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Gestos, palabras y actitudes en el De facie in orbe Lunae de Plutarco Autor(es) PDF

18 Pages·2017·35.22 MB·Spanish
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Gestos, palabras y actitudes en el De facie in orbe Lunae de Plutarco Autor(es): Pérez Jiménez, Aurelio Publicado por: International Plutarch Society URL URI:http://hdl.handle.net/10316.2/37575 persistente: DOI: DOI:http://dx.doi.org/10.14195/0258-655X_1_5 Accessed : 24-Jan-2023 00:19:56 A navegação consulta e descarregamento dos títulos inseridos nas Bibliotecas Digitais UC Digitalis, UC Pombalina e UC Impactum, pressupõem a aceitação plena e sem reservas dos Termos e Condições de Uso destas Bibliotecas Digitais, disponíveis em https://digitalis.uc.pt/pt-pt/termos. Conforme exposto nos referidos Termos e Condições de Uso, o descarregamento de títulos de acesso restrito requer uma licença válida de autorização devendo o utilizador aceder ao(s) documento(s) a partir de um endereço de IP da instituição detentora da supramencionada licença. 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Firstly, we propose a stylistic use of the verbal forms ehrov, ehre / €φη(ν) to distinguish the principal and the secondary cha­ racters, so as to point out the nuances of their interventions; secondly, we essay to elucidate the addressees of Lucius’ and Lamprias’ principal expositions; and, thirdly, we underline the importance of some dramatic elements in the structure of the dia­ tribe. We can imagine the discussion in this dialogue as a lively debate, where not only the words, but also the speakers’ attitudes and gestures play an important role. Through them, Plutarch lets us know -sometimes ironically- his philosophical sym­ pathies and antipathies, giving us enough proofs of his ability to make a precise cha­ racterization of his literary personages. tológico del hombre. Naturalmente la estrella invitada de este diálogo es Sila, aunque el relato viene precedido por la 1 descripción, a cargo también de Lam­ prias, de los resultados de una diserta­ El diálogo De facie in orbe Lunae de ción por un platonista sobre las explica­ Plutarco tiene unas características que lo ciones científicas y vulgares de las man­ hacen especial dentro de la obra del chas que aparecen en la cara de la Luna. Queronense. Lamprias, el hermano de Este resumen dará pie a la intervención Plutarco, cuenta a alguien una conversa­ de los distintos personajes presentes en ción cuyo objeto principal era conocer el el diálogo y que son, además de Sila y de mito de Sila, referente al papel cósmico- Lamprias, un pitagórico etrusco, Lucio, metafísico de la Luna, como sede de los un gramático próximo a Lamprias y Lu­ démones y lugar intermedio en el proce­ cio, Teón de Egipto, experto en cuestio­ so de la generación y en el destino esca- nes literarias, un peripatético, Aristóte- i Ofrecemos aquí una versión revisada y ampliada del trabajo presentado en el encuentro de Montpellier de la Red Europea de Plutarco en septiembre de 2000. Agradezco al Prof. Vicente Ramón Palerm la lectura previa del trabajo y sus sugerencias. El mismo forma parte del Proyecto BFF 2001-1893, financiado por la DGESIC. PLOUTARCHOS, n.s., 1 (2003/2004) 63-78. 64 Aurelio Pérez Jiménez les, un estoico, Fárnaces, un geómetra vida en la Luna, condición importante entendido en óptica y próximo también a para la doctrina del mito; y la tercera las posiciones del estoicismo, Apolóni- (caps. 26-30 = 940F-945D) recoge el des el Táctico, y un matemático, Mene- mito de Sila4. lao, al que se le suponen conocimientos Por supuesto el giro temático más suficientes de astronomía. violento del diálogo se produce con la Puesto que el personaje principal es, decisión de pasar de la discusión cientí­ como decíamos, Sila, Plutarco estructu­ fica, agotada ya en sus resultados racio­ ra el diálogo tomando como referencia nales, a escuchar la historia mítica (y por la razón de ser de su participación en el tanto explicación religiosa) de Sila. diálogo, que es contar el mito que oyó de Como sucede en otros diálogos pareci­ un extranjero, servidor de Crono. Pues dos de Plutarco, la conversación previa, bien, de acuerdo con esto, la obra puede con un narrador principal (Lamprias en dividirse en tres partes, que suponen tres este caso), pero salpicada de interven­ tipos diferentes de contenido: la primera ciones pequeñas, preguntas y respuestas, (caps. 1-23 = 920B-937D)2 contiene la de los otros participantes en el diálogo, exposición, a cargo de Lamprias y de con interrupciones más o menos bruscas, Lucio, de la diatriba en la que el έταιρος· con ironías y desconfianzas que delatan trató las doctrinas filosóficas y científi­ las diferencias doctrinales de los interlo­ cas sobre la naturaleza de la Luna, para cutores, pese a que su hilo conductor es el explicar las manchas de su cara; la se­ de las posibilidades analíticas de la razón gunda (caps. 24-25 = 937D-940F)3 apor­ (o precisamente por ello), tiene lugar ta nuevos datos a la diatriba en cuanto paseando, una actitud adecuada para la que aquí se ofrecen hipótesis (apoyadas poca concentración que exige su conteni­ en documentos literarios sobre todo y en do. La conclusión de esta primera parte, la competencia en este terreno de Teón) que deja insatisfechos a parte de los inter­ relativas a la posibilidad de algún tipo de locutores (Fárnaces y Apolónides) es la 2 Es una parte muy interesante para la historia de la astronomía lunar, cuyos problemas e interpretaciones pueden leerse en el comentario de H. Górgemanns, 1972, espec. pp. 62- 78, así como en el magnífico análisis de L. Torraca, 1992 y el de M. Baldassari, 1992. 3 Véase sobre la función literaria de esta parte, así como sobre los esfuerzos por identifi­ car las manchas con relieves similares a los de la tierra, que fundamenten su habitabili­ dad, A. Pérez Jiménez, 1991. Nuevas precisiones sobre el valor literario de esta parte en B. Van Meirvenne, 2001. 4 Esta, que queda al margen de nuestras consideraciones en la presente ocasión, ha sido la parte más atractiva para la investigación moderna, preocupada sobre todo por las cues­ tiones demonológicas y escatológicas del De facie. Gestos, palabras y actitudes en el De facie in orbe Lunae de Plutarco 65 naturaleza térrea de la Luna5, con la que para el mito, a saber, el sentido teleoló- se dan por terminados los argumentos gico de aquella conclusión científica. expuestos en la conferencia del εταίρο?. La intervención de Teón cumple, pues, Ahora ya Lamprias, satisfecha la curiosi­ y así lo hemos hecho notar en otra dad de Sila, propone oír el mito de éste, parte7, dos funciones: objeto principal de la reunión que motivó 1) Desde el punto de vista del tema, el diálogo. Para ello sugiere un cambio de sirve como nexo necesario entre la parte actitud que es significativo: científica (que la Luna es térrea) y el ώστε, el δοκεΐ, καταπαύσαν­ mito (que allí habitan los démones), τε? τον περίπατον κα'ι καθί- puesto que establece la razón de ser de σαντε? επί των βάθρων esa naturaleza térrea, a saber, su habita­ έδραιον αύτω παράσχωμεν bilidad: ει γάρ ού δυνατόν (se. εκεί άκροατήριον (24 = 93 7D). κατοικεΐν), άλογον και τό γην είναι Este cambio de actitud, que simboliza την σελήνην (937D,Teón) y, en todo a un tiempo un mayor interés, curiosidad caso, sienta el papel intermedio de la y concentración por parte de los oyentes Luna en el proceso de la generación y en respecto a lo que se va a contar, sirve a la escatología (Lamprias). Plutarco, como en otras ocasiones6, para elevar la importancia de la hipótesis tele- 2) Y desde el punto de vista literario, la ológica y de la explicación religiosa, esca- ausencia de dogmatismo a que da pie el tológica, del tratado, que no es sino una tema (pura hipótesis), la gracia y el desen­ exposición de parte de la demonología, fado con que lo trata Teón y las referen­ tan importante para el Queronense. cias literarias y mitológicas que contiene, En efecto, la disertación del εταίρο?, rebajan la tensión provocada por la discu­ resumida por Lamprias (y Lucio) a peti­ sión científico-filosófica y concentran la ción de Sila, como algo pertinente para atención de todos los interlocutores en el su historia, se limitaba a discutir las doc­ relato de Sila. Así, al menos, parece dedu­ trinas filosófico-científícas sobre la cirse de las palabras de Lamprias: naturaleza de la Luna y a concluir que κάλλιστά γε έφην καί άριστα ésta era térrea. Falta en este resumen de τή παιδιά του λόγου τα? Lamprias algo que parece fundamental όφρυ? ήμών έλυσα?· (938C). 5 Doctrina de dudosa filiación platónica, aunque es defendida como tal por Lamprias. La naturaleza térrea de la luna cuenta con más apoyo en la tradición pitagórica, por lo que parece presumible que pertenezca a la tesis de Lucio (cf sobre el tema H. Górgemanns, 1972, pp. 34-39). 6 Def. orac. 412D, Sept. sap. conv. 149F, E ap. Delph 385A-B y Nonposs. suav. v/v. 1100E. 7 1991, pp. 310-311. 66 Aurelio Pérez Jiménez Es, por tanto, el diálogo, entre dos cución final, vienen precedidas por un ώ personajes que sintonizan perfectamente Λάμπρια (937D y 940F, 945D respecti­ (y que representan ambos el pensamien­ vamente) que descubren la identidad del to de Plutarco), un paso intermedio para narrador del diálogo y dan un evidente conseguir el silencio religioso (la ευφη­ protagonismo primero a Teón, proponen­ μία) que requiere el relato de Sila. te del nuevo tema (la teleología de la Luna) y luego a Sila, que recupera así de El giro de la conversación y la condi­ forma definitiva su papel en el diálogo. ción de los temas parece que no deja lugar a dudas respecto a esas tres partes Sentados estos principios, veamos propuestas para la estructura del diálo­ ahora de qué modo la dinámica del diá­ go. Pero, ya que el objeto de nuestro tra­ logo, los gestos, las palabras y actitudes bajo en esta ocasión es más literario y de los interlocutores se van ajustando a formal que de contenidos, permítasenos la personalidad de aquéllos y a la natu­ una observación que, a nuestro juicio, raleza e intensidad de las ideas y de las apunta también en la misma dirección. posiciones ideológicas que representan. Tal vez sea casual, pero en los nu­ merosos cortes que tiene el relato de 2 Lamprias, por intervención de Aristóte­ les, Lucio, Fárnaces, Apolónides y Teón, Puesto que el tratado que comenta­ sobre todo -aunque éste, en algún mo­ mos es un diálogo de estilo platónico8 de mento, se dirige a cada uno de ellos por segundo nivel, me parece pertinente su nombre (ώ Άριστότελες, 920E; ώ decir algo, en primer lugar, sobre los Λεύκιε, 92ΙΕ; ώ (φίλε) Θεών, 924F, verbos con que el narrador, Lamprias, 938F, 940Α; ώ (φίλε) Άπολλωνίδη, introduce a sus personajes y que son, 925Α, 935Ε; ώ (φίλε) Φαρνάκη, 934Α, como señala el profesor Ureña Bracero 934C)-, aquéllos nunca pronuncian el para otros diálogos9, las formas habitua­ nombre de Lamprias en sus respuestas o les εφην, εφη, ειπον, είπε. Pues bien, en sus preguntas. Sin embargo, y esto en nuestro diálogo, dado el relativamen­ nos parece significativo, tanto la entrada te alto número de interlocutores (siete en de Teón, que inicia la segunda parte, el uso de la palabra), el gran número de como la interrupción brusca de Sila, con interrupciones (contamos salvo error u que comienza el relato del mito, y su alo­ omisión 34 intervenciones directas, 8 Similar al Banquete o al Fedón (cf. D. del Corno, 1991, pp. 27-28 y V. Ramón Palerm, 2002, p. 122). 9 Cf J. Ureña Bracero, 1996, pp. 32 ss. Jesús Ureña observa cómo en los diálogos plu- tarqueos se establece una clara tendencia al uso de εφην, εφη por los personajes prin­ cipales frente a είπε para referirse a los personajes secundarios, lo que coincide en gran medida, como veremos, con nuestros datos. Gestos, palabras y actitudes en el De facie in orbe Lunae de Plutarco 67 algunas de ellas con hasta 3 cambios de puestas provocadas por el discurso de interlocutor) y la amplitud de algunos dis­ alguno de los dos personajes principales cursos, cuya monotonía se rompe a veces y que denota su papel secundario en la con estas fórmulas verbales, hay un total discusión científica. No obstante, hay ex­ de veintitrés usos de ειπον (sólo en siete cepciones a esta regla que, a mi juicio, ocasiones el narrador principal recurre a son a menudo susceptibles de una expli­ esta forma), €Ϊπ€ y diecinueve de έφην cación estilística: ειπον, en 920B, es una (en diez ocasiones utilizado por Lam- réplica muy ligada a la propuesta de Si- prias), εφη. Sin embargo, la distribución la (que dice que le gustaría conocer an­ de ambas formas no parece fortuita ni ca­ tes de contar su relato las opiniones rente de interés, por su pertinencia respec­ usuales sobre la cara de la luna) y, por to a la importancia de los personajes intro­ tanto, con una fuerte carga impresiva, ducidos con uno u otro verbo. Analice­ que justifica el aoristo. Lo mismo es mos, aunque sea sucintamente, los datos: válido para la respuesta inmediata de Lamprias a la pregunta de Apolónides El narrador, Lamprias, utiliza εφην, (92IB) sobre la refutación de Clearco. εφη para introducir a los siguientes per­ También está cargada de afectividad la sonajes: Él mismo (diez veces), Apoló- frase (introducida de igual modo con el nides (dos veces) y Lucio (siete veces). aoristo) con la que Lamprias en cierto En cambio, utiliza ειπον, ειπβ, con modo recrimina a Lucio su diplomático referencia a sí mismo, siete veces, a Si- uso de los términos al referirse a los es­ la, cinco, a Apolónides, una, a Lucio, toicos; de hecho su frase es una interrup­ cuatro, a Fárnaces, tres, a Aristóteles, ción del discurso de aquél: χρηστώς γ’ una y a Teón, dos. ειπον, ώ Λεύκιε, την άτοπίαν ευφή- De estos datos deducimos que Plutar­ μοις περιαμπέχεις όνόμασιν (921F). co reserva el imperfecto de φημί para Por último, los otros 4 casos (923F, Lamprias y Lucio, los personajes sobre 925A, 926C y 937C) pertenecen igual­ cuyos hombros recae todo el peso de la mente más al lenguaje impresivo que al discusión científica y que son, en gene­ discursivo, por cuanto en el primero -en ral, portavoces de la opinión del autor. un contexto en el que Lamprias quiere De hecho, aunque la tarea de contar a los dar tiempo a Lucio para que piense su presentes la conferencia del εταίρος es respuesta a los argumentos de Fárnaces- asumida casi en su totalidad por Lam­ la pregunta a Teón sobre quién es el au­ prias, en alguna ocasión no duda (cuando tor del verso πικράν πικροί ς κλύ£ουσι se trata de la crítica a los estoicos) en φαρμάκοις χολήν es una maniobra de pasarle la palabra a Lucio. En cambio, los distracción que sirve además, a Lam­ demás personajes son introducidos por el prias, para cargar sus baterías contra los verbo είπε que, de alguna manera, mar­ estoicos; pues bien, la respuesta de Teón ca la brevedad o la naturaleza de sus facilita la ironía de la frase καί δοτεον interrupciones, tomas de posición o res­ ύπ’ ανάγκης εκείνοις, introducida por 68 Aurelio Pérez Jiménez ειπον, con que Lamprias descarga do­ introducidas por él, Lucio aprueba com­ blemente esas baterías. En el segundo, la placido la respuesta de Lamprias: ...óp- ironía que justifica el uso del aoristo (en θώς’ ειπεν 'ύπέμνησας. un contexto de discusión de la doctrina En cuanto a los otros personajes, resul­ estoica, aunque se dirija a Apolónides) ta algo sorprendente el uso de εφη a pro­ viene marcada (como veremos después) pósito de Apolónides -uno de los caracte­ por el uso del adjetivo φίλε en la fórmu­ res secundarios- en 935D y 936D. la de alocución, ώ φίλε Απολλονίδη, empleada. En el tercero, la frase introdu­ El primer pasaje es especialmente sig­ cida, en la que figura la exclamación nificativo, ya que contraviene todo cuanto προς Διός, posiciona definitivamente a hemos dicho arriba. Se aplica a un perso­ Lamprias en la crítica sarcástica a Fár- naje secundario y, al menos aparen­ naces. Y en el cuarto (último argumen­ temente, hay cierta carga impresiva, evi­ to para rebatir la opinión de los estoicos) dente en el empleo de la fórmula ώ προς αυτής τής Σελήνης. Además, el verbo el aoristo (no era necesario ni el aoristo viene acompañado de un participio, ύπο- ni el imperfecto) reafirma la posición de λαβών, utilizado en otros pasajes para Lamprias de la que quiere hacer partíci­ indicar las interrupciones. Esperaríamos, pes a los demás: εγώ μεν ούκ οιμαι. pues, más el aoristo que el imperfecto. σκοπείτε δ’ ειπον και υμείς*. No obstante, cabría hacer las siguientes La misma interpretación cabe dar al precisiones: Su intervención no interrum­ uso de είπε en las cuatro ocasiones en pe realmente el discurso de Lamprias, que aparece referido a Lucio: 922F es sino que, más bien, es una toma de la clarísimo: Lucio no puede soportar la palabra aprovechando un silencio del interrupción de Fárnaces e interviene anterior. En su intervención -con la que súbitamente (ειπεν) con burla y sarcas­ él pretende, como técnico en astronomía, mo. En 927E, con el aoristo, se marca la precisar algunos aspectos de la astrono­ interrupción a Aristóteles, que, con su mía lunar- observamos cierta cautela, lo entrada, ha retrasado la intervención de que puede implicar una merma de afecti­ Lucio solicitada por Lamprias, así como vidad, acorde con su temperamento como una cierta dosis de afectividad con que científico. Eso explicaría una voluntaria se quiere restar el disimulado enfado del elección por Plutarco en el uso del imper­ peripatético. En 930A, el valor impresi- fecto en lugar del aoristo. vo de las palabras con que Lucio corta a En el otro caso, 936D, Plutarco, con el Sila, implícito en la construcción sintác­ uso igualmente del imperfecto, tal vez tica (y marcado con el aoristo είπε) se quiere decimos que Apolónides está en refuerza con la interjección: άλλά νή calma respecto a Lamprias y que su pre­ Δί’ ειπεν ό Λεύκιος και τοϋτ’ έρρή- gunta no contiene segundas intenciones ni θη. Y por último, en 932D, el uso del ao­ matices añadidos. Éstos sí que aparecen, risto se justifica porque, con las palabras en cambio, en 92IB, donde la interven- Gestos, palabras y actitudes en el De facie in orbe Lunae de Plutarco 69 ción del matemático deja ver en las pa­ cierto modo, se cualifica la naturaleza de labras, y seguramente también en los ges­ esa intervención, más pausada (όφη[ν]) tos, su complacencia por la explicación de o más intensa (ειπον, είπε). Pero hay, a Clearco (ήσθεις ουν ό Απολλωνίδης lo largo de las exposiciones, sobre todo 'ώς ίδιον’ εΐπε 'και καινόν όλως το de las más largas de Lamprias y Lucio, σκευώρημα τής δόξης, τολμάν δε τι- pronombres y paréntesis que nos guían e να και μούσαν έχοντος άνδρός·), tal informan sobre la posición de los actores como la expone Lamprias en 920F-921 A. del diálogo. Por estos procedimientos hemos podido aislar, como dijimos, unas En definitiva, creemos que la treinta y cuatro intervenciones diferen­ especialización que, con carácter gene­ tes, todas, salvo una (de Teón), introdu­ ral, se observa en el diálogo (y en otros cidas en estilo directo mediante los ver­ distintos) del imperfecto, reservado para bos εφη(ν) y είπε, ειπον. Y, dentro de el narrador o referido a los personajes algunas de ellas, encontramos cambios que llevan la parte principal de la discu­ de interlocutor, aunque no haya obliga­ sión con exposiciones más largas y, por damente respuesta. La situación respec­ tanto, en las que domina lo discursivo to a estos cambios está menos clara y sobre lo impresivo, viene justificada por creo que requiere que nos detengamos la lógica calma que impone la ilación de en los pasajes en cuestión. los argumentos racionales en dichas De acuerdo con estos indicadores, intervenciones. Mientras que el uso del podemos recomponer la estructura del aoristo en estos casos y en las pequeñas diálogo en la forma siguiente: entradas de los demás interlocutores -interrumpiendo, protestando, ironizan­ 1) Discusión de la doctrina de do, o manifestando su complacencia u Clearco sobre el reflejo del gran mar en otros afectos-, denota la plasmación en la luna (920F-921E): El comienzo no el tono de voz, tal vez, de los estados de plantea dudas: Lamprias se dirige a Aris­ ánimo que acompañan las palabras. tóteles porque Clearco es un peripatético El uso de estos verbos es, lógicamen­ y expone sucintamente, a instancias de te, un procedimiento directo para gene­ Apolónides (interesado como científico) rar cierta escenografía de la conversa­ la tesis óptica de Clearco. Apolónides ción. De hecho, lo hemos apuntado, con interviene luego para mostrar su admira­ ellos no sólo se introducen las interven­ ción por la originalidad de la doctrina y ciones de los personajes, sino que, en quiere saber cómo el εταίρος10 rebatía 10 Cherniss (seguido en su traducción por V. Ramón Palerm, 2002, p. 132) acepta la con­ jetura de M. Adler (“Zu Plutarch’s Moralia" , WSt, 31 (1909), p. 306, προσήγες, según la cual Apolónides atribuiría la refutación de Clearco al propio Lamprias (άλλά πη τον ελεγχον προσήγες·); pero no veo razones para corregir aquí la lectura de los manuscri­ tos (véanse las objeciones de H. Górgemanns, 1970, p. 42, n. 6 y de L. Lehnus, 1991, p. 122, a la conjetura de Adler). 70 Aurelio Pérez Jiménez sus argumentos. Entonces tiene lugar la rios: el de la primera parte es Lucio respuesta de Lamprias y la dificultad de (desde χρηστώς, 921F, ¿hastaεπικείμε­ establecer los destinatarios. La primera νον, 922D?). Que así es, queda claro no parte (desde πρώτον μεν, 92IB, hasta sólo por el vocativo (ώ Αεύκιε) y por la Επίκουρος, 921E) se dirige exclusiva­ 2a persona (περιαμπέχεις), sino tam­ mente a Apolónides, como respuesta a su bién por la referencia al εταίρος como o pregunta; abundan en el texto las referen­ εταίρος ήμών y a los estoicos en tercera cias matemáticas (geometría y astrono­ persona (ελεγεν ύπωπιά£ειν αυτούς..., mía) y Lamprias manifiesta con cierto res­ οΐον ουτοι...ποιουσι, probablemente se­ peto su temor a tratar sobre la magnitud de ñalando a Fárnaces, δυσκολαίνουσι, αυ­ la tierra en presencia del geómetra. El sin­ τοί δε...φασ1ν...). Pero el uso de la 2a gular utilizado (σου παρόντος, σόν έρ- persona del plural (ώς φάτε, υμάς), pa­ γον) y estas referencias, además de la alu­ ra referirse a los partidarios de la doctri­ sión a Hiparco, no deja lugar a dudas: na estoica, demuestra un cambio de des­ Lamprias se dirige sólo a Apolónides. tinatario a partir de cierto momento, que Cambia la situación, sin embargo, en la no está marcado en el texto. Pienso que ese giro de Lamprias hacia Fárnaces se segunda parte (desde ούκ ¿θελήσει, produce en τούτο δ’ εστί και προς 921E hasta άλλ’..., 921F); el plural διαμονήν, 922D; la palabra διαμονήν es ύμιν11 y ως φατ€, esta expresión referi­ la clave, a mi juicio, para postular ese da a la doctrina peripatética de la luna co­ cambio de dirección. En efecto, en mo astro etéreo y con luz propia, inducen 922A, cuando se menciona la doctrina a creer que Lamprias se dirige ahora a del πυρ άνθρακώδες, especialmente Aristóteles o a éste y a Apolónides (como ligada a Fárnaces en nuestro diálogo, observa Cherniss12), cuyo posicionamien- Lamprias le dice a Lucio que ούκ εχει to con la tesis de Clearco puede venir im­ διαμονήν ούδε σύστασιν; creo que el plicado por el placer y admiración que uso de la misma palabra denota la deci­ despertaba en él su doctrina. sión de Lamprias de rebatir ahora direc­ tamente a los interesados su tesis. 2.- Exposición por Lamprias de las críticas a la doctrina estoica sobre la 3.- Irrupción de Fárnaces indignado: Luna como un fuego latente (921F- Su intervención (922F) tiene también 922F): En esta intervención, dirigida a dos destinatarios distintos: La primera Lucio, hay que distinguir dos destinata­ parte (desde τοϋτ’ εκείνο hasta έντυγ- 11 No vemos necesidad de corregir en ήμΐν, como hace Cherniss, siguiendo a Xylander, Kepler y Wyttenbach (corrección aceptada en sus traducciones por L. Lehnus, p. 53 y V. Ramón Palerm, p. 134). El pronombre sería más un dativo de interés (“defender para vuestra escuela”) que un comitativo (“defender con nosotros”). 12 H. Cherniss, 1951, pp. 137-138.

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La conclusión de esta primera parte, que deja insatisfechos a parte de los inter locutores (Fárnaces y Apolónides) es la. 64. Aurelio Pérez Jiménez
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