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Introduccion A La Religion Egipcia PDF

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2 INTRODUCCIÓN A LA RELIGIÓN EGIPCIA. Mario Fernández Expósito 3 4 | | | 5 6 INDICE CAPITULO 1. LA MENTALIDAD EGIPCIA Y SUS IMPLICACIONES RELIGIOSAS.......................8 CAPITULO 2. INTRODUCCION A LA RELIGION EGIPCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 CAPITULO 3. CARACTERISTICAS DE LOS DIOSES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 CAPITULO 4. LOS HOMBRES Y LOS DIOSES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 CAPITULO 4. EL CULTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 CAPITULO 5. DIOSES EGIPCIOS Y EXTRANJEROS. EL DECLINAR DE LA RELIGIÓN EGIPCIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 INDICE ONOMÁSTICO Y GEOGRÁFICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 7 CAPITULO 1. LA MENTALIDAD EGIPCIA Y SUS IMPLICACIONES RELIGIOSAS. A grosso modo puede decirse que la antigua civilización egipcia, y con ella su religión, tuvo una existencia de algo mas de tres mil años. Lógicamente, a lo largo de un periodo de tiempo tan largo, los cambios que se debieron producir en todos los campos de la sociedad serían importantísimos, de manera que lo que consideramos válido para un periodo determinado de la historia no debería serlo para otros alejados en el tiempo tan solo unos cuantos cientos de años. Pero el conocimiento que tenemos de esta civilización determina todo lo contrario: aún teniendo en cuenta la existencia de cambios sociales, políticos, religiosos, etc., se produce una especie de fenómeno por el cual los pilares básicos del mundo egipcio permanecen estables a lo largo de esos aproximadamente tres mil años de historia. Y eso se puede producir precisamente porque en la mentalidad egipcia uno de los pilares fundamentales es el de la permanencia de las costumbres y tradiciones, no por un mero y simple respeto a la tradición, sino por la profunda creencia en que todo lo que existe ha sido creado así desde el principio de los tiempos y para siempre. Desde este planteamiento, las tradiciones religiosas egipcias se mantuvieron muy estables, lo que nos ha permitido reconstruir una parte importante de las ideas egipcias acerca de los dioses utilizando textos de periodos relativamente recientes, extrapolando las conclusiones al conocimiento de periodos anteriores. Desde el momento en que los dioses crearon el mundo, este queda conformado de manera eterna y perfecta, y lo único que puede hacer el rey y, por extensión, el resto de los hombres, es aceptarlo tal y como es, porque no puede ser de otra manera, y colaborar para su mantenimiento eterno. Este pensamiento tiene como consecuencia la estabilidad de las ideas religiosas, pero también conlleva necesariamente la sanción y el mantenimiento de la forma de gobierno y del sistema social egipcio, de manera que la forma de estar organizado el país desde los tiempos de la unificación se convertirá en el canon en el que tratarán de reflejarse y que servirá de referente a los gobernantes de toda la historia egipcia. La forma ideal en que los dioses habían concebido el mundo y la sociedad formaba parte de la maat, y cualquier consideración de tipo moral quedaba simplemente condicionada al hecho de haber contribuido al mantenimiento de esa maat. El concepto de maat, que trataremos mas adelante, es sumamente complicado de traducir a términos modernos. Tradicionalmente se ha traducido por bien o verdad, pero en realidad representa no solo eso, sino mas bien el mantenimiento en el mundo de la verdad y la justicia establecidas por los dioses desde el principio de la existencia. En un principio esa verdad y esa justicia carecían de connotaciones morales de ningún tipo, pero se fueron cargando de ellas por influencia de los ritos Osiríacos del paso a la vida de ultratumba, en la que la Maat, identificada con la divinidad del mismo nombre, representaba un papel importante. Los cambios que pudieran producirse en la tradicional manera de gobernarse el país y la sociedad egipcia solo podían responder a una ruptura de la maat, con las consecuencias de caos y decadencia que esa ruptura traía necesariamente (como ejemplo, sirvan los textos que reflejan la situación de la sociedad egipcia durante el Primer Periodo Intermedio, en los que las bases de la sociedad parecen estar revolucionadas por el hecho de que los gobernantes no han sido capaces de mantener los principios sobre los que se asienta la realidad egipcia). A pesar de lo dicho, de los intentos de gobernar y ordenar la sociedad tal y como esta era en los primeros tiempos, la maat no es un concepto totalmente estático, sino que posee un cierto dinamismo que le permite adaptarse y adaptar la realidad egipcia cuando acontecen cambios que no pueden ser asimilados a las condiciones existentes a los de los primeros tiempos, de manera que la maat es un principio que a pesar de su aparente estatismo está capacitado para dar cobertura a nuevas realidades. Pero, en cierta medida, no deja de ser un elemento estático. Cuando nuevos elementos aparecen en la sociedad egipcia, se supone que estaban establecidos desde un principio por la divinidad, si bien hasta el instante preciso no se habían objetivado. O lo que es lo mismo, que aunque parezcan elementos 8 nuevos, los dioses ya los habían establecido como existentes desde el principio de los tiempos. Gracias a la Maat todo lo que ha sido, es, y será, ya existe desde siempre en el pensamiento de los dioses. El lado negativo del concepto de maat es, desde nuestro punto de vista, el desinterés por la historia que tuvo el pueblo egipcio. No conocemos ningún texto que podamos calificar de crónica histórica, dado que el egipcio no considera los accidentes temporales como algo importante por si mismo, sino como meras alteraciones que no pueden en ningún momento afectar a la maat, y que, por lo tanto, carecen de consideración. Los textos en que se nos narran campañas militares de los reyes carecen por completo de fiabilidad histórica, pues su única finalidad es demostrar que esos reyes han mantenido la maat en la medida en que demuestran su poder y la superioridad de Egipto sobre otros pueblos. Otro ejemplo parecido lo encontramos en el arte, que mantiene sus principales características y cánones a lo largo del tiempo, dado que lo importante no es la representación del acontecimiento individual, sino dejar constancia del mantenimiento de la maat. Las estatuas funerarias de los reyes mantuvieron siempre unas características comunes. La finalidad de estas estatuas no es retratar a los monarcas, sino, entre otras, representar las características ideales de gobernante en función de la maat. El gobernante no es como aparenta ser, sino que es como desde el principio de los tiempos los dioses fijaron que debía ser un gobernante. Para la mentalidad egipcia, la realidad está construida a partir de conceptos que generalmente conllevan en su interior una dualidad intrínseca a su naturaleza. El país en el que viven no es Egipto, sino la unión de las dos unidades que lo conforman, el Bajo Egipto y el Alto Egipto, y el rey se corona con las coronas de los dos territorios, y posee administraciones separadas para cada uno de ellos. Es probable que esta división posea base histórica, pero lo importante del hecho es que quedó así establecido en la mentalidad egipcia aún cuando la unificación era ya un hecho con varios siglos de antigüedad. Pero el ejemplo del país es solo uno de los muchos que se podrían señalar para remarcar esa realidad de la dualidad. Los elementos que forman parte de esas dualidades pueden ser contradictorios o complementarios entre ellos, pero siempre son necesarios para la existencia real del concepto al que nos estemos refiriendo. Volviendo al ejemplo del país, Egipto no puede existir sin la existencia simultánea del Alto y del Bajo Egipto. Otro ejemplo es el del mantenimiento de la maat, ya que para que esta exista es necesario no solo la existencia del orden universal, sino que también tiene que existir el caos, el desorden, el elemento que ponga en peligro el mantenimiento de ese orden, principio que como veremos está personificado por el dios Seth. Desde el punto de vista religioso, este principio de la dualidad de los conceptos que muchas veces se aplica es importante, debido al hecho de que también los conceptos religiosos están compuestos muchas veces por dualidades que aparentemente se contraponen, pero que en realidad, para el pensamiento egipcio, forman una unidad indivisible. Así encontramos divinidades como Osiris, dios muerto pero íntimamente relacionado con el principio de la vida, por poner solo un ejemplo. Esta dualidad de los conceptos religiosos a veces nos dificulta la comprensión de las características de los dioses. Pero más importante que el concepto de la dualidad es el concepto de la multiplicidad. Con él hacemos referencia a la capacidad del pensamiento egipcio para aceptar como verdaderas de manera simultánea diferentes creencias que aparentemente son excluyentes entre sí. Adelantemos algunos ejemplos que analizaremos mas adelante: el rey es considerado como la personificación de Horus, el dios viviente, pero al mismo tiempo se es consciente de su naturaleza humana, como bien saben los médicos y las personas que se mueven alrededor del monarca. De la misma manera, el rey es Horus y, por tanto, hijo de Osiris, pero al mismo tiempo encontramos que es hijo de Re, de Nut, o personificación de alguna otra divinidad. Lo que a nuestros ojos puede parecer incongruente o contradictorio, no lo es necesariamente para el egipcio, que acepta como verdaderas cada una de esas creencias en función de la situación. No quiere ello decir que la creencia sea válida para un determinado momento y no válida mientras sea otra la “utilizada”, antes al contrario, todas son válidas en todo momento, siendo aplicada cada una en un determinado momento sin invalidar a las demás. Aparentemente alejada de nuestras concepciones, la religión egipcia tiene muchas similitudes con la cristiana (que posiblemente tomó directamente de aquella algunas de sus creencias, de su iconografía, y que, sin lugar a dudas, está influida por ella). Un ejemplo de la multiplicidad en el pensamiento cristiano 9

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