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Historia de los platos voladores en la Argentina PDF

141 Pages·2003·0.663 MB·Spanish
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HECTOR P. ANGANUZZI HISTORIA DE LOS PLATOS VOLADORES EN LA ARGENTINA Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 Printed in Argentina - Impreso en la Argentina © by Editorial PLUS ULTRA Viamonte 1755, Buenos Aires, 1976 Scan&OCR: Misquamakus/26.nov.2003 (ver notas) INTRODUCCIÓN Existen testimonios de que en La Antigüedad nuestros antepasados vieron extraños portentos volantes surcar raudamente el firmamento y hasta han quedado grabadas, en las paredes de algunas cavernas diseminadas por el mundo, pinturas rupestres con la figura de presuntos seres extraterrestres. En los tiempos modernos, lo que hoy denominamos OVNI (Objeto Volador No Identificado), es observado masivamente a partir de 1942, durante el transcurso de la segunda conflagración mundial Las fuerzas militares de los países comprometidos en ella los contemplaban con aprensión, temiendo se tratase de armas secretas del enemigo. Y es que sus características eran, en verdad, llamativas: silenciosos, refulgentes, generalmente de pequeño tamaño, aparentaban naturaleza inmaterial y se hallaban dotados de asombrosa velocidad y capacidad de maniobra. Por su manera de comportarse daban la impresión de estar dirigidos por control remoto, supuestamente con fines de espionaje. Sin embargo, al pasar el tiempo quedó demostrado que estos "combatientes fantasmas”, como por entonces se dio en llamarlos, no constituían secretos militares de ninguna de las potencias en pugna. Concluida la guerra, precisamente durante la primavera y verano del año 1946, miles de personas en Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia (Escandinavia), contemplaron a su vez raras apariciones estelares. No se trataba ahora de simples casos aislados, sino que se produjo una verdadera oleada de cuerpos de sólida apariencia y forma no convencional. En principio fueron reportados como "cohetes", pero 1as súbitas detenciones en el espacio, bruscos cambios de dirección y velocidad, como así también alteraciones en su luminosidad y color, fueron evidencias que se sumaron para que aquella posibilidad quedase luego totalmente desechada. Paulatinamente, aunque en forma notoria, decrecieron las observaciones en la zona mencionada, y cuando parecía condenado a desaparecer, el fenómeno comenzó a reproducirse en América del Norte hacia la segunda quincena de junio del año siguiente. El día 24, el aviador civil Kenneth Arnold guiaba su avioneta sobre el monte Ranier (Washington), cuando advirtió con sorpresa que nueve aparatos discoidales de unos 30 metros de diámetro marchaban encolumnados por el espacio a una velocidad calculada en 3.200 kilómetros por hora. Al describirlos como "platos voladores" el testigo no sospechó, seguramente, que había dado punto de partida a la popularización de las misteriosas apariciones. En U.S.A. los acontecimientos tuvieron enorme resonancia, trascendiendo al plano mundial. El experto psicólogo John Lynn aseguró que todo era una crisis colectiva de histeria causada por recientes predicciones de una guerra atómica por sorpresa; otros hombres de ciencia opinaron que se trataba de una confusión causada por el reflejo de aviones sobre las nubes o simplemente de fantasías. Orville Wright, uno de los precursores de la aviación, creyó por su parte en una campaña del gobierno para llevarlos a una nueva guerra mundial. Lo cierto es que millares de personas se exponían a las molestias de una tortícolis al pasarse virtualmente el día con los ojos en el cielo. Una revista ocultista de San Diego anunció una invasión de marcianos y llegó a ofrecerse una recompensa de 1.000 dólares contra la entrega de un ejemplar genuino. En San Francisco, un modisto aprovechado puso en exhibición un exótico sombrero al que denominó Pesadilla de los Platos Voladores... El suceso no se circunscribió solamente a los Estados Unidos Al comenzar a manifestarse en la República Argentina, el sensacionalismo de ciertos periódicos, el silencio de la prensa seria y la vulgar denominación de las supuestas aeronaves, fueron factores determinantes para que el común de la gente lo considerara con escepticismo. Sin embargo, con el correr del tiempo y pese a que, como se ha comprobado, sólo un diez por ciento de observaciones se denuncia, al irse acumulando incidentes en cantidad y conocerse posteriormente textos científicos de nivel internacional como los de Aimé Michel, Allen Hynek o Jacques Vallée, muchos han comenzado a creer que se trata de algo más que de delirios, mistificaciones, fenómenos naturales o armas secretas. ¿Por qué, si el hombre ha aprendido a volar, comenzado la exploración del espacio exterior y, por ahora, de los planetas más cercanos, no vamos a pensar que habitantes de otros mundos mas viejos o evolucionados estén haciendo lo propio y se acerquen a inspeccionarnos? Actualmente hay coincidencia en afirmar que existen no ya unos pocos sino miles de planetas donde pueden darse condiciones de vida similar a la nuestra. La presencia de seres pensantes en otros astros abre una excitante posibilidad a las apariciones de OVNI, pues son muchos los testigos que han dado cuenta de su comportamiento aparentemente controlado. Pero… ¿dónde termina la realidad y comienza a jugar la fantasía? ¿Hasta qué punto pueden influir el ansia de publicidad en los testigos o la psicosis colectiva? Una cosa es absolutamente cierta: resulta desde todo punto de vista inaceptable permanecer impasibles frente a lo que con justicia se ha dado en llamar “el enigma del siglo". Y para salir de esa pasividad y poder opinar sobre él fundadamente resulta imprescindible estar informado. Saber, por ejemplo, que en el norte argentino los camioneros en sus continuos viajes nocturnos se hallan tan habituados a las extrañas luces que prefieren aceptarlas sin pensar en ellas, mientras que en el otro extremo del país, la Patagonia, los insólitos objetos voladores son conocidos directamente con el mote de Los Marcianos. A llenar ese vacío de información tiende este libro, como así también a seleccionar y poner orden dentro del muy abundante material reunido desde aquella lejana noche noche (11-7-1947) en que una “estrella” multicolor se paseara sobre la ciudad de La Plata. Porque a la luz de los hechos resulta ser Argentina uno de los territorios más propicios para que, con su realidad y su mito, los OVNI y aquellos seres de apariencia humanoide con que frecuentemente se los vincula, desarrollen una actividad no por tan frecuente y variada menos enigmática y desde todo punto de vista insólita. UN ANÁLISIS DEL FENÓMENO SOBRE LA BASE DE LAS INCURSIONES CONSUMADAS EN EL PAIS A PARTIR DE 1947 CAPÍTULO I EXTRAÑOS SUCESOS Resistencia ante lo increíble ALGO SOBREVOLÓ LA ANTÁRTIDA La oleada de objetos voladores no identificados que, en 1965, ocupó a contar de junio parte de la información periodística, pasó dramáticamente a primer plano cuando la Secretaría de Marina Argentina dio a conocer, por la tarde del 6 de julio y como respuesta a numerosas consultas formuladas, un comunicado que en sus partes más importantes decía así: “Desde el Destacamento Naval Decepción, en la Antártida Argentina, fue observado el día 3 de julio a las 19.40 un objeto. volador de forma lenticular, aspecto sólido, coloración predominante roja y verde, por momentos de tonalidades amarillas, azules, verdes, anaranjadas y blancas. Fue registrado su desplazamiento en dirección general Este, por momentos cambiando a. Oeste, a una altura de 45º sobre el horizonte, y a una altura aproximada de 10 a 15 kilómetros. Destaca el informe la ausencia de sonido y el haberse observado en el transcurso de sus evoluciones las variaciones de velocidad, así como también el hecho de haber permanecido estacionario por momentos en el espacio. El objeto fue reconocido, bajo condiciones meteorológicas de la zona que pueden considerarse excepcionales para esta época del año, por el observador meteorológico de dicho destacamento, junto con diez personas más de la dotación”. Aumentando el interés general por el asunto, la misma Secretaria de Estado hizo público, dos días después, el boletín informativo 172, que expresaba entre otros conceptos: “En la Antártida, actualmente el día comienza a las 10.20 hs., la luz diurna se prolonga hasta las 15.30 hs., y después vienen dieciséis horas de noche cerrada. La observación se. realizó, justamente, durante las horas de la noche, en medio de oscuridad total, quebrada parcialmente por la luz lunar. Respecto a la tentativa de fotografiar el objeto, ella no ofrece muchas posibilidades de éxito, debido a varios inconvenientes, entre ellos la poca sensibilidad de la película utilizada, la distancia y la oscuridad reinante. Por otra parte, las informaciones procedentes del Destacamento Naval Orcadas destacan un hecho de gran importancia, y éste es que en el momento en que se producía el pasaje del objeto por aquel punto, dos variómetros en funcionamiento acusaron, para la hora del avistaje, perturbaciones al campo magnético, registradas por la cinta de dichos aparatos”. Por su parte, la Fuerza Aérea Chilena también dio a conocer un radiograma oficial, enviado al cuartel general de la Aeronáutica por el comandante Mario Jahn Barrera desde la Base Presidente Aguirre Cerdá. “Es aventurado decir que todos vimos un platillo volador, de esos de ciencia ficción; sin embargo fue algo real, un objeto rojo amarillento que despedía una luz azulverdosa, se desplazaba a una velocidad asombrosa y por momentos se detenía en el espacio”, manifestó Barrera. Volviendo a la Argentina, al ser consultado respecto de informaciones complementarias sobre la aparición, el teniente de fragata Daniel Perissé agregó que entre las distintas bases que percibieron el fenómeno no hubo ninguna comunicación previa que pudiera haber inducido a una psicosis colectiva. En Orcadas fue visible dos horas y media antes que en Decepción. En la base chilena se percibió desde las 19.20 hasta las 19.40 del sábado 3, con desplazamiento hacia el Norte, para perderse de vista tras unos cerros. Dos minutos después apareció en la zona de Decepción. El alto jefe dijo remitirse a la simple observación del hecho sin aventurar una explicación del mismo, excusándose de afirmar que los movimientos del OVNI obedecieron a la voluntad de un ser inteligente. Aunque su apariencia era de solidez, había cierta imprecisión en su forma, a veces lenticular y por momentos circular. No descartó que su aspecto visual se viera afectado por un fenómeno de refracción atmosférica que pudo producir una deformación aparente de sus características. En su traslación, de 700 a 800 kilómetros por hora, no se advertía la formación de estela de humo. En Uruguay, el Centro de Investigación de Objetos Voladores Inidentificados (CIOVI) emitió una declaración en la que fundamentalmente expresaba: “La citada denuncia no tiene características especiales que la diferencien de una de las tantas observaciones registradas en el curso de los últimos 18 años y que suman cerca de 50.000 en todo el mundo; que en este caso lo fundamental y extraordinario radica en el reconocimiento del hecho por un organismo oficial como es la Secretaría de Marina Argentina; que la misma ha sentado un valiente precedente, dado que organismos oficiales de otros países, teniendo elementos de juicio excepcionales desde hace mucho tiempo, nunca se pronunciaron sobre el problema”. Fue entonces cuando el sector reacio, no sólo a la hipótesis extraterrestre de los OVNI sino también a reconocer su existencia, alzó la voz. El ingeniero Teófilo Tabanera manifestó: “No hay elementos serios y concretos que prueben la existencia de platos voladores”, agregando con relación al acontecimiento antártico que “muy bien pudo tratarse de un punto luminoso en movimiento o cualquier otro fenómeno posible en esa región”. El doctor Carlos Jaschek declaró que “podría ser un meteorito, ya que uno de grandes dimensiones pudo cambiar de color al atravesar la atmósfera, dar la impresión de estar detenido en el cielo y provocar modificaciones en los campos magnéticos”. Para el profesor Félix Cernuschi se ha tratado en cambio de un fenómeno auroral. “La Secretaría de Marina dijo ha puesto al país en ridículo ante los científicos de todo el mundo con su comunicado. Esto le ha pasado por no consultar a los científicos. Ninguno hubiera admitido la hipótesis contenida en ese absurdo comunicado.” A estos juicios se agregó un informe dado a conocer por el Observatorio Astronómico de la ciudad de La Plata. El mismo expresaba que, con el fin de contribuir a la identificación de objetos de presencia relativamente poco frecuente en el cielo, se requirió información a las centrales especializadas en el rastreo de satélites artificiales acerca de las características de algunos de ellos. Sobre la base de ese aporte dicho Observatorio efectuó un cálculo relativo a las posibilidades de visibilidad del denominado Eco II, lanzado el 25 de enero del año anterior por la Fuerza Aérea Norteamericana desde la base Vanderberg, para ser utilizado en comunicaciones. Explicaba luego que se trata de un globo de material plástico aluminizado, altamente reflectante, de 41 m de diámetro. “Observado en condiciones favorables, puede presentar una luminosidad apreciablemente superior a la de las estrellas más brillantes del cielo”, decía, y al indicar que de los cálculos de referencia se desprendía que el 3 de julio el Eco II pudo ser visto desde Decepción, detallaba bajo qué características y concluía con que el objeto observado por las distintas bases no era otro que dicho satélite artificial. Requiriéronse entonces al teniente Perissé detalles más precisos sobre aquel presunto satélite artificial que tanto llamara la atención, oportunidad en que el mismo puntualizó: “El OVNI se advirtió a las 19.42 hacia el N.E. con desplazamiento al N.O., recorrido visual de E. a O. Fue visible durante 1 h. y su trayectoria seguía una línea paralela al horizonte a 45º de altura”. Luego de reiterar detalles respecto a luminosidad, agrego que “parte de las observaciones se realizaron con teodolito, en momentos en que aparecía en el lente reticulado del instrumento una estrella y el OVNI. Tomando a la estrella como referencia fija se observaban los desplazamientos del objeto volador en direcciones cambiantes. Cuando el avistamiento se hacía a simple vista, los avances, detenciones y retrocesos se determinaban por comparación con unos cerros próximos y la torre de la antena del equipo radioeléctrico de la base. La desaparición del OVNI se produjo gradualmente por elevación en las proximidades de la isla Livingston, donde se advertía una capa de cirrus, nubes que por lo general se hallan a unos 10.000 metros de altura. Idénticas observaciones se realizaron en la base británica de Caleta Balleneros, en el lado opuesto de la bahía, el 2 de julio. Objetos similares fueron vistos en Decepción en los días 7 y 8 de junio, a las 19.50 y 2.20 respectivamente, sobre el Mar de la Flota”. El teniente aclaró, asimismo, que en la segunda quincena del mismo mes, ellos vieron pasar un cuerpo volador del noroeste al sudeste, pero esta vez sí, por su brillo y dirección uniforme, no cabía duda de que se trataba de un satélite artificial. Las diferencias entre éste y aquellos objetos misteriosos quedaron, de tal manera, perfectamente establecidas. UN SINGULAR AVIÓN Estamos en pleno invierno: 23 de julio de 1968. Aquí en Bariloche el cielo se halla nublado, corre un viento de 35 kilómetros por hora y se forman grandes olas sobre el lago Nahuel Huapí. En el Aeropuerto se encuentran decenas de personas, además de aviadores y personal de tierra, mientras se aguardan un Avro de Aerolíneas, un BACOne y un DC3 de las Fuerzas Armadas. A las 13.15 hs. aparece el Avro y su comandante, Emilio Loza, pregunta exasperado a Walter Furst (operador de la torre) por qué no le reporta el tráfico aéreo del momento, respondiéndole éste que no existe para el control el anuncio de la llegada o partida de otro aparato. El piloto insiste, agregando que delante de él hay “una gran máquina”, en el llamado tramo inicial de la pista. En efecto: recorriendo el perímetro del campo, desde el Oeste, como buscando un lugar para aterrizar, a sólo 70 metros de las pistas de carreteo y a una velocidad de unos 200 kilómetros por hora, se está desplazando un aparato de cuerpo desmesuradamente largo, más extenso que un Constellation y más fino que un Comet o Caravelle, que parece colgado de alas muy anchas y muy cortas bajo las cuales, casi pegadas al cigarro, se notan dos turbinas. De color acero o aluminio opaco, su timón está pintado de negro (o azul oscuro), al igual que su nariz. No posee cabina de pilotaje ni ventanillas. Resulta absolutamente silencioso, aunque algunos testigos le escuchan emitir un sonido “apenas sibilante”. A raíz de esta aparición inusitada se ordena al Avro procedente de Buenos Aires mantenerse alerta y a un One Eleven Jet de Austral conservar su nivel, “por desconocer movimiento del avión extraño”. Las llamadas por radiotelefonía que a éste se efectúan, en todas las frecuencias, dan resultado infructuoso. El jefe del Aeropuerto, Señor Cornelio Gauna (casado, una hija, diez años en tal cargo), declararía luego: “Al no establecer contacto radial con la torre y evolucionar el circuito de tránsito, ya la aeronave en la que no se pudo distinguir matrícula o símbolo que identificara su nacionalidad cometió una infracción, pues todo aparato que sobrevuele la zona de control de un aeródromo debe necesariamente establecer contacto radial o visual, a los efectos de solicitar la autorización correspondiente para evitar colisiones, reportando a otras naves que podrían estar operando en la zona, sobre su ubicación y viceversa”. Como al parecer va a tocar tierra, dada su falta de respuesta es utilizada la pistola de señales luminosas que se emplea para comunicación con aeroplanos que no posean equipos de radio. Accionada la misma, despide un haz de luz verde, como una linterna con un cristal de más de 20 cm de diámetro, indicando concesión de pista libre. El objeto desconocido emite entonces un potente destello blanco y continúa su marcha, llegando hasta el final de la pista, donde hace un brusco giro de más de 90º y se aleja hacia el Norte. Sin embargo, minutos más tarde aparece, como la primera vez, por el lado del lago, iniciando una nueva pasada sobre el Aeropuerto, pero hacia la izquierda de la pista 28. En el extremo final, aumentando el estupor general, hace “un rulo” es decir un giro de 360º como una veleta que voltea sobre su eje, y sale disparada a 100º rumbo al Sureste. Todos destacaron entonces su armonioso vuelo, asombrosa maniobrabilidad, sus giros insólitos. Sigfrido Cortondo, radiooperador del Aeropuerto, declaró que “cumpliendo el sueño de Leonardo da Vinci, volaba como los pájaros”. Es que la máquina, pese a sus enormes dimensiones y a la virtual falta absoluta de planos de sustentación, había planeado con la gracia y ligereza de un Piper, impresionando su posibilidad de desplazarse a tan baja velocidad sin reducir ni aumentar para nada el empuje de las turbinas. Desconcertó, asimismo, que el descomunal aparato estuviese a punto de aterrizar en las pistas sin una apremiante necesidad de ello, ya que después de maravillar. a todos los presentes se alejó tan misteriosamente como había aparecido, pero interfiriendo premeditadamente el tráfico aéreo internacional. ¿Se trataba de un avión convencional terrestre o de una máquina condicionada a nuestra atmósfera, proveniente del espacio exterior? El periodista especializado Alejandro Vignati ha dicho que “no hay ley física ni aerodinámica que explique el comportamiento de esta nave. A no ser que utilice una unidad antigravitacional que anule la gravedad terrestre, sería imposible comportarse como lo hizo”. Y aquí nuevamente el interrogante: “¿Están llegando? ¿Están construyendo aparatos capaces de aterrizar entre nosotros pero aún herméticos por las condiciones atmosféricas del planeta Tierra? Sí. Es posible, muy posible”. Resultan interesantes las palabras de Carmen, la recepcionista de Aerolíneas Argentinas. Ella dijo: “Yo también lo vi. Estaba cerca de la plataforma y me avisaron que había un plato volador. Me dirigí a la entrada y miré hacia el fondo de la pista: era una máquina que no emitía sonido y no tenía ventanillas ni cabina. Primero pensé que era un plato volador... Luego me convencí de que no”. Es que después todo el mundo pareció convencerse de que no, porque la noticia no trascendió de inmediato sino al cabo de unos días, coincidiendo entonces de que se trataba de un avión, aunque de características especiales. Por demás sugestiva resultó la presencia del Sr. Gauna en la Capital Federal, donde permaneció una semana en que fue interroga por las autoridades de la Fuerza Aérea. Al cabo de es conversaciones manifestó al periodismo que “debían ser desvirtuadas todas las hipótesis sobre la presencia de un OVNI”, a la par que informó sobre la existencia de una fotografía de la máquina por un turista residente en Rosario. Realmente el artefacto dejó tiempo y dio motivos para que se tomaran fotografías, pero lo cierto es que jamás se publicó placa alguna. Prácticamente dos meses después, el 17 de setiembre, por un comunicado del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina se informó: “De la investigación realizada como consecuencia del sobrevuelo de una aeronave no identificada, en inmediaciones del Aeropuerto de San Carlos de Bariloche el día 23 de julio próximo pasado, a las 13,30 aproximadamente, resulta que dicha aeronave era un avión RB57 del escuadrón de la USAF (Fuerza Aérea de los Estados Unidos) que opera en tareas científicas desde la base de El Plumerillo, Mendoza. El vuelo del referido avión constituyó una infracción a las normas de tránsito aéreo vigentes en nuestro país, por cuyo motivo y por la demora del pertinente trámite de esclarecimiento, se han adoptado las medidas correspondientes al caso”. Sin embargo, al cotejar las características del aparato identificado en forma oficial como actor del incidente, con las de la máquina extraña, surgen las siguientes diferencias: 1) RB57: El puesto de pilotaje “lado a lado” en el modelo primitivo, es actualmente “en tándem” (un piloto atrás del otro). La cabina ha sido ampliada y sobre todo el habitáculo del observador.

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