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introducción a la antropología de la salud introducción a la antropología de la salud PDF

124 Pages·2008·0.76 MB·Spanish
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IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN AA LLAA AANNTTRROOPPOOLLOOGGÍÍAA DDEE LLAA SSAALLUUDD AApplliiccaacciioonneess tteeóórriiccaass yy pprrááccttiiccaass MMaarrii LLuuzz EEsstteebbaann ((eedd..)) MMaannuuaalleess ddee ssaalluudd EEddiittaa:: INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD Aplicaciones teóricas y prácticas Mari Luz Esteban (ed.) Edita: ÍNDICE Presentación. Mari Luz Esteban y Juan Luis Uria ............................................................................... 7 Cultura, enfermedad y conocimiento médico. La antropología médica frente al determinismo biológico. Ángel Martínez Hernáez ................................................... 11 Antropología Social y Atención Primaria de Salud: Un encuentro ineludible. José María Uribe Oyarbide.......................................................................................................................................... 45 Antropología, sistema médico–científico y desigualdades de género en salud. Consejo editorial: Mari Luz Esteban ................................................................................................................................................................. 69 Mari Luz Esteban Juan Luis Uria Migraciones, vulnerabilidad y la crisis del modelo de atención primaria Maite López en España. Josep M. Comelles ............................................................................................................................... 89 Esther Sánchez Arnaldo Mendoza Sistema Sanitario e Inmigración. El papel de la cultura. Arantza Meñaca ............ 103 Juan Carlos Rumbero De las utilidades de la antropología social para la intervención en el campo Iñaki Markez Jose Luis Albizu de las drogas. Oriol Romaní .................................................................................................................................... 117 Fotografias: La antropología de la medicina como herramienta diagnóstica y de tratamiento del “mal estar” de la sanidad pública en los países en vías Juan Luis Uria de desarrollo: El caso de Malí. Berta Mendiguren ........................................................................... 135 Primera edición: mayo 2007 La trayectoria de atención en las enfermedades infantiles. Una puesta en escena de las representaciones y prácticas sociales. Copyright © de la presente edición: Rosa María Osorio Carranza ..................................................................................................................................... 151 OSALDE: Asociación por el derecho a la salud Barrenkale, 40 – 1º. Evaluación Feminista de Proyectos de Cooperación en Salud: Algunas 48005 BILBAO reflexiones a propósito de un caso (Hagadera, Kenya, 1998). Telf. 94 416 22 02 Rosario Iraola Martínez .................................................................................................................................................. 167 Impreso en: Medir, observar y discutir: A propósito de la presentación de los resultados Imprenta LUNA epidemiológicos y antropológicos en un suburbio brasileño. Muelle de la Merced, 3 – 2º izda. 48003 BILBAO Cristina Larrea Killinger ................................................................................................................................................ 177 Tel. 94 416 75 18 Fax 94 415 32 98 Perspectiva antropológica en el diagnóstico de salud comunitario en África e-mail: [email protected] Subsahariana: Una experiencia en el distrito de Erati (Mozambique). Juan Carlos Rumbero Sánchez ................................................................................................................................. 201 Honduras.... La gran desconocida. Esther Sánchez Fuertes .................................................... 225 I.S.B.N.: 13: 978-84-611-7304-4 Relación de autores/as .................................................................................................................................................. 243 Depósito Legal: BI-1850-07 Presentación Durante los meses de marzo y abril de 2006, la Asociación para la Defensa de la Salud Pública (OP–País Vasco) llevó a cabo un ciclo de talleres y conferencias dirigido a sus socios/as y sanitarios/as en general, que tenía como objetivo acercar la perspectiva y el trabajo desarrollado en la antropología de la salud y de la medicina al ámbito de la sanidad. Los contenidos se dividieron en cuatro sesiones monográficas: introducción general a la antropología de la salud, salud y género, migraciones, y epidemiología y cooperación en salud. Este libro nace de las aportaciones realizadas en el transcurso de estas sesiones, a las que se han añadido dos artículos más, uno sobre atención primaria y otro sobre el campo de las drogas, de modo que en su conjun- to ofrezca una panorámica bastante general e introductoria de las contri- buciones de la antropología al estudio de la salud. Asimismo, sirve como muestra de algunas líneas de investigación en antropología de la salud que se están desarrollando en el Estado Español. El libro está organizado por contenidos —desde reflexiones más generales a otras más concretas y aplicadas—, y por espacios geográficos —desde artículos centrados en nuestro contexto a ejemplos de proyectos y estudios situados en Latinoamérica y África—. El conocimiento del proceso de enfermar ha sido un reto a lo largo de la historia para los profesionales de la salud y para las colectividades en general. El modelo biomédico, hegemónico en las ciencias de la salud, aunque complejo, ha limitado el conocimiento médico–sanitario, igualando el fenómeno salud–enfermedad en todas las personas y poblaciones. Sin embargo, los procesos de enfermar, morir y acceder a los tratamientos y a los servicios de salud tienen determinantes sociales y culturales que superan las reflexiones clásicas en torno a la salud/enfermedad. Es lo que desde distintos enfoques se ha llamado el 7 planteamiento bio–psico–social, donde se pretende que se dé una que la necesidad de la reflexión y la responsabilidad como trabajadores/as articulación de las dimensiones sociales, culturales, biológicas y sanitarios/as es hoy mayor que nunca. psicológicas de la salud. Respecto a las aportaciones incluidas en este libro, Ángel Martínez En esta misma línea, la antropología de la salud, una especialidad Hernáez, investigador en el campo de la antropología y salud mental, y relativamente joven aunque ya totalmente consolidada en el Estado autor de algunas publicaciones sobre las aportaciones de la antropología Español, promueve un análisis alternativo de los procesos de salud/enfer- de la salud, nos ofrece una panorámica general de las relaciones entre cul- medad/atención, que tiene en cuenta la inserción de dichos procesos en tura, enfermedad y conocimiento médico y de la crítica antropológica al contextos sociales, políticos, económicos y culturales concretos y diver- determinismo biológico. En segundo lugar, José María Uribe centra su sos. El enfoque antropológico supone una visión relativista, compleja y artículo en el terreno de la atención primaria, ámbito de estudio que crítica de por qué y cómo enfermamos o sanamos, ya que es muy crítico constituyó su tesis doctoral, así como en un campo que cada vez despier- con los análisis universalistas y etnocéntricos que suele llevar a cabo la ta más atención entre los profesionales sanitarios, el de la bioética. Mari biomedicina o medicina científica, incluso desde posiciones progresistas; Luz Esteban, por su parte, hace una reflexión sobre las contribuciones de pero, al mismo tiempo, toma en su justa medida las interrelaciones entre la antropología feminista y antropología de la salud al estudio de la salud los factores y los procesos políticos globales y su influencia en la experien- y el género, subrayando que la perspectiva de género no es parcial sino cia cotidiana de los distintos colectivos humanos, así como la importan- general y sirve como crítica al sistema médico–científico en su conjunto. cia de las desigualdades sociales. Posteriormente, Josep Maria Comelles, pionero en la antropología de la El conocimiento de las desigualdades en salud, tanto en nuestro salud del Estado Español con sus estudios sobre psiquiatría, y que se ha entorno como en sociedades en vías de desarrollo, es uno de los objetivos centrado también últimamente en el campo de las migraciones, aporta un prioritarios para una asociación como la nuestra. En nuestro contexto, análisis de la evolución del modelo de atención sanitaria en España, algunos indicadores de salud conocidos (por ejemplo, indicadores como poniendo de manifiesto que las reflexiones surgidas al hilo de la inmigra- la esperanza de vida al nacer o las bajas tasas de mortalidad infantil o mor- ción evidencian las carencias estructurales de dicho modelo. Asimismo, talidad materna) muestran, comparativamente y a nivel general, un buen Arantza Meñaca profundiza en su capítulo en el papel de la cultura en las nivel en cuanto a las condiciones de salud de la población y servicios de relaciones entre sistema sanitario e inmigración, a partir de su tesis salud; pero, en este momento, uno de los desafíos es profundizar en si doctoral centrada en la población ecuatoriana y realizada en Ecuador y en todas las personas y grupos sociales enferman y mueren de igual manera Cataluña. Oriol Romaní, otro de los pioneros de la antropología de la o hay diferencias significativas y por qué. salud, especialista en el campo de las drogas, sistematiza en su texto las Para los y las profesionales de la red asistencial y de servicios en su utilidades de la antropología en dicho campo. El artículo siguiente, de conjunto, y para aquellos/as que trabajan como voluntarios/as y/o coope- Berta Mendiguren, sobre una población africana que tiene un índice muy rantes en ONG o instituciones de ayuda humanitaria, es importante alto de emigración a Europa, muestra cómo la antropología de la medi- dotarse de buenos instrumentos de análisis. Consideramos que la antro- cina puede desvelar problemas y dificultades planteadas en los países en pología puede ser una herramienta muy adecuada y oportuna en un vías de desarrollo en la implantación de servicios públicos de atención a momento histórico como el actual, de globalización política y económica, la salud. Rosa María Osorio, antropóloga mexicana, nos ofrece a que provocan desestructuración, pérdida de cohesión social y aumento de continuación una pequeña muestra de su tesis doctoral en torno al papel las desigualdades entre los distintos grupos sociales y culturales; por lo de las mujeres en la atención de las enfermedades infantiles en un contexto 8 9 concreto de México. Y Rosario Iraola, antropóloga y enfermera, que ha trabajado como responsable de programas de cooperación internacional en distintas organizaciones no gubernamentales, reflexiona en su artículo sobre la evaluación feminista en este ámbito. La contribución de Cristina Cultura, enfermedad y conocimiento médico. Larrea se refiere a una pequeña parte de una investigación aplicada coor- La antropología médica frente al determinismo biológico dinada por ella y llevada a cabo en un suburbio de la ciudad de Salvador de Bahía (Brasil), con un equipo interdisciplinar (antropología, epide- Ángel Martínez Hernáez miología, salud pública…): la realización de un taller sobre resultados Universitat Rovira i Virgili (Tarragona) con distintos agentes sociales. Juan Carlos Rumbero, médico–cirujano torácico y antropólogo, y colaborador de varias ONG sanitarias, reflexiona sobre su experiencia de cooperación sanitaria en Mozambique, subrayando La única cosa sensata que se puede decir los aportes de la antropología. Por último, Esther Sánchez, enfermera y sobre la naturaleza humana es que está antropóloga, del Grupo de Trabajo de Cooperación de la Asociación en “en” esa misma naturaleza la capacidad de Defensa de la Salud Pública (OP–País Vasco), sintetiza en su artículo los construir su propia historia. pormenores de un proyecto de cooperación en atención primaria en Lewontin, Rose y Kamin Honduras, situando el contexto cultural, histórico y político en el que se (No está en los genes, 1990:27). ha desarrollado durante los últimos ocho años. Introducción Mari Luz Esteban (UPV–EHU y OP) Juan Luis Uria (presidente de Hay dos afirmaciones que han adquirido últimamente carta de evi- la Asociación para la Defensa de la Salud Pública) dencia en el campo de las ciencias de la vida y también, por sus implica- (OP–País Vasco) ciones en las sociedades contemporáneas, en la esfera de la antropología y de las ciencias sociales. La primera de ellas es que nos encontramos ante un auge sin precedentes de las tecnologías biomédicas que han abierto nuevas puertas para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, la producción y transformación de alimentos y animales, la concepción humana y la prolongación de la vida. Hay, incluso, quien anuncia que estamos ante una nueva era biotecnológica configurada por una curiosa combinación de los modelos informacionales y la biología molecular que va permitir —y en cierta medida ya lo está permitiendo— tanto la inter- pretación del código de la vida como su recodificación y reelaboración mediante la ingeniería genética (Nelly, 1995; Castells, 1998). La segunda aseveración puede interpretarse como una consecuencia de la primera, y apunta que debido al desarrollo de estas nuevas tecnologías médicas las 10 11 relaciones entre naturaleza y cultura están sufriendo una redefinición nalidad, hasta la sociobiología de Wilson, pasando por los planteamientos inédita hasta el momento (Rheinberger, 2000). Los dilemas que han eugenésicos de Galton y Pearson de principios del siglo XX o el neokrae- introducido las Tecnologías de Reproducción Asistida (TRA) —¿qué es pelinismo en psiquiatría, el determinismo biológico ha rivalizado con las natural y cultural en los casos de madres de alquiler o de donaciones de ciencias sociales en la explicación de la conducta humana y, por extensión, óvulos y/o espermatozoides?— son una buena prueba de esta nueva defi- de la vida social. No hay, en este sentido, un cambio en la estrategia gene- nición del orden natural, así como las posibilidades programáticas de la ral del nuevo determinismo biológico, pues aunque pocos reduccionistas biología molecular, pues ¿qué es ahora natural y qué cultural cuando las defiendan hoy en día que la criminalidad pueda leerse en las facciones y la tecnologías de recombinación del ADN están suponiendo el diseño y estructura del cráneo, son muchos lo que afirman que puede leerse en los programación de modelos biológicos dependientes de intereses sociales, cromosomas. Sin embargo, sí que existe una diferencia de grado en las sociosanitarios y de mercado, cuando ya no se trata de leer la naturaleza, nuevas ofensivas deterministas, pues sobre el modelo de la biotecnología y sino de “reescribirla”? de su posible e imaginada reversibilidad, el reduccionismo biológico está En gran medida, el impacto de las nuevas tecnologías biomédicas en construyendo una mayor y más sutil capacidad de convicción. la organización social, en las representaciones culturales del cuerpo, la El papel de la antropología ante el determinismo biológico ha consis- vida y la salud y en una economía–política cada vez más globalizada, des- tido en proponer una visión holística, centrada en el poder determinante igual e interdependiente, es algo que todavía está por ver. Algunas de estas o condicionante de las relaciones sociales, los procesos de la tecnologías, como el cultivo de “células madre”, la posibilidad de una economía–política y los sistemas de pensamiento, representación y valo- ingeniería genética a la carta, la clonación, el uso de la información gené- res en este orden natural y en su manipulación científico–técnica. El tica para generar nuevas formas de diferenciación social o la manipula- determinismo cultural y social ha funcionado aquí como una especie de ción y diseño de alimentos y animales, se encuentran claramente en un correctivo a los excesos del determinismo biológico. La cultura, se dirá, momento inicial de su desarrollo. Otras, como la concepción asistida, lle- no es un epifenómeno, sino un ámbito de la realidad que ejerce de forma van ya unos años introduciendo dilemas bioéticos, redefiniendo las determinista o dialéctica su influencia sobre la naturaleza. Incluso desde nociones de maternidad y paternidad en las sociedades industrializadas y esta óptica el propio éxito de las biotecnologías en la modificación y dise- generando nuevas identidades sociales (“donantes”, “niños probeta”, ño del orden natural ha podido entenderse como un ejemplo palmario de “madres de alquiler”, etc.). esta influencia, pues ¿qué demuestran las biotecnologías o la ingeniería Pero si las biotecnologías están domesticando la naturaleza, esto es: genética, si no es la fuerza transformadora del mundo social y la cultura culturizándola, también es cierto que como efecto dialéctico de esta evi- incluso en el propio espacio de la codificación y diseño de la vida? dencia la cultura está siendo naturalizada. Hoy en día fenómenos como la El determinismo biológico y sus dobles vida social, la cultura, el carácter, la subjetividad, las preferencias y conduc- tas sexuales, el género, las adicciones, la distribución poblacional de las El determinismo biológico presupone una jerarquía en el orden de las enfermedades, las desigualdades sociales, el acceso a los recursos, la dife- cosas. En la base se encuentran los procesos biológicos que ejercen su renciación social y otras muchas realidades están conformando un campo determinación en la vida humana. Sobre esta base se disponen las con- de interés creciente para las nuevas formas del determinismo biológico. ductas individuales y los procesos psicológicos en tanto que fenómenos Evidentemente, este tipo de tentativas del determinismo biológico no dependientes. Sobre este segundo estrato descansan las relaciones sociales son nuevas. Desde las teorías biotipológicas de Lombroso sobre la crimi- y la producción cultural de símbolos y representaciones compartidos. En 12 13 este triple ordenamiento existen fuerzas de determinación desde abajo ámbito de las cosas aparece explicitada al hilo del propio término: hacia arriba (de los genes a las conductas y a las diferencias sociales, por bio–psico–social. Pero a pesar de su diversidad, el principio unificador es ejemplo), pero no de arriba hacia abajo (de la vida social a la conducta y siempre el mismo: reducción del principio explicativo a un orden natural a la producción de enfermedades, como contraejemplo). que es percibido, curiosamente, como inmutable, a pesar de las eviden- No obstante, el determinismo biológico no es la evidencia de que cias de mutabilidad introducidas por una teoría que suele resultar inspi- existen enfermedades hereditarias como la hemofilia o patrones más o radora en estos ámbitos: el darwinismo. menos generales de comportamiento que vienen determinados por nues- El papel de los paradigmas antideterministas de la biología ante esta tra condición genética. Tampoco una actitud antideterminista supone ofensiva ha sido desigual y generalmente no ha significado la elaboración negar la condición genética, bioquímica, hormonal, etc. de muchas de las de un “programa fuerte” alternativo. Ya lo comentaban en la década de enfermedades o de la propia conducta. El determinismo biológico es la los ochenta Lewontin, Rose y Kamin, tres representantes de la llamada negación a que, en la jerarquía del orden de las cosas, lo cultural o lo psi- biología radical o ciencia radical, en Not in our genes. Biology, ideology and cológico afecte a lo biológico. Es la ilusión de la independencia de lo bio- human nature (1990). Los críticos del determinismo biológico, decían lógico de todo contexto social e histórico que se expresa en dos direccio- estos autores, han actuado generalmente como bomberos que acuden a nes: una autonomía de los procesos biológicos con respecto a la psicolo- un incendio en la mitad de la noche y que nunca disponen del tiempo gía y a las relaciones sociales y una dependencia de estos dos órdenes del suficiente para generar un “edificio a prueba de incendios”. Unas veces, el substrato natural. incendio es una determinada teoría sobre las relaciones entre el CI En el discurso teórico y en el trabajo empírico el determinismo bioló- (cociente intelectual) y la raza; otras, la inferioridad biológica de la mujer, gico muestra diferentes rostros. Unas veces se trata de teorías sobre el las preferencias sexuales, la determinación biológica de los delincuentes papel determinante de la herencia en la conducta criminal o simplemen- (los genes criminales) o la inmovilidad genética de la naturaleza humana. te política, como en las teorías lombrosianas sobre la relación entre bioti- Según estos autores, todos estos incendios pueden sofocarse con el “agua pología y delincuencia, o incluso anarquismo1. En otras ocasiones se fría de la razón”. Ahora bien, son conscientes que la crítica al determinis- demuestra en las grandes teorías sobre la determinación genética de la mo biológico no supone la construcción de un “edificio a prueba de cultura, como en la sociobiología de Wilson, que aspira a ocupar desde incendios” o, dicho en otros términos, de un programa fuerte que pueda los principios de la especulación biológica el territorio de la antropología vislumbrarse como alternativa. La razón de estas dificultades, como nos y de las ciencias sociales. También subyace con frecuencia a los más mati- explican Lewontin, Rose y Kamin, es que a diferencia de los determinis- zados enfoques biopsicosociales, en donde la jerarquía supuesta en el tas biológicos que construyen sus edificios teóricos a partir de argumen- tos simplistas y de mecanismos únicos para entender fenómenos diversos 1Como dirá Lombroso en su Medicina Legal, el criminal es reconocible a partir de su fisiogno- como la guerra, el comportamiento criminal, la organización familiar o la mía. Así, por ejemplo, “el asesino Fancesconi... muestra un ligero grado de prognatismo y propiedad de los medios de producción, los antideterministas deben tra- senos frontales pronunciados” (en Peset, 1984). Lombroso llegará a comentar en una curiosa bajar con una perspectiva global para tratar un mundo de relaciones entre atribución de validez a los prejuicios culturales y estéticos populares: “Hay personas, sobre todo entre las mujeres, que, desprovistas enteramente de nociones y de prejuicios científicos, los genes, el medio ambiente y la sociedad que, inequívocamente, adquie- cuando se hallan en presencia de una persona que tenga los carácteres del criminal, experi- re una mayor complejidad. mentan una súbita y viva repugnancia, afirmando que presienten en aquella persona un mal- A la espera de algún “programa fuerte” alternativo, la hegemonía de hechor, o simplemente un hombre poco delicado” (ibidem). El anarquismo, por su lado, es reducido por Lombroso a una simple cuestión de “medición de cráneos” y de desequilibrio los presupuestos reduccionistas en las ciencias de la vida continúa siendo mental de sus activistas (en Peset, 1984:160). 14 15 un lugar común. La concepción biomédica de las enfermedades se inscri- reciente de la medicina occidental: (1) el desarrollo del método anatomo- be precisamente en este contexto, pues plantea una comprensión de la clínico; (2) el paradigma bacteriológico, también conocido como teoría vida, la patología y la muerte como resultado de causas exclusivamente contagionista o modelo Henle–Koch y (3) la medicina molecular o de la biológicas, aunque en algún momento pueda abrir la puerta al papel de molecularización, un modelo más reciente, este último, que supone la las “contingencias” del mundo social, la pobreza, la cultura, los hábitos aplicación de las teorías de la biología molecular al campo del diagnósti- dietéticos, las desigualdades sociales u otros factores que serán aprehendi- co y la terapia. Obviamente, estas tres aproximaciones no deben enten- dos como causas secundarias. derse como las únicas en la constitución del modelo biomédico, pues a Desde la perspectiva biomédica las enfermedades son entendidas ellas pueden adicionarse otros paradigmas importantes, como la iatroquí- como anomalías biológicas o psicobiológicas que afectan a funciones o mica del siglo XVII de Franz de la Boe y Willis o la iatromecánica de estructuras del organismo humano y que se expresan mediante signos y Boerhave que tuvo gran éxito en la medicina que media entre el siglo síntomas. Los signos son, según el propio aparato conceptual biomédico, XVII y XVIII. Sin embargo, los tres paradigmas que hemos apuntado aquellas evidencias objetivas de la enfermedad que son perceptibles por el pueden entenderse como representativos de la conformación de una pers- profesional de la salud: eczemas, abultamiento del abdomen, tos, etc., o pectiva biologista de las enfermedades que, en momentos sucesivos a lo las representaciones producidas tecnológicamente mediante analíticas o largo de las dos últimas centurias, irán sedimentando ese sistema terapéu- técnicas de imaginería (Tomografía Axial Computerizada o TAC, tico moderno de conocimiento y de praxis que es la biomedicina. Resonancia Magnética Nuclear o RMN, etc.). Los síntomas, por su lado, Veámoslo con mayor extensión. consisten en aquellas expresiones del paciente que revelan, mediante su existencia, algún tipo de disconfort o malestar físico o psíquico. El obje- El método anatomoclínico to de la biomedicina es resolver los problemas de estas anomalías restitu- En el prefacio de una de sus primeras obras, Naissance de la clinique, yendo el equilibrio biológico del organismo o paliando, al menos, algu- Foucault ha mostrado brillantemente el surgimiento en la medicina occi- nas de sus expresiones. dental de un paradigma positivo, el método anatomoclínico, a partir de En tanto que la enfermedad, habitualmente denominada patología, es lo que él indica como una modificación de la mirada médica. definida como una variación anormal en la estructura o función de algu- Comparando una descripción de Pomme: un clínico del siglo XVIII que na parte del cuerpo, el quehacer biomédico se convierte en un ejercicio trató de curar un caso de histeria con baños de diez a doce horas por día cada vez más especializado. Como indica Hahn, “la patología biomédica durante diez meses, y otra de Bayle: un médico del siglo XIX que visua- contemporánea diseña su progreso en términos de unidades cada vez más lizó por primera vez las lesiones encefálicas de la parálisis general progre- pequeñas de observación” (1995:39). De esta manera, la noción de pato- siva sifilítica, Foucault nos introduce en ese pliegue del conocimiento que logía de nuestro tiempo parece alejarse progresivamente de su significado dio a luz a la medicina positiva (1974:V–VI). En un lapso inferior a cien etimológico de pathos o sufrimiento para recortar, de forma cada vez más años, en el intermedio de la medicina de finales del siglo XVIII y princi- atomizada, las unidades que componen el cuerpo biológico. Más que de pios del XIX, se produce una transformación tal de la ciencia médica que un pathos, como afirma acertadamente Hahn (1995:39), la biomedicina la clasificación quasi–botánica de las diferentes entidades mórbidas es trata de un órgano o una estructura biológica. sustituida por la incursión en el espacio de los órganos. Como consecuen- La constitución moderna del modelo biomédico de las enfermedades cia, se crea una nueva articulación del conocimiento médico que se des- puede rastrearse en tres paradigmas básicos y sucesivos en la historia plaza: de una botánica de los síntomas a una gramática de los signos, de 16 17 una medicina de las especies a una medicina positiva, de un énfasis en la enfermedad o síntoma y lesión supondrá la inclusión de un paradigma clasificación nosográfica a una percepción de las series lineales de aconte- médico basado en la localización del mal, en la observación y también en cimientos (causas) que producen las enfermedades, de un “¿Qué tiene la especialización de acuerdo con el espacio específico de la disfunción usted?” a un “¿Dónde le duele a usted?” (1974:XIV). mórbida. Como ha apuntado Foucault, el espacio de la enfermedad en el Como han apuntado autores tan diversos —e incluso encontrados— siglo XIX ya no será su lugar en una clasificación quasi–botánica o de como Foucault y López Piñero, el trabajo de Bayle, y de otros represen- especies, sino el espacio mismo del organismo: “Percibir lo mórbido, no tantes de la escuela anatomoclínica de París como Bichat o Broussais, es otra cosa que percibir el cuerpo” (Foucault, 1974:271). El principio de supuso la marginación durante el siglo XIX del énfasis clasificatorio, la la medicina del XVIII de vincular un signo a una enfermedad y secunda- nosotaxia more botanico, que había caracterizado a la medicina del siglo riamente a un cuerpo deja paso con el enfoque anatomoclínico a la bús- XVIII. Piénsese que en la tradición médica de los siglos XVII y XVIII el queda de la lesión dentro del cuerpo (Canguilhem, 1993:76). El objeti- modelo para el conocimiento de las enfermedades es la botánica. vo es hacer visible lo invisible, aunque no dejen de surgir dudas sobre si Sydenham, amigo e interlocutor intelectual de Locke, ya propuso en el toda enfermedad implica lesión, si la lesión es la enfermedad o su conse- XVII que uno de los modelos nosográficos a utilizar en medicina era el cuencia, o si todas las enfermedades se vinculan a una “sede” o localiza- de la clasificación de las especies vegetales. Asimismo, conocidos natura- ción espacial o, contrariamente, adquieren, como en el caso de las fiebres, listas del XVIII como Lacroix Sauvages o Linneo coinciden en su magis- una deslocalización corporal. Quizá por ello, el método anatomoclínico, terio profesional en su doble faceta de médicos y botanistas. Incluso el característico de la primera mitad del siglo XIX, derivará en la segunda ánimo clasificador tendrá de forma más tardía una presencia en la medi- mitad de este mismo siglo en la llamada medicina de laboratorio y, por cina y la psiquiatría, pues como hemos apuntado en otro lugar (Martínez tanto, en la indagación de las bases físicas, químicas y biológicas de las Hernáez, 2000a), los modelos de clasificación psicopatológica de lesiones. No obstante, la tradición anatomoclínica tendrá su prolonga- Kraepelin (1856–1926) no escapan a la influencia de la botánica, entre ción en el ya citado método anatomoclínico experimental de Claude otras cosas por la falta de un conocimiento etiológico sobre la mayoría de Bernard, en el desarrollo de la cirugía y en el uso de la imaginería médi- las enfermedades mentales. Sin embargo, en el ámbito de la medicina ca —Tomografía axial computerizada (TAC), Resonancia Magnética occidental de principios del siglo XIX, la nosotaxia more botanico irá Nuclear (RMN) o Tomografía por Emisión de Positrones (TEP)— o de dejando paso al llamado método anatomoclínico, inspirado en la tradi- analíticas sanguíneas y de orina que permitan esa penetración de la mira- ción de autopsias de médicos como Valsalva o Morgagni y que adquirirá da médica dentro del espacio de los órganos ya presente en la disección su plasmación en la llamada escuela francesa de Bichat y Broussais de cadáveres. primero y, más tarde, en el llamado método anatomoclínico experimental de Claude Bernard, el cual adicionará a la observación anatómica el El paradigma bacteriológico principio de experimentación (Canguilhem, 1971:59; Lecourt, 1971:XV; El segundo momento en el desarrollo del modelo biomédico que López Piñero, 1985:25). queremos destacar aquí tiene que ver con la consolidación de las teorías Lo que resulta importante de destacar aquí, es que en el trabajo de los bacteriológicas a finales del siglo XIX y principios del XX. Desde este anatomoclínicos los fenómenos que son observables en el paciente son paradigma se insiste que la causa o etiología de la enfermedad es la acción atribuidos a alteraciones estructurales o lesiones anatómicas que pueden de un microorganismo que genera disfunciones en el cuerpo humano. descubrirse mediante indagaciones como la autopsia. La relación entre Los trabajos de Henle de finales de la segunda mitad del XIX sobre la 18 19

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Sevilla: FAAEE, Asana,. Fundación El Monte; 2005. Institute of ne au temps des négriers (VIIIe–XVIIIe siècles). París: L'Harmattan; 1989. Condé
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