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Historia Del Pensamiento Socialista 03 PDF

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G.D.H. COLE HISTORIA DEL PENSAMIENTO SOCIALISTA III La Segunda Internacional 1889 -1914 FONDO DE C U L T U RA ECONÓMICA MÉXICO Primera edición en inglés, 1956 Primera edición en español, 1959 Primera reimpresión, 1964 Segunda reimpresión, 1974 Traducción de: Rubén Landa Titulo originai: The Second International (1889-1914), por Macmillan and Co., Londres D.R. © 1959 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Av. de la Universidad 975; México 12, D. F. Impreso en México FIGURAS PRINCIPALES •r v H í Cap. í f Cap. [ENGELS, 1820-1895]1 STEPNIAK, 1852-1895 .... 9 LAVROV, 1823-19002 .... 9 [MALATESTA, 1853-1932] 8 W. LIEBKNECHT, 1826- [BAX, 1854-1926]8 1900 2 5 KAUTSKY, 1854-19382 ... 5,6 TOLSTOI, 1828-1910 DEBS, 1855-1926 2 21 LONGUET, 1833-1901 7,8 ANSEELE, 1856-1938 16 [MORRIS, 1834-1896] 8 BERTRAND, 1856-1943 .... 16 BEBEL, 1840-1913 2 5,6 HARDIE, 1856-1915 3,4 VAILLANT, 1840-19152 .. 7,8 MANN, 1856-1941 3,4 MALON, 1841-1893 2 7 SHAW, 1856-1950 3,4 GREULICH, 1842-1925 15 PLEKHANOV, 1857-1918 2 .. 9, 10 [HYNDMAN, 1842-1921] 2 TURATI, 1857-1932 19 [KROPOTKIN, 1842-1921]8 ZETKIN, 1857-1933 6 LAFARGUE, 1842-1911 7 J. A. HOBSON 1858-1940 4 MIKHAILOVSKY, 1842-1904 9 B. WEBB, 1858-1943 3,4 ANT. LABRIOLA, 1843-1904 19 BURNS, 1859-1941 2 3,4 BROUSSE, 1844-1912 7 CHAMPION, 1859-1928 .... 3 DANIELSON, 1844-1918 ... 9 JAURÈS, 1859-1914 7,8 SINGER, 1844-1911 6 LANSBURY, 1859-1940 4 GUESDE, 1845-1922 2 7, 8 MILLERAND, 1859-1943 .. 7 MEHRING, 1846-1919 5,6 S. WEBB, 1859-1947 3,4 NIEUWENHUIS, 1846-1919 17 BRANTINC, 1860-1925 18 SOREL, 1847-1922 8 POUGET, 1860-1932 8 AXELROD, 1850-1925 9 TROELSTRA, 1860-1930 ... 17 BERNSTEIN, 1850-1932 ... 5 W. LANE, 1861-1917 .... 23 IGLESIAS, 1850-1925 20 LEGIEN, 1861-1920 6 LEDEBOUR, 1850-1947 6 BRIAND, 1862-1932 7,8 VOLLMAR, 1850-1922 5 DAVID, 1863-1930 6 BLATCHFORD, 1851-1943 .. 3 HAASSE, 1863-1919 6 ZASULICH, 1851-1919 2 ... 9 HENDERSON, 1863-1935 .. 4 V. ADLER, 1852-1918 .... 12 SNOWDEN, 1864-1937 .... 3,4 COSTA, 1852-1910 19 SCHEIDEMANN, 1865-1939 . 6 DE LEON, 1852-1914 .... 21 MACDONALD, 1866-1937 . . 3,4 [CUNNINGHAME GRAHAM, VANDERVELDE, 1866-1938 . 16 1852-1936] 2 SUN YAT SEN, 1866-1925 . 26 1 Estudiado en los volúmenes I y II. 2 Estudiado también en el volumen II. 3 Estudiado en el volumen II. 7 8 FIGURAS PRINCIPALES Cap. Cap. WELLS, 1866-1946 4 MERRHEIM, 1871-1925 ... 8 PELLOUTIBR, i867-ly0l .. 8 BOGDANOV, 1873-1928 10 PiLSUDSKi, 1867-1935 .... 11 MARTOV, 1873-1923 9. 10 GORKI, 1868-1936 10 FRANK, 1874-1914 6 CONNOLLY, 1870-1916 ... 4 GRIFFUELHES, 1874-1923 . 8 KRASIN, 1870-1926 10 A. THOMAS, 1878-1932 .. 8 LENIN, 1870-1924 9, 10 JOUHAUX, 1879-1953 .... 8 LUXEMBURG, 1870-19(9 .. 6, 11 TROTSKY, 1879-1940 .... 9, 10 K. LIEBKNECHT, 1871-1919 6, 11 O. BAUER, 1881-1935 .... 12 PRÓLOGO Este volumen ha sido difícil escribirlo por la extensión del socialismo a tantos países y por la escasez de material para muchos de ellos en lenguas que yo pueda leer. No creo que hava podido salvar muchas equivocaciones o juicios falsos, aunque espero haber conseguido que la mayor parte de lo esencial sea acertado. Cuando ha sido posible, he buscado la ayuda y el consejo de especialistas conocidos, y sus valio sas respuestas me han permitido corregir algunos errores. Debo profun da gratitud a Mr. H. N. Brailsford, quien una vez más ha leído todo el volumen y me ha ayudado mucho, y también a Mr. Julius Braunthal, secretario de la Internacional Socialista, quien no sólo ha leído todo el texto, sino que además me ha prestado numerosos libros e informes que de otro modo me hubiese sido muy difícil consultar. Por préstamo de libros estoy también muv agradecido a Mr. Raymond Postgate, Mr. H. L. Beales, Mr. C. A. Macartney, Mr. K. J. Scott de Nueva Zelanda y a Miss Florence Bradfield. Mi esposa ha leído alguno de los capítulos y hecho útiles comentarios. Debo a otras numerosas personas información y ayuda referentes a determinados capítulos, especialmente datos biográficos o sobre otros hechos. Tengo que agradecer a Mr. James Joll por haberme ayudado en la sección que trata de la Segunda Internacional; Mr. J. F. Horrabin, Mr. Mauricc Reckitt, Mrs. A. J. Penty, al Profesor Michael Oakeshott y a Mr. John Mahon (Gran Bretaña); M. Maurice Dom- manget y M. Michel Crozier (Francia); Mr. Julius Braunthal y la Sra. Gertrude Magaziner (Austria); Thomas Balogh y el Sr. K. Szigeti (Hungría); al Dr. H. G. Schenk (Bohemia); al Sr. Charles Barbier, al Profesor Max Weber, al Sr. Hans Handschin y a la Verband Schweiz Konsumvereine (Suiza); M. Rene Renard (Bélgica), al Dr. von Wiessing, al Profesor A. C. Rüter y al Instituto Internacional de Historia Social (Holanda); al Sr. Poul Hansen (Dinamarca); al Sr. Costar Langenfelt, al Barón Palmstierna y al Dr. J. W. Ames (Sue- cia); al Sr. B. Hindahl (Noruega); al Sr. R. H. Oittinen (Finlandia); Signor L. Valiani (Italia); al Sr. L. Popov (Bulgaria); al Sr. V. Tunguz (Yugoslavia); a la Srta. Marjorie Plant, Sr. Isaiah Berlín, Sra. Kuskova- Prokopovitch, Dr. Rudolf Schlesinger y al Sr. Henry Collins (Unión Soviética); Dr. H. W. Laidler (Estados Unidos); los Sres. C. A. Fleming, E. M. Higgins, N. S. Lynravn y Lloyd Ross (Australia); Profesor Iwao Ayusawa (Japón); su Excelencia el Señor Francisco A. de Icaza (México); y Mr. Desmond Crowley, Mr. K. J. Scott. v Miss E. G. Simpson (Nueva Zelanda); Mr. Crowley especialmente tuvo la 9 10 PRÓLOGO bondad de prestarme su libro todavía inédito acerca del movimiento obrero en Nueva Zelanda, que me ha sido sumamente útil. Mr. Higgins también me ha facilitado material inédito acerca de Australia. Por último, tengo que dar las gracias a dos secretarias, la Sra. Rosamund Broadley y la Sra. Audrey Millar, que sucesivamente han soportado mi mala letra y me han ayudado de otras muchas maneras.. G. D. H. COLÉ Oxford. Sepiemhre de 1954. INTRODUCCIÓN En el segundo volumen de este estudio he expuesto el desarrollo del pensamiento y la acción socialistas desde la mitad del siglo xix (es decir, desde la derrota de las Revoluciones europeas de 1848) hasta 1890 aproximadamente, cuando en la mayoría de los países europeos y en algunos no europeos fueron creados los partidos social-demócratas o laboristas. El presente volumen continúa la exposición desde que la Segunda Internacional fue fundada en 1889 (año del centenario de la Revolución Francesa) hasta que estalló la guerra europea en agosto de 1914. Durante el periodo que abarca el volumen segundo, la lucha entre el marxismo y el anarquismo constituye el asunto central. Esta lucha no había terminado en 1889; pero ya no ocupaba el centro de la atención, y ambos combatientes habían sufrido una transformación importante. El marxismo había tomado una nueva forma en toda la Europa Occidental como Social Democracia, y había llegado a orga nizarse en una serie de partidos nacionales, que, unos, actuaban en el campo electoral y trataban de afirmar su fuerza parlamentaria por proce dimientos constitucionales, y otros, en donde estaba demasiado poco ex tendido el derecho al voto como para permitirles triunfar en las elec ciones, se agitaban y manifestaban en favor del voto para todos los varones o incluso para todos los adultos a fin de poder seguir el ejemplo de aquéllos. Mientras tanto el anarquismo había sido profundamente influido por el crecimiento de los sindicatos obreros, y en parte vino a reencarnar en lo que primero fue llamado Sindicalismo Revolucionario y más tarde sencillamente Sindicalismo, a base de una exaltación de los efectos de la acción directa con la huelga general como arma, y opuesto a la acción parlamentaria. La huelga general también fue propuesta y empleada por los social-demócratas como arma para implan tar el sufragio universal; y en Rusia se inició en esa forma la revolución de 1905. Pero la huelga general tal como se empleó en Austria y en Bélgica como medio de conseguir el sufragio universal, fue algo com pletamente distinto a la huelga general "social" de los anarquistas y sindicalistas y de los revolucionarios rusos: tenía por objeto no iniciar una revolución violenta, sino lograr una reforma constitucional limitada y de este modo despejar el camino para una acción parlamentaria efi caz, y, por consiguiente, debería ser algo disciplinado, ordenado por el partido Social-demócrata, y no un movimiento espontáneo de masas, en el cual los militantes arrastrarían a la mayoría de los trabajadores hacia la acción revolucionaria. Incluso en esta forma limitada fue re chazada por los social-demócratas de Alemania, que tenían el partido 11 12 INTRODUCCIÓN socialista más fuerte y mejor organizado, y gozaban de enorme prestigio tanto por ser considerados guardianes de la tradición marxista como por el éxito con que resistieron el intento de Bismarck para destruirlos por medio de las leyes antisocialistas. Estas leyes todavía estaban en vigor al nacer la Segunda Internacional; pero dejaron de regir al año si guiente v el partido alemán quedó en libertad para rehacer su organiza ción legalmente en territorio alemán y para adoptar su nuevo programa de Erfurt de 1891, el cual influyó mucho en la política de los partidos socialistas de otros países. El Partido Social-Demócrata Alemán, completamente unificado y que verdaderamente dominaba al movimiento sindicalista alemán, el cual, aunque nominalmente no dependía de él, seguía obediente mente su dirección, era sin duda la fuerza más poderosa dentro de ía Nueva Internacional y del movimiento socialista mundial. A los ale manes seguían en influencia y poder los franceses; pero en 1889 el movimiento socialista y el movimiento obrero francés se dividió en varias facciones enemigas. En Francia existían no sólo partidos socialistas rivales, sino también movimientos sindicales rivales; y ni siquiera cuando los partidos rivales quedaron unificados bajo la presión internacional en 1905, el movimiento sindical estuvo en modo alguno dispuesto a aceptar la dirección del partido socialista. En los congresos de la Se gunda Internacional los delegados franceses estaban siempre divididos, mientras que los alemanes casi siempre presentaban un frente sólido. A los alemanes y franceses seguían en importancia los rusos, aun que no tenían una organización de masas comparable a la de los países en los cuales la labor de organización podía ser realizada abierta y legal mente. En realidad, hasta 1905 los rusos no desempeñaron papel muy importante en los asuntos de la Internacional; e incluso después con tinuaron muy divididos, no sólo entre social-demócratas y social-revolu- cionarios sino también, dentro del partido social-demócrata, entre bol cheviques y mencheviques. Sin embargo, los rusos tenían algo en común: todos eran revolucionarios, porque para ellos no había otro camino frente al régimen autocrítico zarista. Después de la derrota de la revolución de 1905 es verdad que hubo una especie de Parlamento, la Duma; pero las condiciones de su elección impedían que los socia listas consiguiesen tener en ella ninguna representación importante, y, en todo caso, su poder era muy reducido. En la Rusia zarista no había posibilidad de establecer un partido socialista que fuese sobre todo parlamentario siguiendo el modelo ale mán o cualquier otro de Occidente, y aunque los delegados social-de mócratas rusos de los congresos de la Internacional continuaban con siderando al partido social-demócrata alemán como el principal repre sentante del credo marxista, su propia situación era tan diferente de

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