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Historia De Las Guerras Libros I PDF

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PROCOPIO DE CESAREA HISTORIA DE LAS GUERRAS LIBROS I-II GUERRA PERSA INTRODUCCIÓN, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE FRANCISCO ANTONIO GARCÍA ROMERO fk EDITORIAL GREDOS BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 280 Asesor para la sección griega: Carlos García Gual. Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por Antonio guzmán guiírha. © EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 2000. www.editorialgredos.com Depósito Legal: M. 40214-2000. ISBN 84-249-2276-X. Obra Completa. ISBN 84-249-2277-8. Tomo I. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 2000. INTRODUCCIÓN I. El AUTOR Y SU OBRA 1. Datos biográficos y actividad literaria Procopio de Cesarea puso por escrito las guerras que Justiniano, el emperador de los romanos, llevó a cabo con­ tra los bárbaros de oriente y occidente, recogiendo cómo vinieron a desarrollarse los acontecimientos en cada una de ellas, para que el largo curso de los siglos no reduzca a la nada los hechos sobresalientes, por estar faltos de un rela­ to, ni los abandone al olvido, ni los deje desvanecerse del todo. Y es justo el recuerdo de tales hechos lo que conside­ ró que sería algo importante y sumamente provechoso para los hombres de hoy y para los del futuro, por si acaso el tiempo los pusiera de nuevo en un trance similar. Pues a los que vayan a entrar en guerra o se dispongan a combatir en cualquier otra circunstancia algún beneficio puede depa­ rarles la exposición de un episodio histórico parecido, que les revele cuál vino a ser para anteriores generaciones el resultado de una contienda semejante y les haga adivinar, al menos a los más avisados, qué final probable tendrán los incidentes que ellos estén viviendo. Además el autor sabía bien que estaba más capacitado que nadie para escribir so­ bre esto, y no por ninguna otra razón sino porque, al haber sido nombrado consejero del general Belisario, le tocó es­ 8 HISTORIA DE LAS GUERRAS (G. PERSA) tar presente en casi todos los hechos. Entendía él, por otra parte, que a la oratoria le corresponde el rigor, a la poesía las invenciones fantásticas y a la obra histórica la verdad. Por eso, desde luego, no trató de encubrir las acciones más desafortunadas ni siquiera de ninguno de sus mejores ami­ gos, sino que escribió con exactitud cada una de las cosas que les sucedieron a todos, tanto si lo que pasó fue que obraron bien, como si fue de otra manera Procopio de Cesarea poseía, sin ninguna duda, notables cualidades para acometer una obra histórica2 y, además, era consciente de su inmejorable situación para llevar a feliz término su tarea, como él mismo confiesa en las líneas que escribió al comienzo de la Guerra persa y que nosotros tra­ ducimos para encabezar estas páginas. Hechos contemporá­ neos, acciones bélicas (con noticias geográficas concomi­ tantes), la autopsia como método, todos estos elementos encuadran a nuestro autor dentro de la llamada «historia pragmática»3, en la que constituye un eslabón más de esa cadena formada por Heródoto, Tucídides, Polibio y, más tarde, Amiano y Teofilacto Simocata, ya en el siglo vii d. C. No hay más que leer ese interesante prólogo para reparar en las similitudes en expresión y contenido con los de Heró­ doto y Tucídides4, modelos evidentes de Procopio5. 1 Procopio, Historia de ias guerras I 1, 1-5 (en adelante, al citar la Historia de las guerras, se suprimirá el nombre del autor y de la obra), 2 «Un escritor juicioso, de buena formación clásica», escribe R. Gra­ ves, Count Belisarhts = El Conde Belisario [trad. J. Pi-dragosa], Barce­ lona, 1992 (1982), pág. 11. 3 Cf. el clarificador estudio (con abundante bibliografía) de J. M. Candau Morón, «El universo referencia! de los historiadores griegos tardíos», en M. Brioso, F. J. González Ponci: (eds.), Las letras griegas bajo el imperio, Sevilla, 1996, págs. 151 s., y n. 2. 4 Cf. las notas correspondientes que acompañan a nuestra traducción. 5 «Algo modificados por las convenciones de la Segunda Sofística» (J. A. S. Evans, «Christianity and Paganism in Procopius of Caesarea», INTRODUCCIÓN 9 En una sociedad muy alejada de la época clásica, no sólo cronológicamente sino también, por supuesto, desde el punto de vista de lo ideológico y lo espiritual, nuestro historiador ha escrito «conscientemente en un lenguaje que pudiera ser en­ tendido por los ciudadanos de la Atenas de Pericles»6. Incluso cuando debe usar un término que pertenece a su mundo y que es, por tanto, «no clásico», recurre como a una aclaración, utilizando una especie de «máscara clásica», cual si se tratara de un griego del siglo v que desconoce aquello y que le habla de oídas a un contemporáneo de Tucídides7. No es sino un procedimiento puramente literario8 de un autor que está fijan­ do su mirada en modelos de los que lo separan diez siglos. Procopio9 nació en Cesarea de Palestina entre los años 490 y 507. Se ha defendido que su padre se llamaba Estéfa- Greek, Roman and Byzantine Studies 12 [1971], 84). Para cualquier cues­ tión acerca de nuestro autor es indispensable la consulta de B. Rumn, «Prokopios von Kaisareia, Mitarbeiter Belisars und Historiker», RE 23-1 (1957), cois. 273-599. Acerca de Heródoto y Tucídides en Procopio, cf. ibid., col. 306. En las notas a la traducción de la Guerra persa liemos in­ tentado dejar constancia de los lugares más sobresalientes (por las expre­ siones, construcciones sintácticas, etc.) en los que puede comprobarse la conexión de Procopio con ambos historiadores, en especial con Tucídides. 6 Evans, Gr., Rom. and Byz. Stud. 12 (1971), 84; Rubín, RE 23-1 (1957), cois. 357 s. (también se estudian aquí las características de las cartas incluidas en la obra,- así como de los discursos, en los que Procopio se sirve, con maestría y sin abuso, de su preparación en el arte de la retó­ rica). Sobre el aticismo de Procopio podríamos, no obstante, añadir estas palabras de Diíwing: «But the Greek which he writes is not the pure Attic, and we find many evidences of the influence of contemporary spo­ ken language» (cf. ed. Di-wing, pág. XIII, cit. en II. 2. Ediciones). Sobre las características de su prosa, cf. H. B. Di;wing, «The accentual cursus in Byzantine Greek...», 417-461. 7 Por ejemplo: «... hasta el templo al que llaman iglesia» (II 9, 14). Cf., asimismo, I 7, 5 (y n. 57) y 22; I 25, 31 (y n. 226); III 10, 18. x Cf., de nuevo, Evans, Gr., Rom. and Byz. Stud. 12 (1971), 83 s. 9 Sobre la persona y obra de Procopio, cf. Rubín, RE 23-1 (1957), cois. 296 ss. 10 HISTORIA DE LAS GUERRAS (G. PERSA) no10, un amigo de Procopio de Gaza n, a quien pudo confiar la educación de su hijo, una educación encaminada a la ora­ toria y la carrera legal12. Sabemos que el año 527 fue nom­ brado xymboulos!3 de Belisario y durante la guerra contra los vándalos en Áftica (533-534) sirvió comopáredros14 de este general. En Cartago pasó la Pascua de Resurrección del 536 y desde allí zarpó hacia Siracusa para encontrarse con Belisario15. Posteriormente estuvo en Italia hasta el 540, cuando terminó la primera campaña contra los ostrogodos con la entrada de las tropas bizantinas en Rávena56. Y él mismo vuelve a informamos de que se hallaba en Bizancio durante la célebre y devastadora epidemia de peste que asoló la entonces capital del Imperio Romano en el 54217. En esa estadía, que pudo durar hasta el 545, compuso segu­ ramente la mayor parte de su Historia de las guerras18. 10 Que era astynómos de Cesárea en el 526: cf., por ejemplo, Coricio, Epital. 22; Eneas di· Gaza, Ep. 11. Al respecto cf. J. Haury, Zar Beur­ teilung des Geschichtschreibers Procopius von Caesarea, Progr., Mu­ nich, 1896, págs. 14 ss. n Aunque el hecho de que nuestro Procopio fuera «alumno» de la es­ cuela de Gaza no está en absoluto demostrado: Evans, Gr., Rom. and Byz. Stud. 12(1971), 98, n. 30. 12 Los términos que emplean las fuentes (aparte de historíkós o syn- grapheús) aluden a esto: rhetör (Evagrio, Hist, de ia Igt. IV 12; Aga- tías, Hist. 1 11 ; Focio, Bibliot. 63); rhetör kai sophistés (Suda, s.v. Pro­ kop ios); dikégoros (Menandro Protector, Fr. 35, apttd Müller, FHG IV 238). 13 «Consejero»: I 1, 3; I 12, 24; hypographeiis lo llama Suda, (s.v. Prokópios). 14 Assessor, asistente o consejero: III14, 3. 15 Cf. IV 14, 39 ss. 16 Cf. VI29, 32. 17 Cf. II 22, 9. !lt Concretamente, con respecto a los libros que aquí nos interesan, en estos años Procopio habría escrito I-II 28, 11; III-IV, a excepción de los INTRODUCCIÓN II Es muy probable que llegara a desempeñar cargos de importancia19, quizá el de prefecto de Constantinopla (si­ milar al praefectus urbi de Roma) en las postrimerías de su vida. En relación con esto cabe apuntar que en alguna de las fuentes se le llama «patricio» y «gran dignatario»20, y Suda escribe Prokópios Illoústrios. También desconocemos la fe­ cha exacta de su muerte, pero debió de fallecer pocos años después del 5 6021. Como escritor, Procopio no deja de asombrarnos. La Guerra persa constituye el asunto de los dos primeros libros de los ocho22 que componen su Historia de las guerras (Hypèr ton polémon lógoi) y se centra en los enfrentamien­ tos de bizantinos y persas (bajo los reyes Cabades y Cos­ roes) entre los años 527 y 549. El III y el IV versan sobre la Guerra vándala en África, desde el 532 al 548. La segunda tétrada de la obra incluye en los libros V al VII la campaña contra los ostrogodos (Guerra gótica) en Sicilia e Italia, en­ tre el 536 y el 551, para extenderse en el libro VIII, como en un suplemento, hasta el año 553. últimos pasajes de ambos lógoi: cf. Rubín, RE 23-1 (1957), cois. 354 s. (basándose en los estudios de Haury). 19 Jugando con la etimología de su nombre (del verbo prokóptó), di­ ríamos que no dejó de «progresar» o «prosperar». No es seguro que nues­ tro Procopio pueda identificarse con otro que, según alguna fuente, era praefectus urbi en el 562: cf. Rubin, RE 23-1 (1957), col. 300. 20 En la crónica árabe de loannes de Niciu (cf. la traducción francesa de H. ZoTiiNniîRG, Notices et extraits, tom. 24, Paris, 1883, pág, 517). 21 Justiniano y Belisario murieron en el año 565. 22 Focio (Bibliot. 63) escribe: Historikôn en bibliois oktö: ... pros te Pérsas..., pros Bandelous kai Gôtthous. NiciVoro Calisto (Hist, de la Igl. XVII 10), por su parte, nos dice que Procopio escribió Persikà en cuatro tomos (en tmêmasi... tèssarsi, donde es evidente que está inclu­ yendo la Guerra vándala) y Gotthikà. . 12 HISTORIA DE LAS GUERRAS (G. PERSA) Procopio trata estas guerras de forma separada en cada grupo de libros, si bien, dado que durante no pocos años las tropas bizantinas estuvieron peleando en varios frentes al mismo tiempo, el historiador se ve obligado a referirse a los otros conflictos bélicos que se desarrollaban simultáneamente (sobre todo cuando era Belisario el que acudía a uno u otro campo de batalla)23. Llama la atención que el tono ecuáni­ me (aunque siempre más favorable a Belisario que a Justi­ niano) de estos ocho libros se transforme tanto en sus otras dos obras. La Historia secreta (Anékdota; lat. Historia arcana) fue compuesta probablemente antes del 55824, pero sería difícil admitir su publicación antes de la muerte de Justiniano en el 565, con lo que estaríamos ante una obra postuma. Es lógico que se haya dudado incluso de la autoría procopíana; y no por su estilo menos cuidado, que puede achacarse a la falta de una última revisión, sino por el contenido de sus páginas. Se diría, a veces, que estamos ante una nueva Historia de ¡as guerras contada con tintes sombríos sin temor a la cen­ sura imperial. Y lo cierto es que el cúmulo de acusaciones y vituperios25, algunos inexplicables o infundados, contra Jus­ tiniano y, sobre todo, contra Teodora, pero también contra Belisario y su esposa Antonina, sorprende al lector. Sin embargo, su tratado Sobre los edificios (Ktísmata o Peri ktismáton), quizá de los años 55 8-56026, es un auténti­ 23 Por ejemplo, en la Guerra persa se hace referencia a la campaña contra los vándalos en I 21, 2; 26,1; II 2, 8. Y a la campaña de Italia con­ tra los ostrogodos en I 12, 22; 25,'11; II 1, 1;2, 1; 3, 52; 4, 13; 6, 1; 14,8; 19, 25; 21, 34. 24 En repetidas ocasiones se habla del año trigésimo segundo de! rei­ nado de Justiniano. Para la opinión de Haury cf. Rubín, RE 23-1 (1957), col. 354 s. 25 Contiene psógous kai kömöidian: cf. Suda, s.v. Prokópios. 26 Cf. RuniN, RE 23-1 (1957), col. 355. INTRODUCCIÓN 13 co panegírico en alabanza del emperador. Dividida en seis libros de corta extensión, la obra registra prácticamente to­ dos los edificios públicos construidos hasta su fecha a lo largo y ancho del territorio bizantino durante el imperio de Justiniano y proporciona interesantes datos, con mucha pro­ babilidad sacados de fuentes oficiales, sobre la administra­ ción interna del nuevo estado romano. Podría pensarse que Justiniano encontró aquí todos los aplausos que Procopio le escatima (en beneficio, aunque muy moderado, de Belisa­ rio) en la Historia de las guerras. Así pues, nos hallamos ante un escritor de bastante ri­ queza biográfica y amplio bagaje cultural, que, sin embargo, no hace gala de sus conocimientos. Ya advertía Haury que el de Cesarea cita autores antiguos, pero pocos (en concreto, Heródoto, Amano, Estrabón, Aristóteles, Homero y Esqui­ lo), y que, al menos en algunos lugares, aprovechó como fuente la Historia bizantina de Prisco de Panium27. El pen­ samiento de Procopio28 o la religión que profesaba tampoco quedan manifiestos con absoluta claridad. No es extraño, por tanto, que persista el debate sobre sus ideas en materia religiosa. Entre las diferentes opiniones29, preferimos seguir a Evans30, Procopio habría sido, aunque no estemos del to­ do seguros, un cristiano ortodoxo31 (pero no estrictamente calcedoniano) y podrían tomarse como su credo unas pala­ 21 Cf. ed. Haury-Wihth (cit. en II. 2. Ediciones), Prolegomena, págs. VII-XX11: Prisco también sirvió de fuente a Teófanes y Nicéforo Calisto. 28 Acerca de la noción de tÿchë cf. Evans, Gr., Rom. and Byz. Stud. 12 (1971), 93 ss. (y cf. también 114, 22, y 11. 118; II 9, 13, y n. 66). 29 Pagano, agnóstico, fatalista, cristiano escéptico, judío o sirio: cf. ibid., 82 s. 30 Cf. ibid., 82 s. y 90 ss. 31 De lo contrario habría tratado con mayor indulgencia a la empera­ triz Teodora, considerada prácticamente como santa en ia tradición mo- nofisita: cf. ibid., 91.

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