grupos. dores no fue siempre muy positivo ni justo, El número de encuestados es efectivamente especialmente en el primer volumen dedi- enorme, aunque el tiempo dedicado al estu- cado al hombre. En el segundo volumen, al dio de cada caso era menor que en anteriores parecer con muchísimas mejoras sustanciales investigaciones. También el modo de acceder respecto del anterior, observamos un mayor a la información mediante el famoso cues- 84 Kinsey, Las estadísticas de La intimidad y La moraL sexuaL contemporánea tionario, fue novedoso, aunque igualmente En los últimos tiempos ha ido en aumento sujeto a críticas sin duda en gran parte justi- el interés del público por conocer más en ficadas (Ericksen, 1998). Todo ello fue resul- materia de sexualidad (…) Crece día a día el tado de un trabajo inmenso por parte del número de personas que quisiera saber más equipo de Kinsey y de éste en especial. Su acerca de temas tales como la adaptación objetivo era obtener finalmente una muestra sexual en el matrimonio, la guía sexual del tan amplia de sujetos que permitiera estimar niño, las relaciones prematrimoniales de la en detalle la conducta sexual de todas las per- juventud, la educación sexual, las activida- sonas y no sólo de las que habían participado des sexuales no aprobadas por las costumbres directamente en la investigación. En alguna y demás problemas que preocupan a las per- ocasión Kinsey habló de entrevistar a un sonas interesadas en el control social de la total de 100.000 personas para alcanzar este conducta humana a través de la religión, la objetivo. costumbre y la ley. Antes de encarar cien- tíficamente cualquiera de estos aspectos, es El objetivo final de Kinsey era pues el de necesario saber más acerca de la verdadera capturar la realidad del comportamiento conducta sexual de las gentes, y de las inte- erótico en su totalidad y de este modo llegar rrelaciones de esa conducta con los aspectos a la “verdad” de los hechos. El título de sus biológico y social de sus historias.” (Kinsey libros sugería que se trataba de conocer la et al., 1967a, p. 3). “conducta sexual humana” y no, por ejem- plo, la conducta de “cinco mil trescientos Esta demanda por saber más y el derecho de hombres que casualmente suministraron los ciudadanos a hacerlo, fue interpretada por esta información” (Kirch, 1966, p. 83). Kinsey como algo que no podía ser resuelto Kinsey aspiraba pues a reflejar la conducta sin el trabajo y las aportaciones de los cientí- de todos los humanos —equiparados a esta- ficos. Éstos ofrecerían a la sociedad un saber dounidenses— y lo hizo, según sus críticos, objetivo y desprejuiciado, según explicaba con una actitud de superioridad taxonó- en este párrafo tantas veces citado: mica que no se sustentaba en la realidad. Ya he citado que en el segundo volumen, “El presente estudio constituye pues un dedicado a la mujer, Kinsey y sus colegas intento encaminado a acumular una masa corrigieron muchos excesos que habían de hechos objetivamente determinados surgido en su primer trabajo, y específica- acerca del sexo en el cual se descartan rigu- mente dedicaron algunas frases a limitar el rosamente interpretaciones de orden moral alcance de su estudio a “ciertos grupos de o social. Quienquiera que lea este trabajo la especie humana” reflejando a lo sumo “el querrá hacer interpretaciones de acuerdo con comportamiento acaso típico de no más de su manera de entender los valores morales una fracción, aunque tal vez considerable, y sus significaciones psicológicas; pero con de las mujeres de raza blanca que viven en ello, violarían el método científico y, en rea- los Estados Unidos. No se infiera pues del lidad, los científicos no poseen capacidades título de esta obra, ni de la anterior sobre especiales para formular evaluaciones de esa el varón, que los autores ignoran la diver- especie.” (Kinsey et al., 1967a, p. 5). sidad de hábitos sexuales de los habitantes de otras partes del planeta.” (Kinsey et al., Si bien las acusaciones contra Kinsey fueron 1967b, p. 4). Se trataba de representar la en parte reacciones histéricas y moralizantes variedad real de la conducta amatoria de los que en cualquier caso reflejaban la transfor- humanos para responder a lo que él percibía mación social en marcha y de la que Kinsey como una demanda de conocimiento por no era en absoluto responsable sino más bien parte de la sociedad: un reflejo más, otras críticas a su trabajo no 85 aGustín maLón marco negaban el valor científico y humano de sus los individuos. Su respuesta, teóricamente estudios (Hiltner, 1972), aunque añadían objetiva, fue en realidad muy subjetiva y ciertas dudas sobre su objetividad y posibi- con unas implicaciones morales que se hacen lidades. Según Morantz (1977, p. 576) las evidentes. Pero su sincero interés por resol- principales objeciones a Kinsey se centraron ver los problemas de la sociedad implicaba en estos dos aspectos. En primer lugar emer- necesariamente posicionarse más allá de la gieron las dudas sobre si es posible el desa- mera acumulación de datos más o menos rrollo de una investigación científica libre objetivos. de valores en este ámbito; y, por otro lado, sobre si una aproximación meramente con- Kinsey pretendió cambiar la consideración ductual a esta materia podía ayudar a resol- social, y por lo tanto moral, de la condición ver las cuestiones fundamentales que estaban y expresión erótica del ser humano. Lo hizo en juego. desde unos criterios que no eran inocentes y que sobre todo pasaban por la transfor- Respecto de la pretendida objetividad de su mación de la moralidad reinante como vía investigación, Kinsey, según han señalado para la resolución de los problemas exis- muchos de sus críticos, se mostraba parti- tentes. Luego su esfuerzo investigador es cularmente ingenuo (Bullough, 1998). Una un esfuerzo, al menos implícitamente, de ingenuidad que aparentemente le llevaba a ingeniería social: estudiemos a la gente para olvidar que medir, por ejemplo, el tamaño transformar la sociedad. Veamos qué hacen del pene en miles de “especimenes” huma- las personas —y no tanto qué piensan— nos, no es lo mismo que estudiar su con- para ver qué debería hacer la sociedad. Ana- ducta amatoria. Y que pretender estudiar licemos qué problemas genera nuestro modo —i.e. medir— ésta como se miden aquellos de entender, organizar, educar y controlar la supone incurrir en un error de base; sobre vida erótica de los ciudadanos para mejorarla todo si, como al parecer sucedió a menudo de acuerdo a parámetros más modernos que con Kinsey, se confunden el nivel de la des- seguramente estaban ya presentes en buena cripción con el nivel de la interpretación. parte de la sociedad estadounidense. Esta confusión es sólo parcialmente inevita- ble —la propia elección del objeto a medir, Según Allyn (1996), Kinsey se diferenció como por ejemplo la “descarga orgásmica”, de anteriores investigadores en que si éstos es una opción en absoluto aséptica—; pero acumularon datos de cara a promover cierto también es en gran medida controlable, aun- cambio conductual en los individuos más o que sólo sea mediante un mayor autocontrol menos acordes con la moral sexual vigente del autor a la hora de presentar sus datos y —i.e. prevención de la sífilis, promoción de formular sus interpretaciones. la fidelidad y la estabilidad matrimonial, incluyendo el logro de la satisfacción erótica Es probable que Kinsey —como “taxó- en el matrimonio—, Kinsey se dedicó ade- nomo”— pudiera haber permanecido en un más a defender implícitamente, mediante nivel descriptivo particularmente fructí- esos datos, la necesidad de modificar en pro- fero y que hallamos implícito en su trabajo. fundidad la moral sexual americana y muchas Pero en ese caso es posible por un lado que de sus leyes (Allyn, 1996, p. 412). Aquí, y su obra no hubiera alcanzado la resonancia este es el punto en el que profundizaré más social que alcanzó y que él había buscado. Y, adelante, la pretensión de la representativi- por otro, es también probable que entonces dad mediante la investigación estadística se no hubiera respondido a esa demanda social convirtió en un argumento de orden moral de claves para abordar esos problemas asocia- cuyo objetivo no era el testar la moralidad dos a la nueva condición sexual y erótica de de una sociedad, sino su conducta. Ambas 86 Kinsey, Las estadísticas de La intimidad y La moraL sexuaL contemporánea cosas no son lo mismo, aunque en opinión de dividir nuestra respuesta en una doble vía. Kinsey, deberían serlo. Por un lado deberíamos señalar lo que Kin- sey propuso más explícitamente, apuntando en esencia a una relativización de las nor- 3. La privatización de la moral sexual mas morales tradicionales e incluso coque- tear con una desaparición de toda moralidad Me sorprendería que hubiera científicos y compartida. Y por otro, reflexionar sobre lo pensadores que, al menos en lo más profundo que sugirió implícitamente en sus trabajos, de su ser, no contaran con la íntima ilusión favoreciendo, creo que más bien inconscien- de que su trabajo sirviera para mejorar la vida temente, la instauración una moral permi- de las personas y el progreso de la humani- siva pero igualmente normativa. Ahora me dad, fantaseando al mismo tiempo —incluso detendré brevemente en la descripción de como motivación principal— con el logro la primera aproximación, dejando las conse- de la fama, el reconocimiento público y la cuencias implícitas de su planteamiento para admiración de su esfuerzo. Al parecer Kinsey, un próximo apartado. según declaró en una entrevista poco antes de morir (Morantz, 1977, p. 589), confiaba Kinsey fue un acérrimo defensor de una pri- íntimamente en esa posibilidad, esperando vatización de la moral sexual; abogó por una que sus libros ayudaran a hacer del mundo relajación, incluso desaparición, del concepto un lugar mejor donde vivir. de “normalidad”; y, en tercer lugar, por una consideración de lo “natural” —a menudo Efectivamente Kinsey quería mejorar la equiparado a lo biológico/animal— como vida de las personas, ayudar a solucionar, criterio de valor fundado en la libre satisfac- como ya he mencionado, los problemas que ción orgásmica del deseo erótico. En este sen- angustiaban a muchos hombres y mujeres tido se trata de tres premisas que refuerzan la de su época. En este sentido se ha dicho con tendencia a una progresiva desaparición de la acierto que Kinsey no era un revoluciona- anterior moral de máximos frente a la actual rio. No pretendía mejorar la sociedad dán- moral de mínimos (Cortina, 1996), relajando dole la vuelta del revés. Sus propuestas de el criterio de lo “deseable” y ampliando el de cambio no requerían en apariencia ninguna lo “posible”. La diversidad humana y animal, transformación social y económica de fondo, donde lo “normal” deja de ser un concepto sino más bien el modificar algunas cuestio- viable porque prácticamente todo se da en la nes para que todo siguiera igual. De hecho, naturaleza, se convierte en el principal cri- según algunos, él creía en el orden social y terio moral para, precisamente, socavar toda consideraba el cambio hacia una mayor per- moralidad en este terreno. misividad respecto de la conducta erótica como un modo de mejorar, entre otras cosas, En aquellos años se produce lo que Allyn la institución del matrimonio, su estabilidad (1996) llama la privatización de la moral sexual y su felicidad (Morantz, 1977, p. 584). Se cuando, fundamentalmente tras la segunda trataba de un ajuste en la felicidad indivi- guerra mundial, los expertos van abando- dual, aunque fuera compartida en la pareja, y nando progresivamente el hasta entonces no en la estructura total de la sociedad. habitual concepto de “moral pública” para sustituirlo por un individualismo moral ¿En qué consistía exactamente esta pro- crecientemente reacio a la intromisión del puesta? ¿Cuáles eran sus ideas, explícitas o Estado o la comunidad en la vida privada de implícitas, sobre cómo solucionar los pro- las personas. El trabajo de Kinsey habría ocu- blemas? Creo que para atender adecuada- pado un papel relevante en este proceso cola- mente ambos interrogantes deberíamos borando en la consideración de las cuestiones 87 aGustín maLón marco sexuales como un problema de moralidad incluso de la comunidad, en la vida privada privada y no pública. Según Allyn (1996, p. de las personas. 416 y ss.), lo hizo, entre otras vías, mediante su profundización en el comportamiento Desde el siglo XIX los movimientos de privado de la gente y su desentendimiento pureza social en los Estados Unidos, como el de los comportamientos públicos. Su pro- de Anthony Comstock, habían insistido en pia epistemología —la conducta individual, la dramática extensión de fenómenos moral- genital y orgásmica— y la metodología uti- mente degradantes como la prostitución o lizada —la entrevista anónima e individuali- la pornografía. Estos planteamientos serían zada— habrían permitido una aproximación luego sustituidos por las propuestas del exclusivamente privada del fenómeno. higienismo social. Kinsey se habría opuesto a ambas líneas de intervencionismo desviando Fueron dos las vías por las que el estudio de la atención de la comunidad desde estas Kinsey socavó los fundamentos de la moral cuestiones más públicas hacia otros aspectos dominante (Allyn, 1996, p. 407). En primer de la vida privada de las personas que en un lugar mediante la demostración del abismo principio no tendrían mayores implicaciones que se daba entre lo ideal y lo real, lo que colectivas. Así no habría tocado en profun- se suponía que pasaba —o debía pasar— y didad cuestiones como la pornografía, las lo que realmente sucedía, considerando así representaciones burlescas o las muestras que la moral imperante estaba basada en un de erotismo en el cine, las violaciones o el absoluto desconocimiento de lo que era el intercambio homosexual en lugares públicos comportamiento de la gente. Si la conducta (Allyn, 1996). Tampoco abordó temas como privada de las personas no se ajustaba a lo las infecciones venéreas, el intercambio de que era la norma social, ésta norma debería parejas o la conducta de ciertas minorías modificarse para adaptarse a esa realidad. eróticas —sadismo y masoquismo, traves- Esto significaba implícitamente que la cien- tismo, voyeurismo o exhibicionismo— que cia estadística sería el árbitro de la moral desdeñó en teoría por considerarlas estadísti- al establecer lo que realmente pasaba. De camente insignificantes (Bullough, 1998, p. hecho, una de las principales características 131). La prostitución la abordó en el caso de destacadas del trabajo de Kinsey fue su papel los hombres pero precisamente para restarle a la hora de cuestionar el orden moral impe- importancia, algo que sucedería también con rante en su momento, siendo posible definir lo que ahora llamamos los abusos sexuales su libro sobre el hombre como un “761 page infantiles, denunciando la histeria colectiva study of American hypocrisy” (Allyn, 1996, por hechos que en general consideró desde p. 411). la levedad. En segundo lugar, señala Allyn (1996), este Esto se refleja con claridad en sus opinio- cuestionamiento de la moral sexual se pro- nes sobre los códigos penales del momento, duce de un modo más indirecto mediante siendo muchos los expertos juristas que una evidente minimización en sus trabajos siguieron la brecha abierta por Kinsey, o al del problema de las expresiones sexuales en menos ensanchada, en su demanda de una público. Si uno se guía por el estudio Kinsey, despenalización de una amplia gama de señala Allyn, da la impresión de que toda conductas sexuales. Como señala Bancroft conducta sexual se da en el espacio privado (1998, p. 8), Kinsey se opuso principalmente del hogar pues su trabajo es particularmente al uso simbólico del derecho penal como vía silencioso a propósito de esas manifestacio- para imponer una determinada moralidad. nes públicas, lo cual ayudaría en sus inten- Las posteriores modificaciones en los códigos ciones de negar la interferencia del Estado, e penales se orientarían en este sentido, despe- 88

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Introducción. La obra de Alfred Kinsey y sus colegas, cuya refiero en términos generales al papel de .. como por ejemplo la “descarga orgásmica”,.
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