CRITICÓN, 107, 2009, pp. 93-103. Horacio cristiano El De musica de San Agustín en la obra poética de fray Luis de León Séverine Delahaye-Grélois Université de Créteil – Paris XII La amistad entre fray Luis de León y Francisco de Salinas forma parte de la leyenda que rodea al fraile agustino tanto como el «Decíamos ayer…» con el que reanudó su enseñanza tras su primer proceso inquisitorial. Fue esta inquebrantable amistad e intercambio intelectual1 lo que me decidió a acometer mis estudios sobre poesía y música a partir de los versos de fray Luis, porque permitía establecer una comparación entre uno de los tratados de música más importantes del siglo y una obra en verso, con la certidumbre de que el poeta conocía la obra del músico. En efecto, se había formado en Salamanca en torno a fray Luis, Salinas y El Brocense un círculo de cuya reflexión en torno a la lírica se conservan algunas huellas como son evidentemente la labor de traducción y composición poética del propio fray Luis, pero también la célebre edición crítica de los versos de Garcilaso por el catedrático de retórica, y, por fin, una Vida descansada de Marcial traducida por el Maestro Salinas2 y el De musica libri septem 1 Reafirmada en particular durante el proceso inquisitorial del fraile, en el cual testimonió Salinas que su amigo «venia muchas veces a casa deste testigo y oyó deste testigo la [¿música?] especulativa y comunicaba con este testigo de cosas de poesía y otras cosas del arte y que no concurren en el ninguna otra de las generales de la ley. Que Dios aclare la verdad», Alcalá, 1991, p. 176. 2 Conservada en la biblioteca Riccardiana de Florencia y publicada en mi tesis de doctorado (véase Delahaye-Grélois, 2000), la existencia de esta traducción ya aparecía mencionada por C. Thou, Historiarum sui temporis ab anno domini 1643, ed. 1625-1628, III, p. 381: «Inter haec et poeticam excoluit et ex Martiale Hispano ipse Hispanus quaedam felicissime lingua vernacula transtulit» (apud León Tello, 1991, p. 547). CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... 94 SÉVERINE DELAHAYE-GRÉLOIS Criticón, 107, 2009 publicado por el mismo Salinas en 1577, fundamentado este tratado en lo que toca al ritmo poético-musical en el De musica libri sex del obispo de Hipona3. En efecto, el de Salinas se distingue de la mayoría de los tratados de música compuestos en el Quinientos por el espacio dedicado al ritmo, que ocupa los últimos tres libros; en esto, imita el tratado de San Agustín4, único entre los tratadistas de la Antigüedad en haber escrito seis libros «sobre esta parte de la música que trata sobre los números de los tiempos, no siendo ya joven como los que escribió de otras ciencias, sino cuando tenía ya casi cuarenta años, libros en los que demuestra su gran saber en la música y la perspicacia admirable de su ingenio»5. La teoría del ritmo musical desarrollada por Salinas sigue a San Agustín en su uso de las categorías de la métrica latina6, lo que originó una serie de malentendidos cuando estudiosos de la literatura lo acusaron de haber aplicado artificialmente la métrica latina a la poesía en lengua vulgar mientras en realidad trataba de las melodías de los romances aducidos7. Cierto es que la relación establecida entre poesía y música via la métrica latina en la obra de Agustín y en la de Salinas es compleja y merecería un estudio específico8, porque se sitúa en aquel límite entre palabra y canto que es la pronuntiatio, parte de la retórica que Demóstenes consideraba esencial y hoy ha caído en un olvido casi completo9. Baste decir, por ejemplo, que Salinas incluye unos versos de la segunda égloga de Garcilaso, citados sin melodía10, como ilustración en vulgar de una forma latina ejemplificada con unos versos de Petronio. Esto supone una referencia a una pronunciación codificada de los versos garcilasianos, tan conocida por los lectores probables del tratado que no era necesaria mayor precisión11. Sin entrar en más detalles, lo que sí se puede afirmar es que Salinas de ninguna manera establece una distinción tan rígida entre poesía y música como se 3 Agustín de Hipona, Musica. 4 También se inspira en Terenciano Mauro, en Mario Victorino, y en Aristóteles y Quintiliano entre otros (Otaola, 2008). Sobre la fortuna del tratado de Agustín en la Edad Media, y su influencia en la polifonía del siglo xii, véase Waite, 1954. 5 Salinas, Siete libros sobre la música, V, II, p. 413. 6 Conforme a una tradición todavía vigente en la enseñanza de la música. 7 Tal confusión es manifiesta, por ejemplo, en Díez Echarri, 1970. Fue puesta en evidencia por Devoto, 1979. 8 W. G. Waite aduce que la elección de la palabra por San Agustín como material de base para tratar del ritmo musical se debe a dos causas: la primera, que la palabra considerada como sonido, como movimiento, es el material más inmediatamente asequible a todos; y la segunda, que la gramática, que incluye la métrica, forma con la retórica y la lógica el zócalo en que reposan las artes del quadrivium que son la música, la geometría, la astronomía y la aritmética. El De musica libri sex corresponde a la primera parte de un tratado que debía también tratar de la melodía, como indica San Agustín en una carta a Memorius (Waite, 1954, p. 30). La relación entre música y poesía es más compleja de lo que suelen reconocer los especialistas de cada campo, y escasean los estudios dedicados específicamente a los puntos de contacto entre sus respectivas teorías aún más que los dedicados a sus prácticas. 9 Gallo, 1963, pp. 38-46. 10 «Cuán bienaventurado/aquel puede llamarse/que vive descuidado/y lejos de empacharse», Salinas, Siete libros sobre la música, VII, xxii, p. 763. 11 Como prueba de la existencia de tales códigos de pronunciación, cabe recordar la presencia, al principio del libro IV de la retórica de Scalígero, de un ejemplo musical de pronunciación viciosa —«Quid enim risum maiorem mouere queat, quam si ita pronuncies»— sin que aparezca la versión correcta (Scaligerus, Poetices libri septem, IV, 47, p. 521). CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... HORACIO CRISTIANO 95 suele hacer hoy día: «el [ritmo] poético es el más cercano al musical. Así del músico como del poeta se dice que cantan»12, escribe, aunque el ritmo poético está condicionado por las palabras y cambia por lo tanto con los idiomas, mientras que el ritmo musical es el mismo en todas las lenguas. Uno de los aspectos más interesantes del tratado de Salinas para el filólogo es el análisis de cómo pueden combinarse los pies: Hactenus à nobis dictum est, qui pedes & quot numero ad musici rhythmi consitutionem apti sint: nunc autem dicendum est qui pedes cum quibus ritè misceantur, & quid ex eorum legitima commistione proueniat. Nam quemadmodum non quelibet litera cum qualibet ad constituenda syllabam aptè coniungitur, nec in Harmonica quodlibet cum quolibet interuallum commodè copulatur, vt in tertia huius operis parte demonstratum est; sic etiam non quilibet pes cuilibet ritè miscetur. Sed in eorum mistione seruanda est omnino, quoad fieri possit, æqualitas: nam principio ijdem pedes cum eisdem optimè copulantur, quonian inter eos summa reperitur æqualitas […]. Deinde ritè copulabuntur interse pedes, qui licet eodem non sit propter sonorum imparitatem, aut aliam ob causam, erunt tamen temporibus pares & percussione non dissimiles: quandoquidem, vt D. August. ait, nihil auribus potest esse iucundius, quàm vt varietate demulceantur, & ex æqualitate non defraudentur13. La percusión designa aquí la alternancia de tiempos fuertes (tesis) y débiles (arsis). En resumidas cuentas, se debe evitar la yuxtaposición de dos tiempos fuertes para no incurrir en una discordancia equivalente a una disonancia armónica: Qvoniam autem, vt alijs in multis etiam inter verssus rhythmicos & harmonica sistemata maximam esse conuenientiam, superiuus ostentum est, scire oportet, quod quemadmodum illa vel consonantijs simplicibus, vel ex consonantijs & sistematis composita repeiuntur, eundem ad modum versus nunc ex duobus aut tribus metris, nunc ex metris ac versibus à musicis antiquis, qui ijdem & vates habebantur, componi sunt. […] Versus ergo compositi sunt, quemadmodum supradiximus, qui ex diuersis commatibus siue collis, siue ea vnius generis fuerint, seu diuersorum inter se coniunguntur. […] Eosque suo, quoad fieri poterit, ordine, & iuxta genus à quo vnumquodque incipit, prosequemur; non quidem qui vsquam reperiuntur omnes, quis enim hoc possit, vel in tam multiplici eorum varietate, vel in tanta componendi licentia, sed vt suprafecimus, eos tantum, qui frequentiores sunt, & quod ad musicam accomodatiores esse censebimus. Musicis enim, vt poëtis læuia & sonora sectanda sunt, quæ autem fragosa & aspera, discendi causa non vt imitentur, sed vt vitent, noscenda sunt14. 12 Salinas, Siete libros sobre la música, V, i, p. 412. 13 Salinas, De Musica, V, xv, p. 262. «Hasta ahora hemos visto cuántos pies y cuáles son los aptos para formar el ritmo musical. Ahora vamos a ver qué pies y cuáles se combinan para ver lo que resulta de su combinación. Pues de la misma manera que no se junta cualquier letra con otra para formar una sílaba, ni tampoco en la armónica puede un intervalo unirse a otro cualquiera, como hemos visto en la tercera parte de esta obra. En su combinación hay que observar una absoluta igualdad. Primeramente, los pies idénticos se unen muy bien, porque hay en ellos suma igualdad y por eso, como dice el proverbio, los pares se asocian fácilmente con los pares. […] En segundo lugar, podrán unirse muy bien aquellos pies que, aun siendo idénticos por la desigualdad de sus sonidos o por cualquier otra causa, son iguales en tiempos y en percusión. San Agustín dice que nada puede haber más agradable que lo que agrada en la variedad y no defrauda en la igualdad» (Salinas, Siete libros sobre la música, p. 456). 14 Salinas, Ibid., VII, xi, pp. 393-394. «Ya hemos dicho muchas veces cuánta coincidencia existe entre los versos rítmicos y los sistemas armónicos. […] Así, pues, versos compuestos son aquéllos que, según hemos CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... 96 SÉVERINE DELAHAYE-GRÉLOIS Criticón, 107, 2009 No sólo establece una equivalencia entre harmonía y ritmo, sino también entre música y poesía, al sugerir al final del paso citado que los músicos «como los poetas» deben conocer los versos compuestos «suaves y sonoros» («laevia et sonora») para imitarlos, y «los que suenan mal y son duros» («fragosa et aspera») para evitarlos. Tan profunda es la equivalencia así establecida entre música y poesía que los epítetos escogidos por Salinas remiten a dos categorías estilísticas de la retórica griega post- aristotélica, las de suavidad (suavitas, glykytes) y aspereza (asperitas, trachytes)15: de hecho, como veremos más adelante, estamos ante un procedimiento empleado tanto por compositores como por poetas del Quinientos. En esto Salinas sigue unas reglas detalladamente expuestas por San Agustín, que de hecho les dedica gran parte de su tratado: Caput XIV.--Qui pedes quibus misceantur. 26. M. Age, nunc tu per te ab ipso exordire pyrrhichio, et secundum supra dictas rationes, quos pedes quibus misceri oporteat, quantum potes, breviter explica. D. Nullus pyrrhichio: non enim alius invenitur totidem temporum. Iambo posset chorius: sed propter inaequalem plausum vitandum est, quod alter a simplo, a duplo alter incipit. Ergo tribrachus utrique accommodari potest. Spondeum et dactylum et anapaestum, et proceleumaticum amicos inter se atque copulabiles video: non enim tantum temporibus, sed plausu etiam sibi congruunt. Enimvero exclusus amphibrachus nulla potuit ratione reduci, cui parilitas temporum auxiliari quid, divisione plausuque discordante, non potuit. Bacchio creticum, et paeones primum, secundum et quartum; palimbacchio autem eumdem creticum, et paeones primum et tertium et quartum, et temporibus et plausu concordare manifestum est. Ergo cretico et paeonibus primo et quarto, quoniam et a duobus et a tribus temporibus eorum incipere divisio potest, ceteri omnes quinum temporum pedes possunt sine ulla claudicatione copulari. Iam illorum qui sex temporibus constant, omnium inter se miram quamdam esse concordiam, satis disputatum est. Quandoquidem illi quoque ab aliis in plaudendo non dissonant, quos aliter dividi cogit conditio syllabarum: tantam vim habet cum medio laterum aequalitas. Porro septenum temporum pedes cum sint quatuor, qui epitriti nominantur, primum et secundum invenio sibi posse copulari: amborum enim divisio incipit a tribus temporibus, idcirco nec spatio temporis nec plausu dissident16. dicho, están unidos a través de unos comma o unos lazos de unión, ya sean del mismo o de diverso género. […] Pero no vamos a poner todos los que puedan darse, porque esto lo puede hacer cualquiera, ya que existe una gran variedad y, por otra parte, hay mucha libertad en su composición. Como hemos dicho anteriormente, solamente pondremos los que son de uso más frecuente y los más apropiados para la música. Los músicos deben tomar, como los poetas, los que son más suaves y sonoros, pero también deben reconocerse los que suenan mal y son duros, no para imitarlos sino para evitarlos» (Salinas, Siete libros sobre la música, p. 690). 15 López Grigera, 1994, pp. 75-78. Las «ideas» hermogenianas figuran en varios tratados del Renacimiento sin que aparezca explícitamente en nombre de Hermógenes de Tarso, como en el Della poetica de Trissino (evidentemente influenciado por la teoría desarrollada en el Peri ideôn, sin que se nombre esta fuente), o como en el Della eloquenza de Daniele Barbaro. Sobre el particular, véase Patterson, 1970. 16 Agustín de Hipona, De musica, pp. 112-114. El subrayado es mío. «Capítulo XIV, De los pies que se pueden unir. 26. Maestro.— Ahora, explica tú brevemente empezando por el pirriquio y según lo que acabamos de decir, cuáles pies se pueden unir. Discípulo.— Ninguno con el pirriquio porque no se encuentra otro que le sea igual en los tiempos. El iambo se puede unir con el coreo, pero por la diferencia de percusión se debe evitar, porque el uno empieza con un tiempo, el otro con dos. Por ello el tríbraco puede acomodarse con ambos. El espondeo, el dáctilo, el anapesto y el proceleusmático veo que son amigos entre sí y asociables: en efecto, no sólo coinciden en el número de tiempos, sino también en la percusión. En cambio el anfíbraco queda CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... HORACIO CRISTIANO 97 No conviene aquí entrar en la historia de las reglas de métrica latina enunciadas por Agustín, por ser muy largo el camino por el que nos llevaría el asunto; lo que interesa es que Salinas es, que yo sepa, el único tratadista de música del Quinientos en desarrollar tan explícita y precisamente una noción que una investigación detenida revela aplicada en la práctica poética17, pero que los tratados mencionan alusivamente en el mejor de los casos. En efecto, aplicada a la realidad lingüística del italiano o del castellano, la noción de disonancia rítmica corresponde a lo que nosotros llamamos acento antirrítmico, a saber, la yuxtaposición de dos sílabas tónicas en un verso. Es éste un procedimiento muy poco estudiado18, probablemente porque nuestra práctica silenciosa de la poesía nos impide ya percibir algo que chocaba tan fuertemente al oído en el Renacimiento que ni falta hacía explicarlo. Así, todos los versos de Petrarca aducidos por Torcuato Tasso como ejemplos de aspereza estilística presentan disonancias rítmicas además de otros procedimientos sonoros: L’asprezza ancora de la composizione suol esser cagione di grandezza e di gravità, come in quel verso: Come a noi il Sol, se sua soror l’adombra; o ’n quelli altri: né gran prosperità il mio stato avverso può consolar di quel bel spirto sciolto; ed in quelli: ch’ogni dur rompe, ed ogni altezza inchina; ed in quelli: Ella si sta pur come aspr’alpe a l’aura19. El estudio sistemático de la obra en verso de fray Luis demuestra que abundan en sus odas las disonancias rítmicas, siempre utilizadas del mismo modo que las armónicas por excluído porque no hay remedio a la desigualdad de sus tiempos que son discordantes en división y percusión. El baquio puede ser unido con el crético y los peones primero, tercero y cuarto, y el palimbaquio con el mismo crético y los peones primero, tercero y cuarto, porque concuerdan en tiempos y en percusión. Por ello el crético y los peones primero y cuarto, porque pueden empezar por dos o por tres tiempos, todos pueden unirse sin claudicación con todos los pies de cinco tiempos. Por fin los de seis tiempos todos tienen entre sí una admirable concordancia, como bastante se ha mostrado, porque ni siquiera disuenan en la percusión de aquellos cuyas sílabas se dividen de otra manera: tanta fuerza tiene la igualdad del costado con el medio. En lo que toca, por fin, los pies de siete tiempos, que son cuatro y se llaman epítritos, el primero y el segundo pueden ser unidos porque ambos empiezan por tres tiempos y por lo tanto no disuenan ni por los tiempos ni por la percusión» (La traducción es mía). 17 Remito para más detalle a mi tesis de doctorado: Delahaye-Grélois, 2000, caps. VII, VIII y IX. 18 Uno de los pocos estudios que analizan precisamente su empleo en un corpus preciso es el de Ferguson, 1981. También se evoca entre otros procedimientos sonoros en el hermoso libro de Vega Ramos, 1992. 19 Tasso, Discorsi del poema eroico, V, p. 662. Traduzco: «La aspereza de la composición también suele traer grandeza y gravedad, como en estos versos: Como a nosotros el sol, si su hermana le echa sombra o en estos otros: ni puede una gran prosperidad mi enemiga condición / consolar de la pérdida de aquel hermoso espíritu; y aquí: que toda dureza rompe y toda altura inclina; y aquí: Ella está como un áspero monte al zéfiro». He aquí las referencias de los versos de Petrarca, con sus acentos tónicos sin jerarquizar: Rime, CCCXXVII, 5 – 1.3.4.6.8.10; Rime, CCCXLIV, 10-1 – 1.2.6.8.10/1.4.6.7.8.10; Rime, CCXIII, 8 – 1.3.4.6.8.10;); Rime, CCXXXIX, 16 – 1.4.5.6.7.8.10. CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... 98 SÉVERINE DELAHAYE-GRÉLOIS Criticón, 107, 2009 los músicos de su tiempo20. En efecto, los compositores italianos del siglo xvi desarrollaron una amplia práctica del uso de disonancias armónicas con fines expresivos, en particular en los madrigales compuestos sobre textos de los mejores poetas —Petrarca, más que ningún otro— en un intento por reanudar con los poderes casi mágicos atribuidos a la asociación entre poesía y música en la Antigüedad. Cito el texto más extenso y más explícito, aunque tardío (1613) al propósito: Hase de tener cuidado particular de corresponder la solfa al sentido de la letra, como si tratare de cosas duras y ásperas; usarse han pasos duros y ásperos, compuestos con intervalos disonantes; y si de cosas alegres y dulces, hacerse han también pasos regocijados y armoniosos sirviéndose de la naturaleza de las consonancias airosas y de sus lozanas posturas. Si las palabras hablaren de correr o de volar, también conviene que la Música sea más veloz y más presta respecto a la música de las otras palabras. Y al contrario, para explicar algunas palabras tardas y amodarradas, tambien la composición habrá de ser amodorrada y tarda, usando de breves, semibreves y mínimas hasta a tanto que duraren las dichas palabras, y no más. Mas si hablaren de caer, de saltar, de ir en cielo o a lo infierno, también las partes de la composición, la una empués de otra con salto de octava o a lo menos de quinta, habrán de caer o de alzar. Cuando hablaren de bajar o de subir, sin saltar, podrase subir y abajar con movimientos de grado. Advirtiendo que en los madrigales, más que en otro género de composición, es tenido el compositor de explicar el sentido de la letra; y para esto se tenga cuenta con los avisos particulares que se dieron en el V cap. pasado21. Como se verá en los ejemplos siguientes, fray Luis siempre coloca las disonancias rítmicas como haría un madrigalista con una disonancia, para ilustrar palabras de significado negativo: tú quedas entregada al dolor fiero 1 2 9 10 Virgen, el dolor fiero 5 6 y con voz ronca llora 3 4 con publico pregón, ay desterrados 6 7 y soy del malhechor, ay prisionero 6 7 Este uso no constituye de por sí una innovación luisiana. Muy al contrario, se pueden observar ejemplos similares en muchos poetas anteriores, entre ellos nada menos que Petrarca, como hemos visto ya, y Garcilaso: Aquel que fue la causa de tal daño 9 10 que la del que perdió y llora otra cosa. 6 7 20 Remito a mi tesis de doctorado para más detalles: Delahaye-Grélois, 2000, cap. VII. 21 Cerone, El Melopo y Maestro, XII, xvii, pp. 692-693. CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... HORACIO CRISTIANO 99 Fray Luis no introduce pues ninguna innovación: no inventó la disonancia rítmica, ni su uso expresivo, como tampoco inventó la forma de la lira que, como bien se sabe, le viene a través de Garcilaso de un poema de Bernardo Tasso, el cual intentaba a su vez reproducir en lengua romance la métrica de Horacio. De hecho, parece claro que el proyecto de fray Luis —pero también se debería decir de sus amigos Salinas y el Brocense— no era innovador, sino renovador: asentar las bases de una lengua poética digna de la lírica de los antiguos. Salinas es el primer músico en haber manejado todas las fuentes antiguas disponibles, tanto griegas como latinas, y uno de los que mejor las entendieron22; y el Brocense hizo de Garcilaso, al exponer en su edición crítica las fuentes y modelos de una poesía aparentemente tan fácil y sencilla, un clásico al igual que los poetas antiguos porque los había imitado23: Apenas se divulgó este mi intento, cuando luego sobre ello se levantaron diversas y contrarias opiniones. Pero una de las que más cuenta se hace es decir que con estas anotaciones más afrenta se hace al poeta que honra, pues por ellas se descubren y manifiestan los hurtos, que antes estaban encubiertos. Opinión por cierto indigna de respuesta, si hablásemos con los muy doctos. Mas por satisfacer a los que tanto no lo son, digo y afirmo que no tengo por buen poeta al que no imita los excelentes antiguos. […] y digo hurtos, no porque merezcan este nombre, sino porque en este caso es más honra que vituperio. Y Virgilio (según dice S. Hierónymo en un prólogo de las questiones del Génesis) se honraba deste nombre. Porque diciéndole sus émulos y detractores que todo cuanto tenía era hurtado de Homero, respondió: Magnarum esse virium Herculi clavam extorquere de manu. Como si dijera: «Ansí como es de grandes fuerzas sacar de las manos de Hércules la maza y quedarse con ella, ansí tomar a Homero sus versos y hacerlos proprios es erudición, que a pocos se comunica. Lo mismo se puede decir de nuestro poeta, que aplica y traslada los versos de otros poetas, tan a su propósito y con tanta destreza, que ya no se llaman ajenos, sino suyos; y más gloria merece por esto que no si de su cabeza lo compusiera, como lo afirma Horacio en su Arte Poética24. La recepción negativa de la edición crítica del Brocense apunta a una de las diferencias esenciales entre el proyecto de Garcilaso y el de fray Luis: de hecho, comparten el mismo abanico de fuentes, de modelos y de rivales o émulos, pero mientras Garcilaso, poeta cortesano, que compone gran parte de su obra en la península italiana, se sitúa con respecto a Petrarca25 y la sprezzatura preconizada por Castiglione26, fray Luis escribe como fraile reformador en el contexto de la incipiente Reforma católica una obra que pretende poner al servicio de Dios todas las herramientas proporcionadas por el modelo clásico. De ahí el uso sistemático de la lira frente al soneto o a la canción: y es que, a pesar del fuerte contenido moral que Petrarca dio a muchos de sus sonetos —en especial a los del ciclo immediatamente posterior a la muerte de Laura—, el significado 22 Palisca, 1987. 23 Éstos son los términos habitualmente aplicados al estilo del Toledano, y también las ideas estilísticas hermogenianas que mejor le corresponden. 24 Sánchez de las Brozas, Obras del excelente poeta Garcilaso de la Vega, pp. 36-37 (apud Gallego Morell, 1972, pp. 23-24). 25 Navarrete, 1997; Heiple, 1994. 26 Para un estudio más detallado del asunto, remito a otros dos trabajos míos: Delahaye-Grélois 2002 y 2003. CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... 100 SÉVERINE DELAHAYE-GRÉLOIS Criticón, 107, 2009 propio de esta forma es el de la poesía amorosa, mientras que la lira, aunque empleada por Garcilaso en un poema amoroso, tiene en cuanto forma otro significado, por ser imitada de Horacio. En el nuevo código que elaboran fray Luis y sus amigos, la forma, en efecto, tiene un significado propio que puede ser distinto del de los poemas que la ejemplifican. Por otra parte, como ha mostrado Antonio Gallego Morell a propósito de la edición de Garcilaso por el Brocense, este proyecto va dirigido a los estudiantes de Salamanca, destinados a difundir dentro de la sociedad española los valores de la Reforma tridentina. Algo análogo ocurre con la disonancia rítmica: por poco visible que sea dicho procedimiento en los textos teóricos, por inaudible que se haya vuelto para los silenciosos lectores de poesía que somos, era éste un recurso habitual tanto en la obra de Garcilaso como en la de los poetas italianos, y su equivalente armónico un truco sistemático —hasta la saciedad— en los madrigales. Si nos fijamos pues en sus usos contemporáneos, hasta puede parecer curioso que el austero fray Luis haya utilizado tanto un procedimiento estrechamente relacionado con unas obras profanas cuya desaparición deseó en el prólogo a sus traducciones de salmos: Y pluguiese a Dios que reinase esta sola poesía en nuestros oídos, y que sólo este cantar nos fuese dulce, y que en las calles y en las plazas, de noche, no sonasen otros cantares; y que en esto soltase la lengua el niño, y la doncella recogida se solazase con esto, y el oficial que trabaja aliviase su trabajo aquí. Mas ha llegado la perdición del hombre cristiano a tanta desvergüenza y soltura, que hacemos música de nuestros vicios, y no contentos con lo secreto dellos, cantamos con voces alegres nuestra confusión. Pero esto, ni es mío ni deste lugar27. Pero, ya fuera mediante Salinas o por conocimiento directo, fray Luis sabía que este procedimiento también se podía deducir del tratado De musica de un Padre de la Iglesia, lo que le confería un significado y una autoridad completamente diferentes. En efecto, si los modelos teóricos de poesía profana clásica eran escasos fuera de la Poética horaciana, la situación era aún peor para poesía cristiana, ya que no existían equivalentes al modelo retórico cristiano ofrecido por el De vera religione del propio San Agustín. El tratamiento de la métrica en el De musica libri sex le proporcionaba a fray Luis un recurso formal poderoso a la vez que revestido de la incontestable autoridad de un Padre de la Iglesia: el ornato que constituye la disonancia rítmica venía justificado no sólo por su poder expresivo, sino también por su implícito significado al vincular el poema con el pensamiento de un santo. Ahí se sitúan, a mi juicio, la novedad y originalidad del proyecto de fray Luis: encontrar, entre formas habituales de la poesía esencialmente amorosa de su tiempo, las que podían adaptarse a una poesía moral y específicamente cristiana. Por ello privilegia la lira: no sólo porque remite a Horacio, sino porque Horacio es el apodo de uno de los más importantes poetas cristianos, Prudencio, el «Horacio cristiano». Es decir, porque de todos los modelos posibles de la Antigüedad, Horacio es el que más fácilmente se presta a una cristianización. Del mismo modo, el uso de la disonancia rítmica, por la estrecha adecuación que construía entre poesía y música —al ser audible en la pronuntiatio tanto como al ser equivalente al procedimiento estrictamente musical de la disonancia armónica—, no sólo era un camino hacia los poderes milagrosos del canto de Orfeo sino que, al ser autorizado por San Agustín, permitía acercarse al otro modelo de 27 Luis de León, Poesías completas, p. 425. CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ... HORACIO CRISTIANO 101 perfecto cantor, el de David. Si bien son odas las que compone fray Luis y no salmos, es decir, que son piezas destinadas a una meditación personal y no redactadas para insertarse en una liturgia —salvo excepciones como la oda a Santiago o la canción a la Virgen—, sin embargo su propósito es componer una poesía moral cristiana en todo, hasta en la forma. 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Aquéllas eran usadas por todos los poetas del Renacimiento, siguiendo el ejemplo de Petrarca, pero son difícilmente identificables hoy en día porque no fueron recogidas en los tratados de poética. Son definidas, sin embargo, en el De musica libri septem de Salinas, que en eso sigue a su principal fuente para el tratamiento del ritmo, el De musica de San Agustín. El Padre de la Iglesia constituye así la autoridad más antigua para un valioso procedimiento expresivo, permitiéndole a fray Luis usar sistemáticamente de aquel ornato en sus poemas morales cristianos sin introducir contradicción alguna entre forma y significado, componiendo así un «Horacio cristiano». Résumé. Fray Luis et Francisco de Salinas menèrent ensemble une réflexion de fond sur la poésie lyrique, dans le but de rediriger les pouvoirs presque magiques attribués à la lyrique des Anciens vers une œuvre chrétienne. C’est dans ce but que le poète systématisa certains procédés empruntés aux œuvres de Garcilaso de la Vega, comme la lira horatienne et l’usage de dissonances rythmiques. Celles-ci étaient utilisées par tous les poètes de la Renaissance, suivant l’exemple de Pétrarque, mais ne sont plus identifiées parce qu’elles ne figurent pas dans les traités de poétique. Elles sont définies, pourtant, dans le De musica libri septem de Salinas, qui sur ce point suit sa principale source pour le traitement du rythme, le De musica d’Augustin. Le Père de l’Église constitue ainsi l’autorité la plus ancienne pour un procédé expressif de grande valeur, ce qui permet à fray Luis d’utiliser systématiquement cet ornement dans ses poèmes chrétiens sans introduire de contradiction entre le sens et la forme, composant ainsi un Horace chrétien. CRITICÓN. Núm. 107 (2009). Séverine DELAHAYE-GRÉLOIS. Horacio cristiano. El De musica de San Agustín en la obra poética ...
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