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Idea De La Historia PDF

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Este libro del filósofo R. G. Collingwood (189 943) sobre la idea de la historia, en el que tan­ tos y tan altos afanes puso, es el resultado del trabajo postumo de compilación y selección de sus papeles, salvados así por el profesor T. M Knox. Se divide en dos grandes secciones. La primera, que comprende la Introducción y las partes I a IV, es un estudio sobremanera sugesti­ vo de la historiografía, desde Heródoto y Tucí­ dides hasta nuestros días. La segunda, o sea la Parte V, está compuesta de siete ensayos sobre problemas filosóficos relativos a la tarea del histo­ riador. De esta suerte, la parte histórica viene a ser como el apoyo bien documentado de las con­ clusiones personales del autor. Collingwood fue a la vez, tanto profesionalmente como por excep­ cional vocación, historiador y filósofo. Su expe­ riencia en ambos campos del pensamiento le ca­ pacitó para tratar los temas historiográficos, de central importancia entre las preocupaciones del pensamiento moderno. En la portada, Relatividad, de M. C. Eschcr R. G. COLLINGW OOD I DEA DE LA H I S T O R I A FONDO DE CULTURA ECONOMICA MÉXICO Traducción de Edmundo O’Gorman y Jorge Hernández Campos Primera edición en inglés, 1946 Primera edición en español, 1952 Segunda edición, 1965 Vigésima reimpresión, 2000 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra —incluido el diseño tipográfico y de portada—, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del editor. Título original: The idea of history © 1946, Oxford University Press, Londres D. R. © 1952,F ondo de Cultura Económica D. R. © 1986, Fondo de Cultura Económica, S. A. de C. V. D. R. © 1996, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F. www.fce.com.mx ISBN 968-16-0196-3 Impreso en México NOTA DE LA PRESENTE EDICIÓN * Durante los seis primeros meses de 1936 escribió Collingwood treinta y dos lecciones sobre The Philosophy of History. El ma­ nuscrito se divide en dos partes, cada una de las cuales tenía la intención de convertir en libro. La primera es un resumen his­ tórico de cómo se ha desarrollado la moderna idea de ta historia desde Heródoto hasta el siglo xx; la segunda consiste en "epile- gómenos metafísicos” o meditaciones filosóficas sobre la natu­ raleza, rruiteria y método de la historia. De los dos libros proyectados, el segundo empezó a tomar forma en la primavera de 1939 cuando, durante una corta estan­ cia en Java, empezó Collingwood a escribir The Principles of History. En esta obra se proponía estudiar "las principales carac­ terísticas de la historia en cuanto ciencia especial" y considerar, luego, sus relaciones con otras ciencias, particularmente con las < icncias naturales y con la filosofía, así como sus conexiones con la vida práctica. En 1940 revisó parte del manuscrito redactado en 1936, es- ¡>cciatmente ta sección dedicada a Grecia y Roma, y lo rebautizó con el título de The Idea of History. Pero aunque tuvo la in­ tención de presentarlo como compañero de su otro libro The Idea ni Nature por desgracia ya no pudo trabajar más en él. Era deseo de Collingwood que sus escritos postumos fuesen ¡n:gados conforme a las más altas normas de criterio antes de (tin tos a la publicación, y por eso la decisión de sacar en limpio un libro a base de esos manuscritos sobre la historia no se ha lomado sin algún temor. Sin embargo, se pensó que contenían materiales que podrían ser de utilidad a los historiadores, así como a los fitósofos, y que eran demasiado buenos para no publicarlos. Como la mayor parte de los materiales disponibles eran poco más que un primer esbozo, el editor ha tenido necesidad de in­ tervenir más en la preparación de este libro que en The Idea of Nature. Pero creo de justicia decir que aunque la disposición del libro y algo de su forma se deben al editor, el contenido es en todas sus partes de Collingwood. La estructura del libro hace casi inevitables algunas repeticiones (particularmente en los ensa­ yos independientes que he elegido y agrupado para formar la Quinta Parte y que pareció mejor publicarlos casi tal como fueron escritos); y las distintas fechas en que se compusieron diferentes partes, así como el desarrollo del pensamiento del autor aun du· * Del prefacio a la edición original inglesa de 1946. 7 8 NOTA A LA PRESENTE EDICIÓN rante la redacción del manuscrito de 1936, pueden explicar las contradicciones ocasionales que todavía quedan. Con tas excepciones que mencionaré más adelante, la base del libro son las lecciones de 1936 y yo he mantenido el plan origi­ nal de esas lecciones, reduciéndolas a un solo libro en vez de dos. Mí razón para ello es que, aunque disponemos de suficiente número de tnanuscritos inéditos y de ensayos publicados cotno para formar un libro aparte sobre la naturaleza de la historia, no considero que la calidad de todo lo inédito sea lo suficientemente alta como para aconsejar su publicación. El manuscrito de The Principles of History es un fragmento que solamente contiene una tercera parte de lo proyectado ; pero Collingwood dejó en él una nota autorizando su publicación con un prefacio "donde se explique que se trata de un fragmento de lo que yo, cuando menos durante veinticinco años, me propuse escribir como mi obra principal”. A pesar de esta iautorización, no me he sentido justificado para imprimir más que tres extrac­ tos que aparecen más adelante como Tercera Parte, §8, y Quinta Parte, §§ 3 y 6. Y aun éstos los he incluido con ciertas reservas. Están escritos según la manera última de Collingwood, y en oca­ siones el estilo y el temple desentonan algo con el resto del libro. Pero su inclusión sirve para redondear sus opiniones sobre la historia y para exponer con mayor detalle algunos puntos que en otras partes sólo se indican brevemente. En la Quinta Parte, §§ 1 y 2, he incluido dos ensayos sobre la his­ toria que ya fueron publicados : la lección inaugural que pronunció Collingwood como Profesor de la cátedra Waynflete de Filosofía Metafísica, el 28 de octubre de 1935 (publicada como folleto por la Clarendon Press) y la conferencia que pronunció en la British Academy el 20 de mayo de 1936 (publicada en los Proceedings de la misma, vol. xii, y aquí reimpresa con el consentimiento de la Academia). No ha parecido conveniente reimprimir otros ensayos sobre la historia que publicó de tiempo en tiempo, ya porque representan posiciones que abandonó más tarde, ya por­ que en lo sustancial han quedado absorbidos en el contenido del presente volumen. Noticias sobre estos ensayos pueden en­ contrarse en la lista de sus escritos filosóficos que se publicó como apéndice a una nota necrológica de los Proceedings of the British Academy, vol. xxix. A esta lista es preciso añadir los si­ guientes títulos: 1925 "Economics as a Philosophical Science" (Int. Journal of Ethics, vol. XXXV). 1926 "Religion, Science and Philosophy” (Truth and Free­ dom, vol. II, n? 7). 1928 Traducción del artículo de Croce "Estética”, en la En­ ciclopedia Británica, 14? ed. NOTA A LA PRESENTE EDICION 9 1929 "A Philosophy of Progress” (The Realist, n? 1). 1940 "Fascism and Nazism" (Philosophy, vol. xv). Agradecemos a los editores, y a los señores Longmans, Green, Co., los impresores de la English Historical Review, el permiso para utilizar, en este libro, en la Cuarta Parte, § 1 ( iv), una reseña con la que Collingwood colaboró en esa revista. T. M. Knox St. Andrews, 30 de diciembre de 1945 INTRODUCCIÓN § 1. La filosofía de la historia Este libro es un ensayo sobre la filosofía de la historia. La de­ signación “filosofía de la historia” fué acuñada en el siglo xviii por Voltaire, quien sólo quiso significar con ella la historia crí­ tica o científica, un tipo de pensar histórico en que el historiador decidía por su cuenta en lugar de repetir los relatos que encon­ traba en los libros viejos. Hegel y otros escritores de las postri­ merías del siglo xviii emplearon esa misma designación; pero le dieron un sentido diferente empleándola para referirse pura y simplemente a la historia universal o mundial. Un tercer sen­ tido de la designación se encuentra en varios positivistas del siglo XIX para quienes la filosofía de la historia consistía en el des­ cubrimiento de las leyes generales que gobiernan el curso de aquellos acontecimientos cuyo relato corresponde a la historia. La tarea postulada por la “filosofía” de la historia, según la entendían Voltaire y Hegel, solamente podía cumplirse por la historia misma, mientras que para los positivistas se trataba del intento de convertir la historia, no en una filosofía, sino en una ciencia empírica, como la meteorología. En cada uno de estos casos, un concepto distinto de filosofía era lo que deter­ minaba la manera de conceptuar la filosofía de la historia. En efecto, para Voltaire, filosofía significaba pensar con indepen­ dencia y críticamente; para Hegel, significaba pensar acerca del mundo como totalidad; para el positivista del diecinueve, signi­ ficaba el descubrimiento de leyes uniformes. El empleo que yo le doy al término “filosofía de la historia” difiere de los anteriores, y para explicar qué cosa entiendo con él diré primero algo acerca de mi modo de concebir la filosofía. La filosofía es reflexiva. La mente filosofante nunca piensa simplemente acerca de un objeto, sino que, mientras piensa acer­ ca de cualquier objeto, siempre piensa también acerca de su propio pensar en torno a ese objeto. De esta suerte, a la filosofía puede llamársele pensamiento en segundo grado, pensamiento acerca del pensamiento. Por ejemplo, descubrir cuál sea la dis- 11 12 INTRODUCCIÓN tancia entre la Tierra y el Sol es una tarea para el pensamiento en primer grado; en el caso, tarea para la ciencia astronómica; mas por otra parte, descubrir qué cosa es precisamente lo que hace­ mos cuando descubrimos la distancia que separa a la Tierra del Sol es una tarea para el pensamiento en’segundo grado, en este caso, tarea para la lógica o para la teoría de la ciencia. Cuanto hemos dicho, sin embargo, no quiere decir que la filosofía sea la ciencia de la mente, es decir, la psicología. La psi­ cología es pensamiento en primer grado: trata de la mente del mismo modo que la biología trata de la vida. No se ocupa de la relación entre el pensamiento y su objeto; se ocupa directa­ mente del pensamiento como algo netamente separado de su objeto, como algo que simple y sencillamente acontece en el mundo, como un fenómeno de tipo especial que puede exami­ narse por sí solo. Pero la filosofía jamás se ocupa del pensamien­ to por sí solo; siempre se ocupa de su relación con su objeto, y por lo tanto se ocupa del objeto en la misma medida en que se ocupa del pensamiento. Esta distinción entre la filosofía y la psicología puede ilus­ trarse con la diferencia de actitudes que adoptan estas dos disci­ plinas respecto al pensar histórico, que es un tipo especial de pensamiento que se ocupa de un tipo especial de objeto, al cual, provisionalmente, definimos como el pasado. Muy bien puede el psicólogo interesarse en el pensar histórico; bien puede, en efecto, analizar los tipos peculiares del acontecer mental que se da en el historiador; puede, por ejemplo, concluir que los historia­ dores son gente que construye un mundo de ilusión, como hacen los artistas, dado que son demasiado neuróticos para poder vivir adecuadamente en el mundo de la realidad; pero que, a dife­ rencia de oís artistas, proyectan ese su mundo de ilusión hacia el pasado, porque relacionan el origen de su neurosis con acon­ tecimientos pasados de la niñez y una y otra vez se lanzan hacia el pasado en el vano empeño de desembarazarse de la neurosis. Y aun podría llevarse semejante análisis a mavor detalle, mos­ trando que el interés del historiador en un importante personaje tal como Julio César no es sino la expresión de su actitud infantil respecto a su padre, y así en todo lo demás. Ahora bien, no quiero sugerir que semejantes análisis sean pura pérdida de tiem­ po; solamente deseo describir un ejemplo típico a fin de señalar

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