WMl f) { I PQ6550 G8 1885 c. 1 1080021951 L EX I ß RI s HEMETHERII VALVERDE TELLEZ Episcopi Leonensis ' T'' » l-lt c te ¿ó J&istMrf^ 4$ Wti*' C^CÁ O f ^ f j — ^ ta C •.1 r- ¿pt fp.^ ^: > v^ / r > / •, y Ü -1 •> ^ - GRITOS DEL COMBATE * OBRAS POÉTICAS DEL MISMO AUTOR Colección de obras dramáticas escogidas : un tomo de 520 páginas. La última lamentación de Lord Byron : POEMA, vigésima edición. Un idilio y una elegía : décimatercia edición. La selva oscura : POEMA, undécima edición. El vértigo : POEMA , vigésima edición. La visión de Fray Martin : POEMA, duodécima edición. La pesca : POEMA, undécima edición. A TE : ARCE CmiUa Alfonsina ìblioteca Universitario ILLA HIJOS DE TÈ t, num. Idi 4 0 6 66 GRITOS DEL COMBATE POESIAS DE DON GASPAR NÚÑEZ DE ARCE (DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA) CUARTA EDICION , CORREGIDA Y AUMENT. UNIYBSr" r v'O LEON BBl'o i .Cfltó'/iff Alfonsina Biblioteca Universituru ui MADRID |E VILLA LIBRERÍA DE FERNANDOFÉ LIBRERÍA DE HIJOS DE FÉ Car. San Jerónimo, 2 Sierpes, núm. 101 1885 s < ¿ 6 66 o 9r> \<b PREFACIO <r>. Derechos reservados. I. Queda hecho el depó- sito que marca, la ley. CCEDIENDO á las reiteradas instancias de algunos amigos míos, me he deter- minado á coleccionar, con el título de Gritos del Combate, los versos que bajo la impre- sión de dolorosos y trascendentales sucesos, y en medio del fragor de la lucha, he escrito, du- (i) Las poesías que contiene este tomo desde la pági- na 213 hasta el fin, han si Jo escritas y .publicadas, como indican sus fechas, con posterioridad á la aparición de Los Gritos del Combate. Las incluyo en esta tercera edi- ción, porque corresponden al mismo género de las com- posiciones que escribi en épocas azarosas para nuestra patria, y son como un eco lejano c'e los cantos que me FONDO EMETERIO inspiró entonces el espectáculo de las discordias, desven- VALVERDE .Y TELLEZ turas y miserias á que debió su ruina la generosa y ma- lograda revolución de Septiembre. MADRID: EST. TIP. DE RICARDO FÉ: CEDACEROS, II | 010388 £ fj z C" rante estos últimos años, acaso los más pertur- No esperes en revuelta sacudida bados y revueltos de nuestra siempre revuelta alcanzar el r^piedio por tu mano, ¡ oh sociedad rebelde y corrompida! y perturbada historia. Perseguirás la libertad en vano; Tal vez parezca á algunos extemporánea la que cuando un pueblo la virtud olvida lleva en sus propios vicios su tirano (1). publicación; pero yo no escojo el momento; las circunstancias me le brindan, y no quiero des- Tampoco te equivocaste cuando en Abril de aprovechar la ocasión que se me ofrece de sal- 1868, es decir, seis meses antes del alzamiento dar mis cuentas atrasadas con la revolución y de Cádiz, exponías en una lectura pública cele- con mi conciencia—Más lastimado por el es- brada en el Ateneo catalán, con motivo de los pectáculo de las miserias humanas que por la Juegos florales, tus dudas é inquietudes sobre violencia de los sucesos; triste, desengañado y nuestro estado, y espantada ante el grosero ma- abatido, siento cierta especie de melancólico or- terialismo de nuestra edad descreída, me empu- gullo en mirar desde las regiones de la poesía jabas hacia la soledad, de la cual ¡ojalá nunca los desvarios, las impurezas, el rebajamiento hubiera salido! (2). moral de esta época, tan exhausta de caracte- Pero las corrientes de la opinión, entonces res viriles como de virtudes cívicas. ¡Ay, pobre irresistibles, la actitud unánime de mi partido, musa mía ! Tú no estuviste ciega. Viste con cla- y el temor de que mis juicios y recelos no se ridad y desde muy lejos que no era posible ci- fundaran en la realidad de las cosas sino en el mentar nada sólido y permanente en el fango desabrimiento de mi carácter, algún tanto hu- agitado de nuestras costumbres públicas, y es- raño , me arrancaron del retiro en donde vivía tuviste en lo cierto, cuando en Enero de 1866, consagrado exclusivamente al restablecimiento al estallar los primeros chispazos del incendio de mi salud quebrantada. La revolución surgió que nos ha consumido, exclamaste con previso- ra indignación: (1) Soneto A España, pág. 39. (2) La duda, Epístola á D. Antonio Hurtado, pág. 41. de la noche á la mañana; el pueblo de Barce- mé parte, así en la próspera como en la adversa lona, á pesar de mi alejamiento y honrándome fortuna, de la fracción en que figuraban los ele- más de lo que yo merecía, se acordó de mi mentos más templados de la revolución de Sep- nombre, casi desconocido; eligióme individuo tiembre, si no siempre convencido, al menos de su Junta y me encomendó el gobierno de la siempre disciplinado. provincia en aquellos difíciles y angustiosos días. Elegido también diputado para las primeras No sé si cumplí mi encargo á gusto de todos; lo Cortes ordinarias del reinado de D. Amadeo de que sí sé—y por ello doy gracias al cielo,—es Saboya, y las siguientes, trabajé, luché, hice que mientras ejercí el mando no se malgastó, cuanto pude con el fin de que se mantuviera en como en otras partes, un solo céntimo del Era- aquellas críticas y azarosas circunstancias la rio público en expansiones revolucionarias, no conciliación de los partidos que habían levanta- se cometió atropello alguno, ni se derramó una do la nueva monarquía. No soy orador; ni mis sola gota de sangre. Llamado á Madrid, recibí condiciones físicas, ni mi genio retraído, ni mis la comisión de redactar el Manifiesto de 26 de inclinaciones literarias me han permitido jamás Octubre de 1868, en el cual el Gobierno del país terciar en esas ruidosas luchas de la palabra, expuso sus aspiraciones liberales, sus propósitos tan vivas, tan ardientes, tan apasionadas, y al- de reorganización política, é hizo por primera gunas veces tan desastrosas. Pero en la prensa, en mis conversaciones amistosas, en las confe- vez declaraciones terminantes y solemnes en fa- rencias políticas, donde quiera que mi voz po- vor de la monarquía. Pertenecí después á las día ser oída, excitaba á la concordia, y señala- Cortes Constituyentes; voté, sin vacilaciones ba los peligros de una ruptura que irremisible- hipócritas ni reservas mentales, la libertad re- mente había de causar la perdición de todos y ligiosa con todas sus consecuencias; contribuí á el aniquilamiento de la patria. ¿Qué podía yo la elección del rey D. Amadeo de Saboya; apro- hacer, sin embargo, contra la conjuración de bé ó rechacé, según mi leal saber y entender, intereses bastardos, ambiciones impacientes, las reformas que entonces se propusieron, y for-
Description: