HISTORIA GRÁFICA DEL SIGLO xx VOLUMEN II 191O ~ 1919 GUERRA Y REVOLUCIÓN EDITORIAL LABOR, S.A. Para esta edición: © 2008 Ibercultura ISBN: 978-84-3352-700-4 Obra Completa ISBN: 978-84-3352-702-8 Tomo II Impreso en España www.ibercultura.net Sumario Pag. PRÓLOGO vi Evans y el secreto del Minotauro 1 Cronología 1910 8 La revolución mexicana 10 China: la caída de un imperio 22 Marie Curie, una mujer más allá de su época 30 Amundsen conquista el polo Sur 38 Cronología 1911 48 La revolución en el ballet: de Nijinski a Isadora Duncan 50 El hundimiento del «Titanic» 58 El cubismo 66 Cronología 1912 76 Igor Stravinski 78 Cronología 1913 86 Comienza la gran matanza 88 El canal de Panamá, entre la aventura y el imperio 98 Cronología 1914 106 Proust, Kafka y Joyce: la revolución de la novela 108 Manuel de Falla 116 Los inventos del nuevo siglo 122 Cronología 1915 134 La Primera Guerra Mundial: la batalla de Verdún 136 El manifiesto Dada 148 La gran época del cine mudo 154 Rasputín, un poder en la corte del zar 164 Cronología 1916 170 La segunda revolución rusa 172 La guerra en 1917 186 «Mata Hari»: bailarina o espía 200 La crisis de 1917 206 El jazz 215 Cronología 1917 226 Latinoamérica a principios de siglo 228 La prensa: explosión del cuarto poder 242 Cronología 1918 254 El tratado de Versalles: un nuevo mundo tras la guerra 256 Hacia un nuevo concepto de la arquitectura 268 Rosa Luxemburg 282 Bertrand Russell 292 Cronología 1919 298 v •PROLOGO- El siglo XX: entre el miedo y la esperanza Por HUGH THOMAS L OS acontecimientos que han marcado un hito en la historia del siglo XX podrían dividirse en dos grupos: primero, el de los cambios tecnológicos o cien- tíficos que han revolucionado la vida cotidiana de la gente; segundo, el de aquellos momentos en que los líderes de las naciones del mundo han intentado con- trolar las consecuencias políticas directas y los efectos a largo plazo de tales innovaciones. Esta época será sin duda recordada como aquella en la que el ritmo de los cambios científicos sobrepasó la capacidad de la sociedad política para organizar di- chos adelantos bajo sistemas viables, humanos y pre- visibles. Así pues, la decisión que en 1908 tomó Hen- ry Ford de producir automóviles baratos podría consi- derarse como simbólica de la nueva era. También constituyen un símbolo el vuelo de los hermanos Wright en 1903, la invención por Edison de la primera película en 1905, el primer programa comercial de ra- dio emitido por la Westinghouse en 1920 y la primera transmisión de televisión en 1927, o el descubrimiento de las vitaminas por sir Frederick Hopkins en 1906. Cualquier hombre corriente podría, sin lugar a du- das, hacer una lista de hitos semejante. La llegada del teléfono, de los anticonceptivos, de la refrigeración, de la electricidad industrial y doméstica, de ¡a penicilina, de las lavadoras o de la calefacción central ha transfor- mado la vida cotidiana de la mayoría de la gente en los países culturalmente avanzados. En consecuencia, se han producido cambios sociales masivos, como la virtual emancipación de las mujeres en los países avanzados, la desaparición de la familia autocrática, el aumento de los viajes en todas las clases sociales y una vida sexual más libre (progresivamente liberada del miedo a las enfermedades venéreas o a los hijos no deseados). Estos progresos, sin embargo, han tenido también su lado malo. Por ejemplo, la radio y la televisión, ins- trumentos para la ilustración popular, también han si- do usados por gobiernos arteros para implantar o con- servar tiranías. La radio se ha utilizado con frecuencia para el espionaje y las escuchas ocultas. Para innume- rables presos políticos, especialmente en Rusia, hasta la electricidad se ha convertido en el símbolo de una forma de tortura inimaginable en un pasado menos sofisticado. El coche se ha convertido en un accesorio del crimen violento, y en los países avanzados causa vi todos los años el mismo número de muertes que las bomba atómica y, finalmente, el misil. Se ha visto jalo- enfermedades graves. El aeroplano ha transformado nado por guerras más sangrientas y destructivas que no sólo el turismo, sino también la guerra. La desapa- las de ninguna otra época, y ha estado caracterizado rición de la vieja vida familiar no siempre se ha visto por tiranos cuyo control sobre poblaciones enteras les reemplazada por un sistema social más enriquecedor; ha permitido encarcelar a cientos de miles de inocen- y de los efectos de la refrigeración sobre los alimentos tes durante años sin que el resto del mundo supiese lo no se puede decir que sean un logro pleno sin mezcla que estaba pasando. La disyuntiva de si esta era pue- de mal alguno. de considerarse o no progresista es, sin embargo, De muy diversas formas, pues, el progreso científico cuestión de opiniones. Pero no cabe duda de que la ha sido utilizado para la destrucción y ¡a crueldad. El víctima del siglo ha sido aquel sentido de fácil optimis- siglo XX —aunque en general se haya caracterizado mo que marcó a ¡os liberales del siglo XIX. De este mo- por un gran avance social y una creciente preocupación do, la década de los ochenta empieza con las dos de los gobiernos por las vidas de los pobres— ha esta- grandes potencias mundiales, los Estados Unidos y la do dominado por la metralleta, el tanque, el B-52, la Unión Soviética, dependiendo para su defensa de un VII arsenal de armas nucleares que, de ser usadas, po- La segunda fuente de inestabilidad es el inmenso drían tal vez acabar para siempre con la vida humana. número de centros de autoridad. En 1914, el mundo Los hitos políticos de este período no siempre son estaba claramente en manos de los poderes europeos, fáciles de relacionar con los avances científicos, médicos jugando Londres el papel de banquero internacional. o tecnológicos (aunque algunas innovaciones militares, No cabe la menor duda de que semejante estado de tales como el tanque o las armas nucleares, tengan cosas tenía que resultar humillante para muchos de los su génesis en decisiones específicamente políticas). que vivían en Asia o África. Pero había, sin embargo, Generalizando, la historia de la era se puede conden- a la cabeza de las poderosas entidades políticas del sar en una lucha de los gobiernos, las clases domi- mundo un grupo de cristianos educados. Esto ha deja- nantes, las sectas revolucionarías y otras instituciones, do de ser así. Las Naciones Unidas tienen unos 150 como la Iglesia, por adaptarse o sacar provecho de las países miembros; algunos con población numerosa, nuevas opciones científicas. En líneas generales, tanto como China (1.200 millones); otros, con un número los gobiernos como las clases y sectas han fracasado reducido de habitantes, como Granada (60.000); pero ante la complejidad humana de la tarea. El viejo orden todos ellos pretendiendo ser sus propios amos. Esta mundial, que se basaba en el poder económico y polí- dispersión de autoridad es el aspecto más contundente tico de la Europa occidental, se vio aplastado en el del actual estado de cosas. Los gobiernos se han vuel- transcurso de la Primera Guerra Mundial, y los tres to infinitamente más poderosos de fronteras adentro, imperios multinacionales de la Europa oriental (Aus- pero reciben menos control del exterior. tria, Turquía y Rusia) se vieron arrastrados con ella a La terrible destrucción de las dos guerras mundiales, la destrucción. En la Segunda Guerra Mundial, los las igualmente espantosas guerras civiles, el restableci- grandes imperios globales (Inglaterra, Francia y los miento de sociedades cerradas, como Rusia o China, y Países Bajos) recibieron varios golpes fatales. El nuevo la amenaza de un conflicto nuclear inducen lógica- orden mundial que ocupó su lugar, y que se basa en mente a las cabezas pensantes del siglo XX a dudar de ¡a competencia ruso-americana, no es más estable que la idea de la inevitabilidad del progreso. Este tiene sus el que existía antes de la guerra del 14. En dos senti- ventajas. Cada generación debe darse cuenta de que dos es más inestable incluso: en primer lugar, ¡a Unión no puede dormirse en los avances hechos por sus pre- Soviética no es un Estado normal, en el sentido en que decesores. lo era hasta la misma Rusia zarista. Es un Estado po- Mi punto de vista personal es que los próximos seído por una ideología, de tal forma que la contienda veinte años van a ser difíciles, pero que, si logramos entre el Este y el Oeste es más semejante a la del cris- salir de ellos con bien, el mundo tiene una oportuni- tianismo contra el Imperio otomano en la época de dad de evolucionar en el siglo XXI hacia las soleadas Carlos V. cumbres de un progreso ordenado. viii 1910 EVANSY EL SECRETO DEL M1NOTAURO H;\CE menos de cien años, el único conocimiento que se tenía de la historia antigua de Grecia era el que se podía obtener de la mitología griega y en especial de los poemas épicos de Ho- rnero: la Ilíada y la Odisea. Casi todo lo acontecido antes del año 800 a. C. era considerado como leyenda. Pero gracias a Evans y sus colegas, que excavaron en Cre- ta y se basaron en los cimientos puestos por Schliemann y Dórpfeld en Troya, Micenas y Tirinto, se amplió el campo de la vida prehistórica de Europa hasta 3.000-4.000 años a. C., quedando demostrado que las antiguas leyendas y mitos contienen más verdad de lo que querían reconocer los ári- dos historiadores. Arthur Evans. Plano del palacio de Cnossos. i Un aficionado inglés principal interés se centraba en los Balcanes; su La isla de Creta, con una paisaje costero, su arquitectura y sobre todo la superficie de 8.331 kilómetros cuadrados, es un Arthur Evans había nacido en 1851; inglés mezcla de culturas romana, bizantina, veneciana largo muro de 140 por excelencia, su vida distaba mucho de la del y musulmana, era lo que más le atraía. Los paí- kilómetros que limita por el sur el mágico mundo de la autodidacta Schliemann. De familia con tradi- ses escandinavos adonde viajó, no le impresio- antigüedad griega clásica. ción al estudio, él se educó en Harrow, Oxford y naron porque «no encontraba una civilización Enclavada estratégicamente Gotinga. Desde pequeño, y durante los veranos, compleja ni un sentido del pasado histórico. En en el centro del Mediterráneo oriental, a hacía excursiones con su padre en busca de Laponia no había fantasmas...». caballo entre Europa y Asia, objetos de pedernal en Inglaterra o Francia, ad- Cuando en 1877 Austria ocupa Bosnia, el fue desde tiempo inmemorial quiriendo la afición de coleccionar, sobre todo editor del Manchester Guardian le nombra co- cruce de caminos y culturas. En la foto, un típico paisaje monedas. Amante de los viajes en condiciones rresponsal especial en los Balcanes con base en cretense de la zona de difíciles, tenía un carácter violento, pero una vo- Ragusa. A pesar de sus actividades periodísticas Fourfouras, en la falda del monte Idas. luntad inquebrantable. A los veinte años, su y políticas, siempre encontraba tiempo para ex- plorar castillos medievales, excavar edificios ro- manos o copiar antiguas inscripciones bosnias, y en definitiva para interesarse por la arqueología y la numismática. Acusado por las autoridades austríacas de simpatizar con los insurrectos, es arrestado y encarcelado, y en abril de 1881 es expulsado del país, junto con su esposa, con destino a Inglaterra. Dos años más tarde, Arthur y su esposa, Mar- garet, viajan a Grecia, donde son recibidos por los Schliemann. Los descubrimientos de éste en las tumbas de fosa vertical —joyas, armas y orna- mentos micénicos— fascinaron a Evans, aunque no compartía la creencia del alemán respecto al origen homérico, pues pensaba que eran mucho más antiguos. En su estilo había algo que «no era ni helénico, ni egipcio, ni oriental». Visitó las excavaciones de Schliemann en Tilinto y Mice- nas, quedando impresionado sobre todo con la Puerta de los Leones, en donde los leones deca- pitados soportaban una extraña columna central absolutamente distinta a las de la arquitectura griega «clásica». ¿De dónde procedería?, ¿Mice- nas, Grecia? Evans estaba intrigado. El año de 1893 fue clave en su vida. A la muerte de su esposa en Alassio, hay que añadir que durante su estancia en Atenas se confirmó su interés por el arte micénico. Rebuscando en- tre los vendedores de antigüedades en el ca- llejón de los Zapatos de Atenas, se encontró con unas piedras pequeñas de tres y cuatro lados, taladradas a lo largo de un eje y grabadas con símbolos que parecían pertenecer a un sistema jeroglífico. Al enterarse de que su procedencia era de Creta, se reafirmó en su idea de que la situación de la isla, como escala casi equidistan- te de Europa, Asia y Egipto, podía haber facilita- do la difusión de la escritura jeroglífica. En la primavera del año siguiente, Evans viajó por primera vez a Creta.. En Herácleo, donde desembarcó, se encontró con esa pintoresca mezcla de razas europeas y orientales que tanto le atraían, y con un ambiente donde se respiraba por todas partes un hondo sentido de la historia. Las huellas de los cretenses, helenos, romanos, francos, venecianos y turcos estaban por toda la Isla de Creta. Al pie del monte Idas. 2 1910 isla. Evans se había sentido atraído por Creta, se enamora y rapta a Ariadna llevándosela a más por una curiosidad científica que por fe en sus Lemnos. Apenado por la pérdida de Ariadna, Evans y el secreto del Minotauro leyendas. Después de averiguar que la misterio- Teseo olvidó desplegar las velas blancas de su sa escritura jeroglífica, que no era ni egipcia ni barco, y Egeo, su padre, al ver las velas negras, babilónica, procedía de Creta, su interés fue in- las interpretó como signo de muerte y se arrojó Uno de los más bellos frescos hallados en el terpretar esa escritura y demostrar su teoría de al mar. palacio de Cnossos y digno que, «en lo que ahora constituye la zona de in- representante de la fluencia de la civilización europea, debieron de evolucionada cultura minoica existir en otros tiempos sistemas de escritura a Empiezan las excavaciones Pesrí necsitpee sodber iloo sp leirrioo s,elegante base de dibujos, semejantes a los que ahora to- pintado en el siglo xvi a. C., que se conserva en el davía se emplean entre las razas más primitivas Al igual que Schliemann, Evans fue al lugar Museo Arqueológico de de la humanidad». No obstante, conocía todos donde, según la leyenda, se encontraba Cnos- Candía, en la misma Creta. los textos de las leyendas y cuentos de Hornero y los poetas clásicos acerca de Creta, aunque no tenía la fe ciega de Schliemann en ellos. Las leyendas de Creta Según la más antigua de las leyendas, Zeus nació en Creta. Hijo de Rea, la madre Tierra, vino al mundo en la cueva de los Dictos. Las abejas le llevaban su miel, la cabra Amaltea le ofreció sus ubres, las ninfas le mecieron y un tropel de jóvenes armados le protegieron frente a su padre, Cronos, que devoraba a sus vasta- gos con el fin de que «ningún otro de los orgu- llosos hijos del cielo pudiera reinar entre los dio- ses mortales». También se dice que Minos, aquel rey legendario, reinó en la isla y que era hijo del propio Zeus. Otra antigua tradición decía que Minos, señor de todos los mares helénicos, envió a su hijo Androgeo a participar en los juegos de Atenas. Más fuerte que todos los griegos, venció y por envidia fue muerto por Egeo, rey de Atenas. Su padre, como represalia, invadió la ciudad, la so- metió y exigió que cada nueve años los atenien- ses tenían que mandar un tributo consistente en siete jóvenes varones y siete doncellas que se- ñan sacrificados al monstruo de Minos. Este monstruo había sido engendrado por Parsífae, esposa de Minos, una ninfómana a la que sólo un toro podía satisfacer. Minos lo había encerra- do en un laberinto, debajo del gran palacio de Cnossos proyectado por Dédalo. Cuando el sa- crificio se preparaba por tercera vez, Teseo, hijo de Egeo, se ofreció para ir a Creta y matar al monstruo. El barco partió hacia la isla con un despliegue de velas negras, y Teseo había anun- ciado que izarían velas blancas en su viaje de vuelta si conseguía su propósito. Ariadna, la de la oscura cabellera, hija de Minos, se enamora de él y le da una espada y una madeja de lana, uno de cuyos extremos ata a la puerta cuando penetra en el laberinto en busca del monstruo. Teseo venció al Minotauro, encontró la salida gracias al hilo de lana y huyó con Ariadna y sus compañeros hacia su patria. En Naxos, Dionisio Príncipe de los lirios, fresco del palacio de Cnossos. 3