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Introducción a la semántica latina: De la semántica tradicional al cognitivismo PDF

119 Pages·2003·0.708 MB·Spanish
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Prólogo El autor me concede el honor de prologar esta Introducción a la semántica latinaque dedica a sus alumnos de la Universidad Complutense. Me otorga ese honor sin duda por haber sido su profesor de igual materia en la Universidad Autónoma de Madrid. He ahí ya tres generaciones implicadas en la comunicación de una ciencia novísima que quiere abrirse camino en nuestras aulas. Pese a su escasa implantación académica, la Semántica y la Lexicología en general tienen tanta razón de ser disciplinas universitarias y de estar en los planes de estudio como las que más. Abona esta tesis la vastedad e importancia de su objeto, pues el léxico, además de una par- te sustancial de la lengua, es inconmensurable. El estudio de la morfología léxica y sobre todo el análisis de los significados léxicos son hoy una tarea ineludible para cualquier filólogo que quiera conocer la lengua un poco a fondo; aparte el gran valor que tiene por sí misma, la Lexicología, comprendida la semántica léxica, viene a ilustrar muchos fenómenos gramatica- les. Así que la enseñanza de esta ciencia contribuirá a reforzar los estudios filológicos, no tan- to por su novedad como por su amplio espectro dentro de la lengua y por su fácil conexión con la literatura. Ninguna otra disciplina lingüística entrelaza a éstas tan estrecha y profundamen- te como la ciencia de las palabras y sus significados. En este libro se tocan cuestiones esenciales del significado, analizado por diferentes méto- dos, viejos y nuevos. Así se da un repaso a la etimología y a la práctica de diferenciar sinónimos, tan estimadas de los antiguos; se pasa revista a la concepción bipolar del significado, caracte- rística de la semántica tradicional que surge con M. Bréal a finales del s. XIX, tanto desde la perspectiva semasiológica de la polisemia como desde la onomasiológica de la sinonimia; se aborda ampliamente la concepción tripolar del significado, propia de la semántica estructural preconizada por E. Coseriu; se inserta, aquí y allá, algún apunte acerca de la gramática funcio- nal de la escuela de S. Dik y, por último, se traza un cuadro favorable del interés que suscita hoy la semántica cognitiva. En este recorrido metodológico el autor opera con talante conciliador, sin renunciar al análisis crítico que lo lleva a señalar puntos flacos o destacar logros; pero de acuerdo con el espíritu didáctico que anima al libro, prefiere plantear cuestiones a darlas resueltas, sin dejar de descubrirnos cómo unas se enlazan con otras y cómo la solución de unas depende de la que tengan otras. El significado lingüístico no es algo obvio o, al menos, no es tan obvio como el nombre y la cosa nombrada, pues constituye un ámbito intermedio entre estos dos, como si fuera el vérti- ce de un ángulo que se abre hacia ellos; alcanzar ese punto culminante del significado requie- Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 7 ISBN: 84-95215-70-5 2003, Anejo I 7-9 ISSN: 1696-1439 Introducción a la semántica latina (De la semántica tradicional al cognitivismo) re a veces una ardua reflexión. Pero es más, el significado no queda aprisionado entre el nom- bre y la cosa, sino que se hace funcional gracias a la oposición inmediata de otro significado, de otra palabra. Por tanto, además de hacer abstracción de la forma expresiva y del objeto desig- nado, hay que saber establecer la oposición significativa pertinente; no es de extrañar que esta operación resulte demasiado compleja para semantistas apresurados o relajados. Tal es el rigu- roso criterio de análisis que guía a la semántica coseriana, cuyo meollo reside en las estructu- ras primarias de campo y clase y en las secundarias de modificación, desarrollo y composición. Éstas últimas no constituyen, evidentemente, un capítulo de morfología léxica, sino que versan sobre la determinación que experimentan los contenidos lexemáticos en los procesos de pre- fijación, derivación y composición. Los análisis semánticos —y el que aquí se presenta es paradigmático— prueban que las fron- teras entre gramática y semántica son fluidas, pues la sistematicidad de la primera no deja de alcanzar a la segunda. La oposición léxica fugare.–fugere(copias hostium fugat.–copiae hostium fugiunt) es análoga a la oposición gramatical fugare.–fugari(copias hostium fugat.–copiae hostium fugantur). La proporcionalidad que caracteriza a las oposiciones gramaticales se encuentra también en el nivel léxico; si no en el plano morfológico, sí al menos en el semántico: ostende- re(«mostrar») es a apparere(«aparecer») lo que occulere(«ocultar») es a latere(«estar ocul- to»); por más que entre estos verbos no haya relación etimológica, se trata de la misma oposi- ción que acabamos de señalar entre fugarey fugere: manum ostendit.–manus apparet; manum occulit.–manus latet. Esa proporcionalidad halla fundamento en las oposiciones clasemáticas, en la existencia de semas recurrentes que operan por igual en campos semánticos diferentes. Es más, los cla- semas, por su carácter genérico —discutido a veces, pero del que nosotros no dudamos—, pro- penden a la gramaticalización, si no están ya gramaticalizados. Las dos oposiciones propor- cionales anteriores, caracterizadas por los clasemas «causativo».–«no causativo», son formas léxicas de contenido diatético, que corresponden a las oposiciones gramaticales del primer término: manum ostendit.–manus ostenditur; manum occulit.–manus occulitur. El autor de este libro pudo comprobar hace no tantos años en su estudio doctoral sobre el campo semántico de «vestir» —y hoy lo confirma— cómo no sólo las relaciones intersubjetivas ante- riores, sino las intrasubjetivas, de modalidad alterna o de aspecto secuencial y extensional, configuran estructuras fundamentales de los campos y son una fuente constante de propor- cionalidad significativa. La semántica cognitiva, la última en pedir turno, surge en el ámbito de los estudios psico- lógicos como reacción al análisis componencial que empezaron practicando etnólogos y antropólogos. Esta procedencia externa no deja de contrastar con el origen netamente lin- güístico de la lexemática coseriana que desarrolla sobre el nivel léxico el método fonológico de la Escuela de Praga. Si ésta creó la fonología y dejó establecida para siempre la diferencia entre fonética y fonología, esto es, entre sonidos reales y fonemas funcionales, la semántica léxica coseriana intenta hacer otro tanto distinguiendo entre contenidos reales y significados Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 8 2003, Anejo I 7-9 Prólogo funcionales. La cuestión que nos planteamos sobre la semántica cognitiva es si supera el pla- no de la realidad para insertarse limpiamente en el de la lengua o si, al contrario, nos deja en la periferia de la descripción «fonética», sin alcanzar el núcleo «fonológico» —léase distin- tivo— del significado. Si passerera en latín «gorrión» y sus descendientes en español y portugués, pájaroy pássa- ro, se generalizaron como «ave pequeña», es que el gorrión se ha entendido como prototipo de las aves menores. Ahora bien, ésta es una cuestión de designación, según explica el autor del libro: «la designación de passerse encuentra ‘ampliada’ desde un tipo de pájaro concreto a toda una clase». La semántica cognitiva se instala, pues, en el plano designativo, de manera que ayuda a conocer la relación entre las palabras y las cosas, más que a analizar sus significados. Otras muchas provechosas reflexiones podrá hacer el lector de este libro, al hilo del discurrir histórico y metodológico por esa ciencia joven y sólida que es ya la semántica latina. Profesor BENJAMÍNGARCÍA-HERNÁNDEZ Universidad Autónoma de Madrid 9 Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 2003, Anejo I 7-9 Introducción Quel beau livre ne composerait-on pas en racontant la vie et les aventures d’un mot?(Balzac, Louis Lambert) Todos sabemos que las palabras tienen significado, pero quizá no somos conscientes de la variedad de actitudes que este hecho ha suscitado a lo largo de la Historia. Desde las antiguas interpretaciones mágicas, que consideraban que las palabras tenían una suerte de fuerza que les confería el sentido, hasta la prosaica indiferencia de muchos lingüistas modernos, el estu- dio del significado léxico ha pasado por muchos avatares. Quizá el más importante fue el cam- bio de planteamiento que nos proporcionó Saussure al romper la antigua relación entre pala- bras y cosas, el sueño de una lengua perfecta, para pasar a hablar de un significado y un significante como realidades psicológicas. Y no debemos olvidar la antigua tensión que la semántica ha mantenido con la etimología. En este libro veremos cómo se oponen dos actitu- des bien diferentes, por un lado, la que considera el significado como inherente a su origen, y, por otro, la que entiende que para comprender el significado de una palabra puede prescin- dirse de su etimología. A esta última postura es a la que, paradójicamente, se adscribe un aman- te de las viejas etimologías como Jorge Luis Borges para darnos algunas claves sobre el pen- samiento semántico: Escasas disciplinas habrá de mayor interés que la etimología; ello se debe a las impre- visibles transformaciones del sentido primitivo de las palabras, a lo largo del tiempo. Dadas tales transformaciones del sentido primitivo de las palabras, que pueden lindar con lo paradójico, de nada o de muy poco nos servirá para la aclaración de un concepto el origen de una palabra. Saber que cálculo, en latín, quiere decir piedrita y que los pitagó- ricos las usaron antes de la invención de los números, no nos permite dominar los arca- nos del álgebra; saber que hipócrita era actor, y persona, máscara, no es un instrumento valioso para el estudio de la ética. Parejamente, para fijar lo que hoy entendemos por clá- sico, es inútil que este adjetivo descienda del latín classis, flota, que luego tomaría el sen- tido de orden. (Jorge Luis Borges, “Sobre los clásicos”, Otras inquisiciones, en Obras com- pletasII, Barcelona, Emecé, 1989, 150) Pero no sólo estamos ante una pugna entre etimología y semántica, pues no debemos olvi- darnos del papel que aquello que es designado tiene en la descripción del significado léxico. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 11 ISBN: 84-95215-70-5 2003, Anejo I 11-14 ISSN: 1696-1439 Introducción a la semántica latina (De la semántica tradicional al cognitivismo) En este punto, hay que volver a los textos clásicos de Frege y a los estudios de Odgen y Richards acerca del triángulo de la significación, para reconsiderar el peso específico del designado y poner algo de orden en las diferencias que conllevan los verbos «significar» y «designar». Por si todo esto fuera poco, la consideración del vocabulario en su conjunto se ha descrito tra- dicionalmente como un desorden donde tan sólo la arbitrariedad del alfabeto puede estable- cer unas ciertas pautas. Ante ello, algunos semantistas sueñan con un orden interno, o una tendencia a lo sistemático que nos hace considerar singulares relaciones entre léxico y gra- mática. Quizá sea en torno a estas dos últimas palabras donde tengamos la discusión de mayor alcance, pues mientras la tradición gramatical cuenta con siglos de existencia, el estudio sis- temático del vocabulario es un hecho tan reciente que apenas nos ha dado tiempo a tener una mínima visión histórica. La novedad que todavía hoy suponen las disciplinas que estudian el léxico es, en buena medida, la causa de su generalizado desconocimiento. Hace unos años, Molero Alcaraz1 llamaba la atención precisamente sobre la inexistencia de una asignatura específica sobre lexicología latina en la mayor parte de los planes de estudio universitarios. Hoy día, felizmente, la situación ha cambiado. Las historias de la lingüística española, griega o latina, cuentan con nombres que han consolidado los estudios de semántica léxica en nues- tro panorama universitario, y este libro sólo es un tímido brote en el contexto de un robusto árbol. Es oportuno que digamos algo sobre las circunstancias del presente libro. La idea inicial y todavía muy incierta de llevar a cabo un estudio dedicado a las diversas aproximaciones al sig- nificado léxico partió de una conferencia titulada «La didáctica del léxico latino», presentada al curso Didáctica de las lenguas Clásicas(CEP de Talarrubias 23-27 de Marzo de 1992), que des- pués tuvo su continuación en otra titulada «Actualización en lexicología latina» (Curso Superior de Filología Clásica, Aranjuez, Julio de 1995). Las aportaciones de carácter cognitivo, además de una serie de estudios ya publicados, vinieron de la mano de otra conferencia: «Literatura y len- gua latina como fuente para el estudio de la Historia de las Mentalidades: las “metáforas de la vida cotidiana en la comedia”» (Literatura y sociedad en la Antigüedad Clásica, Universidad Autónoma de Madrid, Marzo de 1996), que fue perfilándose en trabajos posteriores presenta- dos a diversos congresos2. Todo este proceso se ha integrado ahora en el proyecto de investiga- ción PB-98-0794 «Léxico y semántica cognitiva de las lenguas griega y latina: historia de los conceptos y las metáforas», financiado por la Dirección General de Enseñanza Superior del Ministerio de Educación y Cultura (2000-2002). Además, durante estos últimos años hemos 1 «En este sentido, essignificativo el hechodeque hasta hace muy poco tiempo ni siquieraexistiera una asignatura como Lexicología del latín y del griego, en lo que respecta a los estudios superiores de Filología Clásica» (cf. Molero Alcaraz 1982, 302-306). 2 Entre otros, «Las “Metáforas de la vida cotidiana” en latín y su proyección etimológica en castellano (“Metaphors we live by” in Latin as etymological background in Spanish)», Congreso Internacional de Semántica (La Laguna, 27-31 de octubre de 1997), y «Semántica cognitiva del latín (I): los preverbios latinos como “metá- foras de la vida cotidiana”», Dixième colloque international de linguistique latine(Paris-Sèvres 19-23 avril 1999). Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 12 2003, Anejo I 11-14 Introducción venido ensayando la redacción de este libro gracias tanto a la investigación como a la prepara- ción de las clases de la asignatura cuatrimestral «Lexicografía y semántica latina», en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Pocas veces hemos tenido ocasión de percibir cómo se fundían la actividad docente y la investigadora de una forma casi perfecta. De hecho, no han faltado alumnos inquietos que se hayan animado a preparar comu- nicaciones a congresos y alguna memoria de licenciatura3. En lo que respecta a los contenidos, esta obra tan sólo pretende servir de sucinta guía e introducción al estudio del significado léxico en la lengua latina desde los enfoques tradicional, estructural-funcional y cognitivo, enfoques que en ningún caso resultan incompatibles entre sí. Está pensada para los estudiantes universitarios y los interesados en conocer algunos aspec- tos básicos de esta disciplina. Debemos aclarar que no se trata de un manual ni de una exposi- ción absolutamente sistemática de todos los asuntos que conciernen a la semántica latina (en este sentido, la Semántica estructural y lexemática del verbode Benjamín García Hernández sigue siendo el único libro dedicado a la semántica latina que merece la calificación de manual). Nuestro propósito está encaminado a tratar tan sólo acerca de algunos de los aspectos princi- pales de la semántica, que ya desde ahora diremos que irá casi siempre acompañada del adje- tivo «léxica». Dos son los asuntos que nos parecen fundamentales: por un lado, la naturaleza del significado, en especial el que concierne al léxico, y, por otro, la posibilidad de estructurar el vocabulario. Esta posibilidad oscila desde la idea de caos, la de mosaico y la de estructura léxica hasta plantear diversos hechos de gramaticalización a partir de los estudios sobre la pro- porcionalidad de tales estructuras. Así pues, en lo que se refiere a los propósitos, con este trabajo deseamos, ante todo, hacer una exposición razonada, nacida de nuestra experiencia, sobre cuestiones de interés y propo- ner cauces para la investigación antes que contar o resumir una theoria recepta. De acuerdo con esto, la estructura del libro sigue un plan determinado que le confiere una unidad: — El primer capítulo ofrece una visión general de los estudios léxicos en la Antigüedad, partiendo de una idea intuitiva del significado como «fuerza» o vis. Además, ofrecemos una lectura de los dos métodos fundamentales de indagación léxica, la ratioetimológica y la differentia, como criterios de «epistemología previa» basados en lo comparativo, en el primer caso, una comparación formal que llega al contenido y, en el segundo, tomando como punto de partida el contenido como tal. — Los capítulos segundo a cuarto tienen en común un enfoque predominantemente estructural de la materia, de acuerdo, sobre todo, con los principios metodológicos ela- borados por Eugenio Coseriu y, ya pensando más concretamente en la lengua latina, por Benjamín García Hernández. En ellos ofrecemos una visión general acerca de lo que es la semántica léxica, entrando después en aspectos concretos que se refieren a la natura- 3 Es el caso de Juan José Carracedo (1999) y Soledad Márquez Huelves (2000 y 2001). 13 Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 2003, Anejo I 11-14 Introducción a la semántica latina (De la semántica tradicional al cognitivismo) leza del significado (concepción bipolar y tripolar), las estructuras (relaciones clasemá- ticas) y el campo léxico. En cada uno de ellos hemos ensayado, asimismo, explicaciones complementarias de naturaleza cognitiva. — En el quinto y último capítulo ofrecemos una novedosa visión, quizá el paradigma para los estudios lingüísticos del siglo XXI, la semántica cognitiva, que, a su vez, nos permite mirar hacia atrás, pues no deja de ser una nueva aproximación que siempre estuvo con nosotros. No nos queda más que dar cuenta de la deuda científica que tenemos contraída con dos maestros de la semántica léxica, Benjamín García Hernández, bajo cuya dirección llevamos a cabo una tesis doctoral defendida en el año 1992, y de quien hemos seguido aprendiendo aún más, si cabe, desde entonces, y Marcos Martínez Hernández, cuyos estudios, ahora recogidos en un libro fundamental, han terminado por conformar nuestro carácter de aprendiz de semantista4. Asimismo, queremos recordar en estas últimas líneas al profesor Eugenio Coseriu, que acaba de dejarnos, aunque seguirá vivo en la memoria de sus discípulos y de los discípulos de sus discípulos, de manera que podría haberse aplicado a sí mismo el verso hora- ciano non omnis moriar. Universidad Complutense, octubre de 2002 4 Quiero expresar mi agradecimiento a la profesora Cristina Martín Puente, que con tanta atención e inte- rés leyó el original de este libro y al profesor Marcelo Martínez Pastor por su constante interés y apoyo. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 14 2003, Anejo I 11-14 C I APÍTULO Etimología y semántica 1.1. El origen y el significado de las palabras Al escritor uruguayo Horacio Quiroga debemos un curioso e inquietante cuento titulado «Las rayas» que puede resultar muy oportuno para comenzar a familiarizarnos con algunas cuestiones básicas relativas al significado. El cuento en cuestión comienza así: ... —En resumen, yo creo que las palabras valen tanto, materialmente, como la propia cosa significada, y son capaces de crearla por simple razón de eufonía. Se precisará un estado especial; es posible. Pero algo que yo he visto me ha hecho pensar en el peligro de que dos cosas distintas tengan el mismo nombre. (Horacio Quiroga, El Simún y otros rela- tos, Barcelona, Seix Barral, 1986, 70-73) A continuación, se nos cuenta un relato en el que dos hombres que se dedicaban día y noche a trazar rayas obsesivamente terminaron desapareciendo dentro de su casa. Cuando se hizo una inspección de ésta no se encontró rastro de ellos, salvo, quizá, dos rayas, es decir, dos peces mari- nos, que se revolvían dentro del canal de desagüe. Este pequeño cuento refleja magistralmente una de las preocupaciones más antiguas del ser humano desde que fue parlante: la naturaleza y el origen del significado de las palabras. En el párrafo citado hay al menos tres ideas que resultan muy estimulantes para adentrarnos en una concepción primitiva o mágica del significado: a) Las palabras «valen tanto, materialmente, como la propia cosa significada». Nos inte- resa, en especial, el uso del verbo «valer» aplicado en este contexto. Hay en los gramá- ticos latinos una expresión muy parecida, como es la de vis verbi, es decir, la «fuerza de la palabra». b) Siguiendo la idea expresada por la vis, observamos que la palabra tiene un poder crea- dor. Recordemos que en el libro del Génesis(1, 3-5), en el relato de la creación, Dios crea las cosas diciendo primero «haya...»: Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». De esta forma, nos cuenta el relato mítico cómo Dios dijo primero que se crearan las cosas para pasar luego a crearlas. Se trata, probablemente, del texto esencial para ilus- trar la concepción del lenguaje como entidad creadora. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 15 ISBN: 84-95215-70-5 2003, Anejo I 15-27 ISSN: 1696-1439 Introducción a la semántica latina (De la semántica tradicional al cognitivismo) c) Otro hecho también significativo es que la razón por la que las palabras pueden crear las cosas sea algo en apariencia tan insignificante como la eufonía, o, en otras palabras, que la eufonía sea una razón creadora. La eufonía nos lleva directamente al aspecto mera- mente físico de la palabra, y lo pone en relación con un concepto elemental de estética, como es el de la propia belleza de las palabras tal como suenan. No muy lejos de esta concepción estaba Giambattista Vico cuando ponía en relación los nombres griegos y latinos del dios supremo y de la justicia apelando, precisamente, a la «coquetería del lenguaje» (una razón de eufonía es la que aduce Platón en Crátilo412d-413c, que es en quien se basa Vico): Con este primer nacimiento de los caracteres y de las lenguas nació el derecho, llamado iouspor los latinos, y por los antiguos griegos diaíou—que más arriba explicamos como «celeste», que proviene de Diós; por lo que los latinos utiliza- ban sub dioindistintamente que sub Iovepara decir «a cielo abierto»—, y como dice Platón en el Crátilo, por coquetería del lenguaje, pasó a llamarse díkaion. Pues de forma universal fue considerado el cielo por todas las naciones gentiles bajo el aspecto de Júpiter, recibiendo de él las leyes a través de sus divinos avisos y órde- nes que consideraban auspicios; lo que demuestra que todas las naciones nacie- ron en la creencia de la providencia divina. (Giambattista Vico, Ciencia nueva. Tomo I. Ed. de J. M. Bermudo, Barcelona, Orbis, 1985, 206) El texto de Horacio Quiroga crea, en definitiva, una ficción acerca de un asunto que en semántica puede denominarse, en principio, como polisemia, o la circunstancia de que una palabra tenga dos significados1. Pero, sobre todo, este cuento nos ofrece un excelente ejemplo de lo que es la creencia del significado como algo inmanente a la forma de la palabra, muy pro- pio de concepciones mágicas del lenguaje. Sin embargo, ya veremos cómo es el uso el que en buena medida confiere el sentido real y efectivo a las palabras, al contextualizarlas, siendo también el causante de su desgaste. El uso hace que muchas palabras lleguen a significar lo contrario de lo que en principio daban a entender. Pensemos en términos como «enervar» (de ex ynervus), que, frente a lo que muchos podrían creer, significa «debilitar o quitar las fuerzas», o la manida locución «llegar al punto álgido» (de alget), donde «álgido» significa «muy frío»2. Es, precisamente, ante hechos como éstos cuando percibimos una cierta dualidad entre el origende la palabra y su significa- dopresente, ya que la etimología puede llegar a ser incluso contradictoria. En este sentido, 1 En realidad se trata de un hecho de homonimia, pues estamos ante dos palabras de origen distinto que han venido a coincidir formalmente. Para las dificultades a la hora de distinguir entre polisemia y homonimia véase el interesante trabajo de Cifuentes Honrubia (1990). 2 «Como el período álgido de ciertas enfermedades, acompañado de frío glacial, es al mismo tiempo crí- tico para la vida del enfermo, se ha dado erróneamente a álgidola ac. “culminante” [med. s. XIX: Selgas, Campoamor], denunciada repetidamente como bárbara, pero vigorosa aún.» (Corominas-Pascual 1991, s. v. ÁLGIDO). Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 16 2003, Anejo I 15-27 Etimología y semántica desde la idea casi mágica de un sentido primigenio, natural e inmutable, podemos llegar a defender la idea de que el significado mantiene una relación convencional o arbitraria con res- pecto a la expresión, lo que conlleva, entre otras consecuencias, la de abrir la posibilidad al cambio semántico y lingüístico en general3. De esta forma, la primera concepción lleva implí- cita una idea de lengua inalterable, utópicamente considerada perfecta, mientras que la segun- da, al entender la relación arbitraria entre significado y significante, abre la puerta al cambio lingüístico. En la historia de las ideas lingüísticas llegamos a encontrar posiciones intermedias entre una y otra concepción, como cuando, aun reconociendo el hecho innegable de que las lenguas evolucionan, se persiste en creer que hubo una primera lengua perfecta, inmutable, de la que después degeneraron las demás. En resumen, ya veremos cómo en el devenir de las preocupaciones en torno al significado de las palabras se han dado y a veces hasta enfrentado estos dos planteamientos: a) la significación vista desde el estudio del origen de una palabra, o la etimología. b) la significación vista desde el estudio del significado de una palabra en un momento dado, o la semántica. Pasemos a hablar más detenidamente acerca de este aspecto diferenciador entre etimología y semántica. 1.2. La etimología frente a la semántica No es difícil percibir cómo desde la antigua etimología el significado se concibe como algo inmanente a la propia palabra. El propio método de la etimología antigua, basado en el juego de letras (anagrama) y la búsqueda del origen de una palabra poniéndola en relación con la más parecida que pueda encontrarse, encierra en sí la concepción del significado como algo conna- tural a la misma palabra. Veamos uno de los ejemplos más significativos, la supuesta etimolo- gía de la palabra Latium, tal y como puede encontrarse en la Eneidade Virgilio, quien nos ofre- ce una explicación etimológica explícita que pone en relación LATIVMcon LATET, según una etimología que ya puede rastrearse en Varrón4: Primus ab aetherio venit Saturnus Olympo, arma Iouis fugiens et regnis exsul ademptis. Is genus indocile ac dispersum montibus altis 3 «(...) los planos fonético y significativo de una lengua están en relación arbitraria y, por tanto, no exis- te relación directa entre ambos; la arbitrariedad característica de las lenguas naturales hace posible la existen- cia de los cambios lingüísticos, pues si hubiera una relación directa entre los elementos fonéticos y los signi- ficados es evidente que las lenguas permanecerían siempre inalterables» (Blecua 1973, 70). 4 Marouzeau 1940, 260. Además, Virgilio no se conforma tan sólo con esta explicación, sino que nos ofre- ce un perfecto anagrama que recombina las letras que conforman LATIVMpara dar lugar a MALVIT. 17 Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 2003, Anejo I 15-27

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