JUICIO CRITICO DE ALGUNOS POETAS HISPAHO-AMERICABOS POB miGUELLUIS I GREGORIO VICTOR AIUMTEGU1. Obra premiada en el certamen abierto por la Facultad de Filosofía i Humanidades de la Universidad de Chile el año de 1859. SANTIAGO. IMPRENTA DEL FERROCARRIL. — 1861 — A FRANCISCO VARGAS FONTECILLA. Escribimos tu nombre en la primera pajina de esta obra, como un testimonio del sincero afecto que te profesamos. M. L. i G. V. A3IÜNÁTEGUL INDICE, TT i • Pájin* Informe de la comisión nombrada para juzgar del mérito de esta obra v A los lectores xi José Fernández Madrid , 1 José Joaquin Olmedo 17 Gabriel de la Concepción Valdes 41 José Antonio Maitin 77 Juan Leon Mera 97 Eusebio Lillo Ill José María Heredia 133 José Eusebio Caro 155 Andres Bello 181 Estévan Echeverría 247 Salvador Sanfuéntes 277 Néstor Galindo - 317 Adolfo Berro 329 Guillermo Blest Gana 333 Guillermo Matta 356 I N F O R ME DE L'A COMISIÓN NÖSBMM PARA JUZGAR DEL MÉRITO DE ESTA OBRA. Santiago, junio 30 de 1860. Señor Decano :—Cumpliendo la comisión que Ud. se sirvió encomendarnos para examinar el opúsculo titulado Juicio crítico de las obras de algunos poetas hispano-ameri- canoSj pasamos a manifestar la opinion que, despues de su lectura, liemos formado de dicho trabajo. Desde luego, hemos notado la concienzuda laboriosi dad que revela la obra, cuyos materiales han necesitado reunir sus autores con molesta dilijencia, no existiendo, fuera de la apreciable colección de La América poética, ninguna compilación completa de los numerosos traba jos de los vates de nuestro continente. Aun la citada pu blicación rejistra solo las composiciones mas notables, i no figuran en ellas muchos poetas que, como Matta, Ca ro, Mera i otros, han aparecido en los últimos años, mien tras que los señores Amunátegui se ocupan de los mas distinguidos, i toman en consideración todas o la mayor parte de sus producciones, en las cuales se funda un jui cio justo i desapasionado las mas veces, ofreciendo t&m- — VI — bien ai lector datos harto abundantes para formar el suyo. En la obra que examinamos se han consignado algu nas noticias biográficas de cada poeta, que, ademas de darle mayor realce e interés, sirven para esplicar el ca rácter de las producciones de cada uno de los autores, los progresos, decadencia o modificaciones de su numen, contribuyendo eficazmente a dar una idea individual del autor que se analiza, i afijar en la memoria las composi ciones que se refieren a las épocas mas señaladas de su vida o de la historia de su patria. La sentida plegaria del infortunado Pióciclo, el soneto de despedida a su madre, perderían mucho de su mérito para el lector que ignora se las circunstancias en que el poeta se hallaba cuando arrancó de su lira aquellos tan sinceros cuanto espresivos cantos. El Campanario no puede ser debidamente juzga do sin recordar la crisis literaria que esperimentaba Chi le cuando se dio a la estampa aquel poema ; i la Cautiva de Echeverría, los Cantos a Miñarica i a Junin de Ol medo, i muchedumbre de otras obras no serán bien entendidas, sino por el que conozca la situación de los au tores i del público a quien se dedicaron. Los señores Amunátegui han aprovechado también en aquellos lijeros rasgos biografíeoslas ocasiones de trazar, aunque de paso, la historia literaria de las secciones his pan o-americanas. Mas de una vez recuerdan con discer nimiento la influencia de la escuela romántica francesa en nuestras producciones, la manía de imitación que in ficionó a nuestra literatura con la boga que adquirieron los poetas españoles contemporáneos, entre los cuales Zorrilla i Espronceda conquistaron tantos apasionados en las repúblicas de América. Para los informantes, como para todo el que lea la obra de que nos ocupamos, hai en ella una tendencia mui laudable, la de procurar que nuestra literatura sea ._ vil —- esencialmente americana, apartándose de peligrosas imi taciones, buscando su interés en las peculiaridades de nuestro suelo i de nuestra historia, rcrlejaiido una natu raleza i una vida propias i especiales ; porque a la verdad, ¿no es grande lástima que perdamos los ricos elementos que poseemos para trazar a nuestro desarrollo literario un camino orijinal, i que nos resignemos a uncirnos mí carro de una civilización añeja que no representa ni nues tros sentimientos, ni nuestras esperanzas, ni nuestros re cuerdos? Si la literatura debe ser la espresion de la so ciedad, fuerza es confesar que la hispano- americana por lo jeneral ha cumplido malamente su misión, i en este delito cábele no pequeña complicidad a la chilena, im pulsada en gran parte haeia ese falso rumbo por los es critores arj en tinos», dominadores esclusivos de nuestra prensa por largo tiempo, a quienes sin rubor debemos confesarnos deudores del servicio de haber hecho des pertar entre nosotros el gusto por las letras (1), jenera- lizando el conocimiento de la literatura moderna, pero que al propio tiempo nos infundieron el espíritu de imi tación de la escuela romántica, la menos adecuada a nuestras costumbres, la menos conciliable con el ínteres primordial de la literatura del nuevo coritineire. Estu dien en buena hora nuestros poetas i escritores las for mas, el estilo de otras literaturas mas adelantadas; pero es ridículo, nada natural, i sobre todo pernicioso, el pru rito de imitarlas también en el fondo» que representa uu estado social completamente diverso del nuestro. De esta manera, la poesía, la literatura toda, para nada sirven a la sociedad que las produce, i lo que es peor, ni aun ten drán importancia alguna para los pueblos eu vas obras imitamos, sin poder igualar, ya que no sobrepujar, a los (1) El señor rector flt» la üniverjtiikd i A señor vjee-ílwíino de humanidades pro testaron, en lu sesiou de'¿7 do julio da IStSO. contra b vustitd de m&s tíípr«¿da«s ; A quienes sin rubor, etc.—Xota del secretario de lu Facultad dé humanidades. — VIII — modelos. Nuestra literatura, uuestra poesía sobre todo, deben ser americanas, único título con el cual lograrán el aprecio de la posteridad i conquistarán la atención del viejo continente; i a esta circunstancia se liga en bue na parte la favorable acojida que han obtenido la Agri cultura de la zona tórrida de Bello, la Cautiva de Eche verría, el Campanario de Sanfuéntes, i otras compo siciones que tienen algún tinte de la naturaleza, de las costumbres o de la historia del mundo de Colon. El Fa cundo de Sarmiento será leído con interés por europeos i americanos ; nuestro injenioso Jotabeche valdrá para nosotros lo que frai Jerundio o el Curioso parlante pa ra los españoles ; i cuando se escriba la historia de la li teratura hispano-americana, se señalarán con aplauso las tareas de la Universidad de Chile, que ha conseguido tan bellos frutos en los estudios históricos. Llevados de este sentimiento americano, los señores Amunátegui desenvuelven con fino criterio la idea que acabamos de bosquejar, presentan numerosos ejemplos i atacan con vigor la falta de verdad de aquellas descrip ciones de nuestros poetas, en las cuales la naturaleza americana aparece con los mismos atavíos con que los eu ropeos describen la suya. Influenciados por ilustrado patriotismo, entran a discurrir sobre varias cuestiones de interés social vinculadas a la literatura, se empeñan en destruir las falsas nociones de algunos escritores penin sulares acerca de las preocupaciones que dicen existir en tre nosotros contra la raza de nuestros padres, i siembran sus juicios de muchas c interesantes noticias que contri buyen eficazmente a dar idea no pequeña del estado li terario i social de nuestros pueblos. Pocos escritores podian hallarse en situación tan ven tajosa como los señores Amunátegui para el acertado de sempeño del traba]o que señaló la Facultad. Iniciados en las bellezas de la literatura antigua i profesores de lite- — TX — ratura moderna, han dedicado también sus ravestigaeio- neß desde tiempo atrás al estudio de la historia i de las letras hispano-americanas. Estas circunstancias kan de bido contribuir a sacarlos airosos de su empeño, i a hacer de su libro uno de los que con mas provecho pueden an dar en manos de nuestra juventud. Cuando notan un de fecto o manifiestan una belleza, lo hacen casi siempre co tejando ésta o aquel con ejemplos semejantes de los an tiguos modelos, de las producciones contemporáneas o de otros escritores americanos, fundando su juicio, no en teorías antojadizas, sino en los preceptos del arte jeneral- mente acatados, adoptando mi sistema de comparación que nos parece el mas a propósito para calificar el mé rito o los descarríos de una poesía naciente, que no pue de aspirar al timbre de orijinal, ni de creadora de nueva escuela. Este método tiene sin embargo sus inconvenien tes ; porque hasta cierto punto quita al criterio su inde pendencia, le constituye esclavo de las estrechas doctri nas de los preceptistas i convierte la crítica en oficio mez quino, sinalbedrío, sin carácter propio, délo que sin dn- da nace la opinion que hemos oído a varias personas acer ca de algunos de los Juicios de los señores Amnnátegrii dados a la prensa, en ios cuales se ha creído descubrir una reminiscencia demasiado .cercana de Hermosilla. Real mente creemos que en los Juicios críticos, mas de una vez se ha insistido sin provecho en pequeños detalles, en fra ses, en palabras, sin estudiarla concepción, el alma délas producciones; pero también notaremos que esta forma de crítica no deja de tener su utilidad relativa al estado i tendencia de nuestra poesía, poco estudiada, poco me ditada, reñida frecuentemente con la lengua, defectuosa por los ripios que tanto afean las producciones de la mo derna musa española. El lenguaje de la obra de los señores Ainunátegui es sencillo, claro/sin presumir de elevado ni elegante; pero correcto cuanto puede esperarse de nuestros escritores, entre los cuales bai tan pocos que crean necesario cuidar la pureza de nuestro bello idioma. Finalmente, nos es satisfactorio esponer que, a nuestro juicio, la obra que se nos ba encargado examinar es mui digna de merecer el premio señalado por los estatutos universitarios, i de ser especialmente recomendada al Consejo, para que, una vez impresa, procure populari zarla como una de las mas útiles que se bajan escrito en Cbiie. Dios guarde a Ud. J. Y. Lastarria.—/. Blest Gana. Ál señor Decano de la Facultad de Filosofía i Humanidades. A LOS LEGI ORES. El libro que clamos a luz no se presenta soberbio i altanero para pasearse por calles i plazas, desafiando con frente erguida los fallos del publico ; sino que sale cabiz bajo, confuso i avergonzado, ofreciendo escusas i solici tando indulj encía. Somos los primeros en conocer que nuestra obra es defectuosa e incompleta ; defectuosa por la insuficiencia de sus autores e incompleta por falta de tiempo para terminarla. Los lectores (si es que alcanza el honor de tenerlos) que recorran algunas de sus pajinas notarán con facilidad lo primero ; i los curiosos que examinen solo el índice percibirán en el acto lo segundo. ISTo hemos querido erijimos en fiscales, i mucho me nos en jueces, de los poetas americanos, sino espresar simplemente una opinion acerca de sus producciones con franqueza i lealtad como sus amigos sinceros, o mas bien, como sus apasionados admiradores. No hemos querido tampoco convertirnos en sus panejiristas necesarios limi tándonos única i exclusivamente a las cxaj eradas ala banzas que de ordinario prodigan los literatos america nos cuando analizan las obras de sus compatriotas, por-
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