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Historia De Mexico PDF

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Historia de México Segunda edición BRIAN HAMNETT ★ Traducción de Carmen Martínez Gímeno (1 .a edición) y Axel Alonso Valle (actualizaciones 2.a edición y capítulos 8 y «Dionisio alegaba que él no era antiyanqui [...] por más que no hubie­ se niño nacido en México que no supiera que los gringos, en el siglo xix, nos despojaron de la mitad de nuestro territorio, California, Utah, Nevada, Colorado, Arizona, Nuevo México y Texas. La generosidad de México, acostumbraba a decir Dionisio, es que no guardaba rencor por ese terrible despojo, aunque sí memoria. En cambio, los gringos ni se acordaban de esa guerra, ni sabían que era injusta. Dionisio los llamaba “Estados Unidos de Amnesia” [...] El hecho es que si los gringos nos chingaron en 1848 con su “destino manifiesto”, ahora México les daría una sopa de su propio chocolate, reconquistándonos con mexicanísi­ mas baterías lingüísticas, raciales y culinarias.» Carlos Fuentes, La frontera cristalina (México, 1995) 5 Prólogo a la segunda edición En los años transcurridos desde la publicación de la primera edi­ ción, los estudios sobre México han seguido ampliándose, como de­ muestran claramente los añadidos a la bibliografía. México entró en una nueva etapa de su historia cuando en las elecciones presidenciales de julio de 2000 el electorado echó del poder mediante sus votos al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los mexicanos se pregun­ taron ese año si el país se había convertido finalmente en una democra­ cia real, en la que los partidos de la oposición conseguían poder a nivel nacional y las instituciones del federalismo funcionaban de manera efi­ caz. Las altas expectativas de una presidencia reformadora se diluyeron gradualmente en los años siguientes en medio de acusaciones de retó­ rica vacía, promesas incumplidas y confusión política. He incluido un breve análisis de la presidencia de Fox de 2000-2006 en un nuevo ca­ pítulo 8. Dado que soy historiador y no «politólogo», no efectúo pre­ dicciones sobre próximos resultados electorales ni sobre futuros desa­ rrollos en el país. Esta segunda edición conserva la estructura, la periodización y los temas de la primera. No obstante, he retocado ciertas secciones, particu­ larmente en el capítulo 2, a la luz de nuevas lecturas, y corregido un error de hecho en el capítulo 4, que nunca debería haber aparecido desde un principio. Al mismo tiempo, he eliminado varios comentarios sobre acontecimientos de finales de la década de 1990 en el capítulo 7, que en su momento parecían importantes pero ahora no. En retrospec­ tiva, daba la impresión de que la primera edición ahondaba demasiado en el análisis económico y político. He procurado restablecer el equili­ brio mediante la inclusión en un nuevo capítulo 9 de una exposición de aspectos clave de la vida cultural mexicana, literatura y cine en par­ ticular. Estos dos últimos han causado un impacto considerable en la comunidad internacional. Este capítulo responde también a comenta­ 7 Historia de México rios recibidos en conversaciones relativas a que México llamó la aten­ ción por primera vez a través de su literatura y su cine contemporáneos. Resulta posible consultar periódicos mexicanos a través de inter­ net. Latín American Newsletters: Latín American Regional Report - México and NAFTA, publicado mensualmente en Londres, proporciona infor­ mación detallada para lectores de habla inglesa. Le estoy especialmente agradecido a la profesora Valerie Fraser, del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad de Essex, y conservadora de su colección de arte latinoamericano, por su ayuda a la hora de seleccionar tres imágenes de la colección como nuevas ilustraciones para esta edición. De manera similar, he de dar las gracias al doctor Roderick McCrorie, del Departamento de Matemáticas de la misma universidad, por el uso de su colección privada de litografías mexi­ canas. Recibí considerable ayuda de Belinda Waterman, secretaria en el Departamento de Historia, en relación con la tecnología de transmi­ sión de imágenes. 8 Prólogo a la primera edición México es un tema de investigación estimulante, que evoluciona con rapidez y cuyas perspectivas cambian reiteradamente. Con una po­ blación que ronda los 95 millones de habitantes, forma parte del subcon- tinente norteamericano y, desde comienzos del siglo xvn, pertenece al mundo atlántico que resultó de la expansión europea. Antes de esa épo­ ca, también era parte de un mundo precolombino desconocido para los europeos. Por esa razón, el país presenta un complejo modelo multiétni- co y multicultural que sigue repercutiendo en acontecimientos contem­ poráneos. No obstante, cualquier interesado en México descubre de in­ mediato que hay poco que pueda leer un principiante en la materia. Al mismo tiempo, aquellos que quizá regresen de su primera visita al país buscarán en vano un libro que les permita analizar lo que han visto con alguna coherencia temática. Durante mucho tiempo he venido perci­ biendo esa carencia en la literatura y por ello decidí escribir este libro, cuya bibliografía ayudará al lector a ampliar la dirección temática prefe­ rida. Puesto que esta obra ha de superar las monografías detalladas e identificar las líneas generales de la historia mexicana, espero que tam­ bién encuentre alguna resonancia entre mis compañeros de disciplina. Fui a México por primera vez en 1966, como estudiante investiga­ dor. Desde entonces, gran parte de mi propia historia la he vivido allí, y el país ha cambiado en ciertos aspectos mucho más de lo reconocible. La escala del cambio refleja la dinámica sociedad norteamericana que es México, pero, al mismo tiempo, sobre todo en las provincias y los pueblos, y en las actitudes y asunciones generales, siguen persistiendo, para bien o para mal, buena parte de los conceptos tradicionales. Mu­ chas personas combinan los estilos externos de comienzos del siglo xxi con las mentalidades del xvn. Al haberme iniciado en la historia mexicana desde las perspectivas geográficas del centro y el sur, las zonas nucleares de la civilización 9 Historia de México mesoamericana, siempre tuve conciencia de la arraigada herencia del pasado indígena americano. Mi percepción de la importancia de la era precolombina ha ido aumentado a lo largo de los años que he dedicado a estudiar México, debido sobre todo a que la región a la que me dediqué al principio fue Oaxaca, centro de las culturas zapoteca y mixteca, que continúa siendo un estado con mayoría indígena. Luego me especialicé en finales de la era colonial. Cuando llegué a México por primera vez, lo hice por mar desde Cádiz, tras un largo periodo de estudio en el Archivo de Indias de Sevilla. Navegué en un barco español de 6.000 t que dedicó dos semanas y media a alcanzar Veracruz vía Venezuela, Puerto Rico y la ' República Dominicana. Después de los turbulentos vientos de enero del golfo de México, no llegué a suelo mexicano sintiéndome un conquista­ dor. Sin embargo, había venido para estudiar la era colonial y había que tomar valientes decisiones sobre cómo proceder al respecto. En las ciu­ dades y pueblos del núcleo central de México, de Zacatecas a Oaxaca en el sur, puede apreciarse de inmediato la riqueza de una cultura colonial que se transforma de europea en americana. Ciudades como Puebla, Tlaxcala, Querétaro, Guanajuato, Morelia (entoncesVaUadolid), San Luis Potosí, Zacatecas y la misma capital exhiben una riqueza arquitectónica y artística comparable con la de las ciudades europeas del periodo. Mi experiencia como «mexicanista» comenzó de ese modo. Sin embargo, desde entonces han surgido muchas otras tendencias, siendo la más re­ ciente un profundo interés por el norte. Los lectores encontrarán el nor­ te y el «norte lejano» (descrito actualmente en los Estados Unidos como el «sudoeste americano») muy presentes en las páginas siguientes. Este libro adopta varias posturas significativas. No empieza en 1821 con la independencia de México del Imperio español. No asume que, en una perspectiva histórica, México deba definirse como la entidad política truncada del periodo posterior a 1836-1853, cuando los Esta­ dos Unidos adquirieron la mitad del territorio que México reclamaba como propio. El planteamiento es temático y cronológico, quizás alu­ sivo más que inclusivo. El libro se inicia con una mirada al México actual y con algunas sugerencias sobre cómo se convirtió en lo que es. Después retrocederemos a la era precolombina en busca del comienzo histórico real y continuaremos hacia delante mediante una combina­ ción de temas y cronología. La periodización que he adoptado corres­ ponde más a las reinterpretaciones contemporáneas de la historia mexi­ cana que a los enfoques tradicionales. 10 Prólogo a la primera edición Al intentar revisar la periodización, volví a descubrir que tenía que hacer concesiones considerables. En principio, había esperado salvar las divisiones historiográficas tradicionales de Independencia (1810-1821) y Revolución (1910-1940) mediante una periodización más radical: «De­ sestabilización y fragmentación (1770-1867)», «Reconstrucción (1867- 1940)» y «Partido monopolista (1940-2000)». Sin embargo, descubrí que las líneas divisorias en 1810 y 1910 no podían ni debían eludirse, pero al mismo tiempo tuve que acabar por colocar estos momentos cruciales más tradicionales dentro del contexto de mis recorridos origi­ nales más amplios. Me pareció también que el derrumbe de la Interven­ ción francesa y, con ella, del Segundo Imperio de Maximiliano en 1867 representó un punto decisivo en el siglo xix. Significó el fin de los in­ tentos europeos por recuperar el control de México y aseguró la super­ vivencia del estado soberano que había surgido de la guerra con los Estados Unidos (1846-1848). De forma similar, 1940 y 1970 aparecie­ ron como puntos de llegada y partida posteriores. El primero inauguró el periodo de consolidación de los cambios revolucionarios y propor­ cionó el inicio simbólico de tres décadas de expansión económica y estabilidad política; el último significó el comienzo del declive durante tres décadas de división política y trastorno económico. Por supuesto, estas líneas de demarcación están sujetas a crítica y revisión. Espero que la cuestión de la periodización ocupe parte del debate histórico en cur­ so sobre la interpretación de la historia mexicana (y latinoamericana). Colegas de México y de otros lugares han contribuido a este libro, a veces sin darse cuenta. Muchas conversaciones provechosas me ayu­ daron a darle forma. Ante todo, tengo con el doctor Luis Jáuregui (UNAM, Facultad de Economía) deudas de amistad, hospitalidad y uso de su extensa biblioteca. Muchas de las ideas que discutimos en 1997- 1998 aparecen en el texto siguiente. Le agradezco sus críticas y consejo, tanto informales como al leer el manuscrito. La doctora Josefina Zoraida Vázquez (El Colegio de México) ha sido una fuente continua de aliento y apoyo en muchos de mis proyectos recientes, y siempre una critica y discutidora estimulante. El profesor Brian Connaughton (UAM-Iztapa- lapa) también ha sido de gran ayuda para indagar en los problemas y temas de la historia mexicana de finales de la colonia y del siglo xix, no solo como resultado de los seminarios celebrados en la UAM, sino en los desayunos regulares de tres horas en la ciudad de México, en los que se recorrieron las dinámicas de la cultura mexicana. El doctor Ber­ 11 Historia de México nardo García Martínez (El Colegio de México), autor de una historia de México alternativa, me mostró las dinámicas del norte en una me­ morable conversación mantenida en un restaurante gallego de la ciu­ dad de México en marzo de 1996, con la cual contribuyó decisivamente a mi cambio de perspectiva. El profesor Paul Vanderwood (Universidad de San Diego), que ha sido una fuente de ideas y crítica constructiva du­ rante dos décadas, me proporcionó su hospitalidad en San Diego en una etapa crucial de reconsideración y escritura a comienzos de enero de 1998. Las bibliotecas del Instituto José María Luis Mora y del Centro de Estudios de Historia de México (CONDUMEX) me brindaron unos lugares de nestudio muy agradables. Los alumnos y colegas de la Universidad del estado de Nueva York en Stony Brook, la Universidad de Strathclyde y la Universidad de Essex me ayudaron a retinar las ideas e interpretacio­ nes aquí ofrecidas. Estoy particularmente agradecido a Xavier Guzmán Urbiola y Carlos Silva Cazares, de la ciudad de México, por su ayuda para seleccionar las imágenes y mapas que forman una parte significa­ tiva de esta obra, Sven Wair efectuó una lectura critica del manuscrito antes de enviarlo a imprenta, y sus agudos comentarios contribuyeron a que quedara más ajustado. 12 1 México en perspectiva Puede que México sea parte del «Nuevo Mundo» (según la denomi­ nación europea), pero en realidad la mayoría del territorio incluido en la república actual pertenecía a un mundo muy antiguo, desconocido para los europeos hasta finales del siglo xv. Es necesario reconocer este pasado precolombino cuando se trata de analizar el México colonial y contem­ poráneo. Es preciso examinar de qué modo se ha expresado a lo largo del tiempo la civilización mexicana característica. Las extensiones cronológi­ ca y temática explican la estructura y el enfoque. El principal objetivo es exponer los temas y cuestiones principales, pues los detalles pueden en­ contrarse en muchas obras específicas. El México contemporáneo pre­ senta la paradoja de ser un régimen ostensiblemente estable, pero con un recrudecimiento de los asesinatos políticos y las rebeliones populares, inmerso en la globalización, pero con crisis económicas recurrentes. Las fronteras territoriales modernas distorsionan las unidades culturales del mundo precolombino. La dimensión geográfica de la civilización maya, por ejemplo, incluía regiones que en la época colonial se convertirían en los territorios sudorientales del virreinato de la Nueva España (a saber, Yucatán) y los territorios centrales del Reino de Guatemala. Aunque sitios como Palenque, Bonampak y Yaxchilán se encuentran en Chiapas, y Ux- mal y Chichén Itzá en Yucatán, ambos estados parte de la república Mexi­ cana, ciudades del periodo Clásico maya como Tikal, Uaxactún y Copan se hallan en las repúblicas de Guatemala y Honduras respectivamente. Hoy, el conocimiento de la civilización maya se difunde a Mesoamérica desde los museos de las capitales de los estados contemporáneos, aun cuando estas ciudades, en especial la de México, no desempeñaron ningún papel en su florecimiento original. En ese sentido, los estados nacionales se han apro­ piado de la herencia maya para reforzar su identidad y legitimidad históri­ cas. Como en muchos otros ejemplos, se ha devuelto la vida al desapareci­ do mundo maya para servir a un objetivo político contemporáneo. 13 Tijuana1 ESTADOS UNIDOS DE AMERICA BAJA CALIFORNIA NORTE BAJA CALIFORNIA SUR GOLFO DE MEXICO h‘yo '.ÑX* n[ luis TAMAULIPAS ií? i-.. . . „ . '/POTOSf' _ r _ OCEANO PACIFICO NATYfAcR:I T} f*' *San Luis Potosí1 MérIidrav , ctó/'/ ¡J0 Jr'xí ^ aM¡uff°^ ^ ^ 4ytflDALGO Guadalajara ^JUATO -f Querétaro.'' CÁ \ JALISCOC V «FadmcaV^./ Ciudad & Mrvirr. Campeche)» V .--* MoreÜ»* .Toh'ca' ¿^ ^ S lap a CAMPECHE' ChctiaíLl 1. DISTRITO FEDERAL 2. TLAXCALA 3. MORELOS 4. QUERÉTARO 5. AGUASCALIENTES 0 100 200 300 400 S00 éOOkm 6. MÉXICO NICARAGUA Mapa 1. México moderno en el cambio de milenio.

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