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Hombres en tiempos de Oscuridad PDF

228 Pages·1990·6.691 MB·Spanish
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Í'/Mjuincisí m Hannah Arendt HOMBRES EN TIEMPOS DE OSCURIDAD LITERATURA Y CRITICA LITERARIA HOMBRES EN TIEMPOS DE OSCURIDAD Las personalidades que Hannah Arcndl reúne sabiamente en este ensayo -Lcssing, Ro­ sa Luxemburgo, el Papa Juan XXIII, Karl Jaspers, Isak Dinesen, Hcrmann Broch, Wal- ter Benjamín y Bertolt Brecht- no tienen en común aptitudes, ni convicciones ni medio, pero sí comparten entre sí un tiempo histórico -tiempo de oscuridad- signado por catástro­ fes políticas, desastres morales y un sorprendente desarrollo de las artes y las ciencias. Por tal mot i vo, aun en ¿pocas de oscurant ismo, se debe efect uar una lcct ura entre líneas de la realidad para rescatar “la luz incierta, titilante y a menudo débil que algunos hom­ bres y mujeres reflejan en sus trabajos y en sus vidas sobre la época que le tocó vivir en la Tierra”. “Esta convicción constituye el fundamento inarticulado contra el que se trazaron estos perfiles". "Este libro exhibe otro de los talentos del amplio repertorio intelectual de esta notable mujer: el talento para la biografía intelectual, brillantemente expuesto en este libro.” Joseph Epstein, Ihe New Republic “Hannah Arendt es una rareza, una filósofa pública con público. Se ha ganado el derecho a ser considerada una de ---- nuestras pensadoras sociales más importantes contribuyen­ do con su iluminación a aliviar la oscuridad del público.” Paul Roazcn, The Nation Hanna Arendt HOMBRES EN TIEMPOS DE OSCURIDAD Serie ESQUINAS HOMBRES EN TIEMPOS DE OSCURIDAD Hannah Arendt Título del original en inglés: Men in Dark Times © 1955, 1965, 1966, 1967, 1968 by Hanna Arendt Copyright renewed 1983 by Mary Me Carthy West. Published by arrangement with Harcourt Brace Jovanovich, Inc. Traducción: Claudia Ferrari Diseño de cubierta: Julio Vivas Composición Tipográfica: Acuatro Primera edición, Barcelona, 1990 Derechos para todas las ediciones en castellano © by Editorial Gedisa S. A. Muntaner, 460, en tío., 1* Tel. 201-6000 08006 ■ Barcelona, España ISBN: 84-7432-356-8 Depósito legal: B. 569 - 1990 Impreso en Romanyá/Valls, S. A. Verdaguer 1 - 08786 Capellades (Barcelona) Impreso en España Printed in Spain Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modifica­ da, en castellano o cualquier otro idioma. INDICE I’kkkacio.................................................................9 Sobre la humanidad en tiempos de oscuridad. Reflexiones sobre Lessing...........................13 Rosa Luxemburgo. 1871-1919...........................43 Karl Jaspers. ¿Ciudadano del mundo?..............67 Isak Dinesen. 1885-1963 .................................. 81 Hermann Broch. 1886-1951..............................97 I. El poeta renuente................................97 II. La teoría del valor...............................107 III. La teoría del conocimiento.................114 IV. El absoluto concebible......................126 Walter Benjamín. 1892-1940............................139 I. El jorobado.........................................139 II. Los tiempos de oscuridad..................158 III. El pescador de perlas......................... 178 Bertolt Brecht. 1898-1956 193 Prefacio El interés principal de esta colección de ensayos y artículos, ' escritos en un período de doce años según la ocasión o la oportu­ nidad, son las personas: cómo vivían, cómo se movían en el mun­ do, cómo las afectaba el tiempo histórico. Las personas aquí reu: nidas no podrían ser más diferentes unas de otras, y no es difícil imaginar cómo habrían protestado si se les hubiese preguntado su opinión por el hecho de ser reunidas en un lugar común. No tienen en común ni aptitudes ni convicciones, ni profesión ni me­ dio; salvo una excepción, casi no se conocían entre sí. Pero eran contemporáneos, a pesar de pertenecer a diferentes generacio­ nes; excepto claro por Lessing a quien, a pesar de todo, en el en­ sayo introductorio se lo trata como un contemporáneo. Por lo tanto, estas personas comparten entre sí la época que les tocó vi­ vir, el mundo durante la primera mitad del siglo XX con sus ca­ tástrofes políticas, sus desastres morales y su sorprendente de­ sarrollo de las artes y las ciencias. Y a pesar de que esta época mató a algunos y determinó la vida y el trabajo de otros, hay unos cuantos que apenas se vieron afectados y ninguno de quien podamos afirmar que estuvo condicionado por la misma. Aque­ llos que buscan representantes de una era, portavoces del Zeit- geist, exponentes de la Historia (con H mayúscula) buscarán aquí en vano. Sin embargo, el tiempo histórico, los “tiempos de oscuri­ dad” mencionados en el título es, según creo, visible en todo el libro. Saqué la frase del famoso poema de Brecht “A la posteri­ dad”, que menciona el desorden y el hambre, las masacres y ase­ sinatos, el ultraje de la injusticia y la desesperación “cuando sólo 9 existía lo malo y no el ultraje”, el odio legítimo que igual lo hace feo a uno, la ira bien fundamentada que hace que la voz se torne ronca. Todo esto era bastante real mientras ocurriera en públi­ co; no había nada de secreto o misterioso en ello. Y sin embargo, no era visible en absoluto, ni tampoco era fácil de percibir; pues­ to que, hasta el mismo momento en que la catástrofe se apoderó de todo y de todos, estaba encubierto no por realidades sino por el dialecto y el lenguaje ambiguo altamente eficiente de los re­ presentantes oficiales quienes, sin interrupción y con variacio­ nes bastante ingeniosas, disculpaban los hechos desagradables y justificaban las preocupaciones. Cuando pensamos en los tiem­ pos de oscuridad y en las personas que vivían y se movían en ellos, tenemos que tener también en cuenta este camuflaje que emana y es difundido por el círculo gobernante de una nación (o “el sistema” como se lo denominaba entonces). Si la función del reino público es echar luz sobre los sucesos del hombre al pro­ porcionar un espacio de apariencias donde puedan mostrar de palabra y obra, para bien o para mal, quiénes son y qué pueden hacer, entonces la oscuridad ha llegado cuando esta luz se ha ex­ tinguido por “lagunas de credibilidad” y un “gobierno invisible”, por un discurso que no revela lo que es sino que lo esconde de­ bajo de un tapete, por medio de exhortaciones (morales y otras) que, bajo el pretexto de sostener viejas verdades, degradan toda verdad a una trivialidad sin sentido. Nada de todo esto es nuevo. Estas son las condiciones que, hace treinta años, Sartre describió en La náusea (que sigo consi­ derando su mejor libro) en términos de mala fe y de l’esprit de sérieux, un mundo donde todo aquel que es reconocido pública­ mente pertenece al grupo de los salauds y todo aquello que es existe en una forma opaca y sin sentido que despliega ofusca­ ción y causa disgusto. Y estas son las mismas condiciones que, hace cuarenta años (aunque por razones diferentes), describió Heidegger con extraña precisión en los párrafos de Ser y tiempo que trata sobre “el ellos”, su “mero discurso” y, en general, con todo aquello que, sin estar oculto ni protegido por la intimidad del ser, aparece en público. En su descripción de la existencia humana, todo aquello que es real o auténtico se ve asaltado por el poder abrumador del “mero discurso” que surge irresistible­ mente del reino público, determinando cada uno de los aspectos 10 de la vida cotidiana, anticipando y aniquilando el sentido o la fal­ ta de sentido de todo aquello que puede traer el futuro. Según Heidegger, no hay escape posible de la “incomprensible triviali­ dad’’ de este corriente mundo cotidiano, excepto al retirarse a esa soledad que los filósofos desde Parménides y Platón han opuesto al reino político. Aquí no nos interesa la importancia filo­ sófica de los análisis de Heidegger (que, en mi opinión, es inne­ gable), ni tampoco la tradición del pensamiento filosófico que hay detrás de ellos, sino algunas experiencias fundamentales de la época y su descripción conceptual. En nuestro contexto, el sentido es que la sarcástica y perversa declaración: Das Licht der Offentlichkeit verdunkelt alies (“La luz del público todo lo oscure­ ced iba al centro mismo del asunto y en realidad no era más que un resumen sucinto de las condiciones existentes. Los “Tiempos de oscuridad”, en el sentido más amplio que aquí propongo, no son iguales a las monstruosidades de este si­ glo que de hecho constituyen una horrible novedad. lx>s tiem­ pos de oscuridad, por el contrario, no sólo no son nuevos sino que no son una rareza de la historia, a pesar de que eran tal vez desconocidos en la historia norteamericana, que además tiene su buena parte, en el pasado y el presente, de crimen y desastre. Que aun en los tiempos más oscuros tenemos el derecho a espe­ rar cierta iluminación, y que dicha iluminación puede provenir menos de las teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil que algunos hombres y mujeres reflejarán en sus trabajos y sus vidas bajo casi cualquier circunstancia y sobre la época que les tocó vivir en la tierra: esta convicción constituye el fundamento inarticulado contra el que se trazaron estos perfi­ les. Ojos tan acostumbrados a la oscuridad como los nuestros apenas podrán distinguir si su luz fue la luz de una vela o la de un sol brillante. Pero para mí, una evaluación tan objetiva es más una cuestión de importancia secundaria que puede ser dejada para la posteridad. 11 Sobre la humanidad en tiempos de oscuridad Reflexiones sobre Lessing1 i La distinción otorgada por una ciudad libre y un premio que lleva el nombre de Lessing constituyen un gran honor. Admito que no sé cómo llegué a recibirlo y también que no ha sido fácil para mí aceptarlo. Al decir esto puedo ignorar por completo la delicada cuestión del mérito. En este sentido, un honor nos da una poderosa lección de modestia, pues implica que no nos co­ rresponde a nosotros juzgar nuestros propios méritos como juz­ gamos los méritos y logros de los demás. Con respecto a los pre­ mios, es el mundo el que tiene la palabra, y si aceptamos el pre­ mio y expresamos nuestra gratitud por él sólo podemos hacerlo al ignoramos a nosotros mismos y dentro del marco de nuestra actitud hacia el mundo, hacia un mundo y un público al que le debemos el espacio que utilizamos para hablar y para que nos oigan. Sin embargo, el honor no sólo nos recuerda en forma enfáti­ ca la gratitud que le debemos al mundo; también nos crea un al­ to grado de obligación con el mismo. Dado que siempre pode­ mos rechazar el honor, al aceptarlo no sólo reforzamos nuestra posición en el mundo sino que aceptamos una especie de com­ promiso con éste. El hecho de que una persona aparezca en pú­ blico y que ese público la reciba y confirme no es algo que deba darse por hecho. Sólo el genio es guiado por sus dotes hacia la vida pública y está exento de cualquier decisión de este tipo. Só- 1 1 Alocución sobre la aceptación del Premio Lessing de la Ciudad Libre de Hamburgo. 13

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