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Historia Del Arte En Iberoamerica Y Filipinas PDF

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Directorde laserie: RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN Autores MIGUEL ÁNGEL SORROCHE CUERVA ALEJANDRO VILLALOBOS PÉREZ HISTORIA DEL ARTE EN IBEROAMÉRICA Y FILIPINAS MATERIALES DIDÁCTICOS I: CULTURAS PREHISPÁNICAS GRANADA 2004 Reservados todos los derechos. Está prohibido reproducir o transmitir esta publicación, total o parcialmente, por cualquier medio, sin la autorización expresa de Editorial Universidad de Granada, bajo las sanciones establecidas en las leyes. © LOS AUTORES (Grupo de Investigación del PAI, HUM 002). COORDINACIÓN TÉCNICA: GUADALUPE ROMERO SÁNCHEZ. © UNIVERSIDAD DE GRANADA. HISTORIA DEL ARTE EN IBEROAMÉRICA Y FILIPINAS. MATERIALES DIDÁCTICOS I: CULTURAS PREHIPÁNICAS. © DIRECCIÓN DE LA SERIE: RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN. ISBN: 8 . Depósito legal: . Edita: Editorial Universidad de Granada, Campus Universitario de Cartuja. Granada. Fotocomposición: Taller de Diseño Gráfico y Publicaciones, S.L. Granada Imprime: Imprenta Comercial. Motril. Granada. Printed in Spain Impreso en España INTRODUCCIÓN Llevar a cabo un estudio sobre la producción de las manifestaciones culturales, con anterioridad a la llegada española a América y las Islas Filipinas, es sin duda una labor apasionante que pretende ser un trabajo de síntesis, en el que se expon­ gan las pautas necesarias para la comprensión de ambos procesos culturales. Los acontecimientos que se sucederán desde finales del siglo XV en territorio america­ no y hasta la conquista de Filipinas por Legazpi en 1565, supondrán el contacto de la cultura occidental con dos ámbitos sociales en los que se constatarán unos nive­ les de desarrollo desiguales y hasta ese momento desconocidos. No se puede olvidar que la máxima extensión a la que llegó el Imperio español en el siglo XVI, se logró gracias a la incorporación a su dominio de las tierras que conforman el continente Americano y aquellas posesiones del Océano Pacífico que fueron redescubiertas, tras la primera vuelta al mundo ejecutada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano entre 1519 y 1522. En ese sentido, la llegada del hombre occidental a América puso de manifiesto, por un lado que el objetivo inicial de alcanzar las islas de las Especias, por otra ruta que no fuera la portuguesa del cabo de Buena Esperanza, no se había cumpli­ do y sobre todo evidenció la existencia de una vasta extensión de tierra habitada, desconocida hasta ese momento y sobre la que se había desarrollado un conjunto de culturas, con un diferente grado de evolución y entre las que existían algunas que alcanzaron cotas de verdaderas civilizaciones. El estudio de la historia del arte americano, obliga a iniciar la andadura desde las primeras etapas en las que se tiene registrada la presencia de una producción cultural y artística, de la suficiente entidad como para considerarla una cualidad inherente de las sociedades que la generan, siendo indispensable analizar aquellos períodos más destacados, fundamentalmente por el peso que tendrán en etapas posteriores modernas e incluso contemporáneas. El material es ingente, algo que no es nuevo, lo que nos ha obligado a llevar a cabo una serie de selecciones que han procurado mantener la idea de una visión global de lo existente. A la etapa anterior a la llegada del hombre europeo a Amé­ 8 INTRODUCCIÓN rica, se la conoce como prehispánica, haciendo con ello alusión al período de tiempo en el que se desarrollaron las culturas americanas más importantes. Aunque no vamos a entrar a calibrar lo acertado o no de términos como prehispánico, precolombino, precolonial, precortesiano, etc., es evidente, que dicha discusión conceptual, pone de manifiesto la necesidad de definir un período que destaca por la importancia en la ejecución y solidez de las manifestaciones artísticas y cultura­ les desarrolladas a lo largo de su duración. Lo imposible de poder abarcar todo el territorio americano, desde Alaska hasta Tierra de Fuego, ha hecho centrarnos en las dos áreas más importantes de la deno­ minada como América Nuclear, la mesoamericana y la región andina, en las que se puede hablar ciertamente de la existencia de civilizaciones urbanas estables. Estos dos focos que no anulan a los restantes territorios, se caracterizarán por ser los más conflictivos en sus relaciones con la maquinaria político —militar-religiosa-admi- nistrativa—, que a partir del siglo XVI entra en contacto con ellas. La consolida­ ción de las sociedades que las formaban, les convierte en ámbitos imprescindibles a partir de los cuales poder entender e interpretar aspectos y elementos de las manifestaciones culturales no sólo producidas en ellas, sino de aquellas otras ante­ riores de las que provenían y que funcionaron como germen a partir del cual inclu­ so llegaron a proyectarse en períodos futuros. La elección no es ni arbitraria ni original. Lo ideal hubiese sido analizar todas y cada una de las áreas culturales en las que se suele dividir América, pero los obje­ tivos del proyecto al que pertenece este texto han obligado a esta reducción, to­ mándonos la salvedad de incluir las producciones prehispánicas en el archipiélago filipino, una de las grandes olvidadas en los trabajos sobre aquellos territorios que estuvieron bajo la dominación española, básicamente desde inicios del siglo XVI hasta finales del siglo XIX, y que son un exponente claro y antesala para la com­ prensión de la importante producción cultural que se generará en el archipiélago asiático. El contenido de este libro se organiza en 14 capítulos y cuatro apéndices, con los que se quiere abordar y proporcionar al alumno de la disciplina de Historia del Arte Prehispánico, toda la información necesaria para una aproximación e interpretación globales, de la producción cultural y artística generadas en América y Filipinas con anterioridad a la presencia del hombre occidental en ambos territorios. Se ha querido evitar una exposición diacrónica en el análisis de la producción cultural de los diversos pueblos que han ido aparecido en cada uno de ellos, justificando dicha decisión la clara intención de no querer recurrir a planteamientos excesivamente lineales que llevaran a una equivocada y rígida visión del tema. Por ello se eligió la posibilidad de afrontar el discurso desde una aproximación temática, que permitiera no perder de vista, no solo la evolución interna de cada uno de los capítulos sino sus consecuencias derivadas de las relaciones entre grupos contemporáneos. De ahí que los campos que se abordan pretendan ser los esenciales para el conocimiento de esta materia, procurando incorporar algunos genéricos que ayuda­ rán a crear una base adecuada para la asimilación de ideas posteriores. Urbanismo, arquitectura, pintura, escultura, cerámica, orfebrería, y artes decorativas, han sido entre otras, las materias elegidas. CAPÍTULO PRIMERO EL ESPACIO GEOGRÁFICO, POBLAMIENTO Y ÁREAS CULTURALES La estrecha vinculación que guardan las culturas prehispánicas en América con el medio en el que se desarrollan, obliga a una aproximación a las características geográficas del mismo. Se trata sin duda de uno de los aspectos que más sobresalen al estudiar el arte prehispánico, no solamente por su grandiosidad, que desde los primeros momentos se inserta en los esquemas mentales y religiosos de sus habi­ tantes, sino sobre todo en función de su capacidad para modificar las característi­ cas propias de los grupos que sobre él se asientan, llegando a ser un determinante de sus características culturales. Se trata de un elemento, cuya consideración den­ tro de las disciplinas que estudian al hombre y su cultura no es nueva, y aunque se pueda caer en una posición determinista a la hora de valorar su influencia sobre aspectos concretos, sobre todo en niveles de estudio muy especializados, se hace necesaria su presencia ya que son cada día más evidentes las constataciones que muestran como en determinadas fases de desarrollo cultural, las relaciones entre determinadas sociedades y el ambiente en el que se desenvuelven son tremenda­ mente estrechas. Una dependencia del medio que es mayor en aquellas etapas evolutivas que no han logrado alcanzar un grado de desarrollo técnico suficiente como para desligar­ se de la naturaleza que las ve surgir, generando unas relaciones que llegan a ser tan íntimas, que la vinculación entre cultura y medio no se entiende sin que la modi­ ficación de cualquiera de los dos afecte de una manera muy estrecha a la otra. Por tanto, podemos hablar de una relación con una clara doble dirección, donde el ambiente llega a determinar a la cultura que sobre él se desarrolla y a su vez, ésta determina y modifica a ese espacio natural. El continente americano está formado por dos enormes extensiones de tierra que constituyen la superficie más amplia del planeta dispuesta en el sentido de los meridianos, situación que condiciona que se den en él todos los climas del planeta, MIGUEL A. SORROCHE CUERVA Y ALEJANDRO VILLALOBOS PÉREZ 10 MAPA DEL CONTINENTE AMERICANO. fundamentalmente por las diferencias de latitud que se pueden encontrar en toda su extensión. A ello se suma la existencia de una cadena montañosa, cuyos relieves más importantes están en las Montañas Rocosas en Norteamérica, y los Andes en Suramérica, que recorre como un todo unitario el continente de norte a sur a lo largo de su costa occidental, funcionando como una columna vertebral que propor­ ciona una amplia variación altitudinal, en algunas ocasiones en muy poco espacio de territorio, convirtiendo también a la altitud y a la longitud, en claros factores que influirán en el desarrollo de los grupos humanos. La presencia de esta cadena montañosa genera una asimetría por la clara dis­ posición de los accidentes orográficos más importantes en el vertiente occiden­ tal, a lo largo de toda la costa del Pacífico, dando lugar al desarrollo de grandes llanuras en el este que son recorridas por algunos de los ríos más caudalosos de la Tierra, como el Mississipi-San Lorenzo en América del Norte y el Orinoco, Ama­ zonas y Paraná-Río de la Plata en América del Sur. Por lo tanto, longitud, latitud y altitud, son a priori, tres factores muy a tener en cuenta al estudiar la geografía americana. HISTORIA DEL ARTE EN IBEROAMÉRICA Y FILIPINAS 11 Dentro del área mesoamericana, los ambientes geográficos que podemos encon­ trar son diversos destacando la costa del Golfo, el Valle de México, los Valles de Oaxaca y la Península del Yucatán, sin olvidar el occidente mexicano y la costa del Pacífico, todos ellos espacios en los que se desarrollaron por ejemplo culturas como la olmeca, zapoteca, tolteca, azteca o maya. El Golfo de México va a ser el escenario en el que aparezca la primera de las grandes culturas mesoamericanas, la olmeca. Con un clima tremendamente oxidan­ te, este sector de la costa oriental mexicana que comprende los actuales estados de Veracruz y Tabasco, está surcado por una serie de ríos caudalosos como el Coatza- coalcos, Pánuco, Papaloapán y Tonalá, que estructuran y definen una región panta­ nosa en la que llegaron a funcionar como importantes vías de comunicación, dadas las dificultades para transitar por un interior terrestre tremendamente frondoso y montañoso. En este sentido, la vegetación selvática, favorecida por las altas tempe­ raturas de la zona y una media pluviométrica en torno a los 1500 mm anuales, se convirtió en un inconveniente para el desarrollo de una agricultura que constante­ mente tenía que ganarle terreno para generar campos de cultivo. Junto a la anterior, el Valle de México es otra de las regiones en la que nos vamos a detener y a la que se le dedicará una especial atención. Se conforma como una depresión rodeada por elevaciones de variable altitud que se alza a más de dos mil metros sobre el nivel del mar y que con sus aproximadamente ocho mil kilóme­ tros cuadrados de superficie y sus cien kilómetros de longitud de norte a sur, está limitada por valles tan importantes como los de Puebla y Toluca. Todo su centro lo ocupaba el Lago de Texcoco, en cuyas orillas surgieron importantes aglomeracio­ nes humanas, desde el período Arcaico hasta la caída de Tenochtitlán. VISTA DE LA CORDILLERA ANDINA EN LAS PROXIMIDADES DE MACHU PICCHU. (PERÚ). MIGUEL A. SORROCHE CUERVA Y ALEJANDRO VILLALOBOS PÉREZ 12 PANORÁMICA DE LA COSTA DEL GOLFO DE MÉXICO EN EL ESTADO DE VERACRUZ. (MÉXICO). El régimen hidrológico que condiciona el nivel del lago, el carácter lacustre del mismo, junto a otros determinantes climáticos, han influido tanto en la distribu­ ción y características de los asentamientos en la zona, como en la misma naturaleza que se disponía en él, afectando a la vegetación de su interior, a las abundantes áreas boscosas que se distribuyen en sus alrededores, etc., dos testimonios claros del largo proceso antrópico del espacio, que ha llevado a las actuales característi­ cas geográficas del lugar en el que se asienta la ciudad de México. Los numerosos volcanes que salpican la región, son testimonio de la juventud del relieve americano, y en el que éstos no solamente se han convertido en refe­ rentes ordenadores del lo que podríamos denominar como espacio mágico - reli­ gioso, para las gentes que han habitado en estos lugares, sino que en parte son la explicación de empleo de un tipo de piedra muy característico y que predomina en muchas de las construcciones y obras de infraestructura de la región, el tezon­ tle. Los Valles de Oaxaca, son el tercer ámbito geográfico destacado en Mesoaméri- ca. Se trata de un nudo geográfico de comunicaciones en el que confluyen, en un territorio situado al sureste del Valle de México, tres valles que desde etapas ini­ ciales se convirtieron en vías de comunicación y de asentamiento gracias a sus tierras fértiles. Etla, Zaachila y Tlacolula, conforman una red de tránsito fundamen­ tal en cuyo centro surgió, aproximadamente hacia el siglo VIII a.C. el importante enclave de Monte Albán, capital zapoteca y uno de los núcleos más prolíficos de Mesoamérica. Sería también con el tiempo, el lugar en el que se desarrollaría el pueblo mixteca. HISTORIA DEL ARTE EN IBEROAMÉRICA Y FILIPINAS 13 VALLE DE MÉXICO. MIGUEL A. SORROCHE CUERVA Y ALEJANDRO VILLALOBOS PÉREZ 14 VALLE DE ZAACHILA DESDE MONTE ALBÁN. OAXACA (MÉXICO). Por último la península del Yucatán, territorio en el que se desarrollará la cultu­ ra Maya, está formado por distintos paisajes que contrastan entre sí como el altipla­ no de Chiapas y las tierras altas de Guatemala, la Costa del Pacífico, el bosque tropical de las cuencas de los ríos Usumacinta y Motagua o la zona del Petén, y las tierras bajas de Chenes y Puuc. En esta amplia y variada geografía destacarán ciudades como Kaminaljuyú, Abaj Takalik, Palenque, Piedras Negras, Caracol, Chichén-Itzá, Tulum, Tikal, Mayapán, Coba, Yaxchilán, etc. Se conforma en sí, en su sector centro- septentrional, como una plataforma geológica que se genera en el Terciario, estando básicamente compuesta por margas arenosas, calizas y conglomerados marinos que articulan una extensa planicie kárstica. Solamen­ te hacia el oeste se transforma en una llanura aluvial en las actuales costas de Campeche y Tabasco, como prolongación del Golfo de México, un aspecto éste básico para enten­ der el predominio de la piedra caliza como material en las construcciones de la zona. La carencia de corrientes fluviales superficiales ha originado una circulación subterránea del agua que en determinados puntos ha provocado el hundimiento de esa capa caliza, abriendo al exterior grandes pozos o cenotes que no sólo acabarán siendo una de las fuentes principales de abastecimiento de agua para los pueblos asentados en este terri­ torio, sino que adquirirán un sentido religioso que los convertirá en referentes y puntos de peregrinación y sacrificio destacados. La otra gran área cultural que va a centrar nuestra atención es la región andina. Se caracterizará por su extensión y por el enorme contraste que presenta internamente entre la costa y el interior. Mientras que el litoral fue lugar de asentamiento de las primeras culturas de las que se tienen noticia en Suramérica, en la actualidad se articula

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