ebook img

Humano, demasiado humano PDF

335 Pages·2007·6.384 MB·Spanish;Castilian
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Humano, demasiado humano

AKAL CLÁSICOS DEL PENSAMIENTO 3 D I R E C T O R Félix Duque Maqueta: RAG Diseño de cubierta: Sergio Ramírez Título original: Menschliches, allzumenschliches Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reproduzcan o plagien, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización. © Ediciones Akal, S. A., 1996, 2001, 2007 Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - España Tel.: 91 806 19 96 Fax: 91 804 40 28 ISBN: 978-84-460-0736-4 (Obra completa) ISBN: 978-84-460-0635-0 (Tomo II) Depósito legal: M. 22.690-2007 Impreso en Cofas, S. A. Móstoles (Madrid) Friedrich Nietzsche HUMANO, DEMASIADO HUMANO Un libro para espíritus libres Volumen II Traducción Alfredo Brotons Muñoz aitai- ÍNDICE Abreviaturas y símbolos empleados ............................................. 6 Prefacio ............................................................................................ 7 Primera parte Opiniones y sentencias varias ....................................................... 13 Segunda parte El caminante y su sombra .............................................................. 115 Fragmentos postumos: (Primavera de 1878-noviembre de 1879) .......................... 223 ABREVIATURAS Y SÍMBOLOS EMPLEADOS ¡-¡¡jll Humano, demasiado humano, I. QSV: Opiniones y sentencias varias. yX El viandante y su sombra. Pi- Primera impresión. Em- Ejemplar autógrafo. pr Pruebas. Pr2■ Pruebas antes de la corrección por Nietzsche. pr2■ Corrección de Nietzche en las pruebas. Ma: Manuscrito. , , , , Md. Manuscrito definitivo, esto es, el proyecto autógrafo de la primera impresión. (jl Copia en limpio, esto es, el proyecto del manuscrito defi­ nitivo. Pp. Fase previa, esto es, las anotaciones que llevan a la copia en limpio. BN. Libros de la biblioteca postuma de Nietzsche. ya. Variante anterior. yp Variante posterior. [?]. Lectura incierta. [+]. Palabra ilegible. [=]. Laguna. _______. Frase interrumpida o incompleta. < >. Completado por los editores o por el traductor, j). Tachado por Nietzsche o indicación del traductor. PREFACIO 1 No se debe hablar sino cuando no cabe callar; y sólo hablar de lo que se ha rebasado: todo lo demás es charlatanería, “literatura», falta de disciplina. Mis escri­ tos no hablan más que de mis victorias: «yo» estoy en ellos con todo lo que me ha sido hostil, ego ipsissimus', y aun, si se me permite una expresión más orgullosa, ego ipsissimum2. Se adivina: tengo ya mucho por debajo de mí... Pero siempre fue menester tiempo, convalecencia, lejanía, distancia, hasta que surgieron en mí las ganas de escorchar, explotar, destapar, «exponer» (o como se le quiera llamar) a posteriori para el conocimiento algo vivido y sobrevivido, un hecho o fatum3 pro­ pio cualquiera. En tal medida todos mis escritos, con una única, por cierto esencial, excepción, han de ser fechados con antelación -siempre hablan de un «tras de mí'—: algunos, como las tres primeras Consideraciones intempestivas, incluso antes aún del período de nacimiento y de vivencia de un libro anteriormente publicado (el Nacimiento de la tragedia en este caso, como no puede ocultársele a un obser­ vador y comparador más sutil). Aquella airada explosión contra la teutomanía, la acomodaticiedad y el apordioseramiento de la lengua del decrépito David Strauss, el contenido de la primera Intempestiva, desempolvó disposiciones con las que mucho antes me había sentado, como estudiante, en medio de la cultura y el filiste- ísmo cultural alemanes (reivindico la paternidad de la expresión «filisteo cultural», de la que mucho se usa y abusa hoy en día); y lo que allí dije contra la «enferme­ dad histórica»4 lo dije como alguien que lenta, penosamente, aprendió a curarse de ella y en absoluto tenía intención de renunciar en adelante a la «historia»5 porque 1 «Mi propio yo». 2 -Mi yo mäs intimo». 3 Factum oder Fatum. 4 -historische Krankheit*. 5 -Historie-. 8 Friedrich Nietzsche en un tiempo la había padecido. Cuando luego, en la tercera Consideración intem­ pestiva, expresé mi veneración por mi primer y único educador, por el gran Arthur Schopenhauer —lo haría ahora todavía con mucha más fuerza, también más perso­ nalmente-, ya me encontraba, por lo que a mi propia persona se refiere, metido en medio del escepticismo y la disolución morales, es decir, tanto de la crítica como de la profundización de todo pesimismo habido hasta entonces, y, como dice el pueblo, ya no creía «en nada en absoluto», ni siquiera en Schopenhauer: justamente de esa época data un texto inédito »sobre la verdad y la mentira en sentido extra- moral». Incluso mi discurso triunfal y solemne en honor de Richard Wagner, con ocasión de la celebración de su victoria en Bayreuth en 1876 -Bayreuth significa la mayor victoria que jamás haya logrado un artista—, un trabajo que ostenta la más marcada apariencia de «actualidad», era en el fondo un homenaje y un agradeci­ miento hacia un trozo de mi pasado, hacia la más hermosa, también la más peli­ grosa, bonanza de mi travesía... y en realidad un desligamiento, una despedida. (¿Tal vez el mismo Wagner se equivocaría acerca de esto? No creo. Mientras aún ama, no pinta uno ciertamente tales cuadros; aún no «contempla», no se sitúa a dis­ tancia de la manera en que tiene que hacerlo el que contempla. «Del contemplar forma ya parte un misterioso antagonismo, el de mirar de frente», se dice en la página 46 del citado escrito6, con un giro delator y melancólico que quizá sólo era para unos pocos oídos.) La compostura para poder hablar sobre largos años inter­ medios de la más íntima soledad y privación sólo se me deparó con el libro Humano, demasiado humano, al que va también dedicada esta segunda apología e introducción. En cuanto libro «para espíritus libres», hállase en él algo de la frial­ dad casi serena y curiosa del psicólogo que a posteriori consigna y, por así decir, ensarta con cualquier punta de aguja una profusión de cosas dolorosas que éste tiene por debajo de sí, tiene tras de sí: ¿qué hay de extraño en que, en un trabajo tan afilado y puntilloso, mane a veces algo de sangre, que el psicólogo tenga por ello sangre en los dedos y no siempre sólo en los dedos? 2 Tanto Opiniones y sentencias varias como El caminante y su sombra fueron publicados primero separadamente como continuaciones y apéndices de ese humano, demasiado humano «Libro para espíritus libres» citado: al mismo tiempo como continuación y duplicación de una cura espiritual, es decir, del auto-trata- miento antirromántico, tal como mi instinto mismo, que había permanecido sano, lo había inventado, e incluso me lo había recetado, contra una afección pasajera de la forma más peligrosa de romanticismo. Ahora bien, tras seis años de convalecen­ cia, pueden tolerarse reunidos los mismos escritos como segundo volumen de Humano, demasiado humano: considerados juntos, tal vez impartan más categóri­ ca y claramente su doctrina, una terapéutica que puede recomendarse como disci­ plina voluntatis1 a las naturalezas más espirituales de la generación justamente 6 Wagner en Bayreuth, 7 (ed. cast., Obras completas, trad. Pablo Simón, Prestigio 1970, vol. I., pág. 808). 7 «Disciplina de la voluntad». 9 Humano, demasiado humano II ascendente. En ellos habla un pesimista que con bastante frecuencia se ha exaspe­ rado, pero que siempre ha vuelto a sus casillas; un pesimista, pues, con buena voluntad hacia el pesimismo, por tanto en todo caso ya no un romántico: ¿cómo? ¿no debiera permitírsele a un espíritu versado en esta habilidad de los espíritus para mudar de piel darles una lección a los pesimistas actuales, que todavía están en su totalidad en peligro de romanticismo?, ¿y mostrarles, al menos, cómo se hace?... 3 Era entonces hora en efecto de despedirse: pronto recibí la prueba de ello. Richard Wagner, aparentemente el máximo triunfador, en verdad un romántico pútrido, desesperado, se postró de pronto, desamparado y quebrado, ante la cruz cristiana...8. ¿Ningún alemán tuvo, pues, entonces para este terrible espectáculo ojos en la cara, conmoción en su conciencia? ¿Fui yo el único que sufrió por él? No importa; este inesperado acontecimiento me dio a mí mismo, como un rayo, clari­ dad sobre el lugar que había abandonado, y también ese estremecimiento a poste­ riori que siente todo aquel que ha corrido inconscientemente un enorme peligro. Al proseguir solo, temblaba; no mucho después caí enfermo, más que enfermo, cansado, por la irresistible desilusión respecto a todo lo que a nosotros, hombres modernos, nos quedaba para el entusiasmo, respecto a la fuerza, el trabajo, la esperanza, la juventud, el amor despilfarrados por doquier; cansado por asco hacia lo afeminado y exaltado-indisciplinado de este romanticismo, hacia toda la menda­ cidad idealista y reblandecimiento de la conciencia, que aquí se había llevado una vez más la victoria sobre uno de los más valerosos; cansado en fin y no menos por la pena de una inexorable sospecha: que, tras esta desilusión, estaba condenado a desconfiar más profundamente, a despreciar más profundamente, a estar más pro­ fundamente solo que nunca antes. Mi tarea, ¿qué había sido de ella? ¿Cómo? ¿No parecía ahora como si mi tarea retrocediera ante mí, como si por mucho tiempo ya no tuviera derecho sobre ella? ¿Qué hacer para soportar esta, la más grande priva­ ción? Empecé por prohibirme radicalmente y por principio toda música romántica, este arte ambiguo, jactancioso, sofocante, que despoja al espíritu de su rigor y con­ tento, y hace proliferar toda clase de vagos anhelos, esponjosas apetencias. «Cave musicam-L) sigue siendo aún hoy mi consejo a todos lo bastante hombres para apreciar la puridad en las cosas del espíritu; tal música enerva, ablanda, afemina, su «eterno femenino» nos arrastra: ¡hacia abajo!... Contra la música romántica se volvió entonces mi primera sospecha, mi precaución inmediata; y si en general esperaba aún algo de la música, era con la expectativa de que pudiera surgir un músico lo bastante audaz, sutil, malicioso, meridional y desbordante de salud para tomar venganza de esa música de modo inmortal. 4 Solitario en lo sucesivo y malignamente desconfiado para conmigo, tomé de esta forma, no sin rabia, partido contra mí y en pro de todo lo que precisamente 8 Alusión a Parsifal, la última ópera de Wagner, estrenada en Bayreuth en 1882. 9 -Cuidado con la música». Friedrich Nietzsche me afligía y apenaba: así volví a encontrar el camino hacia ese valiente pesimismo que es lo contrario a toda la mendacidad romántica, y también, según me quiere parecer hoy, el camino hacia «mí» mismo, hacia mi tarea. Ese algo oculto e imperio­ so para lo que durante mucho tiempo no tenemos nombre, hasta que finalmente se evidencia como nuestra tarea, este tirano en nosotros se toma una terrible represalia por todo intento que hacemos de eludirlo o escapar a él, por toda deci­ sión prematura, por toda equiparación con aquellos a los que no pertenecemos, por toda actividad, por respetable que sea, que nos distraiga de lo principal para nosotros, más aún, por toda virtud misma que quiera protegernos contra la severi­ dad de la responsabilidad más íntima. La enfermedad es la respuesta cada vez que queremos dudar de nuestro derecho a nuestra tarea, que empezamos a hacérnoslo fácil en cualquier campo. ¡Extraño y temible al mismo tiempo! ¡Nuestros alivios es lo que más severamente tenemos que expiar! Y si luego queremos recobrar la salud, no nos queda elección: tenemos que echamos una carga más pesada que nunca antes... 5 Sólo entonces aprendí esa habla eremítica en la que sólo los más taciturnos y dolientes se entienden: yo hablaba sin testigos o, más bien, indiferente a los testi­ gos, para no sufrir el silencio, hablaba de cosas que en nada me concernían, pero como si me concerniesen. Entonces aprendí el arte de aparecer sereno, objetivo, curioso, sobre todo sano y malicioso; ¿y es esto, como quiere parecer- me, en el caso de un enfermo su «buen gusto»? A una mirada y una empatia más sutiles no se les escapará, pese a todo, lo que quizá constituye el encanto de estos escritos: que aquí habla un doliente y abstinente como si no fuese un doliente y abstinente. Aquí debe mantenerse el equilibrio, la impasibilidad, inclu­ so la gratitud hacia la vida, aquí domina una voluntad severa, orgullosa, constan­ temente alerta, constantemente irritable, que se ha fijado la tarea de defender la vida contra el dolor y extirpar todas las conclusiones que suelen brotar del dolor, la desilusión, el hastío, el aislamiento y otros suelos pantanosos cuales hongos venenosos. Esto quizá da igualmente a nuestros pesimistas indicaciones para el propio examen, pues fue entonces cuando me arranqué la máxima: «¡un doliente todavía no tiene ningún derecho al pesimismo!», entonces libré conmigo un arduo y paciente combate contra la anticientífica tendencia fundamental de todo pesimismo romántico a exagerar, a interpretar experiencias personales singulares como juicios universales, más aún, como condenas del mundo, en una palabra, invertí mi mirada. Optimismo, con el fin de la restauración, para un día cualquie­ ra poder volver a ser pesimista: ¿lo entendéis? Igual que un médico instala a su paciente en un entorno completamente extraño para que se sustraiga a todo su «hasta entonces», a sus cuitas, amigos, cartas, deberes, estupideces y martirios del recuerdo, y aprenda a tender \as manos -y \os sentidos Y\ac\a un nuevo alimento, un nuevo sol, un nuevo futuro, así me impuse, como médico y enfermo en una sola persona, un clima del alma inverso y no ensayado, y, sobre todo, una pere­ grinación al extranjero, a lo extraño, una curiosidad por todas las especies de lo extraño... De ello se siguió un largo vagar, buscar, cambiar, una repugnancia por toda detención, por todo asentir y negar burdo; asimismo una dietética y una dis­

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.