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Hegemonía o supervivencia: el dominio mundial de EE.UU. PDF

363 Pages·2004·2.077 MB·Spanish
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H E G E M O N ÍA O SU Noam Chomsky P ER V I V E N C IA El dominio mundial de EEUU Traducción de Carlos José Restrepo GRUPO EDITORIAL NORMA Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Caracas, Guatemala, Lima, México. Panamá. Quito, San José. San Juan San Salvador. Santiago de Chile Santo Domingo Chomsky, Noam, 1928- Hegemonía o supervivencia / Noam Chomsky. — Bogotá: Grupo Editorial Norma , 2004. 370 p.; 21 cm. — (Biografías y documentos) Incluye bibliografías ISBN 958-04-7825-2 t. Estados Unidos - Relaciones exteriores I. Tít. II. Serie 327.73 cd 20 ed. AHV2552 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango Título original en inglés: Hegemony or survival Primera edición en inglés: Metropolitan Books, 2003 ©Noam Chomsky, 2003 © Editorial Norma S.A.. 2004 Apartado Aéreo 53550, Bogotá Portada: Camilo Umafta Elaboración de índices: Gustavo Patino Díaz Corrección de estilo: Erica Ávila Buitrago Armada: Blanca Villalba Palacios Primera edición : abril de 2004 ce 20683 ISBN 958-04-7825-2 Prohibida la reproducción total o parcial sin permiso escrito de la Editorial Impreso por Editora Géminis Ltda. Impreso en Colombia - Printed in Colombia Este libro se compuso en caracteres Octavian C O N T E N I DO 1 Prioridades y perspectivas 7 2 La gran estrategia imperial 21 3 La nueva era de la ilustración 77 4 Tiempos peligrosos 107 5 La conexión iraquí 159 6 Los dilemas de la dominación 209 7 Caldera de hostilidades 225 8 Terrorismo y justicia: algunas verdades útiles 265 9 ¿Una pesadilla pasajera? 307 índices índices onomástico 337 índice toponímico 345 índices analítico 351 Lista de siglas y acrónimos 367 1 Prioridades y perspectivas HACE UNOS AÑOS, ERNST MAYR, uno de los grandes de la bio logía contemporánea, publicó algunas reflexiones sobre las posibi lidades de éxito en la búsqueda de inteligencia extraterrestre1. Estimaba que las perspectivas eran muy pobres. Su raciocinio tenía que ver con el valor adaptativo de la que llamamos " inteligencia su perior", en el sentido de la organización intelectual propia del hom bre. Mayr calculó el número de especies desde el origen de la vida en alrededor de 50 000 millones, de las cuales sólo una "alcanzó el tipo de inteligencia necesario para crear una civilización". Cosa que se dio hace apenas muy poco, tal vez unos 100 000 años atrás. La creencia general es que sólo sobrevivió un pequeño grupo reproduc tor, del que todos nosotros descendemos. Mayr planteó que la selección tal vez no propicia la organización intelectual de tipo humano. La historia de la vida en la Tierra, escri bía, refuta la afirmación de que "es mejor ser listo que estúpido", al menos si se juzga en términos de éxito biológico. Los escarabajos y las bacterias, por ejemplo, son muchísimo más exitosos que los hom bres en términos de supervivencia. Asimismo, Mayr hizo la más bien 1 Mayr, en Bioastronomy News 7, núm. 3,1995. [7] Hegemonía o supervivencia lúgubre observación de que "el promedio de vida de una especie es de unos 100000 años". Ingresamos ahora en un período de la historia humana que po dría dar respuesta a la pregunta de si es mejor ser listos que estúpi dos. La perspectiva más esperanzadora está en que la pregunta no tenga respuesta. Si obtiene una respuesta terminante, esa respuesta sólo puede ser que los humanos fueron algo así como un "error bioló gico", habiendo utilizado sus 100000 años asignados para aniqui larse entre ellos y de paso acabar con casi todo lo demás. Sin duda alguna, la especie humana ha desarrollado la capaci dad de hacer precisamente esto; y un hipotético observador extra- terrestre bien podría concluir que los humanos han dado prueba de esta capacidad a lo largo de la historia, de manera dramática en los últimos cien años, con su ataque contra el ambiente que sustenta la vida, contra la diversidad de organismos más complejos y, con frío y deliberado salvajismo, también contra sus semejantes. DOS S U P E R P O T E N C I AS El año 2003 se inauguró con numerosos indicios de que las in quietudes por la supervivencia humana están bien fundadas. Para dar unos pocos ejemplos, a principios de otoño de 2002 se supo que cuarenta años antes esquivamos por un pelo una guerra nuclear, posiblemente de carácter final. Acto seguido de esta alarmante re velación, el gobierno de Bush bloqueó los esfuerzos de la ONU para prohibir la militarización del espacio, lo que constituye una seria amenaza a la supervivencia. La administración Bush también puso fin a las negociaciones internacionales para impedir la guerra bioló gica y entró en acción para hacer inevitable el ataque a Iraq, a pesar de una oposición popular sin precedente histórico. Organizaciones de ayuda con amplia experiencia en Iraq y es tudios de respetadas organizaciones médicas advirtieron que la in- [8] 1 PRIORIDADES Y PERSPECTIVAS vasión proyectada podría precipitar una catástrofe humanitaria. Washington ignoró las advertencias, que poco interés despertaron en los medios. Una comisión norteamericana de alto nivel concluyó que los ataques con armas de destrucción masiva (ADM) en territo rio de Estados Unidos eran "probables" y lo serían más aún en el caso de una guerra con Iraq. Numerosos expertos y agencias de in teligencia emitieron admoniciones similares, añadiendo que la beli gerancia de Washington, no sólo contra Iraq, hada crecer la amenaza a largo plazo de terrorismo internacional y proliferación de A D M. Es tas advertencias también fueron ignoradas. En septiembre de 2002 la administración Bush proclamó su Es trategia de Seguridad Nacional, donde afirma el derecho de Es- tadosUnidos a recurrir a la fuerza para eliminar cualquier desafío que se perciba contra su hegemonía mundial, la cual ha de ser per manente. Esta nueva estrategia global despertó hondas preocupa ciones en todo el mundo, incluso dentro de la élite que dirige la política exterior estadounidense. También en septiembre se lanzó una campaña de propaganda para pintar a Saddam Hussein como una amenaza inminente contra Estados Unidos e insinuar que era el responsable de las atrocidades del 11 de septiembre (s-11) y que tramaba otras. La campaña, programada para que coincidiera con las elecciones de mitad de período del Congreso, consiguió modificar actitudes con un notable éxito. Dicha campaña logró, en poco tiem po, apartar a la opinión pública estadounidense de la banda de la opinión mundial y ayudó a que la administración alcanzara sus metas electorales y convirtiera a Iraq en un verdadero terreno de prueba para la recién proclamada doctrina del uso de la fuerza a dis creción. El presidente Bush y sus asociados insistieron también en torpe dear los esfuerzos internacionales por reducir reconocidas amena zas graves contra el medio ambiente, con pretextos que apenas disimulaban su devoción por algunos sectores restringidos del po- [9] Hegemonía o supervivencia der privado. El Programa Científico sobre Cambio Climático (PCCC) de la administración, escribe Donald Kennedy, director de la revista Science, es una farsa que "no incluye recomendaciones para limitar las emisiones, ni tampoco otras formas de mitigación" y se contenta con "metas de reducción voluntaria que, así se cumplan, permitirían que las tasas de emisión de Estados Unidos continúen creciendo alre dedor del 14 por ciento por década". El PCCC ni siquiera tiene en cuenta la posibilidad, sugerida por un "creciente acervo probatorio", de que los cambios de calentamiento en el corto plazo de los que hace caso omiso "dispararán un abrupto proceso no lineal", que produ cirá drásticos cambios de temperatura que podrían conllevar ries gos extremos para Estados Unidos, Europa y otras zonas templadas. La "desdeñosa abstención de entrar en compromisos multilaterales sobre el problema del calentamiento global [por parte de la admi nistración Bush]", prosigue Kennedy, fue "la postura que dio inicio al largo y continuado proceso de erosión de sus amistades en Euro pa", y remató en "un resentimiento ardiente"2. Hacia octubre de 2002 se iba haciendo difícil ignorar el hecho de que el mundo estaba "más preocupado con el uso desenfrenado del poder por parte de Estados Unidos que (...) con la amenaza repre sentada por Saddam Hussein", y "tan interesado en limitar el po der del gigante como (...) en eliminar las armas del déspota"3. Las inquietudes mundiales aumentaron en los meses siguientes, cuan do el gigante puso en claro su intención de atacar a Iraq, así los ins pectores de la ONU, que toleraba de mala gana, no consiguieran desenterrar armas que sirvieran de pretexto para la invasión. Para el mes de diciembre, el apoyo a los planes de guerra de Washington difícilmente llegaba al 10 por ciento en casi todas partes por fuera de Estados Unidos, según encuestas internacionales. Dos meses des- 2 Donald Kennedy, en Science, 299, 21 de marzo de 2003. 3 Howard LaFranchi, en Christian Science Monitor, 30 de octubre de 2002. [10]

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