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Historia de la lengua española PDF

692 Pages·1981·16.187 MB·Spanish
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RAFAEL LA PESA HISTORIA DE LA L E N G U A ES P A Ñ O L A PRÓLOGO DE RAMÓN MENÉNDEZ P1DAL NOVINA 10ICIÓS COURIGSOA Y AUMENTADA f e BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA EDITORIAL CREDOS EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España. Octava edición, febrero de ; 1980.. 1 » Reimpresión, abril de 1980. Novena edición, marzo de 1981. Depósito Legal: M. 6649-1981. ISBN 84-249-0072-3. Rústica. ISBN 84-249-0073-1. Tela. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1981. — 5285. BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA DIRIGIDA POR DÁMASO ALONSO III. MANUALES, 45 A la memoria de don Tomás Navarro Tomás, maestro muy querido, por cuya iniciativa escribí el primer esbozo de este libro. PROLOGO La historia de la lengua española ha sido ya objeto de obras muy valiosas, a las que se viene a sumar, muy bien venida, ésta del señor Lapesa, sin asomo de conflicto entre ellas. Cada una busca su interés en campos muy diferentes, pues la historia de un idioma se puede concebir y se ha con- cebido bajo planes más diversos que cualquier otra historia, debido a la vaguedad con que se ofrece la cronología de la evolución lingüística, y, por consiguiente, las múltiples ma­ neras posibles de considerar y combinar el estudio de los elementos gramaticales y estilísticos, ora tradicionales, ora individuales, que es preciso considerar. El plan que el señor Lapesa adopta es sencillo y claro, además de ser convenientemente comprensivo. Toma como hilo conductor la historia externa del idioma español, y simul­ táneamente, a través de ella, expone la evolución interna gra­ matical y léxica. El lector profano (pues el libro no quiere ser sólo guía para los que buscan la especialización) no tro­ pieza con capítulos de pura técnica gramatical, y, sin embargo, se inicia en esta técnica, encontrándola bajo forma fácil, di­ luida en la exposición de las vicisitudes más generales por que el idioma atraviesa. Otra cualidad principal que más puede desearse en un libro de esta índole es la de reflejar con precisión el estado de los estudios referentes a las cuestiones tratadas. El señor Lapesa logra este mérito plenamente. No sólo conoce la bi­ bliografía del vasto tema, sino que para manejarla le dan particular aptitud sus trabajos personales, publicados en la «Revista de Filología Española», y su práctica en la enseñan­ za, siempre concebida dentro de una aspiración a difundir el rigor de los métodos científicos. Así, puntos tan complica­ dos y difíciles como la situación del latin hispano dentro de la Romania o el desarrollo preliterario del español primi­ tivo, se hallan trazados con todo acierto bajo los aspectos más esenciales que pueden hacerse entrar en una breve his­ toria. También merece aplauso la idea de ensanchar el estudio lingüístico con el de los principales estilos literarios. En la descripción de éstos hallamos la oportunidad dé observación que nos prometían anteriores trabajos especiales del autor, como.su hermoso, estudio consagrado=aUP.^Ribadeneyra. ===- . Esperamos que este libro, que sabe decir lo sustancial y sabe decirlo bien, contribuya a difundir conocimientos lin­ güísticos a que tan poca atención suele concederse. R. Menéndez Pidal (Madrid, 1942.) ADVERTENCIAS PRELIMINARES A EDICIONES ANTERIORES La presente obra ha sido escrita con el deseo de ofrecer, en forma compendiada, una visión histórica de la constitución y desarrollo de la lengua española como reflejo de nuestra evolución cultural. Dirijo mi intento a todos cuantos se interesan por las cuestiones relativas al idioma, incluso a los no especializados. Por eso me he esforzado en satisfacer las exigencias del rigor científico sin abandonar el tono de una obra de divulgación. _____ ^ ^.. ___ El lector advertirá en ella numerosas y extensas lagunas; en parte serán imputables al autor; en parte obedecen· a que muchos extremos se hallan casi inexplorados. Con todo, he creído útil adelantar aquí mi bosquejo, esperando que sus defectos sean estímulo para otros inves­ tigadores. Mentor constante de mi trabajo han sido las obras de don Ramón Menéndez1 Píd^I y de los maestros procedentes de su escuela filológica. Debo orientación y sugerencias a los libros, ya clásicos, de Karl Vosslér, Frankreichs Kultur und Sprache, y W. von Wartburg, évolu­ tion et structure de la langue française. He tenido muy en cuenta The Spanish Language, de W. J. Entwistle (London, 1936), y la Iniciación al estudio de la Historia de la Lengua española, de mi buen amigo. Jaime Oliver Asín (Zaragoza, 1938). R. L. Madrid, mayo de 1942. * * * Para la segunda edición he considerado las observaciones hechas a la primera en las reseñas del P. Ignacio Errandonea, Razón y Fe, sep­ tiembre de 1942; Salvador Fernández Ramírez, Revista de Filología Española, XXVI, 1942, págs. 531-535; Yakov Malkiel, Language, XXII, 1946, págs. 46-49; J. A. Palermo, Word, III, 1947, págs. 224-228; Heinrich Lausberg, Romanische Forschtmgen, LX, 1947, págs. 230-232, y Robert K. Spaulding, Romance Philology, I, 1948, págs. 272-275, así como in­ dicaciones verbales de Amado Alonso y .de Manuel Muñoz Cortés. A todos ellos expreso aquí mi reconocimiento. He procurado incorporar al texto las aportaciones de la investigación en los últimos años; he revisado mis puntos de vista en cada cuestión y he ampliado las citas bibliográñcas. Suprimo la breve antología final, ajena al plan originario de la obra. Madrid, julio de 1950. * * * •'Había proyectado refundir por completo la presente Historia para su tercera edición. No he tenido tiempo de hacerlo, y, por lo tanto, me limito a ponerla al día, corregirla, eliminar los puntos más discu­ tibles, completar otros y anticipar datos de futuros estudios en cues­ tiones que estimo importantes. He tenido en cuenta las reseñas y obser­ vaciones hechas a la segunda edición por mi maestro Américo Castro, verbalmente; Antonio Tovar, Anales de Filología Clásica, Buenos Aires, V" 1952, 155-157; Yakov Malkiel, Romance Philology, VI, 1952, 52- 63; Robert K. Spaulding, Hispanic Review, XXI, 1953, 80-84; Bernard Pottier, Romania, LXXIII, 1952, 410-411; E. Aranda, Anales de la Uni­ versidad de Murcia, 1950-1951, 481-484, y Juan M. Lope, Nueva Rev. de Filol. Hisp., VIII, 1954, 319-323. A todos doy vivamente las gracias. Madrid, enero de 1955. * * * Nuevamente he tenido que diferir la refundición de esta obra y limitarme a ponerla al día para la cuarta edición. Las investigaciones hechas en los útlimos años en el campo de los substratos prerromanos, así como sobre los orígenes del andaluz, su propagación y otros aspec­ tos de la dialectología hispánica han obligado a modificar sobre todo los capítulos correspondientes. Además, he tenido en cuenta las reseñas hechas a ediciones anteriores por Manuel Muñoz Cortés (Claviteño, II, 1951, núm. 11, págs. 73-75); D. L. Canfield (Hispania, XXXIX, 1956, págs. 132-133), y Gregorio Salvador (Archivo de Filología Aragonesa, VIII- IX, 1956-7, págs. 266-269), a quienes quedo vivamente agradecido. Madrid, septiembre de 1959. PARA LA OCTAVA EDICIÓN Sale de nuevo, tras peripecias que no vienen al caso, un libro nacido hace mucho tiempo, en circunstancias que sí merecen recuerdo. Corría el año 1937; en el duro Madrid de la guerra, yo estaba encargado de mantener la comunicación entre los restos del Centro de Estudios Históricos y la Junta para Ampliación de Estudios, trasladada a Valencia. Con tal motivo sostenía frecuente correspondencia con don Tomás Navarro Tomás, que en una de sus cartas me propuso que escribiera un breve manual de divulgación sobre la historia de la lengua española. Acepté y me lancé con entusiasmo a la tarea: en medio de la contienda fratricida se me brindaba la ocasión de hacer algo por la España de todos. Meses des­ pués, en la primavera de 1938, el libro estaba casi termina­ do; pero hube de interrumpir la redacción de lo que faltaba, pues, movilizada mi quinta, me destinaron a enseñar las pri­ meras letras a soldados analfabetos, quehacer inolvidable como experiencia humana. Cuando terminó la guerra y volví a mi libro, comprendí que rebasaba los límites de la divulga­ ción y podía ser instrumento útil para la iniciación de filó­ logos. La acogida que tuvo en ambientes universitarios y revistas lingüísticas me hizo incorporar en ediciones sucesi­ vas los frutos, de la investigación propia y ajena. Ahora, pasados quince años desde la sexta, última realmente corre­ gida y aumentada, se imponía una revisión a fondo; mientras la hacía, leí la noticia de que don Tomás había encontrado lejos de España el eterno descanso, y decidí rendirle home­ naje con mi dedicatoria. La revisión ha sido ardua, como si preparase mi progra­ ma de oposiciones a la cátedra que desempeñé en la Univer­ sidad de Madrid durante más de treinta años y que dejé hace dos al jubilarme. El libro se ha incrementado en más de una tercera parte; acaso haya perdido atractivo para el lector meramente aficionado; me alegraría si, en cambio, ha aumen­ tado su interés para el lingüista; Quiero expresar mi gratitud a los alumnos que a lo largo de tantos años me han alentado abriéndose a la vocación, dándome su asentimiento o incitándome con su perplejidad cuando las cosas no estaban claras; a los jóvenes profesores que colaboraron conmigo en la cátedra; a los colegas que me han tenido al tanto de sus publicaciones; a Manuel Muñoz Cortés, Manuel Ariza y Félix Martín Cano, que me han sumi­ nistrado importante bibliografía; a" Francisco Marcos y Jesús Cantera, que gentilmente atendieron mis consultas; a la Edi­ torial Gredos, que con ejemplar diligencia ha compensado mi irremediable lentitud; a sus habilísimos linotipistas; y muy especialmente a su sabio corrector don Miguel José Pérez, gracias al cual se han salvado no pocos descuidos míos y a quien se debe el índice de nombres propios. El libro que en 1942 salió con atrevimiento juvenil reapa­ rece cuando su autor ha entrado en eso que llaman ahora «la tercera edad». Recuerdo inevitablemente la pregunta de la Epístola moral: «De la pasada edad ¿qué me ha queda­ do?»; y me respondo que, por encima del cansancio, queda el afán ilusionado de seguir inquiriendo el mensaje que se guarda en el ser y el devenir de nuestra lengua. Madrid, enero de 1980. R. L.

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