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Historia Y Nacion PDF

284 Pages·2007·8.079 MB·Spanish
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ALEXANDER BETANCOURT MENDIETA HISTORIA Y NACIÓN. TENTATIVAS DE LA ESCRITURA DE LA HISTORIA EN COLOMBIA Coordinación de Pa Cencías Sociales y Humanidades I.a Carreta Urivcrtidad Autónoma Editores E.U. San Luis Potosí Medellín, 2007 Betancourr Mendiera, Alexandei. 1967- Hrstoda y nación: tentativas de la eí<riiura de la historia en Colombia / Alexander Betancouri Mcndieta. - Mcdellín; La Carrera Edktorcs ¡ México: Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad Autónoma de Sin Luis IVitod, 2007. 296 jx ; 16,5 x 24cm. - (La cañeta histórica) Incluye bibliografía. 1. Colombia • Historia 2. Nación • Historia * Colombia [.m il. Serie. 986.1 cd 21 ed. Al 109150 CE?- Banco de la República'Biblioteca Luis Ángel Arango ISBN: 958-98022-1 -2. © 2007 Alexander Bctancourt Mcndieta © 2C07 Universidad Autónoma San Luis Potosí © 2007 La Carreta Editores E.U. Edición: La Carreta Editores E»U. E-mail: lacarrera@epm nct.co Teléfono: 250 06 84. Mcdellín. Colombia. Primera odtción: abril de 2007. Carátula: dueño de Alvaro Vélcz. Imprcío y hecho en Colombia / Printcd and made In Colombia poc Editorial Le alón, Medcllín. CONTENIDO INTRODUCCIÓN 13 CAPÍTULO I Instaurar una tradición: las porfías de la historia nacional 27 Los orígenes de la República de Colombia: la obra de José Manuel Restrepo 28 Definir el pasado nacional las luchas interpretativas sobre el pasado 38 CAPÍTULO II Institucionalizar el estudio cel pasado nacional 45 Los caracteres de la Academia Colombiana de Historia 46 Las bases del conocimiento académico 56 La difusión del conocimiento histórico y la Academia 57 La consolidación de una Institución: los avatares de las coyunturas 64 La creación de una Historia nacional 67 Las discrepancias en el monolito 68 La marginación de una institución 71 El diálogo de sordos 75 Una vuelta a la U adición 02 CAPÍTULO III Los revisionismos históricos: el momento de los años treinta 85 Las reintcrpretaciones del pasado nacional: los revisionismos 86 Reacciones al cambio 91 El liberalismo conservador 93 El encuentro con “los de ibajo": la literatura desplaza al conocimiento histórico 97 Las descripciones de la “sociología científica” 103 Otxa faceta del “liberalismo colombiano": los nuevos radicales 106 La nueva interpretación sobre el pasado nacional: la obra de Nieto Arteta 115 CAPÍTULO IV Los revisionismos históricos: el momento de los años sesenta 125 La historia como polémica política: una nueva discusión sobre el rostro de la nación 126 Las condenas al presente: el revisionismo histórico de Indalecio Liévano Aguirre 133 El revisionismo histórico cesde las izquierdas 145 CAPÍTULO V La historia profesional: los esfuerzos fundadores y los historiadores famosos 157 El primer historiador profesional: Jaime Jaramillo Uribe 159 Una ruptura local: la Nueva Historia colombiana 176 Repensar un modo de hacrr historia 189 El mundo colonial 196 La invisibilidad de la nación 203 CAPÍTULO VI Los balances recientes, el recurso de la teoría y el honzonte de un oficio 207 Los rasgos de una disciplina profesional consolidada 2C6 La crisis de los paradigmas 211 Esquivar a la política 214 De las dificultades de la representación de la nación 223 Huir del presente 233 La actitud dialógica 241 Las consideraciones sobre la tradición disciplinar local: rasgos de intolerancia 251 A MODO DE CONCLUSIÓN: Un horizonte abierto 261 BIBLIOGRAFÍA 269 12 A D iana María El espíritu que no haya llegado a la concepción profunda de la idea lacional, menos podrá levantarse a esas cumbres más abs­ tractas, más exigerxtes en nobleza de ánimo y filantropía eleva- da, sobre las cuales únicamente puede fundarse la vastísima idea de la unidad política de todos los puebfos. Salvador Carrucho Roldan AGRADECIMIENTOS Después de todos los trasiegos que se encuentran detrás de la publicación de casi cualquier obra, es importante reconocer a las personas y las instituciones que permitieron de uno u otro modo la realización y la culminación de estos esfuerzos. Debo mucho al apoyo incondicional y el aliento que me representa la presen­ cia y la compañía de Mateo > Simón. También deseo expresar toda mi gratitud al Dr. Ignacio Sosa Álvarez, mentor académico de esta investigación y un apoyo fundamental a la hora de persistir ante todos los obstáculos que se me han presen­ tado en estos años. Del misirx> modo, debo referirme al Dr. Ignacio Díaz Rulz, ex director del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, como un incondicional soporte en esta labor de investigación y agradezco las distintas oportunidades que tuvo a bien brindarme para que el trabajo se desarrollara de la mejor manera. En este sentido, reconozco el apoyo bibliográfico que recibí en todo momento de Ana María López Jaramillo y Martha Díaz Alarís en la biblioteca del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos para consultar buena parte de la documentación que sirvió de base a mis argunentaclones; de igual forma, agradezco a Claudia del Pilar Bolívar de la Biblioteca Luis Angel Arango en Bogotá. Muchas de las ideas que aquí se exponen pude documentarlas, aclararlas y discutirlas en diferentes mo­ mentos y circunstancias con el Dr. Bernardo Tovar Zambrano, Dr. Alvaro Matute Aguirre, Dl José Antonio Matesanz, Dr. Gustavo Vargas Martínez, Sonia Lucía Peña, Miguel Ángel Beltrán Villegas, Armando Mora Bustos, Jesús Saldaniaga, Luis Gerena, Guillermo Bobaiilla, Friedhelm Schmidt-Welle y Rigoberto Gil Mon- toya. Además de participar en este ejercicio intelectual, fueron aliento y compañía en épocas difíciles Ana Cecilia Mesa, Julieta Rubio, Clemendna Castro y Javier Espinosa. También me sirvió de estímulo y clarificación de ideas las exposiciones y los diálogos en los que tuve la oportunidad de participar como responsable de diferentes cursos en la Licenciatura del Colegio de Estudios Latinoamericanos y en el PosgTado en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Agradezco el apoyo fínar.ciero que me brindó la beca de la Dirección General de Estudios de Posgrado dc-la Universidad Nacional Autónoma de México entre los años de 1998 y 2000 para la realización de mis estudios de Doctorado. Este trabajo no viera visto la luz sin el apoyo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través de la Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades que dirige el Dr. Miguel Aguilar Robledo. En el mismo sentido, agradezco el interés de César Hurtado de La Carreta Editores para publicar esta obra. Por supuesto, todas las deficiencias de este trabajo son responsabdidad mía. 5 INTRODUCCIÓN El proceso de constitución de la escritura de la historia en Colombia está rela­ cionado con la adopción de una serie de marcos metodológicos c institucionales que delimitaron radicalmente su presencia en la vida cultural colombiana. El pre­ sente estudio no pretende ser la descripción y el análisis de la totalidad de la me* moría del país, ni ser un esfuerzo que abarque la integridad de la producción histó­ rica antigua y reciente. Ello sería imposible para una sola persona. Su ambición es más puntual. Tiene que ver con el oficio que se consolidó en el siglo xix en torno al afán de alcanzar la unidad nacional y que avanzó un buen trecho del siglo xx postulando la necesidad de conseguir el desarrollo, pero ñas las crisis de los paradigmas que le habían servido de referentes, a fines de los años ochenta, se percató de la necesidad y trascendencia de revisar los fundamentos de la nación que había aceptado sin analizar ni cuestionar. La exploración sistemática por el oficio de la historia y su institucionalización en Colombia es parte de un ejercicio epistemológico que se encuadra en una pos­ tura crítica hacia la consolidación de las imágenes del pasado nacional. La descrip­ ción y la reflexión que aquí fe proponen tienen como punto de partida la necesi' dad de abordar y repensar las tradiciones de escritura de la historia. Esta meta lleva consigo la exigencia de reconstruir los aspectos que ha tomado la disciplina de la historia en Colombia. Desde allí se puede otear en las distintas miradas hacia al pasado, las formas que ha adquirido la nación, el modo como ha sido construida y retomada en diversos momentos de ese transcurrir. El esfuerzo que se ofrece al lector, corresponde a la esfera disciplinar que en el contexto de la escritura de la historia se reconoce como la historiografía. Es nece­ sario precisar que la perspectiva desde la cual se hace este intento de análisis parte de ciertas consideraciones teóricas que manifiestan diferencias con lo que se ha entendido en Colombia como el quehacer historiográfico. Para mí la historiografía está más allá de una tarea descriptiva, sin desconocer que ésta ha sido una de sus; labores. La historiografía es ujp cjercigiQ-dg reflexión sobre el oficio histórico. Pero no parto sólo de una consideración personal. Si se retoma el ámbito de la disciplina histórica, el termino "historiografía" se comprende en primer lugar como la producción de escritos de historia en el marco de lo que “los clásicas" (Hercdoto, Tucídides, Polibio) denominaron como la histo­ ria rerum geswntm; es decir, el quehacer que se circunscribía a la narración y el análisis de los hechos históricos. En este sentido, la palabra historiografía se refiere cíe forma restringida al ejercicio mismo de la escritura de la historia. Esta acepción del vocablo historiografía ha pervivido hasta nuestros días pero no es el único significado que se le puede atribuir. 13 En América Latina se desarrolló una nueva acepción a la locución "historio' grafía". Los proyectos impulsados por la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia en los aftos cincuenta del siglo XX impulsa­ ron una serie de trabajos que debían hacer una enumcración.y descripciónen lo posible, de los autores y los libros de historia más importantes a escala nacional. De esta manera, se desarrollaron una serie de ejercidos :n el horizonte diacrónico muy útiles c importantes como los de José Honorio Rodrigues, Historiografía del Brasil (1956) y Héctor José Tanzi, Historiografía argentina contemporánea (1976), que son seguidos de cerca en cuanto al enfoque y metodología por una obra como la de Valentín Abecia Baldivicso, Historiografía boliviana (1965). Esta acepción ha copado el tipo de trabajos historiográficos que se ha realizado en Colombia desde que Daniel Ortega Ricaurte publicó el Indice general del Boletín de Historia y Anti- güedades, volúmenes i-xxxwi, i 902- J 952 (1953). Tal ejemplo enumerativo se man­ tuvo vigente en la Academia Colombiana de Historia hasta la época en la que Germán Arcinicgas ejerció como Presidente de la Academia (1980-1994). Pero esta tendencia a entender la historiografía como descripción enumerativa no abar­ có solamente la esfera de la institucionalidad que representa la Academia de His­ toria, también se encuentra desarrollada en algunos délos trabajos del historiador profesional Jorge Orlando Mclo, como “Lo literatura hbtórica ctt la última década" (1988) y el “Fost Scriptum: una muestra de la producción histórica en la última década”, que complementa el artículo “Medio siglo de historia colombiana: notas para un relato iniciar (2000). Pese a esta tendencia diacrónica que predomina en America Latina, la palabra “historiografía’* tiene un significado adicional más cercano a lo que se entendió por “historiología”, vocablo en desuso en la actualidad en el ámbito de los historiado- res y los filósofos. La historiología tenía por objeto reflexionar sobre la escritura de la historia; por lo tanto, como actividad propia del ámbito de la disciplina histórica es una actitud que mantiene su vigenda. Pese a cierta marginalidad, la actitud, reflexiva sobre los alcances y problemas del ejercicio de escritura y de la disciplina histórica tiene referentes fundamentales como Meta/ustor}: the historical imaginación in nineteenth century Ewrope (1973) de Haydcn Whitc; llécriture de l'histoin (1978) de Michel de Certau; That noble dream. The “objectivity question" and the American historical profession (1988) de Pctcr Novick y Sur la crise de l’histoire (1996) de Gérard Noiriel. En las tradiciones latinoamericanas de escritura de la historia tam­ bién se han publicado variados cjcrddos de reflexión h iconográfica bajo esta pers­ pectiva. Un buen ejemplo de esta forma de entender el término historiografía se encuentra en los trabajos del historiador mexicano Edmundo O’Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica (1947). Allí, O’Gorman se separó claramente de los intentos Ilustrados por elaborar filosofías de la historia, tan en boga dentro de las corrientes historicistas de esos años. Los trabajos de O’Gorman demuestran la for­ ma en la que el propio historiador reflexiona acerca de los alcances y las limitado- nes de su oficio. Este tipo de forcejeos analíticos fue llevado a cabo en la misma 14 época por historiadores celebres como el argentino José Luis Romero, Sobre la bio- grafía y la historia (1945) y el peruano Jorge Basadrc, Apertura: Textos sobre temas de historia, educación, cultura y política escritos entre ¡924-1977 (1978). A la par con este tipo de reflexiones realizadas por historiadores latinoameri­ canos surgió la necesidad de establecer análisis sobre la consolidación de un que­ hacer en el ámbito nacional con ciertos rasgos de disciplina profesional. El surgi­ miento de las llamadas “nuevas historias" planteaba la exigencia de realizar diferenciaciones de las formas de “hacer historia". El esfuerzo requería el trazo de unos contornos disciplinares i partir de una evaluación de las obras históricas “an­ teriores" y la “nueva historia”que se desanolló con claridad desde los años sesenta en toda América Latina. En este sentido destacan los trabajos de Germán Carrera Damas, Historia de la historiografía venezolana (1961); de Jorge Orlando Meló, "Los estudios históricos en Colombia” (1969) ; el trabajo de Juan Ortega y Medina, Po­ lémicas y ensayos mexicanos er. tomo a la historia (1970) y Alvaro Matute, La teoría de la historia en México: 1940-1973 (1974). Tales sugestiones han sobrevivido hasta la actualidad y en particular en los años noventa alcanzaron una notable madurez. Especialmente eh tomo a las re­ flexiones sobre la consolidación de la disciplina histórica en el marco de una pro­ funda rri«i< H»* paradigmas. F.i así como se pueden inscribir las relaciones y coinci­ dencias de trabajos como los de Carlos Fico y Ronaldo Polito, A historia no Brasil 1980-1989 (1992); FernandoDevoto, La historiografía argentina en d siglo XX (1993); el esfuerzo colectivo realizado por los profesores del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia reunidos en La historia al fmal del milenio (1994) y Brian Connaughton e Ignacio Sosa, Historiografía latinoanutricana con temporánea (1999). A partir de esta tradiciór. de conocimiento dentro de la disciplina histórica en América Latina tomo como un complemento bastante útil ciertos aspectos que se desprenden de los alcances cue me proporcionan las consideraciones hechas por Michel De Certau y ThomasS. Kuhn. De tal modo, que el presente escrito asume el término historiografía como la reflexión acerca de la escritura de la historia en el marco de lo que de Certau en Uécriture de l'hisioire llamó “iin lugar de saber”; es decir, ese contexto que le da sentido a la producción de los escritos históricos y que corresponde al marco conceptual de lo que Kuhn denominó “comunidades cientí­ ficas" en The simcture of scierxific revolutions (1962). Puntos de partida como estos permiten elaborar una mirada novedosa sobre la disciplina histórica en Colombia. La investigación sobre lo* modos en los que se ha desenvuelto la escritura de la historia en Colombia implice una particular atención a ciertas condiciones socia­ les e institucionales que afectaron este quehacer intelectual. Por eso, realizo una exploración sobre los marees institucionales que posibilitaron la escritura de la historia y que, además, sirvieron como un medio de interacción entre la disciplina y la sociedad. Me refiero en concreto a la creación de la Academia Colombiana de Historia y la apertura de los programas de historia en las universidades desde me­ 15

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