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Historia De Las Legiones Romanas PDF

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HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS: ORGANIZACIÓN, ESTRUCTURA Y ESTRATEGIA EN LA ANTIGUA ROMA POR DAVID ODALRIC DE CAIXAL I MATA 1 INDICE: CAPITULO I: EL EJÉRCITO EN LA ANTIGUA ROMA..............................3-16 CAPITULO II: HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS......................17-26 CAPITULO III: ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DE LA LEGIÓN ROMANA..............................................................................................................26-35 CAPITULO IV: TROPAS AUXILIARES EN EL EJÉRCITO ROMANO..............................................................................................................36-81 CAPITULO V: TÁCTICAS DE LA INFANTERÍA ROMANA......................82-96 CAPITULO VI: PRINCIPALES BATALLAS Y Y DERROTAS DE LA INFANTERÍA ROMANA: ROMA CONTRA PIRRO Y LAS GUERRAS PUNICAS.............................................................................................................97-113 CAPITULO VII: INFANTERÍA ROMANA CONTRA LOS PUEBLOS CELTAS............................................................................................................114-131 CAPITULO VIII: HISTORIA DE LA ESTRUCTURA DEL EJÉRCITO ROMANO..........................................................................................................132-156 CAPÍTULO IX: LA REFORMA DE CAYO MARIO EN EL EJÉRCITO ROMANO.........................................................................................................157-162 CAPÍTULO X: LA ARMADA ROMANA; LA MARINA DE GUERRA EN TIEMPOS DE ROMA......................................................................................163-166 CAPÍTULO XI: LA GUARDIA PRETORIANA; LA GUARDIA DEL EMPERADOR EN LA ÉPOCA ROMANA..................................................167-175 2 CAPITULO I EL EJÉRCITO EN LA ANTIGUA ROMA MONARQUIA SERVICIO MILITAR El servicio afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del Estado y hacer carrera política (el cursus honorum). La organización política básica en aquella época era la gens. La leva obligaba a cada gens a proporcionar un cierto número de hombres armados más otros hombres de apoyo. El requisito básico era ser ciudadano romano (infantería o caballería pesadas) o bien ciudadano de algún pueblo bajo domino romano (velites y caballería ligera), lo que contribuía a que el ejército tuviese una moral elevada y un gran fervor patriótico. No se tenían en cuenta otros factores como la religión o el color de la piel. Por el contrario, lo habitual entre los pueblos y civilizaciones de la época era un ejército formado por mercenarios profesionales sin importar su origen. La leva sólo era obligatoria en tiempos de guerra, pero las continuas guerras en las que Roma se veía implicada hacían que en la práctica la leva siempre estuviese en vigor. Aunque los soldados percibían una paga (no muy elevada) sus campos de cultivo quedaban desatendidos, lo que inevitablemente les causaba pérdidas si la campaña se alargaba. Con el tiempo los criterios de sangre noble se fueron relajando. A mediados del siglo VI a. C. el rey Servio Tulio puso la riqueza personal por delante del criterio de sangre en relación a los derechos y deberes de los ciudadanos. Entre estos derechos y deberes se encontraba el ejército. Servio Tulio dividió Roma en treinta tribus, y agrupó a los ciudadanos en cinco clases sociales, subdivididas en un total de ciento noventa y tres centurias. LEGIÓN En los primeros tiempos no había distinción entre ejército y legión, Roma disponía de una sola legión de hasta tres mil infantes y trescientos caballeros. Sin embargo las guerras en aquella época eran escaramuzas limitadas que acababan con el invierno, y es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades. Los trescientos caballeros (centuriae flexuntes o centuriae celeres) formaban la caballería del ejército de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magíster Equitum. La aristocracia al 3 principio y las clases ricas posteriormente ocupaban la primera línea como muestra de su liderazgo del pueblo, y también porque podía pagarse el mejor equipamiento, con lo que sus unidades eran muy eficaces y bien armadas. Muy pocos miembros de las clases más bajas podían costeárselo con su paga de soldado. Con el crecimiento de la población de Roma y las mayores necesidades militares el número de legiones aumentó primero a dos y posteriormente a cuatro. El mando supremo de la caballería correspondía a un Magister Equitum, y el de la caballería de cada legión a los Tribunos de la Caballería. El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando de los infantes de cada legión correspondía a los Tribunos de la Milicia. Los infantes fueron divididos en cinco clases según su armamento (en función de la riqueza personal) siendo las tres primeras llamadas hoplitas (por la armadura) y las otras dos Velites (auxiliares). UNIDADES En los primeros momentos el ejército era simplemente una agregación de unidades indiferenciadas inspirada en la falange etrusca. Esta, a su vez, se creó por la influencia de las unidades de hoplitas de la Magna Grecia con las que habían entrado en contacto. El tamaño de la legión pasó de unos tres mil hombres a más de cuatro mil, pudiendo llegar hasta los cinco mil. También hubo una mayor especialización de los soldados, pero tácticamente no se produjeron cambios y se mantuvo la estructura básica de la falange hoplita. ARMAMENTO Como cada soldado debía pagarse el equipo, éste dependía de a cuál de las cinco clases establecidas por Servio Tulio pertenecía el hombre. La mejor armada era la primera clase: • Escudo: circular. • Cuerpo: corseles de cuero, pectorales de bronce, grebas. • Yelmo: casco cónico de bronce. • Armas: gladium (espada corta), pilum (jabalina). • Sandalias: reforzadas por una suela de piel gruesa de unos dos centímetros. Las demás clases llevaban progresivamente menor equipamiento, de acuerdo con el poder adquisitvo. La segunda clase carecía de coraza y el escudo era oval, la tercera carecía además de grebas, la cuarta sólo tenía pilum y gladius y la quinta eran honderos (arrojaban piedras). INICIOS DE LA MARINA ROMANA En el año 311 a.C. se instituyó la figura de los almirantes (Duoviri navales) para dirigir la pequeña armada romana formada por unos pocos navíos (galeras sobre todo) y por los contingentes marítimos de las ciudades aliadas que poseían marina (como Nápoles). El 267 a.C. se instituyeron los cuatro cuestores de la marina (Classici quoestores), con sedes respectivas en cuatro puertos: Ostia, Cales (en Campania), Ariminium (Rimini), y otra sede cuyo nombre y situación no es conocido. 4 REPÚBLICA SERVICIO MILITAR Con el paso del tiempo el sistema militar iba sufriendo pequeños ajustes. Con el incremento de población la curia acabó desplazando a la gens. Las curias procedían de antiguas organizaciones principalmente económicas y comerciales, pero también religiosas y judiciales. Paulatinamente las curias se fueron transformando en simples organizaciones territoriales que fueron aprovechadas como unidades de leva. El adiestramiento se iniciaba con un entrenamiento físico realizado con el equipo puesto (unos treinta kilos) e incluía marchas y carreras de obstáculos. Posteriormente la instrucción militar incluía la práctica de movimientos aplicables en las guerras y el manejo de armas. LEGIÓN A comienzos de la etapa republicana la legión se organizó con una estructura mucho más formal y estricta. Como las guerras eran más frecuentes y habían dejado de ser simples escaramuzas, las batallas requerían más planificación. A medida que las campañas aumentaban en duración se hacía evidente que la situación de una ciudadanía militarizada permanentemente no era sostenible. Esto supuso muchos problemas económicos hasta finales del siglo V. d.C. y principios del siglo IV a.C. cuando Roma empezó a tener tamaño suficiente para que los soldados sólo fuesen una proporción pequeña de la población. Especialmente importante fue la victoria frente a la ciudad etrusca de Veyes (369 a.C.), cuyo territorio y población fueron anexionados. En esta época el Estado ya compensaba a aquellos que sufrieran un perjuicio económico por tener que abandonar su trabajo. La lealtad del ejército se reforzaba por el juramento (sacramento) de fidelidad y obediencia a los superiores y de no desertar de la batalla. Las faltas de disciplina se castigaban de acuerdo a su gravedad con la suspensión del sueldo, con azotes o hasta con la muerte. El castigo para unidades completas consistía en diezmarlas, es decir, aplicar la pena de muerte a uno de cada diez legionarios. Durante el transcurso de la etapa republicana se solía reclutar un máximo de tres o cuatro legiones. Sin embargo continuaron teniendo, como durante la monarquía, una existencia efímera. Únicamente se hicieron permanentes las legiones I a IV. Éstas, mandadas por un cónsul se convertían en los ejércitos consulares. Durante la Segunda Guerra Púnica se reclutaron muchas más legiones para poder hacer frente a la gran amenaza de Aníbal. MANDOS Cada legión quedó bajo el mando de un cónsul elegido por un periodo de un año. Esto suponía que muchas veces estos dirigentes adolecían de dotes militares, y lo más habitual era que los cónsules a su vez nombrasen un legado (legatus), más profesional y con capacidad de mando al que situaban al frente de la legión. La figura del tribuno 5 militar apareció formalmente en el 331 a.C. La legión se reorganizó en seis cuerpos, dirigidos por los tribunos militares electos. Estos cuerpos se dividía a su vez en otros diez, las centurias, bajo el mando de sendos centuriones. Nominalmente cada centuria constaba de cien hombres, pero en realidad su número podía ser de hasta sesenta; la cifra más habitual estaba en torno a ochenta. Así se creó una jerarquía formada en primer lugar por el cónsul electo, sus legados, los tribunos militares y los centuriones. Otro cambio obligado por la mayor duración de las escaramuzas fue la necesidad de prorrogar el mandato del cónsul en campaña. Así surgió la figura del Procónsul. La lealtad de los soldados, que se iba desplazando desde el Estado hacia sus jefes directos, hizo que los cónsules y procónsules empezaran a obtener un gran poder militar y político. UNIDADES La infantería pesada era la principal unidad de la legión. Estaba formada por soldados capaces de costearse el equipamiento. Según la experiencia se distribuían en hastati o astados (hastatus era el soldado más joven), príncipes (princeps era el soldado en torno a treinta años) y triarii o triarios (triarius era el veterano). La infantería ligera o velites no tenía una organización ni función precisas. Su actuación se ajustaba a las necesidades de la batalla. Eran un cuerpo de gran ligereza y movilidad que hacía que en muchas ocasiones fuesen los que más bajas infligían al enemigo. Por lo general no eran ciudadanos romanos, sino aliados (allae que, hasta el siglo III a.C.) se reducían aproximadamente a la Italia actual). La caballería ligera o equites estaba formada por jinetes expertos que, al mando de sus oficiales, solían atacar por los flancos. Al cargar por los flancos y por la retaguardia, sorprendían al enemigo y presionaban hasta acorralarle. ARMAMENTO El tronco se protegía con una coraza completa (frontal y espalda) de la que hubo varios tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían completamente el tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas a los oficiales y a la Guardia Pretoriana. La coraza de escamas estaba formada por pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas y unidas por alambre. La lorica hamata era una cota de maya. La lorica segmentata estaba formada por hojas de metal alargadas. Proporcionaba mayor protección que la lorica hamata y permitía más movilidad. Para proteger el vientre utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes para proteger los muslos. El escudo podía ser de bronce o de madera recubierta de cuero, y su forma redonda, oblonga o semicircular o cilíndrica El casco protegía la nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales llevaba un penacho. El calzado consistía en unas sandalias fuertes, con tachuelas en la suela, de gran resistencia en las largas marchas. Las armas eran un pilum pesado, un pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo. Además llevaban una mochila con objetos personales, agua y raciones para un mínimo de tres días. MARCHA Y CAMPAMENTOS Al frente de la legión marchaban los velites explorando el terreno y posibles trampas. Luego venían la infantería, la caballería, los encargados de levantar el campamento, el general, su guardia, tropas, las máquinas de asedio desmontadas,l os oficiales superiores y más tropa cerrando la marcha. Con las reformas de Mario el campamento (castrum) desempeñó una papel fundamental en las tácticas romanas. No se dejó su establecimiento al azar, sino que seguía unos principios rígidos. Probablemente ningún 6 otro ejército de la antigüedad contó con unos campamentos, para una noche o por tiempo indefinido, con tales niveles de seguridad. Externamente se rodeaba por un foso (fossa) de cuatro metros de anchura y tres de profundidad que era excavado por una parte de los legionarios, mientras la otra parte se mantenía en estado de alerta. La tierra extraída se utilizaba para levantar un terraplén defensivo, el agger, a continuación del fosso. En el caso de campamentos eventuales, como los construidos cada día al final de la marcha, el vallum podía ser sólo el agger o también adicionar una empalizada de madera. Si el campamento era semipermanente, como durante el descanso invernal o un asedio corto, el vallum era de madera o argamasa. Y si se trataba de algo permanente, por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba la piedra. Después del vallum se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta metros, el intervallum. La tienda del general se levantaba junto a la intersección de dos calles que se cruzaban en forma de cruz latina, la via praetoria el brazo largo y la via principalis el brazo corto. En cada una de las zonas se distribuían las tiendas de los legionarios, siguiendo una ordenación específica según el cuerpo. Las tiendas tenían capacidad para cuatro legionarios, pero alojaban a ocho en turnos rotativos. EL COMBATE El esquema romano clásico de combate constaba de una vanguardia de velites. A continuación venía la infantería pesada dispuesta en tres líneas: • hastati • principes • triarii (que sólo entraban en combate en situaciones extremas). A la derecha de la infantería se disponía la caballería romana, y a la izquierda la caballería de los aliados. En vista de sus defectos la formación en falange fue sustituida por el manípulo, consistente en dos centurias bajo el mando del mayor de ambos centuriones. Cada una de estas tres líneas de infantería ya no era contínua, sino que se separaba en manípulos, con un pequeño cambio de orden: • hastati, diez manípulos de ciento veinte soldados • príncipes, diez manípulos de ciento veinte soldados • triarii, cuyo manípulo constaba de sesenta hombres • velites, o infantería ligera, que se disponían delante de las líneas de infantería pesada para explorar y hostigar al enemigo sin trabar contacto directo El hueco que quedaba entre dos manípulos de la primera línea se encontraba cerrado por un manípulo en la segunda línea, y a su vez la tercera línea cerraba los huecos de la segunda. El resultado era una disposición en forma de tablero de ajedrez -accies- que dotaba de gran flexibilidad a los movimientos de la infantería. EL TRIUNFO Si en una batalla caían al menos cinco mil enemigos y se obtenía una victoria abrumadora el senado decretaba el Gran Triunfo. Éste se celebraba con un desfile multitudinario por las calles de Roma liderado por magistrados y senadores. A 7 continuación iban los cornetas, el botín, los prisioneros, el general triunfador, con una corona de laurel, y sus tropas cerrando el desfile. BOTÍN DE GUERRA Al enemigo, tanto riquezas como tierras, pasaban a ser propiedad del Estado. Muchas de estas tierras se les entregaban a patricios y generales victoriosos, o bien se les arrendaban a precios muy reducidos. Los habitantes de la tierra pasaban a ser esclavos del propietario o arrendatario. Con el paso del tiempo cada vez era más habitual que fuese el propio jefe del ejército el que se alzase con la propiedad del botín y la repartiese a su criterio entre sus ayudantes y la tropa, con lo que se ganaba su fidelidad personal. Esto acabó siendo de gran importancia política desde los últimos años de la república. El iniciador de esta medida fue Escipión HONOR Y TÍTULOS Los soldados reclutados entre la clase aristocrática tenían escaso espíritu combativo. Para elevarlo fue preciso dictar una ley que obligaba, para aspirar a una magistratura, a haber servido diez años en el ejército, con lo que se impidió que la aristocracia desertara de sus obligaciones militares. Los títulos y honores son ambicionados. Antes los honores del triunfo se concedían solamente al cónsul que regresaba victorioso y aumentaba el territorio de la República. Ahora cualquier escaramuza da lugar a la celebración de un triunfo, dentro o fuera de Roma. Para poner coto a ello se decidió en el año 181 a. C. que para celebrar un triunfo, la batalla debía haber originado al menos cinco mil muertos, pero a menudo se aumentaron las cifras en los informes para saltarse la norma. Los títulos de victorias, reales o ficticias, aumentaban. Las familias empezaron a adoptar sobrenombres alusivos (cognomen secundum o agnomen), costumbre iniciada por Escipión (que se tituló Africanus), por su hermano (Asiaticus) y por su primo (Hispanicus). El 163 a. C. el conquistador de Mesina tomó el sobrenombre de Mesala, y así otros muchos. MODIFICACIONES A FINALES DEL SIGLO II a.C. Y EN EL SIGLO I a. C. LA CRISIS DEL EJÉRCITO ROMANO Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a.C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones, muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total de 200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta de Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del año 108 a.C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había obtenido de los dos) en el año 107 a.C. y se le encargó concluir la guerra contra Yugurta se encontró que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado al cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. El fondo de la crisis venía de que, al ir Roma expandiendo sus fronteras y tener que enfrentarse a guerras más largas y lejanas, además de a tener que ocupar territorios extranjeros durante años, se rompió 8 definitivamente el ciclo de servicio militar. Pues los soldados ya no eran licenciados tras una campaña a tiempo para atender sus tierras. Y las deudas les hacian presa fácil de los grandes terratenientes, que dominaban el senado y aprovechaban la situación para hacerse con las tierras de los pequeños propietarios. Unido a las bajas de las guerras, este empobrecimiento fue destruyendo la clase media romana que formaba el núcleo del ejército. Y convirtiendo el servicio militar en cada vez más impopular. Cayo Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de reformas. LAS REFORMAS DE MARIO Hacia el final de la República, Cayo Mario reformó el ejército. Se hizo permanente. Se abolieron los límites establecidos por las clases de Servio Tulio y se aumentó la paga del legionario, con lo que el número potencial de estos aumentó considerablemente. Los nuevos soldados, sin trabajo y sin propiedades, no deseaban que llegara el final de la campaña, que también significaba el final de la paga. Los soldados se alistaban por dieciséis años, periodo que se fue ampliando hasta veinte o veinticinco. Así se profesionalizó el ejército. PRIMERA REFORMA: EL RECLUTAMIENTO La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin tierras ni propiedades, las demoniadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezaron a apuntarse al nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña). SEGUNDA REFORMA: ESTRUCTURA MILITAR Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate. 9

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