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Ibn Battuta. A Través Del Islam [2017] PDF

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A través del Islam es una obra fundamental de la literatura de viajes, así como un clásico de las letras árabes. Un relato en primera persona de las aventuras y desventuras, placeres y sinsabores, del tangerino Ibn Battuta en su dilatadísimo viaje desde Marruecos hasta China en pleno siglo XIV. Ibn Battuta A través del Islam ePub r1.0 Titivillus 25.02.17 EDICIÓN DIGITAL 3 Título original: Riḥla Ibn Battuta, 1350 Traducción: Serafín Fanjul & Federico Arbós Editor digital: Titivillus ePub base r1.2 Edición digital: epublibre (EPL), 2017 Conversión a pdf: FS, 2018 4 «Te preguntan cómo deben dar las limosnas. Di: el bien que hagáis sea para los padres, los parientes, los huérfanos, los menesterosos y para el viajero». (Corán, II, 215) «Si encuentras a un forastero, ayúdalo: quizá llegue el día en que lo seas». (Proverbio marroquí) 5 ÍNDICE Preliminar Abreviaturas Bibliografía Introducción Mapas PRIMERA PARTE SEGUNDA PARTE Mapa general del viaje de Ibn Battūta Resumen del viaje 6 PRELIMINAR I En la Casbah de Tánger, asaltada a diario por miles de turistas en busca de gangas inexistentes o de tipismo comercial, hay que pedir un guía avezado y no poco culto — cualquier tangerino no sabe— para llegar a un pequeño panteón donde se dice descansan los restos del jeque Ibn Baṭṭuṭa el Tangerino. Es un oratorio diminuto con espacio para tres o cuatro personas en posición de rezo: en un lado está la tumba con una lápida sencilla y sin pretensión alguna. Un guardián muy viejo te ofrece agua y lee en tu honor unos párrafos de un libro sin pastas y con las hojas comidas en márgenes y esquinas: hay algo de ritual devoto, de adoración idólatra en sus palabras, en su veneración por el autor de aquella página Quizá es parte de la escenografía con que el guardián se gana la vida y en la cual —por supuesto— cree a pies y juntillas. Es el mismo aparato dramático que presenciamos en Santiago, en Kerbela o en Roma. Pero aquí no hay dividendos, ni cadenas hoteleras, ni rosarios benditos: sólo un viejo subsiste pobremente. Por fuera, la tumba, sin ningún signo externo de riqueza o embellecimiento, se distingue en el recodo de una estrecha escalera que oficia de vía, por una cúpula modestísima encajonada entre callejas. Es un morabito como tantos que Ibn Baṭṭuṭa el Tangerino visitara. II 7 La traducción de la Riḥla de Ibn Baṭṭuṭa no es un descubrimiento sensacional ni un ejercicio de aburrido lucimiento ante el parvo público arabista, sino el relleno trabajoso de una laguna hasta ahora —hasta ahora— existente. Porque no es fácil comprender que habiendo traducciones de la Riḥla a las principales lenguas europeas (ruso, inglés, francés) hasta hoy se careciese de una versión en castellano. Tal vez se estimara que ya bastaba la traducción a esas lenguas europeas que nos son próximas para tener acceso a esta obra, como a otras muchas. Pero el argumento no resiste el más leve análisis: el lector español no tiene por qué conocer, en principio, esos idiomas, además de que dichas traducciones no salen de las bibliotecas superespecializadas. En cuanto al especialista, es de suponer que lea el texto en la versión original. Pensamos que la misión de un arabista español, a caballo entre las culturas árabe y española, es difundir la una valiéndose de sus conocimientos técnicos, y enriquecer la otra, a la que se debe, pues es en definitiva de esta sociedad de la que vive. Por otra parte, no está de más recordar que algunas de las importantes traducciones del árabe al castellano que se han hecho en este siglo eran obras ya vertidas al francés o al alemán, o al mismo castellano, y para cuya traducción no fue óbice que existieran otras previas, siguiendo un criterio a nuestro juicio acertado y loable. Y cuyo ejemplo nos complacemos en seguir. III Nuestra traducción se ha basado en la reimpresión (Anthropos, París, 1969) de la edición Defremery- Sanguinetti (París, 1854) con alguna referencia de consulta a la muy deficiente de Karam al-Bustani (Beirut, 1964). 8 Hemos utilizado también las traducciones de Gibb (vid, Bibliografía) y de los mentados Defremery-Sanguinetti como elemento de comparación en los pasajes que lo precisaban, así como nos hemos valido de las muy esclarecedoras notas de Gibb y de las no de todo desdeñables, de Monteil. La profundización en obras y artículos, que el lector puede hallar en la Bibliografía adjunta, ha sido obligación ineludible, aunque a tampoco hemos descuidado la consulta personal y directa a estudiosos de aspectos parciales; a este respecto manifestamos nuestro agradecimiento a los profesores Elías Terés, Solimán Salom, y A. Kahachemi por sus muy útiles indicaciones en toponimia andalusí, lengua turca y lengua persa, respectivamente. Siguiendo la tónica Defremery-Sanguinetti suprimimos la mayor parte de las innumerables jaculatorias piadosas que acompañan a los nombres propios, especialmente las menciones de Dios, del Profeta y de los hombres religiosos o simplemente generosos o amable, con Ibn, Baṭṭuṭa. La razón es de orden práctico: se trata de aligerar la lectura de frases incidentales que nada esclarecen el relato y por el contrario lo hacen farragoso en extremo. Estas jaculatorias son perfectamente asimilables en un contexto cultural árabe, pues la reiteración en ese medio no sufre de condenas estéticas sino que más bien es elemento enriquecedor, aparte su valor de manifestación piadosa, de respeto o deferencia en el caso que nos ocupa. Creemos innecesario extenderse mucho acerca del efecto negativo que sobre un lector medio «occidental» produce la repetición de fórmulas fijas y no significativas dentro del texto. Por tanto no estimamos pueda considerarse este criterio mutilación sino mejora conveniente. Estas fórmulas suelen ser: «Dios lo bendiga y salve», «Dios se apiade de 9 él». «Esté Dios satisfecho de él», «Sea sobre él la paz», etc. Precediendo a los abundantes versos intercalados indicamos el metro (kamīl, basīṭ, ṭawīl, rayaz, etc.) utilizado por el poeta. Vaya esto como aclaración para el lector no especializado. El sistema de transcripción que se ha seguido es en palabras árabe el habitual de los arabistas españoles, corriente en la revista «al-Andalus», publicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. No obstante, la inserción de numerosos términos y topónimos turcos, persas, etc. nos ha obligado a introducir fonemas inexistentes en árabe fusha, tales como /p/, /ch/, /v/, /gu/, etc., así como las vocales /e/ y /o/. Los nombres chinos se han transcrito según el método Wade-Giles. En la transcripción de nombres y topónimos hemos adoptado la forma castellanizada cuando ésta se halla suficientemente difundida (v. g. Mahoma por Muḥammad) y enraizada en el medio cultural español, conservándose la transcripción del árabe cuando no es así; o las formas más corrientes en los Atlas geográficos si se trata de topónimos no árabes. NOTA: en la versión digital no está muy depurada la transcripción de las palabras árabes. Advertencia bibliográfica En la confección de la Bibliografía sucinta que ofrecemos nos hemos atenido a los mismos principios inspiradores de la traducción: claridad y utilidad para el lector. Soslayamos pues la lamentable práctica seudocientífica consistente en engordar una lista copiando cientos de fichas de obras ni tan siquiera ojeadas y que en muchos casos tienen escasa o mala relación con el tema de 10

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