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Historia Critica 018 PDF

127 Pages·2015·2.816 MB·Spanish
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índice carta a los lectores jaime jaramillo uribe: la escritura de la historia como destino personal bernardo tovar la contribución de germán colmenares a la historia intelectual y a la metodología de la historia jaime jaramillo dossier: historia urbana la pregunta por la existencia de la historia urbana germán rodrigo mejía el papel de la orden de la merced en la configuración del espacio urbano de buenos aires (1580-1640) gabriela de las mercedes quiroga estructura social de buenos aires y su relación con el espacio colonial (1580-1617) araceli n. de vera de saporiti el neogranadino y la organización de hegemonías, contribución a la historia del periodismo colombiano gilberto loaiza los retos de la historia ante la postmodernidad y las nuevas corrientes historiográficas marisa gonzález ¿cómo pensar la libertad a finales del siglo xi? el caso de anselmo de canterbury felipe castañeda reseñas eduardo sáenz ricardo arias juan carlos flórez 5 carta a los lectores Historia Crítica está cumpliendo sus primeros diez años. Todos aquellos que están familiarizados con las dificultades que debe afrontar la publicación de una revista académica en nuestro país, son conscientes del significado que reviste esta conme- moración. En efecto, de manera permanente, el Departamento de Historia ha rea- lizado todo tipo de esfuerzos para vencer los innumerables obstáculos que dificul- tan este tipo de labores. Pero además de cumplir regularmente con nuestros lecto- res cada seis meses, creemos que, durante toda esta década, nuestra revista ha contribuido al desarrollo de la disciplina histórica en un país que, como el nuestro, necesita, con toda urgencia, fortalecer el estudio de la historia y de todas las cien- cias sociales en general. Los resultados exitosos de Historia Crítica en la reciente convocatoria de Colciencias para la "Conformación del Index de Publicaciones seriadas científicas y tecnológi- cas colombianas", constituye, sin lugar a dudas, un reconocimiento a nuestro tra- bajo. Sin desconocer los enormes desafíos que se seguirán presentando y, cons- cientes de la enorme responsabilidad que implica nuestra tarea, queremos, como equipo, expresar en estas líneas nuestra satisfacción por los resultados logrados hasta el día de hoy. Deseamos, igualmente, agradecer a todos aquellos que, de una u otra manera, han colaborado con nuestra revista y, claro está, a la Universidad en general, que nos ha brindado su apoyo de manera permanente. En un momento de balance como este, es justo brindar reconocimiento a Daniel García-Peña, fundador de la revista, y quien, con su entusiasmo y trabajo, hizo posible su existencia. Este número rinde un homenaje a Jaime Jaramillo. Para no extendernos en elogios, que no siempre logran su noble objetivo, retomamos una frase reciente de Frank Safford: "... lo que ha pasado en los últimos cuarenta años es el desarrollo de la profesión universitaria de historia. [...] exalumnos de Jaime Jaramillo Uribe fueron realmente los fundadores de la historia profesional universitaria en Colombia"1 Presentamos a los lectores el texto realizado por Bernardo Tovar con ocasión de la 1 "La profesionalización de la historia", entrevista realizada al profesor Frank Safford por Sara González, en revista Memoria, Bogotá, enero-diciembre de 1998 pp. 150-151. 6 entrega del premio Planeta de Historia al profesor Jaramillo, a finales de 1998. Por otra parte, Historia Crítica publica una serie de artículos sobre historia urbana, una disciplina que empieza a tomar fuerza en Colombia. Ofrecemos dos artículos rea- lizados por historiadoras argentinas que analizan el caso de Buenos Aires. La pre- sentación teórica de esta temática es realizada por Germán Mejía, especialista co- lombiano en estas materias. ****** El Departamento de Historia de la Universidad de los Andes considera un deber unir su voz de protesta para condenar a todos aquellos que, escudándose cobarde- mente en cualquier tipo de motivaciones, atentan contra la dignidad de los seres humanos y no dudan en hacer de la población civil una víctima más de sus atroci- dades. Desde nuestro trabajo académico, queremos sentar la más firme protesta por la desaparición de nuestro colega, Darío Betancourt Echeverry, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. A partir del momento en que la vida de un ciudadano corre peligro de muerte por sus ideas, su credo religioso, su adscripción a un grupo social o étnico, hay que aceptar que es todo el conjunto de la sociedad el que se encuentra amenazado. La desaparición es un delito de lesa humanidad, para cuyo castigo la comunidad civilizada no acepta atenuantes. Esperamos el regreso de Darío Betancourt Echeverry. 7 jaime jaramillo uribe: la escritura de la historia como destino personal * bernardo tovar zambrano * Don Teodoro Jaramillo no tuvo que esperar mucho tiempo para apreciar en su hijo Jaime las cualidades que, mediando la incertidumbre entre el destino y el azar, habrían de convertirlo en uno de los más importantes historiadores de Colombia. Muy temprano, pudo percibir en el niño las dos virtudes principales que debe po- seer quien se dedique a la disciplina de Clío: la capacidad de raciocinar y el arte de narrar. La observación del padre quedó consignada en una carta escrita en Pereira el 25 de mayo de 1926, cuando Jaime contaba con nueve años de edad: "Jaime, que es el último -decía don Teodoro-, es sin duda el más inteligente de todos. Oírlo raciocinar y referir sus historias es para causar admiración a cualquiera". Don Teodoro, sin embargo, no tuvo la suerte de vivir el tiempo suficiente como para poder, ya no oír, sino leer, las historias escritas por su hijo. Dos años después de aquella carta, le sobrevino la muerte. Tenía 44 años de edad. Don Teodoro Jaramillo pertenecía al tronco familiar que registraba, por el lado paterno, la figura de un abuelo famoso: don Lorenzo Jaramillo Londoño. Oriundo de Sonsón, de fuerte personalidad, don Lorenzo tenía una habilidad especial para los negocios, lo cual le permitió acumular una gran fortuna. Por esas extrañas cir- cunstancias que se dan con alguna frecuencia en las familias, ninguno de los nueve * Texto leído con motivo de la entrega del Premio Planeta de Historia 1998 al profesor Jaime Jaramillo Uribe, el 3 de diciembre de 1998 en el Gun Club de Bogotá. * Profesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. 8 hijos de don Lorenzo salió con habilidad para los negocios. Negados para la lógica del capital, varios de ellos, en cambio, resultaron poetas y literatos. El historiador Jaramillo recuerda, entre otros, a Merejo Jaramillo, un poeta popular; a Joaquín Emilio JaramiUo, quien escribió algunas novelas y biografías; y a Manuel José, quien escribió en E/ Colombiano y fue autor de una novela. Recuerdos de personajes vinculados al mito familiar y a las figuras de identificación que, como otras que se presentarán a lo largo de su vida, debieron tener una influencia en los ideales y decisiones culturales del futuro historiador. Como todos los hijos de don Lorenzo, el abuelo de Jaime Jaramillo, José Manuel, recibió una importante herencia. Se decía que de los hijos de don Lorenzo el que menos poseía cualidades para los negocios era, precisamente, José Manuel. Habiendo quedado en la ruina, sus hijos, entre ellos Teodoro, tuvieron que abrirse paso a través de oficios muy diversos. Don Teodoro resolvió incorporarse con su esposa Genoveva y sus diez hijos, al éxodo de antioqueños que en los años veinte del presente siglo tenía como destino los departamentos de Caldas y Quindío. Después de un peregrinar por varias ciudades la familia se estableció en Pereira. Doña Genoveva, madre de Jaime Jaramillo, había nacido en el pueblo antioqueño del Retiro y pertenecía al linaje de los Uribe. Probablemente estaba emparentada con los Uribe del General Rafael Uribe Uribe, que provenían de Valparaíso. Ella, en efecto, tenía un culto especial por la memoria del General Uribe: "Nos lo ponía de ejemplo -expresa el profesor Jaramillo- para educar la voluntad y tener disciplina; nos hablaba de cómo el General se levantaba a las cinco de la mañana y tenía su vida reglamentada para el estudio y el trabajo. Era una especie de prototipo para ella". Cuando Teodoro Jaramillo decidió quedarse en Pereira, su hijo menor, Jaime, nacido en Abejorral en 1917, todavía no había cumplido los dos años de edad. Modelo de niño aplicado, aprendió a leer y a escribir cuanto tenía 4 ó 5 años de edad. Cursada la primaria, su ingreso al bachillerato estuvo signado por una decisión peculiar: la de convertirse en monaguillo de la Iglesia de Pereira. "Este oficio advierte Jaramillo- no lo busqué por religiosidad, sino por sentido práctico: me pagaban 2 ó 3 pesos al mes, con lo cual pagué mis tres primeros años de colegio. Después terminó gustándome el oficio". La cotidianidad que transcurría entre la casa, el colegio, la parroquia y los juegos fue de pronto interrumpida por la muerte de la madre. Las circunstancias entonces cambiaron: la familia se dispersó, él quedó prácticamente solo y tuvo que retirarse del colegio para ponerse a trabajar todo el tiempo. Se empleó primero como auxi- 9 liar de un médico de Pereira. Después trabajó en un almacén de ropa y en un negocio de abarrotes. Sin embargo, mientras desempeñaba estos trabajos, no dejó de estudiar por sí mismo; jamás el empleo lo apartó de la lectura, que ya era en él una rutina. La lectura, en efecto, fue en Jaime Jaramilio un hábito temprano, adquirido en el seno de una familia donde el acto de leer se había convertido en una especie de ritual colectivo. Varias veces a la semana se reunía el círculo familiar, con algunas personas del vecindario, para escuchar la lectura que la hermana mayor hacía, en sonoro estilo, de ciertos libros famosos. La lectura de la novela semanal le abrió el universo encantado de los libros. Novela, poesía, biografía, historia, política, todo interesaba a los deseos de lectura y de conocimiento de quien crecía cultivando un lazo sagrado con los libros. Pero o sólo era la lectura. Se sentía impulsado a establecer una relación creadora con os asuntos de la vida y la cultura, lo cual se materializaba en el acto de la escritura. Empezó entonces a escribir pequeñas crónicas que publicaba en un periódico local. En 1936, el joven Jaime Jaramilio tomó una decisión: viajar a la Capital de la república a perseguir nuevos horizontes, siempre con la idea de terminar el Bachillerato. Por trabajo no debió preocuparse, pues pronto se empleó como cajero en el café Colombia, que era de un tío suyo. A su turno, entró a estudiar en la Escuela normal Central para varones. Estudiaba de día y por la noche atendía la caja del café. De esa manera pudo concluir la secundaria e ingresar a la universidad. Se articuló en la Escuela Normal Superior aprovechando una beca que a él, como a otros estudiantes, le había ofrecido el Rector José Francisco Socarras. La Normal en Colombia el principal centro educativo, en el que reinaba un clima de fecunda renovación intelectual, científica y profesional. Mediando los estímulos intelectuales de la universidad y, de modo particular, las publicaciones del Fondo de Cutura Económica de México y la Revista de Occidente, Jaime Jaramilio pudo tener cceso a las obras de algunos pensadores fundamentales en las ciencias sociales, Marx y Weber entre ellos. Al mismo tiempo, escribía comentarios de libros que publicaba en Educación, la revista de la Escuela. Posteriormente, hacia 1945, empezó a publicar sus primeros ensayos. De su paso por la universidad derivaría el convencimiento -bajo la prédica de Socarras- de que era necesario dedicarse a studiar el país. En 1941 obtuvo el grado de Licenciado en Ciencias Sociales y conómicas, y de inmediato fue nombrado profesor de la Normal Superior. Jaramillo ue la primera persona que empezó a enseñar sociología moderna en la Escuela Normal y luego en la Universidad Nacional. . 10 En 1946 se hizo acreedor a una de las becas que el gobierno francés ofreció a varios profesores de la Normal Superior. En París, ingresó, como alumno, a la Sorbona y a la Escuela de Ciencias Políticas. En la Ciudad-Luz habría de resultarle crucial el contacto con la historiografía francesa, al mostrarle el camino de una decisión: dedicarse exclusivamente a la historia. Entre los diversos historiadores franceses, Jaramillo reconoce que fue Henri Pirenne quien le transmitió el entusiasmo y el goce por la historia. Quince días antes del trágico 9 de abril de 1948, Jaramillo retornó a Colombia. El y sus compañeros de beca debían reintegrarse a la Escuela Normal. Se presentaron ante el nuevo Rector, el poeta Rafael Maya, y éste les respondió que lamentaba mucho, pero en la Escuela no había nada para ellos. Aprovechando una coyuntura personal, se empleó en la Superintendencia Nacional de Instituciones Oficiales de Crédito, como Director de Visitadores. Aquí, de paso, colaboró en la elaboración de una historia de las empresas creadas por el Instituto de Fomento Industrial. Por el lapso de un año, entre 1950 y 1951, Jaramillo fue redactor del periódico El Liberal, cuyo director era Hugo Latorre Cabal. El diario llevaba la vocería de Alfonso López Pumarejo, quien con mucha frecuencia visitaba la casa del periódico. Por ese tiempo, Jaramillo se encontraba realizando su investigación sobre el pensamiento colombiano en el siglo XIX, y un día llegó López a su escritorio y le preguntó: "Y usted, ¿en qué anda?". "Estoy tratando de hacer una investigación sobre las ideas en Colombia", le respondió. "¿Las ideas en Colombia? Pues le va a costar mucho trabajo encontrarlas", le observó el expresidente. "Sí, Doctor López -comentó Jaramillo-, es muy difícil encontrarlas, pero usted sabe que el historiador es algo parecido a la divinidad, hace la creación ex nihilo” Mientras tanto, Jaramillo había adelantado sus estudios de derecho en la Universidad libre, graduándose, en 1951, en una profesión que finalmente no ejercería. Al año siguiente se vinculó a la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional, donde permaneció hasta 1953, cuando viajó a Alemania, como profesor visitante de la Universidad de Hamburgo. A mediados de 1955, regresó a Colombia y se reintegró a la Universidad Nacional. Fue el momento en que Jaramillo Uribe inició en esta institución su actividad de historiador que habría de tener una honda repercusión en la renovación de la historiografía nacional. Con el propósito de promover, por primera vez en el país, la profesionalización de la historia, creó en 1962 el Departamento de Historia y su órgano de difusión, el Anuario Colombiano de Historia Social de la Cultura. Un hecho 11 significativo fue la formación, bajo la orientación del profesor Jaramillo, de un grupo de estudiantes que habría de convertirse en el núcleo principal de la tendencia que, pasando los años, se denominaría "La Nueva Historia de Colombia", tendencia a la cual se unirían historiadores provenientes de otras facultades y universidades. En 1956 Jaramillo terminó de escribir su más importante obra, El pensamiento colombiano en el siglo XIX. Con este trabajo, que sólo sería publicado ocho años después, el autor inauguraba el territorio de la historia de las ideas. De la misma manera que esta obra no tenía antecedentes en nuestra historiografía, tampoco ha tenido continuadores. Permanece brillando en un lugar destacado dentro de los pocos libros clásicos de la historiografía colombiana. Obedeciendo a una coyuntura, que no estaba exenta de un afecto por la ciudad de la infancia, en 1962 escribió una historia de Pereira, en colaboración con Juan Friede y Luís Duque Gómez. Después de la terminación de El Pensamiento colombiano, el interés investigativo del autor se desplazó a la época colonial. Aquí, se ocupó de la demografía indígena, de la esclavitud y del mestizaje. Sobre la esclavitud elaboró dos trabajos, los cuales, por su novedoso enfoque socio- cultural, se constituyeron en pioneros de la investigación moderna de la esclavitud colonial, y en antecedentes significativos de los estudios afrocolombianos. La investigación del mestizaje como elemento sustantivo de la dinámica social de la Colonia le permitió a Jaramillo escribir uno de los trabajos paradigmáticos de nuestra historiografía colonial. Correspondiendo a otras temáticas que siempre han atraído la atención del maestro, publicó los libros Entre la historia y la filosofía (1968), e Historia de la pedagogía como historia de la cultura (1970). En 1970, por motivo de jubilación, Jaramillo se retiró de la Universidad Nacional. Se vinculó entonces a la Universidad de los Andes, donde ejerció la Decanatura de la Facultad de Filosofía y Letras (1970-1974) y dirigió la revista Razón y Fábula. A mediados de los años setenta, estuvo como profesor visitante en las Universidades de Oxford, Londres y Sevilla; poco tiempo después, asumió la Embajada de Colombia en Alemania, en la cual permaneció dos años. Durante su vinculación a la Universidad de los Andes, que se prolonga hasta el presente, además de dictar las cátedras de historia, no ha dejado de investigar y de escribir. De este modo, entre 1977 y 1994, han aparecido tres libros que recogen una interesante y sugestiva variedad de ensayos: La personalidad histórica de Colom- 12 bia, el tomo II de los Ensayos de historia social, y De la sociología a la historia. Un suceso historiográfico de particular importancia fue la elaboración, bajo la dirección dé Jaime Jaramillo, del célebre Manual de Historia de Colombia. Como reconocimiento a su fecunda actividad intelectual, el profesor Jaramillo ha recibido diversas distinciones, entre las cuales se cuentan los Doctorados Honoris Causa en Filosofía, otorgados por la Universidad Nacional (1992) y la Universidad de los Andes (1994); La Cruz de Boyacá concedida por el Gobierno Nacional (1993); y el Premio Nacional a la Vida y Obra de un Historiador, creado por el Archivo General de la Nación (1995). Hay que pensar en un antes y en un después de la historiografía colombiana cuando se trata de la obra del maestro Jaime Jaramillo. A su iniciativa se debe que la historia haya comenzado a tener en Colombia un espacio académico y profesional en la institución universitaria; que haya dejado de ser una espontánea y eventual actividad de aficionados para convertirse en un oficio profesional practicado con el rigor que imponen la teoría, la metodología y la técnica moderna de la investigación histórica. Puede decirse que con Jaramillo empieza la historiografía universitaria o nueva historia de Colombia. Bajo su orientación, surgió la primera generación de historiadores universitarios y profesionales cuya presencia, a su turno, ha sido importante para el desarrollo de la investigación y la formación de nuevos historiadores. El discurso histórico de Jaramillo ha contribuido a renovar el campo de la historia social y cultural de nuestro país, y de modo especial, tiene una impronta original y fundante en cuanto se refiere a la historia de las ideas en el siglo XIX y a la historia de la esclavitud y del mestizaje durante la época colonial. Estas son las principales significaciones que se simbolizan en el Premio que hoy otorga el Grupo Editorial Planeta al maestro Jaime Jaramillo Uribe, al historiador que hubo de comenzar, hace quince lustros y ante la mirada del padre, urdiendo y narrando historias infantiles.

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