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Historia Grafica Del Siglo XX, Vol. 7, 1960-1969, El hombre en el espacio (Graphical History of the XXth Century, Vol. 7, 1960-1969, Man in space) Spanish PDF

326 Pages·2006·48.05 MB·English
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HISTORIA GRÁFICA DEL SIGLO xx VOLUMEN VII 196O ~ 1969 EL HOMBRE EN EL ESPACIO EDITORIAL LABOR, S.A. Para esta edición: © 2008 Ibercultura ISBN: 978-84-3352-700-4 Obra Completa ISBN: 978-84-3352-707-3 Tomo VII Impreso en España www.ibercultura.net Sumario Pag. PRÓLOGO vi La independencia del Congo 1 Brasilia: el símbolo de una época 10 El incidente del U-2 18 El teremoto de Agadir 24 Cronología 1960 28 El muro de Berlín 30 Gagarin, el primer cosmonauta 42 Cronología 1961 48 La independencia de Argelia 50 La crisis de los misiles 62 El último sueño de Marilyn 72 El Vaticano II 82 Cronología 1962 92 Asesinato en Dalas 94 Philby, el espionaje que surgió del frío 108 Los Beatles 18 Cronología 1963 128 La década de Jruschov 130 El «milagro» japonés 138 El mundo de la televisión 148 Chipre: una isla dividida 156 Cronología 1964 164 La moda: de Coco Chanel a Mary Quant 166 El Maruecos de Hasán I 174 Cronología 1965 182 Casius Clay 184 Los hippies: sus raíces y su semila 190 La Copa de Europa 198 Cronología 196 204 La guera de los seis días 206 La era del trasplante 218 La muerte del Che Guevara 224 Grecia: el golpe de los coroneles 234 Cronología 1967 242 Asesinato de Martín Lutero King 244 La Primavera de Praga 254 El Mayo francés 264 México: Sangre en la plaza de las Tres Culturas 276 La Olimpiada de México 286 Cronología 1968 292 El hombre lega a la Luna 294 Golda Meir 302 Doñana: Parque natural del mundo 312 Cronología 1969 318 v PROLOGO La cuenta del tiempo Por CAMILO JOSÉ CELA / diera prolongarse e incluso aunque acabara llegando hasta el hastío. NCUENTRO no poco artificial el arbitrio de probar Con no pocas reservas y con todos los rubores pre- a dividir el tiempo en módulos de duración cisos, me atrevería a reivindicar aquí el uso de un tér- £ prevista e inalterable, aduana que la historia se mino que funciona perfectamente en español y que salta con una desconsideración y un desprecio infini- tiene todas las poéticas imprecisiones y todas ¡as meta- tos. Siglo es noción más administrativa que eficaz, más físicas precisiones necesarias. Acabo de aludir a la voz procesalista que natural, y resulta no poco forzado el tiempo, que en singular —y quizá también en plural— admitir que al devenir del hombre sobre la Tierra —y forma en locución tan eficaz como correcta (Acade- a aun más allá de la Tierra y sus minúsculas rencillas— mia, 3. acep. «Época durante la cual vive alguna per- se le pueda querer buscar un sentido encorsetándolo sona o sucede alguna cosa. En tiempo de Trajano; en en rígidos períodos que, con el isocronismo y el rigor tiempo del descubrimiento de América»), pese a que del péndulo, todos empiezan su caminar en el primer comporta cierto cariz pretérito y aun añorante, al que año de cada centuria. Se cuenta por siglos, es bien el paso de los años, en previsible proceso semántico, cierto, pero pienso que tan sólo por comodidad y sin pudiera descabalgar sin mayor violencia. excesiva fe en el propósito; quizá fuera útil, no obstan- No creo —digo— en el tiempo estático y parcelado te, seguir por la vereda trazada y no buscarle los tres y preconizo una visión más elástica y cimbreante del pies al gato, que es lo que estoy haciendo ahora. acontecer histórico o, mejor dicho, de su contempla- Tampoco me parece razonable, sino excesiva, la du- ción y estudio y consiguiente relato científico y litera- ración de estos lapsos con los que se quiere acotar el rio. Las señales en tiempo de Séneca o en tiempos, calendario. En cien años caben cuatro generaciones y en plural, de Maricastaña, las tengo por más precisas, jamás nadie se siente prolongado en su tataranieto —o aunque también más huidizas y sutiles, que siglo I o radicado en su tatarabuelo—. Yo hubiera preferido el edad remota en que, según Cervantes, hablaban las uso de otra manera de contar más dinámica y flexi- calabazas y, según el maestro Correas, los animales ble, quizá de tractos más cortos y no forzosamente del (hubo otra Maricastaña, lucense y coetánea del Libro mismo tamaño cada uno de ellos, porque pienso que de Buen Amor, que se sublevó contra el obispo), por- un poco de imprecisión ayuda a discurrir mejor y a que más mueve al mundo y más cambia la imagen y recordar con mayor aplomo y fundamento. aun la visión y la concepción —la Weltanschauung de La historiografía positivista, apoyada en la crónica los alemanes— que de él puede tener el hombre, un de los acontecimientos puntuales, ha visto envejecer y suceso memorable, que la rutinaria caída de una hoja enrobinarse sus estructuras y su terminología, y los su- del almanaque. puestos que un día pudieran funcionar se nos mues- Insisto en suponer que es más hermoso y adecuado, tran hoy caducos e ineficientes. Tampoco soy el pri- e incluso más riguroso y aleccionador, el contar ¡a his- mero en suponer lo que queda ¿ficho. toria (contar de cuenta, cómputo, y no de cuento, na- Época y era son conceptos que pudieran servirnos rración) por hitos modificadores —y aun no más que porque escapan a la rigurosa cronometría que, a mi maquilladores— de la faz del mundo, que el hacerlo entender, lastra a la idea de siglo y su significado, pero por resortes, tan sólo convencionales y que quizá pu- también son voces demasiado solemnes y grandilo- dieran servirnos a los únicos y meros fines de las pre- cuentes: época romana, era cristiana, etc. Edad es se- cauciones inmediatas. ñalamiento desvirtuado por el uso vicioso que de él A mayor abundamiento, la cronología —esa necesi- han hecho los historiadores, y no cabe admitir —en dad no siempre considerada y aprovechada con ade- buen sentido— que la Edad Media nazca, a los efectos cuación bastante— cobraría nuevas y útiles fuerzas or- españoles, con el derrumbe del Imperio romano para denando los aconteceres en nuestra memoria. Hablar morir con la toma de Granada; que la Edad Moderna del tiempo (o de los tiempos) de la fundación de llegue hasta la Revolución francesa y la declaración de Cádiz, de la llegada de los celtas a la Península, de los los Derechos del Hombre, y que la Edad Contemporá- Juegos Olímpicos, de ¡a fundación de Roma, de Con- nea —la que coincide en el tiempo con el hablante— fucio, de Feríeles, etc., sucesos todos acaecidos hace no pueda tener fin teórico, por muchos años que pu- más de dos mil años, o hacerlo de Gutenberg, del des- VI cubrimiento de América, de Copérnico, de Cervantes desesperado: el hombre es bestia de mucho aguante y Shakespeare, de Galileo, de Newton, de la revolu- y, pese a sus esfuerzos denodados, no dio aún —y por ción industrial, de la toma de ¡a Bastilla, de Darwin, de fortuna— con ¡a fórmula que lo borre de la faz de ¡a la radiactividad, de Einstein, de la guerra europea, Tierra. etcétera, hechos todos producidos de medio milenio a Del otro lado de la calamidad (y no pocas calamida- esta parte, ¡leva más claridad a la cabeza que la escue- des se han ensayado, por ahora sin éxito, en mis zu- ta mención del ordinal sena/ador de cada siglo. rradas carnes mortales) también se pintan las bendicio- nes, los remansos adornados por el amor y la paz, y las situaciones deleitosas. De mi niñez guardo una áu- II rea memoria olímpica; mi adolescencia ¡a recuerdo de color verde veneno; en mi juventud fui, primero, carne < OS hombres creemos siempre dos cosas del tiem- de cañón y, ya en la paz, marioneta del hambre, y en po que nos ha visto nacer, del tiempo que nos mi madurez ejerzo ¡os seis oficios del caballero: leer L ha tocado vivir: que es la cúspide y suma de (Gradan decía: «Gran gusto el de leer, empleo de per- todos los eventos acaecidos, buenos y malos, y que es sonas que, si no las halla, las hace»), escribir (para el decantado licor y el ombligo de todas las ideas ex- Cervantes, la pluma es la lengua del alma), comer presadas, yermas o rebosantes de lozana frescura. («Comamos y bebamos, que mañana vendrá la muer- El siglo XX, en Europa, empieza con la guerra del 14 te», dijo San Pablo a los corintios), beber («El vino ale- y no con la muerte de la reina Victoria de Ingla- gra el corazón del hombre», se advierte en las Sagra- terra. España pudo haber sido más precoz, pudo ha- das Escrituras), amar («Sus muchos pecados le serán ber entrado en él a renglón seguido de ¡a humillante perdonados porque amó mucho», dijo Cristo de la paz de París, pero no acertó a hacerlo, prolongó sus Magdalena, según San Lucas) y despreciar a los mise- estructuras decimonónicas hasta más allá de lo necesa- rables (Ramón Gómez de la Sema lo preconiza: «Los rio y, una vez más, vio frenada su historia por las más miserables debían ser escupidos hasta por las fuen- oxidadas y gratuitas inercias. tes»). Los hombres nos movemos condicionados por esos Queda dicho cuanto antecede para que nadie se dos tiempos de que hablo —el del nacimiento y el de sienta jamás demasiado heroicamente desgraciado. Ci- la primera asomada a la vida (los veinte años)— y no ñámonos a nuestras propias vidas como el gladiador a podemos substraernos a ¡a huella con que nos marcan su muerte, incluso con soberbia, y dejemos que el el alma y ¡as carnes. De mí puedo decir que nací en el hombre discurra por la falsilla de la cuenta del tiempo apogeo de la guerra europea, que coincidió con ¡a que acepta tanto como se le impone y con el mismo época familiar de las vacas gordas, y me asomé al espíritu. mundo con el siniestro chasquido de la guerra civil, Eugenio d'Ors, el día antes de mi boda (advierto que marcó ¡a era nacional de las vacas nacas. El uso que llevo cerca de cuarenta años casado, lo que cual- de nuestro propio tiempo personal nos ata, queramos quier psiquiatra pudiera considerar deformante), me y aunque no queramos, a un determinado entendi- regaló un grabado de Sunyer en cuyo borde escribió miento de cuanto sucede a nuestro alrededor y que, cuatro bellos versos alejandrinos: desde que el mundo es mundo y con una monotonía pasmosa y aun ejemplar, es ¡a bullidora suma de todas Que un destino, sin falla ni aplazamiento alguno, las delicias y todos los denuestos imaginables y posi- Ejecute mañana lo que ayer prometió, bles. Un entendimiento catastrofista de la vida, o lo Y que tus hijos vean el siglo XXI, que es ¡o mismo, un entendimiento de la vida como Que tú tal vez no veas y yo, de cierto, no. una sucesión de muertes y falsas muertes atroces y grandilocuentes, podría ¡levarnos, a los hombres de Estamos empezando ya a desollarle el rabo al si- mi tiempo, a una crónica con todos los acaeceres te- glo XX, y el siglo XXI, con sus evidencias y sus incerti- ñidos de luto: ¡as dos guerras dichas y todas las de- dumbres, se pinta ya en el horizonte. La historia, con- más, el bolchevismo y el fascismo en el poder, ¡as témosla como la contemos, no va a interrumpir su za- masacres, la bomba atómica y en voz baja, la deser- rabanda por mor de la nueva terminología. tización de la tierra, la putrefacción del mar, la con- taminación y aun el envenenamiento del aire, la sub- levación del ruido, el crimen organizado y el gratuito, la tenaza de la droga, los hombres sin trabajo, el ham- bre endémica y en proporciones vergozonsas, etc. El panorama es preocupante, aunque supongo que no vil 1960 LA INDEPENDENCIA DEL CONGO N el año 1885, las potencias europeas problema demográfico y sus excedentes fa- reunidas en Berlín reconocen la exis- briles. Durante muchos años, miles de em- £ tencia del llamado «Estado indepen- presas obtuvieron beneficios de las explota- diente del Congo», propiedad privada de ciones agrícolas y mineras de la nueva tie- un jefe de Estado que al mismo tiempo es rra, y, sin embargo, hasta 1954 no abre las el rey de los belgas. puertas la universidad del Congo. Mientras, Leopoldo II cede al país, en su testamen- el pueblo africano empieza a despertar del to, los derechos sobre esta parcela suya de sueño de la historia; aparecen movimientos África. independentistas y líderes que luchan por la Bélgica, como otros países europeos, no liberación del país y del continente. tiene en cuenta la identidad del pueblo que La chispa surge en 1955 cuando el rey acaba de colonizar y se limita a utilizar su te- Balduino promete a los congoleños su inde- rritorio como válvula de escape para su pendencia para dentro de treinta años. 1 Historia de una colonización El Congo tiene todo el aroma de las viejas leyendas europeas. Una mezcla de Samarkanda y El Dorado, que hicieron las delicias de la ex- pansión colonial del siglo XIX. En esta ocasión, El Dorado existía; pero sus precedentes están teñidos de sangre y de explotación. En el año 1482, un navegante portugués, Diego Cao, lle- gaba a la desembocadura del gran río Congo; pero no arribaba a un país de nadie; estaba ante uno de los reinos africanos más importantes en su pasado y en su realidad: el Congo. Son años, los subsiguientes al descubrimiento, de una ex- traña relación, esquizoide en cierto modo, entre el sentido religioso, misional, de los navegantes y conquistadores portugueses, y los soberanos y el pueblo del Congo, que hacen gala de una tremenda ingenuidad ante el hombre blanco:' bautizos masivos, conversiones espectaculares, consagraciones episcopales de príncipes africa- nos. Este contacto inicial, intento frustrado de simbiosis, no durará largo tiempo; aunque siglos más tarde quizá pudiesen encontrarse ecos de esta experiencia en los intentos asimilacionistas del doctor Salazar en el África portuguesa. El reino del Congo, sin embargo, como otros tan- tos pueblos africanos, será víctima inmediata de la trata y de la esclavitud. El África negra será utilizada por el primer colonialismo europeo co- mo abastecedora dé mano de obra barata para los cultivos intensivos y los trabajos de extrac- ción minera en el otro gran continente recién descubierto, América. Para el Congo, el tráfico negrero, una de las mayores infamias que pesan sobre la historia de Europa, supuso una sangría Las pipas nativas utilizadas por los guerreros para la danza fueron calladas para siempre, y en su lugar se emplearon modernos instrumentos de viento para acompañar las marchas militares. Las formas primitivas de vida de los habitantes del Congo cambiaron radicalmente con la colonización. Los belgas se hicieron con el corazón de África, y hasta allí viajaron sus ingenieros, sus soldados y sus misioneros. Hoy, cuando ya casi nadie discute los nefastos efectos de la presencia europea en África, conviene reconocer que los únicos que acudieron al continente negro más dispuestos a dar que a recibir fueron los religiosos, obligados a simultanear el apostolado con tareas mucho más terrenales, como la medicina o la agricultura. 2 continua de sus gentes que no concluyó hasta posterior realización como resultado directo de 1960 muy avanzado el siglo XIX. una empresa absolutamente personal. Se ha es- La independencia En la historia de la colonización del Congo, ya crito de Leopoldo II que estaba dominado por la del Congo en pleno expansionismo decimonónico, coinci- idea de construirse «un imperio personal para den dos actitudes típicas del hombre europeo satisfacer su sed de creación y de poder»; y al de la época. Por una parte, el afán por ampliar servicio de esta idea pondrá incluso su propia sus conocimientos científicos a toda la superficie fortuna particular; fundador, a su vez, de una del globo. Es el momento estelar de las grandes sociedad geográfica en 1876, conseguirá la cele- exploraciones, de las sociedades geográficas que bración en Bruselas de una conferencia interna- surgen por doquier, especialmente impulsadas cional (Alemania, Austria-Hungría, Gran Breta- por la iniciativa privada. Con respecto al Congo, ña, Francia, Italia y Rusia) que aprueba una los exploradores comenzarán el intento de llegar acción destinada a «la exploración y a la civiliza- a su corazón, a su interior, en 1815, con la ex- ción del África austral», cuyo comité ejecutivo pedición del capitán Tuckey, comisionado por la presidirá el mismo rey Leopoldo. Dos años des- Sociedad Geográfica de Londres; desde enton- pués, en 1878, el soberano belga conoce en Pa- ces se sucederán otras muchas; pero serán Li- rís al explorador Stanley; de esta entrevista y de vingstone y, sobre todo, Stanley, que en 1876 una admiración recíproca nacerá la expedición inicia su gran viaje de novecientos noventa y del año 1879. Rematando la cúpula de su em- nueve días de duración, los verdaderos descu- presa personal, en 1880, Leopoldo constituirá la bridores del Congo. La otra actitud, generaliza- Asociación Internacional del Congo. La coloni- da entre los políticos de la época, es la del puro zación institucionalizada había comenzado; jun- En 1960, durante la y físico expansionismo territorial: «No hay po- to con los exploradores, pisándoles los talones, celebración de la mesa tencia, sin colonias», se decía en el siglo XIX. llegaron los misioneros. redonda de líderes Leopoldo II, rey de los belgas, ilustrará hasta ex- congoleños reunida en Bruselas para decidir un tremos límites este planteamiento; su aureola ro- acuerdo de independencia mántica, en más de un aspecto, queda reducida con Bélgica, Moise Tshombé a sus proporciones justas si se tienen en cuenta De la Conferencia de Berlín al lhai zod epscúebnlitcra liszua cdióonc trdienla de unos datos objetivos que, en definitiva, impon- movimiento independentista Congo, chocando así por drán la empresa colonial: en el caso de Bélgica, primera vez con las tesis de Patricio Lumumba, líder a la necesidad de materias primas para sus in- Desde noviembre de 1884 a febrero de 1885, indiscutible, tras esta dustrias y de búsqueda de mercados para sus la capital del Reich alemán será el escenario de reunión, del panafricanismo como doctrina unifícadora. excedentes fabriles, se uniría un problema de- un espectáculo insólito, ilustrador de la prepo- El joven rey Balduino había mográfico ya amenazador y que necesitaba ur- tencia europea: el reparto de todo un continente heredado, junto con el gentemente una válvula de escape. entre sus depredadores, sentados en torno a trono, una colonia que no estaba dispuesta a esperar Lo que hace realmente atractivo el tema de la una mesa de conferencias. Es el instante históri- treinta años para conseguir colonización del Congo es su presentación y co en que se articula jurídicamente un modelo la independencia. moderno de explotación de un espacio físico y pisado nunca el suelo de su propiedad, finaliza de unos recursos materiales concretos. Es tam- también la farsa diplomática: el Congo es, lisa y bién, en el aspecto que ahora consideramos, la llanamente, una colonia belga. Se abre un nue- consagración diplomática de los trabajos del rey vo período de dependencia que se prolongará Leopoldo. Las potencias europeas, reunidas en hasta el día 30 de junio de 1960; medio siglo Berlín, reconocen la existencia del llamado «Es- durante el cual Bélgica debió enfrentarse a las tado Independiente del Congo», propiedad pri- apetencias de otros poderes coloniales, sabién- vada de su jefe de Estado, que, al mismo tiem- dolos sortear. En el plano administrativo combi- po, es el rey de los belgas. Se trata de un su- nó un régimen paternalista, que no dejaba espa- puesto específico y peculiar de unión exclusiva- cio político a los naturales del país, junto con la mente personal entre el territorio y el soberano. aparición de grandes empresas mercantiles Entre la destitución de Lumumba como presidente Este fantasmal Estado independiente tendrá la (Unión Minera del Alto Katanga, Unilever, For- del gobierno y la toma del misma duración que la vida física de su propie- miniére, etc.) que obtuvieron sustanciosos bene- poder por los militares tario: desde 1885 hasta 1908. Son los años, ficios de las explotaciones agrícolas y de las mi- encabezados por el coronel Mobutu sólo medió una preciosos, en que se dispone la infraestructura neras de estaño, cobre, diamantes, oro, cobalto semana. El dictador, cuyo necesaria para la explotación económica de los y, más tarde, uranio. Prueba de esta mezcla de poder únicamente duró once meses, les hizo un buen recursos de un territorio que se presentaban paternalismo militante y de capitalismo desen- servicio a los belgas y a la como altamente prometedores. Años antes de su frenado es que la primera universidad del Con- alta burguesía congoleña: no muerte, Leopoldo II dispone en su última volun- go, la de Lovanium, no abre sus puertas hasta se conformó con destruir ¡a legalidad vigente, sino que tad testamentaria «la intención de legar y trans- 1954, sólo seis años antes de la independencia. trató de desprestigiar a mitir a Bélgica todos nuestros derechos sobera- No obstante, en el decenio de los años cin- Lumumba acusándole de nos sobre el Estado Independiente del Congo». cuenta de nuestra centuria, el viento de la des- haber recibido dinero de la China roja. Cuando, en 1908, Leopoldo II muere sin haber colonización soplaba imparablemente en todo el

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