HERIDO EN CASA DE SUS AMIGOS ¿Cuándo se reanudará la abortada lluvia tardía? (índice) Ron Duffield RETURN OF THE LATTER RAIN PUBLISHERS MOUNT SHASTA, CALIFORNIA 1 Diseño de portada: Ken McFarland, Page One Communications Ilustración de portada: Lars Justinen Traducción: http://www.libros1888.com Título del original: Wounded in the House of His Friends Copyright by Ron Duffield All Rights Reserved ISBN (original en inglés): 978-0-69225-860-6 2 Índice Prefacio 5 Introducción 9 1. La lluvia tardía del Espíritu Santo 15 2. 1889-1891: Asamblea pastoral y de la Asociación General 25 3. Los reavivamientos en las reuniones campestres de 1892 41 4. El reavivamiento en Battle Creek 65 5. La asamblea pastoral de 1893 77 6. Oír el consejo del Testigo Fiel 103 7. La asamblea de la Asociación General de 1893 137 8. ¡Cómo me alegra el corazón! 159 9. Agencias satánicas contra la lluvia tardía y el fuerte pregón 181 10. ¿Otro profeta? Acusaciones de fanatismo 199 11. Acán en el campamento 239 12. Se demora el retorno de Cristo 251 13. El congreso de la Asociación General de 1901 275 14. Sin olvidar Minneapolis 299 3 4 Prefacio (índice) ¡Pocos autores pueden decir que se hayan vendido 6.000 ejemplares de su primer libro! Tal ha sido el caso con El retorno de la lluvia tardía (vol. 1), de Ron Duffield, un libro de más de 500 páginas, ¡Y ESO EN AUSENCIA DE CUALQUIER PROMOCIÓN COMERCIAL! Es evidente que algo en el título atrajo la atención. Y era de prever: hay muchos hoy que están esperando la prometida lluvia tardía del Espíritu Santo, ¡y con razón! Tristemente, la mayor parte de ellos cree que el simple hecho de unirnos en oración a nivel mundial indicará al Espíritu Santo que es el momento de venir y traer el poder prometido. Lo cierto es que Dios no se presta a ese juego con nosotros. Se nos informa que la lluvia tardía comenzó en la era de 1888-1895, pero fue resistida “en gran medida” por la dirección de nuestra iglesia. Sé que eso no es fácil de aceptar, y que requiere ciertas explicaciones -que Ron Duffield abordó en el volumen 1-. Siendo que sólo unos pocos son conocedores del trato que recibió realmente Cristo hace unos 125 años por parte de los padres de nuestra propia iglesia, ¿no sería posible que lo sigamos hiriendo hoy todavía mediante nuestra ignorancia ingenua o voluntaria? En el presente volumen Ron se centra en “aquello” que fue “resistido”, y en cómo dicha resistencia puede muy bien continuar hasta el presente. En los años que han pasado desde que se publicó El retorno de la lluvia tardía, no he visto que nadie haya puesto en duda alguna de las numerosísimas evidencias aportadas respecto a lo que se predicó / enseñó entre 1888 y 1892, ni al porqué de la detención de la “lluvia tardía” desde aquellos fatídicos años hasta hoy. Herido en casa de sus amigos nos enfrenta cara a cara con la realidad de los sufrimientos divinos que se intensificaron durante el episodio de 1888 y lo que siguió, y que continúa hasta nuestro día. El subtítulo de este libro es: ¿Cuándo regresará la abortada lluvia tardía? 5 Es importante observar la relación entre esa lluvia tardía abortada y el mensaje a la iglesia de “Laodicea” en el libro de Apocalipsis. ¿Por qué es así? La descripción que hace el Señor de la iglesia de estos últimos días (Apocalipsis 3:14-22) presenta a los profesos seguidores de Cristo rehusando abrirle la puerta, resistiendo a Aquel que está a la puerta y llama -y vuelve a llamar- una década tras otra... Laodicea es el pueblo Potemkin adventista. “Potemkin” ha significado por siglos algo que en apariencia es elaborado e impresionante, pero que en realidad carece de sustancia. Forma parte de la literatura rusa. Gregory Potemkin, líder notable de la armada y de la fuerza naval rusa, protagonizó hechos sobresalientes que incluían levantar falsos asentamientos habitados por felices pobladores a lo largo de las riberas del Dnieper, con el fin de impresionar a la emperatriz Catherine II durante su visita a Crimea en 1787. De esa forma, “pueblo Potemkin” ha venido a significar una construcción vacía o falsa -en sentido físico o bien figurativo- cuyo propósito es ocultar una realidad indeseable. La descripción que hace el Señor de la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:5-8) encaja muy bien en lo que significa “pueblo Potemkin”. En ningún momento de la historia ha tenido la Iglesia Adventista del Séptimo Día una apariencia más próspera que hoy: más primeras clases, más invitaciones e incluso mayor éxito relativo. Tampoco ha sido dirigida nunca por un número semejante de pastores y administradores de tan remarcable formación académica. No ha gozado nunca de un reconocimiento externo tal en lo relativo a su habilidad para fomentar un estilo de vida saludable. Teológicamente, la mayor parte de sus miembros -ministros o laicos- siente que “de nada tengo necesidad”. ¿Por qué habrían de pensar de otra manera? Disponen de todos los textos que demuestran qué día es el Sabat, o a dónde vamos al morir. Emplean los términos correctos, tales como expiación, justicia por la fe, lluvia tardía, etc. Gozan de registros personales sorprendentes si contamos la cantidad de encuentros evangelísticos a los que han asistido. 6 ¿Cómo es posible que nuestro Señor diga: “Cuanto más te miro, más náuseas siento”? Por supuesto, el Señor no vomita, escupe ni desecha a los laodicenses. Simplemente está ante su puerta como un Caballero a la espera de que su pueblo denominado quiera oír, por embarazosa que sea esa situación, y más a medida que los años van pasando. ¡Qué formidable descripción verbal! ¡Dios, tratando de procurar la atención de esta iglesia que aparenta hacerlo todo bien y se enorgullece de ello! Pero él sigue llamando década tras década, esperando que alguien abra la puerta, permitiéndole traer la verdad, la paz y el gozo indescriptible a aquellos que se sienten hastiados del sentimiento de satisfacción por no estar ni fríos ni calientes. ¿Cuál es, pues, la gran carencia del pueblo Potemkin adventista? A pesar de cifras sorprendentes y de instituciones impresionantes, a pesar de una ingente cantidad de literatura procedente de las diversas casas publicadoras, a pesar de un sistema de educación escolar envidiable desde el parvulario hasta los grados superiores, a pesar de haber cada vez más pastores con graduaciones académicas, ¿qué es lo que realmente necesitamos? ¿Pudiéramos estar en peligro de construir nuestros propios pueblos Potemkin? Siendo que Jesús pudo haber regresado en el siglo XIX, ¿por qué estamos aún aquí? Quizá algunos tengan ideas más positivas, tales como acudir a la puerta y atender la llamada del que quiere entrar y nos invita a derribar la fachada Potemkin que tan admirablemente hemos erigido. ¿Tenemos alguna clave relativa a lo que nos quiere decir? Ciertamente. Desde el propio jardín del Edén, él no nos ha dejado en la ignorancia de lo que quiere que sepamos. Nos ofrece “oro refinado en el fuego”, “vestiduras blancas para vestirte” y “colirio para que veas”. Todo lo anterior es exactamente lo que Ron Duffield pregunta y responde en el primer volumen (El retorno de la lluvia tardía) y en este volumen intermedio (en espera del segundo volumen). Desde 1888, los adventistas hemos estado “gozando” de nuestro pueblo Potemkin. Este libro, junto al primer volumen y al próximo 7 segundo, traerá a nuevos lectores al conocimiento de lo que el Caballero que llama a la puerta está tratando de decir a los adventistas en el siglo XXI. Herbert Edgar Douglass Yountville, CA, junio 2014 8 Introducción (índice) “Le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos. Levántate, oh espada, sobre el pastor y sobre el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor y se derramarán las ovejas: mas tornaré mi mano sobre los chiquitos” (Zacarías 13:6-7). Esta profecía mesiánica la escribió Zacarías hacia el final de su mensaje enviado a los judíos desanimados que habían regresado del exilio babilónico para reedificar Jerusalem. Cinco siglos más tarde, pocos entre el pueblo judío captaban el significado del cumplimiento de esas palabras en la vida y muerte de Jesucristo, su prometido Mesías. Sin embargo, el propio Jesús había citado Zacarías 13:7 –“hiere al pastor”- a once de sus discípulos mientras se dirigían al Monte de las Olivas la noche que precedió a su crucifixión (Mateo 26:31). Algunos comentadores bíblicos interpretan correctamente Zacarías 13:6 -al menos como aplicación secundaria- en términos de una predicción de los azotes y heridas que Cristo recibiría de manos de aquellos que se debieran haber comportado como sus amigos (Francis D. Nichol, ed., Seventh Day Adventist Bible Commentary - Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1977- vol. 4, 115). Muchos adventistas del séptimo día están al corriente de ese hecho, como también de que Ellen White citó el versículo 6 como una de las “profecías sencillas y específicas” que predecía “aun la forma de su muerte” (Ellen G. White, Los hechos de los apóstoles, p. 180 y 184). Sin embargo, pocos adventistas se han apercibido de que Ellen White también aplicó Zacarías 13:6 al desgraciado trato que recibió Cristo, representado por el Espíritu Santo, de parte de su pueblo remanente durante el congreso de la Asociación General de 1888 en Minneapolis y durante el período controvertido en los años que siguieron. Cuán pocos saben que Cristo fue “herido” en casa de nuestros propios padres, hace unos 125 años. ¿Es posible que continuemos hiriéndolo hoy mediante nuestra ignorancia ingenua o voluntaria respecto a cómo fue tratado en el pasado? Demasiado a menudo, en nuestro anhelo por la segunda venida de Cristo y por ver el final de nuestro sufrimiento, olvidamos cómo ha sido herido, y cuál ha sido la enormidad del sufrimiento que le ha causado a él y a todo el 9 cielo la larga demora. Haremos bien en considerar seriamente lo que Ellen White escribió en 1902: Los que piensan en el resultado de apresurar o impedir la proclamación del evangelio, lo hacen con relación a sí mismos y al mundo; pocos lo hacen con relación a Dios. Pocos piensan en el sufrimiento que el pecado causó a nuestro Creador. Todo el cielo sufrió con la agonía de Cristo; pero ese sufrimiento no empezó ni terminó cuando se manifestó en el seno de la humanidad. La cruz es, para nuestros sentidos entorpecidos, una revelación del dolor que, desde su comienzo produjo el pecado en el corazón de Dios. Le causan pena toda desviación de la justicia, todo acto de crueldad, todo fracaso de la humanidad en cuanto a alcanzar su ideal. Se dice que cuando sobrevinieron a Israel las calamidades que eran el seguro resultado de la separación de Dios: sometimiento a sus enemigos, crueldad y muerte, Dios “fue angustiado a causa de la aflicción de Israel”. “En toda angustia de ellos él fue angustiado. [...] Y los levantó todos los días de la antigüedad”. Su “Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Cuando “la creación gime a una”, el corazón del Padre infinito gime porque se identifica con nosotros. Nuestro mundo es un vasto lazareto, un escenario de miseria al cual no nos atrevemos a dedicar siquiera nuestros pensamientos. Si nos diéramos cuenta exacta de lo que es, el peso sería demasiado aplastante. Sin embargo, Dios lo siente todo (Ellen G. White, “Definitive Aim in Service”, General Conference Bulletin, 1 julio 1902; La Educación, p. 238, ed. 2009). ¿Sería posible que esos sufrimientos divinos se hubieran intensificado durante el episodio de 1888 y lo que siguió, continuando hasta nuestros días? Herido en casa de sus amigos pretende enfrentarnos con la realidad de ese hecho. Herido en casa de sus amigos es en realidad un volumen intermedio, un resumen en la serie El retorno de la lluvia tardía, cuyo primer volumen se publicó en 2010 (2017 en español: http://libros1888.com/Pdfs/Retorn_1.pdf ). El retorno de la lluvia tardía fue el resultado de un estudio personal que comenzó en 1998 a modo de compilación simple, pero singular, de declaraciones de Ellen White relativas al tema de la lluvia tardía y el fuerte pregón, clasificadas en orden cronológico. Se trata de declaraciones 10
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