Manuel Horacio Solari Historia de la educación argentina Impreso en la Argentina (Printed in Argentina) Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 13a. reimpresión, 1991 La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", mimeógrafo, impreso, por fotocopia, fotoduplica- ción, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reserva* dos. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. © Copyright de todas ediciones by Editorial Paidós SAICF Defensa 599; Buenos Aires Ediciones Paidós Ibérica SA Mariano Cubí 92; Barcelona Editorial Paidós Mexicana SA Guanajuato 202-A;*México ISBN 950-12 - 2083 -4 INDICE 1. LA EDUCACION EN LA EPOCA COLONIAL 9 Acción educadora de España en América 10 Pedagogía de la evangelización 13 La educación colonial 17 Nuevas ideas pedagógicas de fines del siglo XVIII 21 El pensamiento pedagógico colonial 25 La educación en el Virreinato del Río de la Plata 30 Documentos y testimonios 35 2. LA EDUCACION EN EL PERIODO REVOLUCIONARIO (1810-1820) 40 Difusión de ideas educacionales 42 La obra educacional de los primeros gobiernos patrios 45 Documentos y testimonios 57 3. LA EDUCACION EN LA EPOCA RIVADAVIANA (1820-1827) 62 Ideas inspiradoras de la acción de Rivadavia 63 Acción educacional de Bernardino Rivadavia 65 Universidad de Buenos Aires 72 La educación en las provincias del interior 75 Documentos y testimonios 80 4. LA EDUCACION EN LA EPOCA DE LA ANARQUIA (1827-1852) 85 La educación en la época de Rosas 86 La educación en el interior 94 El pensamiento político-educacional del romanticismo argentino 100 Documentos y testimonios 105 5. LA EDUCACION EN EL PRIMER PERIODO DE LA ORGANIZACION NACIONAL (1852-1862) 112 Ideas de Juan Bautista Alberdi 113 La acción educacional en el Estado de Buenos Aires 115 La acción educacional en la Confederación Argentina 123 Testimonios 129 6. LA EDUCACION EN EL SEGUNDO PERIODO DE LA ORGANIZACION NACIONAL (1862-1880) 139 Mitre y la organización de la enseñanza secundaria 139 Pensamiento pedagógico y acción educacional de Sarmiento 147 Influencias extranjeras en la educación 158 Avellaneda y Estrada 163 Testimonio 168 7. LA EDUCACION EN LA EPOCA DE LA INFLUENCIA POSITIVISTA (1880-1920) 180 El positivismo pedagógico en la Argentina 181 Organización de la escuela primaria 185 Educadores y pedagogos 189 Acción educacional del gobierno nacional de 1880 a 1920 198 Testimonios: ideas educacionales del período positivista 203 8. LA EDUCACION EN LA EPOCA DÉ LA REACCION ANTIPOSITIVISTA (1920-1943) 218 Nuevas orientaciones educacionales 918 Los estudios pedagógicos 221 Pedagogos contemporáneos 225 Conclusión 229 Testimonios: ideas pedagógicas contemporáneas 230 BIBLIOGRAFÍA 240 La primera edición de este trabajo (1949) tuvo la siguiente dedicatoria: A mi hijita Martha Beatriz, que con sus juegos interrumpió a menudo la redacción de estas páginas. Esta nueva edición la dedico a mi hija y, ade- más, a mi nietita Gabriela Beatriz Cáceres. M. H. S. CAPITULO 1 LA EDUCACION EN LA EPOCA COLONIAL Dos corrientes educativo-culturales influyeron en nuestro país durante la época colonial: la del Norte y la del Plata. La corriente del Norte, originada en el Perú, perteneció a la época de los Aus- trias, se radicó por la, acción directa de las órdenes religiosas y dejó, como jalones de su penetración, las ciudades de Santiago del Es- tero, Tucumán y Córdoba. La corriente del Plata, en cambio, se impuso por la acción de funcionarios civiles y fue una repercusión del movimiento renovador desarrollado en la época de los Bor- bones. Las diferencias esenciales que tuvieron estas corrientes fueron consecuencia de las características que singularizaron a ambas monarquías. Los Austria impusieron el primado del espíritu au- toritario. Como consecuencia de ello, España permaneció extraña a todo intento de renovación, se opuso a todo lo que no estuviera de acuerdo con el orden vigente, se mantuvo alejada de las orien- taciones renacentistas que proclamaban la emancipación del indi- viduo de la tutela de las autoridades tradicionales, y se convirtió en baluarte de la Contrarreforma. Con el apoyo de la Iglesia, la monarquía afirmó su absolutismo y el catolicismo, que entonces adquirió mayor preponderancia, condicionó la acción de la mo- narquía. Esto explica la íntima vinculación entre la Iglesia y el Estado que se evidenció, con fuerza incontrastable, durante la con- quista y la colonización de América. Con el advenimiento de los Borbones, los principios del poder absoluto sufrieron una transformación: el fundamento teológico del poder temporal fue reemplazado por una concepción más laica del poder civil. La nueva dinastía abrió la frontera española a las influencias del pensamiento moderno. Las huevas ideas hicieron surgir afanes que impulsaron a una política progresista, que postuló 10 MANUEL HORACIO SOLARI medidas y reformas hasta cierto punto avanzadas, que se concre- taron en los terrenos económico y educacional. Decayó en parte el predominio de la teología y empezó a difundirse el pensamiento científico, especialmente las doctrinas modernas sobre las ciencias naturales. Ambas corrientes modelaron nuestra educación durante el pe- riodo colonial. Durante los siglos XVI, XVII y parte del XVIII prevaleció la corriente del Norte —cuyo centro fue Córdoba y cuyos impulsores fueron los miembros de la Compañía de Jesús—, que sometió todas las manifestaciones culturales a la rigidez con- fesional y teológica. Con la creación del Virreinato (1776) pene- tró la corriente del Plata que tuvo su centro en Buenos Aires y, nutrida con los ideales del movimiento renovador animado por Carlos III, fue preparando el pensamiento liberal que cristalizaría en la generación de Mayo, pensamiento que tuvo su exterioriza- ción durante la época colonial en las iniciativas culturales de Vértiz y en las preocupaciones económico-educacionales de Belgrano. 1. ACCION EDUCADORA DE ESPAÑA EN AMERICA Incorporación del Nuevo Mundo a la cultura occidental. La conquista y la colonización de América no fue, como a veces se ha sostenido, una empresa de robo y crueldad. Es indudable que se cometieron violencias y excesos pero, por encima de las pre- ocupaciones puramente materiales que guiaron a muchos espa- ñoles, la obra impulsada por España estuvo alentada por inquie- tudes más elevadas. La metrópoli dio a sus colonias todo lo que poseía: su lengua, su religión, sus costumbres, sus leyes, sus formas de pensamiento y, en materia educacional, la organización de sus estudios, sus métodos de enseñanza, etcétera. Por eso la cultura americana fue forjada en el molde escolástico que imperaba en el pensamiento espa- ñol y lo mantenía alejado de las corrientes de la época moderna. Pese a esta circunstancia, que tan profunda influencia debía ejer- cer en los primeros pasos de nuestra vida cultural, la acción de España permitió que se fueran preparando los hombres que diri- girían los nuevos estedos al independizarse las colqñias. La obra cultural cumplida por España ha sido juzgada de maneras opuestas. Para unos, su acción fue extraordinaria ; gra- HISTORIA DE LA EDUCACION ARGENTINA 11 cías a ella se logró incorporar a la civilización, pueblos que vi- vían sumidos en la barbarie. Otros, en cambio, ven en la península la encarnación de la iniquidad y del oscurantismo y consideran la conquista y la colonización como empresas de aventureros que, movidos exclusivamente por el ansia de riquezas, se lanzaron a la explotación del continente americano. De acuerdo con los que tal opinan, la acción española se limitó a dificultar la difusión de la ilustración, ya que su única preocupación habría sido mantener a sus colonias en la ignorancia. Ambos juicios son extremos y, como tales, caen en exagera- ciones y parcialidades deformadoras de la realidad. "Ni los con- quistadores españoles —ha escrito Mariano Picón Salas— fueron esos posesos de la destrucción que pinta la leyenda negra, ni tam- poco los santos o caballeros de una cruzada espiritual que describe la no menos ingenua leyenda blanca". La incorporación del Nuevo Mundo a la cultura occidental constituye la mayor gloria de España, mayor aún que la extraor- dinaria empresa del descubrimiento y conquista de América. La Iglesia y el Estado en la educación colonial. Los ochos siglos de lucha que sostuvieron los españoles contra los árabes llevaron a una identificación del ideal político de la monarquía con el ideal religioso de la Iglesia, que hizo de la guerra contra el invasor la guerra contra el infiel. Es por este motivo que al culminar la re- conquista con la toma de Granada (1492), quedó integrada la unidad política española sobre la basé de la unidad religiosa ca- tólica. Los Austria, y en especial Felipe II, se esforzaron por im- pulsar una política tendiente al mantenimiento de la unidad reli- giosa. Por ello se opusieron a todo lo que pudiera implicar un intento de renovación y, por temor a que alterasen la pureza de los dogmas católicos, vetaron el pensamiento moderno y el rena- cimiento científico de los siglos XVI y XVII. Por eso la preocu- pación religiosa dominó la vida española. Esta preocupación religiosa se acentuó por dos razones. Pri- mero: debido a la íntima relación existente entre el estado español y la iglesia católica, la conquista y la colonización del nuevo con- tinente fueron empresas que tuvieron un carácter político-religioso. El brazo secular apoyaba a la Iglesia para que pudiera cumplir su misión evangelizadora, pero a su vez la Iglesia robustecía la auto- ridad del estado, apoyando al monarca que era la "espada de la 12 MANUEL HORACIO SOLARI fe". Segundo: la bula de Alejandro VI (1493), que legitimó la expansión española en América, haciendo de la conversión de los indígenas al cristianismo el motivo justificador de la conquista. Estas dos razones permiten comprender por qué la acción educacional desarrollada por España en sus colonias americanas tuviera como objetivo primero y fundamental la enseñanza y la propagación de la religión católica. Pruebas inequívocas de esta preocupación religiosa se encuen- tran en muchos documentos de la época. Así la ley inicial de la Recopilación de Leyes de Indias dispone en forma precisa: "Y mandamos a los naturales y españoles y otros cualesquiera cris- tianos de diferentes provincias y naciones, estantes o habitantes de dichos nuestros reinos y señoríos, islas y tierras que regenera- dos por el santo sacramento del bautismo, hubieran recibido nues- tra Santa Fe, que firmemente crean y simplemente confiesen el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, los artículos de la Santa Fe y todo lo que tiene, enseña y predica la santa madre Iglesia Católica Romana". Continuamente los monarcas pusieron en evidencia su empeño para que los niños aprendieran la doctrina cristiana y acomodaran a ella su conducta. Así, una Real Cédula de 1503, ordenó al gober- nador Ovando que hiciese "hacer una casa donde dos veces por día se juntasen los niños de cada población, y el .sacerdote les enseñase a leer, escribir y la doctrina cristiana con mucha caridad". Más explícita aún fue la Real Cédula de 1509 al determinar que en cada población hubiera "una persona eclesiástica cual convenga... y a esta persona mandaréis hacer una casa cerca de la Iglesia, donde habéis de mandar que se junten todos los niños de la pobla- ción, para que allí les enseñe esta dicha persona las cosas de nuestra Santa Fe". La tarea de evangelizar y educar estuvo, por eso, fundamen- talmente a cargo de las órdenes religiosas, cuyos miembros em- pezaron a llegar junto con los conquistadores. Su acción, en un principio, se limitó a morigerar la violencia de los conquistadores y a catequizar a los indígenas. Luego, fueron estableciendo escuelas en sus conventos. Por eso, los grandes educadores de la época colonial, que dejaron en América la más honda huella de la civilización española, fueron los dominicos, agustinos, francisca- HISTORIA DE LA EDUCACION ARGENTINA 13 nos, mercedarios y jesuítas, que durante trescientos años dirigie- ron intelectualmente las colonias. 2. PEDAGOGIA DE LA EVANGELIZACION Situación del elemento indígena. El descubrimiento y la con- quista del Nuevo Mundo planteó a España una serie de problemas, entre ellos el de determinar si los pobladores aborígenes debían o no ser considerados como seres racionales. Algunos, como el jurista Juan Ginés de Sepúlveda-, negaban a los indígenas el carác- ter de seres racionales y sostenían que por ser bárbaros, estaban condenados a la esclavitud. Otros en cambio, como fray Barto- lomé de las Casas, defendían su racionalidad y sus derechos. La polémica doctrinaria, que en algunos momentos fue ardorosa, quedó definida en el Congreso de Teólogos y Filósofos, reunido en Valladolid en 1550, que reconoció a los aborígenes los derechos del hombre condensados en las Leyes de Indias. Desde mucho antes, sin embargo, los reyes habían puesto de manifiesto su preocupación por los pobladores autóctonos dé Amé- rica, tratando de ampararlos y protegerlos en sus personas y bie- nes y de civilizarlos, convirtiéndolos a la religión católica. Ya Isabel de Castilla había expresado en su testamento su deseo de que no se consintiera que "los indios vecinos y moradores de las- dichas islas y tierra firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes: mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien". Más tarde, las Leyes de Indias fijaron la situación jurídica de los indios como "seres libres y no sujetos a servidumbres", por ser la esclavitud contraria a la ley de Dios. Legalmente, los indígenas fueron considerados como vasallos libres y, al mismo tiempo, equiparados a menores. Esto condicio- naba su libertad, pues la colocaba bajo una tutela o protección. Frecuentes fueron las cédulas reales que, con un tono plausible de elevación moral, ordenaban el buen trato, la educación y con- versión de los indios. "Mi principal deseo —decía la Real Cédula de 1509— ha sido y es... que los indios se conviertan a nuestra Santa Fe Católica, para que sus almas no se pierdan: para lo cual es menester que sean informados en las cosas de nuestra Santa Fe
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