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Igualdad y parcialidad : bases éticas de la teoría política PDF

174 Pages·2006·4.243 MB·Spanish
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Thomas Nagel Igualdad y parcialidad Bases éticas de la teoría política Paidós Básica Ultimos títulos publicados: 38. H. M. Feinslein - La formación de William James 39. H. Gardner - Arte, mente y cerebro 40. W. H. Newton-Smith - La racionalidad de la ciencia 41. C. Lévi-Strauss - Antropología estructural 42. L Festingcr y D. Katz - Los métodos de investigación en las ciencias sociales 43. R. Arrillaga Torrens - La naturaleza del conocer 44. M. Mead - Experiencias personales y científicas de una antropólogo 45. G Lévi-Strauss - Tristes trópicos 46. G. Deleuze - Lógica del sentido 47. R. Wuthnow y otros • Análisis cultural 48. G. Deleuze - El pliegue. Leibniz y el barroco 49. R. Rorty, J. B. Schneewind y Q. Skinner - La filosofía en la historia 50. J. Le Goff - Pensar la historia 51. J. Le Goff • El orden de la memoria 52. S. Toulmin y J. Goodfield • El descubrimiento del tiempo 53. R Bourdieu - La antología política de Martin Heidegger 54. R. Rorty • Contingencia, ironía y solidaridad 55. M. Cruz - Filosofía de la historia 56. M. Blanchot • El espacio literario 57. T. Todorov - Crítica de la critica 58. H. White • El contenido de la forma 59. F. Relia - El silencio y las palabras 60. T. Todorov • Las morales de la historia 61. R. Koselleck - Futuro pasado 62. A. Gehlcn - Antropología filosófica 63. R. Rorty - Objetividad, relativismo y verdad 64. R. Rorty - Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos 65. D. Gilmore - Hacerse hombre 66. C. Geertz - Conocimiento local 67. A. Schütz - La construcción significativa del mundo social 68. G. E. Lenski - Poder y privilegio 69. M. Hammersley y P. Atkinson - Etnografía. Métodos de investigación 70. G Solís - Razones e intereses 71. H. T. Engelhardt - Los fundamentos de la bioética 72. E. Rabossi (comp.) - Filosofía de la mente y ciencia cognitiva 73. J. Derrida - Dar (el) tiempo. I. La moneda falsa 74. R. Nozick - La naturaleza de la racionalidad 75. B. Morris - Introducción al estudio antropológico de la religión 76. D. Dennett - La conciencia explicada 77. J. L. Nancy - La experiencia de la libertad 78. G Geertz - Tras los hechos 79. R. R. Aramayo. J. Muguerza y A. Valdecantos • El individuo y la historia 80. M. Augé • El sentido de los otros 82. T. Luckmann - Teoría de la acción social 84. K. J. Gergen - Realidades y relaciones 86. M. Cruz (comp.) • Tiempo de subjetividad 87. G Taylor - Fuentes del yo 88. T. Nagel - Igualdad y parcialidad Thomas Nagel Igualdad y parcialidad Bases éticas de la teoría política # PAIDÓS Hr Barcelona • Buenos Aires • México Título original: Equality and Partiality Publicado en inglés por Oxford University Press, Nueva York-Oxford Traducción de José Francisco Álvarez Álvarez Cubierta de Mario Eskenazi Ia edición, 1996 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. © 1991 by Thomas Nagel © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Mariano Cubí, 92 • 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires. ISBN: 84-493-0298-6 Depósito legal: B-36.978-1996 Impreso en Hurope, S.L., Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en España • Printed in Spain Para John Rawls, que cambió el objeto de estudio SUMARIO Agradecimientos.............................................................................. 9 1. Introducción ........................................................................ 11 2. Dos puntos de vista............................................................ 17 3. El problema del utopismo.................................................. 27 4. Legitimidad y unanimidad ................................................ 39 5. La prueba kantiana ............................................................ 47 6. La división moral del trabajo............................................ 59 7. Igualitarismo......................................................................... 69 8. Problemas de convergencia................................................ 81 9. Problemas estructurales .................................................... 91 10. Igualdad y motivación ........................................................ 103 11. Opciones................................................................................. 125 12. Desigualdad ........................................................................... 135 13. Derechos................................................................................. 143 14. Tolerancia............................................................................... 157 15. Límites: el mundo................................................................. 171 Bibliografía..................................................................................... 181 índice analítico ............................................................................. 185 AGRADECIMIENTOS Este libro fue escrito entre los años 1987 y 1990, y me complace agradecer los generosos apoyos recibidos durante ese período por parte de los fondos de investigación Filomen D'Agostino y Max E. Greenberg de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York (New York University Law School). Algunos de estos materiales los presenté en las conferencias Thalheimer en Johns Hopkins durante 1989, y la mayor parte de ellos fueron el material de mis conferen­ cias John Locke en Oxford durante 1990. Una primera versión del ca­ pítulo 3 apareció como «What Makes a Political Theory Utopian?» (¿Qué convierte en utópica a una teoría política?) aparecido en So­ cial Research 56 (1989), y el capítulo 14 procede en parte de «Moral Conflict and Political Legitimacy» (El conflicto moral y la legitimi­ dad política) publicado en Philosophy and Public Affairs 16 (1987). El libro es el resultado de una larga discusión sobre teoría políti­ ca y moral sostenida con un grupo de amigos y colegas, y una contri­ bución a esa misma discusión. A medida que avanzaba he ido pre­ sentando el trabajo en el coloquio sobre Filosofía, Derecho y Teoría Política que cada otoño he dirigido en la Facultad de Derecho de la N.Y.U. (Universidad de Nueva York) conjuntamente con Ronald Dwor- kin, David Richards y Lawrence Sager. Me beneficié mucho de las opiniones de estos colegas y de otros participantes habituales, parti­ cularmente las de Francés Myrna Kamm. He discutido estos temas durante años, tanto en conversaciones como por correspondencia, con T.M. Scanlon, Derek Parfit y John Rawls; cada uno de ellos ha ejerci­ do una importante y evidente influencia sobre mis pensamientos. En el caso de Rawls la influencia se extiende realmente a lo largo de la mayor parte de mi vida, puesto que fui estudiante en su curso intro­ ductorio a los estudios de filosofía en Cornell; uno de los textos in­ troductorios que estudiamos fue el De Cive de Hobbes. En la primavera de 1990, cuando estaba ofreciendo las conferen­ cias John Locke tuve también la gran fortuna de pasar dos trimes­ tres en All Souls College como profesor visitante en un momento en que se daba en Oxford una conjunción particularmente feliz de filó­ sofos morales y políticos con quienes pude hablar. G.A. Cohén, Ro­ nald Dworkin, Derek Parfit, T. M. Scanlon, Samuel Scheffler y yo ce­ lebrábamos discusiones semanales sobre los trabajos que estábamos 10 IGUALDAD Y PARCIALIDAD haciendo. Todos trabajábamos en problemas conectados y aquellas discusiones supusieron una ayuda extraordinaria en el momento de escribir las últimas versiones de este libro. Nueva York Enero de 1991 Capítulo 1 INTRODUCCIÓN Este ensayo trata con lo que me parece que es el problema cen­ tral de la teoría política. En lugar de proponer un solución, trataré de explicar en qué consiste y por qué es tan difícil de resolver. El resultado no es preciso que se vea en forma pesimista puesto que el reconocimiento de un obstáculo serio es siempre una condición necesaria del progreso, y creo que hay esperanza de que en el futuro puedan desarrollarse instituciones políticas y sociales que continúen nuestro irregular progreso hacia la igualdad moral, sin ignorar las tercas realidades de la naturaleza humana. No es que opine que sean insatisfactorios todos los acuerdos y planes políticos y sociales tan ingeniosamente diseñados. Podría pen­ sarse así debido al fracaso de todos los sistemas reales a la hora de cumplir con un ideal que todos podríamos reconocer como correc­ to. Aparece un problema más profundo, uno que no es simplemente práctico sino teórico: no poseemos todavía un ideal político acepta­ ble, por razones que pertenecen a la filosofía moral y política. Se trata del bien conocido problema de intentar reconciliar la posición de la colectividad con la posición del individuo; pero no quiero abordarlo principalmente como una cuestión relativa a la relación entre el in­ dividuo y la sociedad, sino considerarlo en su origen y esencia como un asunto referido a la relación del individuo consigo mismo. Este tratamiento refleja la convicción de que la ética y las bases éticas de la teoría política tienen que entenderse brotando de la división, que se da en cada individuo, entre dos puntos de vista: el personal y el impersonal. El segundo representa las exigencias de la colectivi­ dad y plantea sus demandas a cada individuo. Si no existiera no ha­ bría moralidad, solamente se daría la confrontación, el compromiso y la convergencia ocasional de las perspectivas individuales. Cada uno de nosotros es sensible a las demandas de otros por medio de la moralidad pública y privada, porque el individuo no se sitúa ex­ clusivamente en su propio punto de vista. Cualquier acuerdo social que gobierne las relaciones entre los in­ dividuos, o entre el individuo y la colectividad, depende del corres- 12 IGUALDAD Y PARCIALIDAD pondiente balance de fuerzas en el fuero interno, donde se refleja como en un microcosmos. Para cada individuo esa imagen refleja la relación entre la posición personal y la impersonal, de ella depende el acuerdo social que requiere nuestra contribución. Si determina­ do acuerdo reclama el apoyo de quienes viven bajo él, en otros tér­ minos, si reclama legitimidad, debe producir o apoyarse en alguna forma de integración razonable de los elementos naturalmente divi­ didos del yo. La división no es estricta y contiene una enorme com­ plejidad subordinada, pero me parece indispensable considerarla a la hora de pensar en el tema. Los problemas más difíciles de la teoría política son los conflic­ tos internos al individuo y no serán adecuadas las soluciones exter­ nas que no les tengan en cuenta en su propio origen. Defiendo que el punto de vista impersonal produce en cada uno de nosotros una potente exigencia de imparcialidad e igualdad universal, a la vez que el punto de vista individual hace brotar motivos y exigencias indivi­ dualistas que obstaculizan la búsqueda y la realización de aquellos ideales. El reconocimiento de que esto es cierto para lodos coloca a la posición impersonal ante posteriores problemas referidos a lo que se precisa para tratar a las personas con una consideración igual, y esto mismo sitúa al individuo ante otros conflictos. Los mismos problemas aparecen respecto a la moralidad de la con­ ducta personal, pero defenderé que su tratamiento debe extenderse a la teoría política donde las relaciones de apoyo mutuo, o las de con­ flicto entre las instituciones políticas y la motivación individual, son absolutamente importantes. Resulta pues que es muy difícil conse­ guir una combinación armónica de un ideal político aceptable con normas aceptables de moralidad personal. Por tanto, otra manera de plantear el problema es la siguiente: cuando tratamos de descubrir normas morales razonables para la conducta de los individuos e in­ tentamos integrarlas con normas justas para la evaluación de las ins­ tituciones sociales y políticas, parece que no hay manera satisfacto­ ria de integrarlas conjuntamente. Responden a presiones opuestas que provocan la disgregación. En gran medida las instituciones políticas y sus justificaciones teóricas tratan de extemalizar las demandas del punto de vista im­ personal. Pero tienen que configurarse y ser construidas por indivi­ duos en quienes la posición impersonal coexiste con la personal, as­ pecto que debe reflejarse en su diseño. Lo que digo es que no se ha resuelto el problema de diseñar instituciones que hagan justicia por igual a la importancia de todas las personas, sin que resulten ina­ ceptables las exigencias que planteen a los individuos; esto es así, en parte, porque en nuestro mundo no está resuelto el problema de

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