Description:«Si bien el cristianismo está hoy al borde de la bancarrota espiritual, sigue impregnando aún decisivamente nuestra moral sexual, y las limitaciones formales de nuestra vida erótica siguen siendo básicamente las mismas que en los siglos XV o V, en época de Lutero o San Agustín. Y eso nos afecta a todos en el mundo occidental, incluso a los no cristianos o a los anticristianos. Pues lo que algunos pastores nómadas de cabras pensaron hace dos mil quinientos años, sigue determinando los códigos oficiales desde Europa hasta América; subsiste una conexión tangible entre las ideas sobre la sexualidad de los profetas veterotestamentarios o de Pablo y los procesos penales por conducta deshonesta en Roma, París o Nueva York.» (K. Deschner - Inicio del Prólogo). «Un poder con pretensiones de verdad absoluta se ve forzado, si quiere mantener su autoridad en el presente, a retocar la memoria histórica, a reacentuar arbitrariamente el pasado, a borrar, incluso, las huellas de sus atrocidades. Tal es el caso de la Iglesia. La finura y complejidad conceptual con que ésta efectúa semejantes manipulaciones despista a quienes no están avezados al análisis histórico e ignoran miles de datos, es decir, la inmensa mayoría.La obra de Deschner tiene la virtud de reconstruir un aspecto central de la historia del cristianismo. Emerge así una faz eclesiástica muy discrepante de la conseguida mediante el aludido maquillaje. La religión del amor presenta una torva fisonomía, poco amiga de la humanidad. Y nada amiga de sus más directos servidores, los sacerdotes, convertidos en victimas y cómplices de una institución despótica que, en un momento dado, les privaba de sus mujeres e hijos legítimos y, mudados los tiempos, les instigaba al concubinato.Esta reconstrucción histórica supones un ingente esfuerzo de investigación, pero está expuesta con rigor y amenidad. Los Hechos nos envían a través de los siglos un mensaje, a la par doloroso y regocijante, que constituye una provechosa provocación y un reto para la formación intelectual y moral de cada persona» (El historiador católico F. Heer).