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Historia de España PDF

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- HIS1"0RIA DE ESPANA TOMO I Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN HISTORIA 1',.I DE ESPANA DIRIGIDA POR RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL TOMO I ESPAÑA PREHISTÓRICA VOLUMEN I POR EDUARCO HERNÁNDEZ-PACHECO, FRANCISCO HERNÁNDEZ-PACHECO, LUIS DE HOYOS SÁINZ, MARTÍN ALMAGRO, ALBERTO DEL CASTILLO, JUAN MALUQUER DE MOTES, JUAN DE MATA CARRIAZO ESPASA-CALPE, S. A. MADRID 1947 Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN ES PROPIEDAD Copyright :_by ESPASA-CALPE, S. A. Madrid, 1947 Printed in Spain .. . Talleres tipográficos de la Editorial EsPASA-CAI,PE, S. A. Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN . \,' INTRODUCCIÓN POR RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN LOS ESPAÑOLES EN LA HISTORIA CIMAS Y DEPRESIONES EN LA CURVA DE· SU VIDA POLÍTICA Los hechos de la Historia no se repiten, pero el hombre que realiza ]a His toria es siempre el mismo. De ahí ]a eterna verdad: Quid est quod fuit? ipsum quod futurum est,· lo que sucedió no es sino lo mismo que sucederá: lo de hoy ya precedió en los siglos. Y el consiguiente afán por saber cómo es cada pue blo actor de la Histt>ria, cómo, dada su permanente identidad, se comporta en sus actos, fué sentido por los hombres de todos los tiempos. Cuando aun esta ba en sus comienzos nuestra historiografía medieval, acompañaba a veces al relato de los hechos una caracterización de las varias gentes según su cualidad dominante. Anejo al Epítome Ovetense del año 883, un capítulo, De propriet,a,. tibm gentium, caracteriza a los griegos por la sabiduría, a los godos por la for taleza, a los francos por la ferocidad, a los galos por el comercio; otras crónicas señalan el vicio y la virtud más notorios en cada grupo humano: en los griegos la falacia y la sabiduría, en los hispanos la violencia y la agudeza (no obser vaban mal), en los francos la ferocidad y la fuerza. Tales propiedades que poco o mucho, desde esos remotos tanteos, preocu pan a los autores, debieran ser expuestas con amplitud en toda Historia (l); pero aquí, sin poder renovar estudios especiales que modernamente se ha;n hecho, nos limitaremos a destacar algnnos caracteres hispanos que considera mos como raíz de los demás. En relación con ellos, intentaremos una ojeada general sobre ciertas tendencias que con más constancia han operado favora ble o desfavorablemente a través de todas las épocas y que contribuyen, más que ninguna otra circunstancia, a explicarnos las cimas y las depresiones en la curva histórica del pueblo español. (1) Tal exposición, estaba proyectada por mí para el final de esta obra, pero conveniencias edi toriales me llevan a. anticiparla aquí muy incompleta, y además abreviada. en la parte que publico. Quién sabe si no podré volver sobre esto toma con pleno desarrollo, después de aprovechar todos los trabajos análogos, a.lgwios difícilmente asequibles hoy por la. anormalidad de las comunicaciones. Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN ~--.:a ..,... ..::a:.-...--a·.--·-------·- -~---.-.,-_-~-----· = . X HISTORIA DE ESPAÑA. INTRODUCCIÓN Pondremos en esto un doble interés para mostrar, en primer término, que toda cualidad es bifronte, raíz de resultados positivos o negativos según el sesgo que tome y la oportunidad en que se desenvuelva; y para advertir, en segundo lugar, que aun los caracteres de más permanencia no obran necesa riamente, pues el que aparezcan en la mayoría de un pueblo no quiere decir que determinen siempre la acción, ni que en circunstancias especiales no puedan quedar relegados a minoría. Además, el que los veamos mantenidos a través de los siglos no significa que sean inmutables. No se trata de ningún deter minismo somático o racial, sino de aptitudes y hábitos históricos que pueden y habrán de variar con el cambio de sus fundamentos, con las mudanzas sobrevenida--se n las ocupaciones y preocupaciones de la vida, en el tipo de edu cación, en las relaciones y en las demás circunstancias ambientales. l. SOBRIEDAD Sobriedad material, sobriedad ética. Muchas veces se ha puesto en relación el complejo d.e.l carácter español con el suelo habitado. Unamuno insiste en ello: el espíritu áspero y seco de nuestro pueblo, sin transiciones, sin términos medios, está en conexión íntima con el paisaje y el terruño de la altiplanicie central, duro de líneas, desnudo de iµ-boles, de horizonte ilimitado, de luz cegadora, clima extremado, sin tibie zas dulces. Pero esa rel~ción no es válida respecto a cualidades que se dan fuera del paisaje de· ambas Castillas. La sobriedad física se halla igualmente y en la risueña fértil Andalucía, y, para mí, la s9briedad es la cualidad básica del carácter español, que no depende de un determinismo geográfico caste. llano, y es tan general que, partiendo de ella, podemos comprender las demás características que ahora nos importa notar. · . La más aguda descripción del carácter español en la antigüedad, la del galo Trogo Pompeyo, comienza diciendo que el hispano tiene el cuerpo dis puesto para la abstinencia y el trabajo, para la dura y recia sobriedad en todo; dura omnibus et adstricta parsimonia. Y desde Trogo hasta hoy abundan las noticias relativas a cierta austera sencillez, y más aún, cierto chocante descuido que en España revisten varias formas de la vida. Basta recordar que durante los siglos en que afluían a la Península todos los metales preciosos del Nuevo Mundo, los extranjeros encuentran nuestras casas amuebladas más modesta mente que las francesas, las comidas muy parcas, incómodas las aulas universi tarias, donde los estudiantes tienen que escribir sobre las rodillas, nuestros mesones muy inhospitalarios, la urbanización de Madrid muy deficiente, lo cual tenía preocupado a Felipe II. .. ; un tipo de vida, en fin, poco esmerado en la Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN SOBRIEDAD XI comodidad. Es decir, que todas las riquezas que ganaban los indianos y las que anualmente ·traían las flotas del Estado, no eran aplicadas por los españoles al bienestar y regalo de la vida privada ni a la suntuosidad, o, al menos, a suficiente arreglo de la vida urbana. Y el español de hoy puede también con tentarse con poco. Continuamente presenciamos ejemplos vulgares ::m la vida cotidiana donde vemos juntos la sobriedad y el trabajo intenso que ya Trogo emparejaba. El más humilde de esos ejemplos, el segador de nuestros campos, ofrece un asombroso espécimen de la· dura et adstrict,a, parsi,monia: bajo el calor más sofocante del verano, sin otro refresco que el agua tibia del botijo, mal vestido y mal comido, parece carecer de todo menos de conformidad, de alegría y de esfuerzo. Esa inatención a las necesidades materiales, de lá cual tratamos, se con forma con la doctrina de Séneca: No es pobre el que tiene poco, sino el que ambiciona más, porque las necesidades naturales son muy reducidas, en tanto que las de la vana ambición son inagotables. El español, duro para soportar privaciones, lleva dentro de si el sustine et abstine, resiste firme y·abstente fuerte, norma de la sabiduría que coloca al hombre por cima .de toda adver sidad; lleva en si un particular estoicismo instintivo y elemental; es un sene quista innato. Por eso el pensamiento filosófico esp:iñol, en el curso de los siglos, se inspiró siempre en Séneca como en autor propio y predilecto. Mucho le debe, ciertamente, y a la vez también mucho debe Séneca, acendrador de estoicismo, al hecho de haber nacido en familia española. · En virtud de ese senequismo espontáneo, el español, por lo mismo que soporta con fuerte conformidad toda carencia, puede resistir las codicias y la perturbadora solicitación de los placeres; le rige una fundamental sobriedad de estímulos que le inclina a cierta austeridad ética, manifiesta en el estilo general de la vida: habitual sencillez de costumbres, noble dignidad de porte notada aun en las clases m~ humildes, firmeza en las virtudes familiares. Los móviles más profundamente na~urales conservan intacto su vigor en el pueblo hispano, a modo de una integral reserva humana, frente al continuo peligro del desgaste degenerante que amenaza a otros pueblos más atosigados por los goces y disfrutes de la civilización. Interesa destacar algunas modalidades de esa sobriedad vital, explica tivas de importantes caracteres históricos. Nos fijaremos en especial sobre aque"4s más comúnmente notadas, porque sin duda son las más evidentes, y nos atendremos en especial a los observadores extranjeros, siempre más capacitados para percibir lo peculiar, si bien en todo momento hayamos de tener en cuenta. la superficialidad que tantas veces revisten las impresiones del viajero. Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN XII HISTORIA DE ESPAÑA. INTRODUCCIÓN Desinterés. La conexión de la sobriedad física con otras cualidades varias tiene especial notoriedad en la desatención hacia los intereses materiales. El español,en su sobriedad ermitaña halla la fuerza para resistirel apremio de múltiwes necesidades. Así que no son raros los casos de generosidad colec tiva registrados en relatos históricos. Da ejemplo preferible el soldado espa ñol, pues aunque también se amotine como cualquier otro por falta de paga, sabe sobreponerse cuando la situación lo exige. Al irse a dar la batalla de Pavía, los españoles ceden sus pagas y hasta entregan sus peculios personales a Pescara para satisfacer a las tropas auxiliares tudescas; o bien, como refiere Calderón en El sitio de Bre,dá (IIIª IIª), los españoles ofrecen sus ganancias a los comilitones extranjeros a fin de que éstos renuncien al saqueo de la ciu dad, haciendo más no ble la victoria. Cada uno de esos soldados podía figurar como protagonista en una anécdota de liberal desprendimiento; tantos juntos, oscurecidos en el anónimo, hacen excepción al hecho general de que siempre cualquier rasgo generoso es caso aislado que se destaca de la interesal vulga ridad colectiva. Es muy natural también en el español el no anteponer el cálculo de pér didas o ganancias a consideraciones de otro orden. Un extranjero, Colón, sin dejarse llevar de ningún entusiasmo por su empresa, la posterga entre düi cultosas e interminables negociaciones, no admitiendo sino una magnifica serie de ganancias y recompensas, antes de arriesgarse; mientras multitud de exploradores españoles se arrojan a los má.s peligrosos e inauditos trabajos por una muy eventual esperanza o por el simple atractivo de la aventura, con menosprecio de toda ventaja material. Y esto se observa en múltiples aspectos de la vida privada o de la pública. Siempre fué gran cualidad, a la vez que gran defecto del español, el atender a los móviles ideales más que a los provechos económicos. Y la reducción de necesidades, ora en el individuo es fuerza virtuosa, inspiradora de cualquier proceder generoso, ora es carencia de estímulos que engendra despego hacia el trabajo; lo mismo explica la abnegación colectiva mostrada por el pueblo español en varias situaciones y en épocas enteras de su historia, que la pasi vidad pública ante la mala gestión de los má.s vitales negocios del Estado. Los que desde antiguo notan el descuido de industrias y comercio en España, dan de ello explicaciones varias. En tiempo del Rey Católico, en 1513, Guic ciardini lo atribuye a que los artesanos tienen en la cabeza fumo di fidalgo y prefieren dedicarse a la guerra; explicación análoga a la de Saavedra Fajardo, quien aduce el <<espíritua ltivo y glorioso>>p ropio de la nación, aun en la gente plebeya despreciadora de las ocupaciones impropias de la nobleza. En otras épocas en que el espíritu guen-ero no domina, el bachiller Fernando de la Torre, Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN SOBRIEDAD XIII exponiendo en 1455 a Enrique IV una disputa tenida con cierto francés ante el rey de Francia, opina que los extranjeros son más industriosos y ricos que los españoles porque sus, tierras son menos fértiles que la nuestra; explicación repetida por el embajador del Sultán de Marruecos cerca de Carlos II en 1690, sin duda tomándola de labios españoles inspirados en los Loores de Hispania divulgados desde la antigüedad. Esa pretendida abundancia de la tierra hispá nica pudiera, en los siglos XVI y XVII, confundirse con la abundancia de plata y oro venido de América. Pero una circunstancia externa así, no es más que coadyuvante de la causa interna; que los estímulos de la ganancia y del bienes tar material son por el español pospuestos a otras apetencias ideales del <<espí ritu altivo y glorioso>>p, or vanas que a.veces sean ellas. Conformes están en esto las notas que desde el siglo ·xVII al XIX hallamos en los apuntes de los viajeros. Uno que visita la corte de Felipe III en Valladolid, anota que los menestrales trabajan desdeñosamente, como por salir del paso; se ve a algunos, sobre todo los plateros, sentados a la obra con la capa puesta, y en cuanto juntan 200 ó 300 reales, se ciñen la espada y se pasean muy hidalgos, hasta que, gastado todo, tienen que volver a su faena. Lo mismo otro viajero. que recorre la España de Isabel 11, tampoco pinta al obrero andaluz como holgazán en el trabajo, pero si que, en cuanto gana un puñado de reales, echa al hombro su chaquetilla bordada, coge la guitarra y va a lucirse entre sus amigos o a cortejar a las muchachas, hasta que la falta de dinero le hace volver a comenzar su labor. La intermitencia en el esfuerzo no es diaria, no se produce por agotamiento o flojedad que exija largos descansos para la reposición de energías, sino por disipación del estimulo; satisfecha la necesidad material apremiante, la atención se va tras otros móviles que le resultan más atractivos. Posee el español el inestimable tesoro de la sobriedad, que le libera de muchos afanes embarazosos; pero no suele pensar en administrarlo provecho samente, cuando los afanes deben ser aceptados. Sin embargo, ese despego hacia el trabajo, tan señalado a través de los siglos, cuenta con rectificaciones de carácter general no difíciles ni infrecuentes. Guicciardini mismo nos da cuenta de la conocida restauración de las industrias debida a los Reyes Católicos, hablándonos de los telares de Valencia, Toledo y Sevilla, cuyos tejidos de carmesí y oro le merecen encomios confirmados por Navajero en 1526. Cono cido es también el crédito que el trabajo adquiere en toda España con la extensa obra de fomento emprendida por Fernando VI y Carlos III, la cual despierta celos y temores de concurrencia en los países más comerciales, según confiesa W. Robertson en 1777. Graciin destaca un matiz especial del desinterés en relación con el aban dono de cualquier empeño. Envidiando la ordenada laboriosidad de pueblos Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN XIV HISTORIA. DE .ESPAÑA. INTRODUCCIÓX extranjeros, escribe: <<Impaciencia de ánimo, tacha de españoles, así como la paciencia es ventaja de los belgas; éstos acaban las cosas, aquéllos acaban con ellas; hasta vencer la dificultad sudan, y conténtanse con el vencer; no saben llevar a, cabo la victoria.>>L a, sobriedad de cuerpo y de ánimo se contenta con los primeros resultados, los inmediatos. Lo que lentamente y más tarde se ha de conseguir ya no despierta interés. Repugna el insistir sobre lo que se alcanza de una vez; esto basta. Pretender más es una intemperante falta de sobriedad. Por esto la paciencia en el propósito, encomiada por Gracián, mere~ ce desprecio, como obstinación importuna, propia sólo del que carece de natu ral prontitud de ingenio y de soltura en el obrar. Aún más, por una confianza arrogante o perezosa se va al descuido de toda previsión: le basta a cada día su afán y no hay para qué desvelarse con los cui dados del mañana. Entre los ejemplos históricos de esta imprevisión, sobresalen los que se ofrecen en el tiempo de acción más extensa y más gloriosa, no impi diéndola, es cierto, pero si dificultándola muy gravemente. Nada más signi ficativo que en materia tan principal como la hacienda, y en lo más agudo de la lucha suprema de contrarreforma, Felipe II saliese de sus apuros econó micos siempre con enorme ganancia de los genoveses, porque no se preparaba nada de un año para otro sobre los gastos extraordinarios que continuamente ocurrían, sino vivir al día cuando la necesidad se presentaba súbitamente, como observaba el embajador veneciano en 1573, entre otros casos funestos de desprevención. Más tarde, según notan con extrañeza escritores de dentro de casa, los 15 ó 16 millones de oro y plata que venían cada año de las Indias bastaban para inundar de moneda castellana a Europa hasta Constantinopla, pero no eran suficientes para que, al fin, todos los cambios y recambios no fuesen a parar a manos de los genoveses; éstos eran imprescindibles dada la desatención de los españoles hacia los calculatorios negocios de la banca, a cau sa de la referida «impaciencia>>a legada con este motivo por Suárez de Figueroa. Otro ejemplo muy notado por el criticismo español, siempre inclinado a las notas negativas, es el que nos da la frase proverbial explanada por Tirso en El celoso prudente: <<Socorrod e España sois, siempre perdido por tardo.>>C er vantes, en El gallardo español, hace que el rey de Argel dé por seguro que lle gará fuera de tiempo el socorro que los españoles intentan llevar a Orán; con vicción que en la realidad constituye la gran amargura de Quevedo en sus últimos días (mayo-junio 1645), ansioso por el socorro de Rosas, y teniendo por inevitable el que Rosas caería sin recibir el necesario auxilio. Correas acude a aliviar la censura de la tan divulgada frase, al registrarla en su Vocabulario: <<Socorrodse España, queja que envía tarde los socoPl'os, cosa ordinaria en imperios grandes; de Atenas en su tiempo se decía lo mismo.>>P ero la censura proverbial estaba ya en curso antes que España tuviera ningún extenso impe• Google Original from Digitized by UNIVERSITYO F MICHIGAN

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