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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA SELECCIÓN DE TEXTOS Prof. Dr. Luis Arenas ÍNDICE PDF

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Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA SELECCIÓN DE TEXTOS Prof. Dr. Luis Arenas ÍNDICE MÓDULO I: LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA. UNA VISIÓN SINÓPTICA................................................ 2 Tema 1: La irrupción de la filosofía moderna: coordenadas generales de nuestro análisis................... 3 Tema 2: La revolución cosmológica: De Copérnico a Galileo................................................ 5 Tema 3: Avatares del sujeto moderno....................... 10 MÓDULO II: LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA A TRAVÉS DE SUS AUTORES........................................ 12 Tema 4: René Descartes............................................. 13 Tema 5: Thomas Hobbes .......................................... 16 Tema 6: Blaise Pascal................................................22 Tema 7: Baruch Spinoza.............................................25 Tema 8: G. W. Leibniz...............................................44 Tema 9: John Locke....................................................59 Tema 10: David Hume................................................67 1 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as MÓDULO I: LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA. UNA VISIÓN SINÓPTICA 2 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as TEMA 1: LA IRRUPCIÓN DE LA FILOSOFÍA MODERNA: COORDENADAS GENERALES DE NUESTRO ANÁLISIS 1. La irrupción de la filosofía moderna: factores históricos 2. La inversión onto-epistémica en el tránsito a la filosofía moderna. 3. Reformulación de las jerarquías ontológicas y gnoseológicas. 4. Solución al problema de la intersubjetividad del conocimiento. 5. Subjetividad y sustancia. 6. Descartes: ruptura y continuidad. REFORMULACIÓN DE LAS CATEGORÍAS ONTOLÓGICAS Y GNOSEOLÓGICAS: LA RECREACIÓN DEL MUNDO POR PARTE DE DESCARTES: “Permitid pues que vuestro pensamiento, durante un tiempo, salga fuera de este mundo para acceder a otro totalmente nuevo, que yo haré nacer en su presencia en los espacios imaginarios. [...] supongamos que Dios crea de nuevo alrededor nuestro tanta materia que, hacia cualquier lado a que nuestra imaginación pueda extenderse, no perciba ya ningún lugar que esté vacío [...]. Ahora bien, puesto que nos tomamos la libertad de fingir esta materia según nuestra fantasía, atribuyámosle, si os parece, una naturaleza en la que no haya nada más que lo que cada uno pueda conocer tan perfectamente como sea posible” (Descartes, R., El Mundo o Tratado de la luz, AT. XI, 31-33). LA MENTE O EL ENTENDIMIENTO COMO PRIMER OBJETO DE CONOCIMIENTO: “Si a alguien se propone como cuestión examinar todas las verdades para cuyo conocimiento es suficiente la razón humana (lo cual me parece que debe ser hecho una vez en la vida por todos los que desean seriamente llegar a la sabiduría), encontrara 3 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as ciertamente por las reglas que han sido dadas que nada puede ser conocido antes que el entendimiento, puesto que de él depende el conocimiento de todas las demás cosas, y no a la inversa; luego, después de haber examinado todo lo que sigue inmediatamente tras el conocimiento del entendimiento puro, enumerará entre otras cosas todos los demás instrumentos de conocimiento, además de entendimiento, y que son sólo dos, a saber, la fantasía y los sentidos.” (Descartes, R., Reglas para la dirección del espíritu, Regla VIII, AT. X, 395-6). “Pero en verdad nada puede ser más útil aquí que investigar qué es el conocimiento humano y hasta donde se extiende [...] y a fin de hacer la experiencia en la cuestión propuesta, en primer lugar, dividiremos todo lo que atañe a ella en dos partes; pues debe referirse o a nosotros que somos capaces de conocimiento, o a las cosas mismas que pueden ser conocidas, y estas dos partes la discutimos separadamente. Y, ciertamente, observamos en nosotros que el entendimiento sólo es capaz de ciencia, pero que puede ser ayudado o impedido por otras tres facultades, a saber, la imaginación, el sentido y la memoria [...] Después se ha de pasar a las cosas mismas, que tan sólo deben ser consideradas en la medida que tienen relación con el entendimiento [...]” (Descartes, R., Reglas para la dirección del espíritu, Regla VIII, AT. X, 398). LA UNIVERSALIDAD DE LA RAZÓN: “El buen sentido es lo que mejor repartido está entre todo el mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y, por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes; y los que andan muy despacio pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que corren, pero se apartan de él.” (Descartes, R., Discurso del método, I, AT. VI, 2). EL YO COMO SUSTANCIA: “Examiné después atentamente lo que yo era, y viendo que podía fingir que no tenía cuerpo alguno y que no había mundo ni lugar alguno en el que yo me encontrase, pero que no podía fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se seguía muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que había imaginado fuese verdad, no tenía ya razón alguna para creer que yo era, conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este yo, es decir, el alma, por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es.” (Descartes, R., Discurso del método, IV AT. VI, 32-33). 4 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as TEMA 2: LA REVOLUCIÓN COSMOLÓGICA: DE COPÉRNICO A GALILEO 1. Copérnico y las dos interpretaciones del De Revolutionibus 2. La recepción de la obra de Copérnico: apoyos y resistencias 3. El universo infinito de Giordano Bruno 4. Kepler y el desarrollo geométrico del copernicanismo 5. Galileo, Descartes y la matematización de la naturaleza EPICICLOS Y DEFERENTES SEGÚN EL ALMAGESTO DE PTOLOMEO. Figura 1 LA SIMPLICIDAD DEL UNIVERSO HELIOCÉNTRICO SEGÚN EL DE REVOLUTIONIBUS Figura 2 5 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as EL PROBLEMA TEOLÓGICO DEL MOVIMIENTO DE LA TIERRA “Si por casualidad hay mataiológoi [charlatanes] que, aun siendo ignorantes de todas las matemáticas, presumen de un juicio sobre ellas y por algún pasaje de las Escrituras, malignamente distorsionado de su sentido, se atreven a rechazar y atacar esta estructuración mía, no hago en absoluto caso de ellos, hasta el punto de que condenaré su juicio como temerario” (Copérnico, N., Sobre las revoluciones de los orbes celestes, libro I, p. 95 de la ed. esp.). LA EXPLICACIÓN FÍSICA DEL MOVIMIENTO CIRCULAR “El movimiento de los cuerpos celestes es circular. Pues la movilidad de la esfera es girar en círculo, expresando mediante el mismo acto su forma, en un cuerpo simplicísimo”. (Copérnico, N., Sobre las revoluciones… I, 4, p. 102). LA INFINITUD DEL UNIVERSO: “Nunca podremos dejar de admirar la inmensidad [...] de esa esfera inmóvil engalanada por innumerables luminarias, que se extiende ilimitadamente hacia arriba en altitud esférica. […] Muy bien podemos pensar que ésta es la gloriosa corte del gran Dios [...] a cuyo infinito poder y majestad únicamente puede convenir un lugar infinito que supere tanto en cantidad como en cualidad a todos los demás” (Digges, Una perfecta descripción de las esferas celestes según la antiquísima doctrina de los pitagóricos recientemente revivida por Copérnico y acreditada por medio de demostraciones geométricas, p. 61). LA HOMOGENEIDAD DEL UNIVERSO: “Sabemos que si estuviéramos en la Luna o en otras estrellas no estaríamos en un lugar muy diferente a éste y acaso en uno peor [...] sabemos que no hay que buscar la divinidad lejos de nosotros, puesto que la tenemos al lado, incluso dentro, más de lo que nosotros estamos dentro de nosotros mismos” (Bruno, La cena de las cenizas, 71). LA MATEMATIZACIÓN DEL UNIVERSO: “[El libro de la naturaleza] está escrito en lengua matemática y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender una palabra» (…); «al punto que concibo una materia o sustancia corpórea, me siento obligado por la necesidad a concebir que está delimitada y configurada por esta o aquella figura, que en relación con otras es grande o pequeña, que está en este o aquel lugar, en este o aquel momento, que se mueve o está quieta [...] Pero que deba ser blanca o roja, amarga o dulce, sonora o muda [...] no siento que mi mente se vea forzada a deberla aprehender acompañada de tales condiciones” (Galileo, Il saggiatore, 1623, § § 6 y 42, respectivamente). PRINCIPIO DE INERCIA DE GALILEO: SALVIATI (dirigiéndose a Simplicio): Y así pues, decidme: si vos tenéis una superficie plana, tan lisa como un espejo, y de materia dura como el acero y que no esté 6 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as paralela al horizonte, sino un poco inclinada, y colocáis sobre ella una bola perfectamente esférica y de materia grave y durísima, por ejemplo, de bronce, dejada en libertad ¿qué creéis vos que haría?; ¿no creéis vos, como yo lo creo, que ella permanecería quieta? SIMPLICIO: ¿Si esa superficie estuviese inclinada? SALVIATI: Sí, pues así se ha supuesto. SIMPLICIO: Yo no creo que permaneciese quieta, sino que estoy seguro de que se movería por la pendiente con toda espontaneidad. SALVIATI: Advertid bien lo que decís, Sr. Simplicio, pues estoy seguro de que ella se quedaría quieta en cualquier lugar en que la colocareis. SIMPLICIO: Si vos, Sr. Salviati, os servís de esta clase de suposiciones, yo comenzaré a no maravillarme de que saquéis conclusiones muy falsas. SALVIATI: ¿Estás, pues, segurísimo de que se movería por la pendiente con espontaneidad? SIMPLICIO: ¿Y qué duda cabe? SALVIATI: Y esto lo afirmáis como cosa segura, no porque os lo haya enseñado, puesto que yo intentaba persuadiros de lo contrario, sino por vos mismo y por vuestro natural juicio. SIMPLICIO: Ahora entiendo vuestra estratagema: vos me estabais provocando, y, como dice el vulgo, intentabais descalzarme, aunque vos no creíais en verdad en lo que estabais diciendo. SALVIATI: Así es. Y ¿cuánto duraría en su movimiento esta bola y con qué velocidad? Advertid que he hablado de una bola perfectamente redonda y un plano exquisitamente pulimentado y liso, para así alejar todos los impedimentos externos y accidentales; y así también, quiero que vos hagáis completa abstracción del aire, con su resistencia, y de todos los otros obstáculos accidentales, si es que otros pueden existir. SIMPLICIO: Lo he comprendido todo perfectamente; en cuanto a vuestra pregunta, respondo que la bola continuará en movimiento infinitamente, si tanto durase la pendiente del plano, y con un movimiento continuamente acelerado; pues esa es la naturaleza de los móviles graves, que vires acquirunt eundo; y cuanto mayor fuese la inclinación, mayor sería la velocidad. SALVIATI: Y si alguien quisiese que esa misma bola se moviese hacia arriba sobre esa misma superficie, ¿creéis vos que se movería? SIMPLICIO: Espontáneamente no, sino lanzada o empujada con violencia. SALVIATI: Y con algún movimiento violento comunicado, ¿cuál y cuánto será su movimiento? SIMPLICIO: El movimiento iría languideciendo y retardándose siempre, por ser contrario a su naturaleza, y sería más o menos largo, según el mayor o menor impulso que hubiera recibido, según la mayor o menor inclinación del plano. SALVIATI: Me parece, pues, que vos nos habéis explicado hasta ahora los accidentes de un móvil sobre dos puntos diversos; que en el plano descendente, el grave se mueve espontáneamente y su movimiento es constantemente acelerado, y que para retenerlo en reposo es necesario usar de la fuerza; pero, en el plano ascendente, se necesita fuerza para empujar al móvil e incluso para detenerlo, y que el movimiento comunicado va continuamente decreciendo hasta que al fin desaparece. Decid aún que, en un caso y en otro, se origina diversidad, del hecho de ser la inclinación del plano mayor o menor; que de la mayor inclinación, se sigue mayor velocidad; y al contrario, que en el plano ascendente, el mismo móvil, empujado por la misma fuerza, se mueve 7 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as en mayor distancia según que la elevación sea menor. Ahora decidme lo que sucedería al mismo móvil, con una superficie que no fuese inclinada. SIMPLICIO: Aquí es necesario pensar algo la respuesta. Si no hay inclinación, en el plano, no se da tendencia natural hacia el movimiento, de modo que el móvil sería indiferente a la propensión y a la resistencia al movimiento; me parece, por tanto, que debería parecer naturalmente quieto. Pero estoy desmemoriado, porque no hace mucho que el señor Sagredo me hizo comprender que así sucedería. SALVIATI: Así sucedería siempre que el móvil fuera colocado en estado de reposo; pero si le fuese comunicado algún movimiento, ¿qué sucedería? SIMPLICIO: Sucedería que se movería hacia aquella parte hacia la que fue empujado. SALVIATI: Pero, ¿con qué clase de movimiento, con el continuamente acelerado, como sucede en los planos descendentes, o con el sucesivamente retardado, como sucede en los planos ascendentes? SIMPLICIO: Yo no creo que se diera causa de aceleración o de retraso, al no haber ninguna clase de inclinación. SALVIATI: Sí, pero si no existiese causa de retraso, tampoco debería haberla de quietud; ¿cuánto tiempo creéis vos que el móvil continuaría en su movimiento? SIMPLICIO: Tanto cuanto durase la longitud de esa superficie no inclinada. SALVIATI: Por tanto, si ese espacio no tuviese fin, ¿el movimiento por él sería igualmente sin fin, es decir, perpetuo? SIMPLICIO: Me parece que sí, si el móvil fuera de materia duradera. (Galileo, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo) PRINCIPIO DE RELATIVIDAD DE GALILEO: SALVIATI: Decís que cuando el navío está inmóvil la piedra cae al pie del mástil y cuando se mueve cae lejos de esa base; a la inversa, del hecho de que la piedra caiga al pie del mástil se infiere que el navío está inmóvil, y del hecho de que caiga lejos se desprende que el navío está en movimiento; y, del mismo modo, de la caída de la piedra cerca del pie de la torre se infiere la inmovilidad de la tierra. ¿No es este vuestro razonamiento? SIMPLICIO: Así es. SALVIATI: Pues bien, decidme: si la piedra dejada caer desde lo alto del mástil cuando el navío marcha a gran velocidad cayera precisamente en el mismo punto del barco en el que cae cuando el navío está inmóvil, ¿de qué ayuda os servirá esa caída para aseguraros de que el barco está inmóvil o en marcha? SIMPLICIO: Absolutamente de ninguna. SALVIATI Muy bien, ¿Habéis hecho ya este experimento con el navío? SIMPLICIO: No lo he hecho; pero creo que los autores que lo presentan [argumento] lo han observado cuidadosamente; además, la causa de la diferencia se reconoce con tal claridad que no deja lugar a dudas. SALVIATI: Nunca ha hecho nadie este experimento, 8 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as SIMPLICIO: Y vos que con tanta seguridad habláis, ¿habéis hecho ya este experimento? Pues si no vos ni los otros lo habéis hecho resulta inútil la discusión, puesto que allí donde se trata de cosas tan alejadas de la razón humana sólo la experiencia puede aportar una decisión (Galileo, Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo, II). SOBRE LA VERDAD DE LAS HIPÓTESIS COSMOLÓGICAS: “Nosotros no investigamos lo que Dios podía hacer, sino lo que ha hecho [...] Dios podía hacer volar los pájaros con huesos de oro macizo, con la carne más pesada que el plomo y con las alas pequeñísimas y pesadas y así habría mostrado aun más su potencia [...], pero ha querido hacerlos con huesos de carne y con plumas muy ligeras [...] para enseñarnos que gusta de la simplicidad” (Galileo, Notas privadas a la lectura de una obra de J.-B. Morin). SOBRE LA CREACIÓN DE LAS VERDADES ETERNAS: «Dios no puede haber estado determinado a hacer que fuera verdad que los contradictorios no pueden darse al mismo tiempo y por consiguiente ha podido hacer lo contrario [...] Que Dios haya querido que algunas verdades fueran necesarias, no es lo mismo que decir que las ha querido necesariamente, puesto que es muy distinto querer que sean necesarias y querer necesariamente o estar necesitado a quererlo» (Descartes, carta a Mesland del 2 de mayo de 1644). 9 Historia de la filosofía moderna I — Selección de textos — Prof. Dr. Luis Aren as TEMA 3: AVATARES DEL SUJETO MODERNO 1. Racionalismo, empirismo e idealismo trascendental. 2. El problema del sujeto como hilo conductor de la filosofía moderna 3. Descartes o el sujeto metafísico 4. Hume o la psicologización de la subjetividad 5. Kant: hacia una subjetividad trascendental LA INDUBITABILIDAD DEL YO “Tan manifiesto es que yo soy el que dudo, el que conozco y el que quiero, que no se me ocurre nada para explicarlo más claramente”. (Descartes, R.: Meditaciones metafísicas, II). HUSSERL EN LA CRISIS: “En las reflexiones fundamentales de las Meditaciones [...] se produce una solución de continuidad, una fractura de la consecuencia por la identificación de este Ego con el alma pura. El logro entero, el gran descubrimiento de ese Ego, es desvalorizado por un desplazamiento sustitutorio absurdo: un alma pura no tiene sentido alguno en la epojé, salvo en cuanto “alma” “entre paréntesis”. (E. Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, p. 84.) LA INTERPRETACIÓN TRASCENDENTALISTA SEGÚN V. PEÑA Según V. Peña “lo que Descartes sabe que es —una cosa que piensa—, aunque hallado por introspección en un yo al parecer personal, si es que vale de algo, es porque se trata de un proceso generalizable a todo posible “yo”. Y por lo tanto no se trata de ningún “yo” en particular”. (V. Peña, Introducción a Descartes, R.: Meditaciones metafísicas, p. XVII.) SOBRE LA IDENTIDAD DEL CUERPO No hay nadie que no crea que tenemos los mismos cuerpos que hemos tenido desde nuestra infancia, aunque su magnitud haya aumentado mucho y aunque [...] no haya ya en ellos ninguna parte que estuviera allí entonces e incluso no tengan la misma figura, de modo que no son eadem numero, sino debido a que están informados por la misma alma. (Carta a Mesland de 9 de febrero de 1645 (?), AT. IV, 166-167). LA DIGNIDAD DE LA VOLUNTAD Sólo observo en nosotros una cosa que puede autorizarnos a estimarnos: el uso de nuestro libre arbitrio y el dominio que tenemos sobre nuestras voluntades; pues sólo por las acciones que dependen de este libre arbitrio podemos ser con razón alabados o censurados; y esto nos hace en cierto modo semejantes a Dios haciéndonos dueños de nosotros mismos. (Descartes, Les passions de l’âme, III, art. 152). 10

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La inversión onto-epistémica en el tránsito a la filosofía moderna. nombre, mociones voluntarias, como, por ejemplo, andar, hablar, mover uno de
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