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Introducció a la cultura africana: aspectos generales; Introduction to African culture; Vol.:1; 1979 PDF

173 Pages·2018·3.108 MB·Spanish
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Preview Introducció a la cultura africana: aspectos generales; Introduction to African culture; Vol.:1; 1979

Introducción la cultura africana aspectos generales Alpha I. Sow Ola Balogun Honorat Aguessy Pathé Diagne Serbal/(UreSCX) Titulo original: Introduction a la culture africaine. aspecls géneraux Traductor: Luis Ángel Fernández Hermana Asesor editorial: Ferrán Iniesia, ex-profesor de la Universidad de Dakar, profesor de Historia de África Negra. Universidad de Barcelona. La traducción al español ha sido realizada con ayuda financiera de la Unesco. Primera edición 1982 © 1977 Unesco, 7 Place Fontenoy, 75 700 Paris Ediciones del Serbal, Roger de Flor 172, Teléf. 2462209, Barcelona-13 Impreso en España Depósito legal: B-5.303-1982 Composición: Cucurella I.G., Manresa Impresión y encuadernación: Romanyá-Valls, Verdaguer 1, Capellades ISBN 92-3-301478-9 Unesco ISBN 84-85800-20-6 Ediciones del Serbal Prefacio Actualmente se reconoce de modo creciente que la cultura es un as­ pecto indispensable del desarrollo auténtico. Esta reciente tendencia se refleja, en numerosos países del mundo, en el surgimiento de institu­ ciones dedicadas a promover la cultura. En las antiguas colonias, especialmente en África, la cultura ha desempeñado un papel fundamental en la lucha por la liberación na­ cional. Desde la independencia, la reafirmación de una identidad cul­ tural se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios de todos los estados africanos. Sin embargo, a pesar de esto, no existen trabajos generales sobre la cultura africana para los lectores africanos y de otras partes. Esta Introducción a la cultura africana pretende llenar ese vacío. Los siguientes ensayos, comisionados por la UNESCO, fueron es­ critos especialmente para este volumen por estudiosos africanos quie­ nes, desde diferentes puntos de vista, se propusieron esbozar una apro­ ximación racional a la cultura africana. En publicaciones separadas aparecerán estudios de temas culturales específicos y de culturas afri­ canas de diferentes áreas geográficas. En el "Prolegómeno ', Alpha Sow inicia la discusión con una pre­ sentación de los problemas metodológicos y teóricos que caracterizan a la cultura africana en el África contemporánea, para, después, esbo­ zar una propuesta para un nuevo programa cultural. En "Forma y expresión en las artes africanas". Ola Balogun intro­ duce el lector a la concepción africana del arte, a su dinámica y modos de expresión. Posteriormente, Honorat Aguessy, en "Percepciones y opiniones tradicionales africanas", comienza examinando algunas de las conclu­ siones sobre la cultura africana a que han arribado varios de los estu­ diosos europeos más representativos, para, entonces, estimularlos a examinar la cultura africana desde una nueva perspectiva. Finalmente, Pathé Diagne analiza tanto las tendencias culturales como las políticas que han afectado la evolución de la cultura africana desde las primeras luchas contra el colonialismo hasta la conquista de una identidad cultural, a través de los conceptos claves de negritud y personalidad africana. No hace falta ahondar más en el hecho de que estos cuatro acadé­ micos africanos nos han expuesto sus respectivos puntos de vista sobre la cultura africana y su participación en el destino de África y del mundo, y, por tanto, ellos son los únicos responsables de las ideas aquí propuestas. Sumario Prolegómeno Alpha I. Sow 9 Forma y expresión en las artes africanas Ola Balogun 32 Percepciones y opiniones tradicionales africanas Honorat Aguessy 78 Renacimiento africano y cuestiones culturales Pathé Diagne 118 Prolegómeno Alpha I. Sow Nuestros propios monumentos son las tradiciones orales que mueren junto con los ancianos, transportados por una multitud de lenguas que no siempre se comunican. Nuestras autoridades tradicionales ya no poseen responsabilidad alguna o medio de expresión alguno. Nuestras instituciones sufren la irrupción agresiva de la era moderna. En el mundo, somos un pueblo frá­ gil.' ' En el contexto del programa de "Estudios sobre la cultura africana", aprobado por la decimoctava sesión de la Conferencia General de la UNESCO, se adoptó la decisión de publicar "una Introducción a la cultura africana destinada al gran público”, que abarcaría "los valores literarios, artísticos y culturales del África tradicional y moderna".: Este libro intenta responder a la necesidad, así reconocida, de pre­ sentar los valores verdaderos de la herencia cultural africana, tanto en su diversidad como en sus puntos comunes. Su finalidad es la de transmitir esos valores al gran público, en todo el mundo, y, por tanto, promover la comprensión y la cooperación internacionales. El lector normal suele confundir al especialista exigiéndole res­ puestas simples y directas a cuestiones complejas y controvertidas que, frecuentemente, todavía están sometidas a investigación (o temas sobre los que se expresan opiniones apresuradas y muy personales). La he­ rencia cultural negro-africana despierta un vivo interés; aún más, mu­ cha gente desea comprender su significado, su historia y sus formas !. De una entrevista con Alioune Diop en ICAM-lnfonnation. n,° 2, marzo. 1976. p. 30, 2. cf. Documento 18C/5, L'nesco. 1975. p. 302. Alpha I Sow más características de expresión. Interés acrecentado por el surgi­ miento y desarrollo de los estados negros africanos. Pero debemos preguntarnos si la soberanía nacional ha liberado y potenciado a las culturas que anteriormente las potencias coloniales habían sofocado o desfigurado. Nos gustaría saber si la cultura del pueblo, ayer rechazada o ignorada, puede florecer hoy. ¿Por qué las culturas y las lenguas de Africa, estudiadas y apreciadas fundamental­ mente fuera del continente, son consideradas y presentadas como meros documentos etnográficos? ¿Cómo es posible que, incluso du­ rante este período poscolonial, la participación de los intelectuales afri­ canos en los debates ideológicos sobre la cultura de sus propios pue­ blos siga siendo mínima? ¿Por qué los grandes coleccionistas, críticos y teóricos del arte negro-africano son invariablemente occidentales9 ¿Por qué civilizaciones que originaron inmensas obras de arte durante la prehistoria, la antigüedad y el periodo precolonial -culturas que produjeran los petroglifos, pinturas y grabados africanos, el arte de los grandes reinos y todos los objetos y figurillas de bronce que ahora se muestran en museos europeos y norteamericanos^ por qué, repito, decayeron hasta punto tal que permitieron que fueran conquistados y que se cebara en ellos el atraso? En el ámbito literario, artístico e intelectual ¿puede hablar uno de un cuerpo de valores específicos en el que pudiera basarse una identi­ dad cultural común del África negra, como ocurre en los países árabes y occidentales? Cuestiones culturales en África contemporánea Aunque reconociendo el hecho de que "en África, la diversidad cultu­ ral refleja una realidad viva"1, los delegados a la Conferencia Intergu­ bernamental sobre Políticas culturales en África afirmaron que la unidad era el objetivo primordial. En este contexto, ellos enfatizaron la necesidad de identificar los elementos comunes de las culturas africanas, lo que constituye la base del africanismo.4 3. Conferencia ¡ntergubernameníal sobre Políticas Culturales en A frica. Informe final, Secc. 35, p. 7, Paris. Unesco, 1975. 4. ¡bid, p. 7-8. secc. 37. Igualmente, los jóvenes africanos que se dieron cita en Abomey bajo los auspicios de la UNESCO concluyeron que, a pesar de la indiscuti­ ble diversidad cultural, "evidente a la luz de las lenguas, las artes, las tradiciones musicales, las creencias religiosas, etc.”,' de todas maneras existían similitudes entre los diferentes pueblos del continente. Éstos han madurado a lo largo de la historia gracias a la rica variedad de contactos humanos, religiosos o comerciales que han contribuido a forjar vínculos profundos entre los pueblos de Africa, antes y después de la coloni­ zación." Los participantes en el encuentro regional de Abomey también señala­ ron que algunos observadores extranjeros habían desarrollado el habito de representar la multiplicidad de sus culturas a los africanos como un duende y un obstáculo fundamental para su integra­ ción. La principal preocupación de estos observadores consistía, si no en deni­ grar las culturas africanas, por lo menos en tratar de condenarlas al olvido -si es que no las relegaban a la categoría de sub-culturas. Las posturas y creencias que acabo de resumir nos conducen al cora­ zón del debate, todavía confuso y plagado de contradicciones y argu­ mentos, no sólo entre los ideólogos africanos, sino también entre los diferentes representantes de las élites africanas occidentalizadas. En realidad, como veremos más adelante, gran parte de la reflexión sobre las culturas tradicionales africanas pertenece a individuos no africanos. En el caso de las culturas que las escuelas oficiales se niegan a recono­ cer, culturas cuyos sostenedores no están integrados en las estructuras económicas y políticas de los nuevos estados (el poder de decisión sobre cuestiones esenciales ya no reside en ellos mismos), un amplio número de intelectuales africanos occidentalizados simplemente las desdeñan8 o no toman en cuenta su importancia. Al contrario, las 5. Youiig People and African Cultural Valúes, p. 1 14. París, Unesco. 1975 6. Ibid., p. 115. 7. Ibid., p. 114. 8. Kn í,'Afrique Révohée, p. 144-5 (París, Présente Africaine. 1958). Albert Tévoedjré Alpha I. Son' consideran prácticas religiosas desfasadas, símbolos de iniciación, obje­ tos de culto puramente funcionales y de una desafortunada variedad, cuentos populares y proverbios, supersticiones y magia. De ahí que hayan sido principalmente intelectuales occidentales, como Baumann y Westermann,1' Forde,111 Murdock,11 Herskovits, r- Maquet11 y otros, quienes hayan intentado identificar aquellos rasgos culturales y aquellos vestigios de civilizaciones que son comunes a las diferentes sociedades africanas. A pesar de que sus métodos son ac­ tualmente cuestionados por otros estudiosos y a pesar de que la identi­ dad del individuo africano, como ellos lo caracterizan, parece ser de una autenticidad dudosa, por lo menos han brindado el inestimable servicio de sugerir el perfil de una síntesis que incluye a las diferentes culturas africanas y define sus rasgos comunes.14 Negritud e identidad cultural negro-africana La individualización de las culturas, el respeto por sus diferencias espe­ cíficas, es una de las exigencias fundamentales de nuestro siglo. En muchos de los países del Tercer Mundo, esto ha conducido a una reafirmación de la identidad nacional, concebida ésta como una forma de autodefensa colectiva, condición imprescindible para sobrevivir y contrarrestrar la inevitable desintegración producida por una mecani- escribe: ''...aunque estudio Trances, esa lengua perfecta, con gran interés, siempre lamentaré el hecho de haber sido obligado a estudiar francés en primer lugar, pensar en francés y permanecer ignorante de mi lengua materna. Siempre deploraré el haber sido forzado a convertirme en un extranjero en mi propio país*’. 9. H. Baumann y D. Westermann. Les Peuples el les Civi/isations de I'Ajrique, París. Payot, 1948. 10. International African [nstitute. African Worids. Londres. Oxford University Press. 1954. 11. G. P. Murdock. Africa: lis Peoples and iheir Culture Hislory, Nueva York, McGraw. 1959. 12. M. J. Herskovits. The Human Factor in Changing Africa, Nueva York. McGraw. 1959. 13. J. Maquet. Les Civiiisations Noires, Verviers, Gérard. 1966. 14. En un artículo escrito para la tncyclopedia Universalis (Yol. 1. París. 1968. p. 405- 7)% Jacques Maquet distingue cinco civilizaciones importantes en África: la civiliza­ ción del arco y la flecha, la civilización del cultivo por rozas, la civilización de los graneros, la civilización de la lanza y la civilización de las ciudades. Prolegómeno zación deshumanizadora y una industrialización generalizada y des­ controlada. Parece ser que en el África negra este concepto implica un inútil regreso hacia la negritud en vez de un desarrollo verdaderamente posi­ tivo, es decir, cambio y crecimiento fructiferos. Independientemente de que sea alabada, defendida, discutida o in­ cluso rechazada, la negritud invariablemente despierta sentimientos encontrados y, en cada caso, conduce a extrañas interpretaciones fal­ sas. La negritud histórica había definido, ensalzado e intensificado los rasgos de identidad de los pueblos negros, sometidos a la violencia socio-cultural del esclavismo y el colonialismo; se consideraba a sí misma como una doctrina de lucha profundamente desalienante. Tras ella, somos testigos del surgimiento de un tipo de neonegritud que se ve a sí misma como un sentimiento colaborador, alma e intuición para el Occidente. Sirviendo abiertamente los intereses del neocolonialismo, que lo utiliza, esta negritud tardía redime la cultura urbana del África colonial, tornándose fácilmente en una obscurantista técnica nativa para ejercer el poder e impedir la liberación y el progreso social de los pueblos negros. En un artículo publicado en 1970 en AfricAsia,[i el militante hai­ tiano René Depestre esboza los rasgos históricos del concepto de negri­ tud. Aunque él condena y ataca la intención política, culturalmente opresiva y reaccionaria, que se esconde tras la noción de "epidermizar la negritud", o el concepto “estático" o “debilitador" de un cierto tipo de negritud, no rechaza completamente esta ideología. Él defiende y ensalza sus tendencias progresistas, nacionalistas y desalienantes y su orientación histórica. En oposición a una “negritud deformada", que él rechaza, distingue y argumenta en pro de una negritud auténtica y positiva. En Roumain y en sus mejores discípulos, la negritud era un concepto de liberación nacional, un concepto iluminador y unificador, una suerte de nuevo "marronismo'' ideológico, que, aunque suscrito al marxismo, añadía el encanto de nuestras peculiaridades caribeñas a la riqueza de éste. En Frantz Fanón, la negritud tomó el doble carácter de alienación entre los pueblos negros oprimidos y de reacción emocional del individuo de raza negra, explotado y humillado. 15. R. Depestre, “Haiti ou la Negritud Dévoyée”. AfricAsia, n ° 5 y 6. enero, 1970.

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