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Genesis y estructura de la fenomenologia del espiritu de Hegel PDF

566 Pages·1974·26.778 MB·Spanish
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Jean B:rppolite GÉNESIS Y ESTRU~TURA DELA FENOMENOLOGíA -o E~ ESPíRITU DE HEGEL GÉNESIS Y ESTRUCTURA DE LA FENOMENOLOGíA DEL ESPíRITU DE HEGEL historia, ciencia, sociedad, 105 Jean Hyppolite GÉNESIS Y ESTRUCTURA DE LA «FENOMENOLOGfA DEL ESPÍRITU» DE HEGEL ediciones península® La edición original francesa de este libro fue publicad!' por Aubier-Montaigne, de París, con el título Gen~se et structure de la <<Phénoménologie de l'Esprit» de Hegel, © J:'.ditions Montaigne, París, 1946. Traducción de FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY Cubierta de Jordi Fornas, impresa en Lito~Fisán s.l., J. Piquet 7, Barcelona; Primera edición: enero de 1974 Propiedad de esta edición (incluidos la traducción y el diseño de la cubierta): Edicions 62 s/a., Provenza 278, Barcelona 8. Impreso en RIGSA, Estruc 5, Barcelona Dep. legal B. 54486-1973 ISBN: 84-297-0955-X Primera parte GENERALIDADES SOBRE LA FENOMENOLOGíA l. Sentido y método de la ccFe~omenologia• Como se sabe, el prólogo I a la Fenomenologla es posterior a 1 la redacción de la obra. Se escribió, pasado ya el tiempo, cuando el propio Hegel pudo tomar consciencia de su «avance en descu bierta». Estaba destinado principalmente a asegurar el ligamen entre la F enomelogía, la cual, sola, aparece como la «primera parte de la ciencia», y la Lógica, que, situándose en una perspecti va· distinta de la adoptada por la Fenomenología, debe constituir el primer momento de una enciclopedia. Se explica, pues, que en este prólogo que es algo así como un gozne entre la Fenomeno logía y la Lógica, Hegel se sintiera fundamentalmente preocupado por dar una idea general de todo su sistema. De la misma manera que en la Diferencia entre las filosofías de Fichte y de Schelling Hegel se elevaba ya por encima de sus antecesores y aun dando la impresión de adoptar el mismo punto de vista de Schelling estaba en realidad superándole, así también en este prólogo -pero en esta ocasión con plena consciencia-:- se sitúa entre los filósofos de su tiempo y manifiesta su propia originalidad filosófica. Ese regreso sobre muchos puntos oscuros de la Fenomenologfa pro porciona preciosas indicaciones sobre la significación pedagógica de la obra, sobre su relación con la historia del mundo en general y sobre su propia concepción de la negatividad. En cambio, la introducción 2 a la Fenomenología fue concebida al mismo tiempo que la obra y redactada en primer término; parece, pues, que encierra el primer pensamiento del que salió toda la obra. Verdaderamente constituye una introducción en sen tido literal a los tres primeros momentos de la obra '-es decir: la consciencia, la autoconsciencia y la razón-; en cuanto a la última parte de la Fenomenología, que contiene los particularmen te importantes desarrollos sobre el Espíritu y la Religión, sobre pasa por su contenido a la Fenomenología tal como es definida stricto sensu en la citada introducción. Parece como si Hegel hu biera hecho entrar en el marco del desarrollo fenomenológico algo que en principio no debería haber ocupado un puesto en él. Conta mos con volver sobre este problema al estudiar la estructura de la obra. De momento, nos contentamos con esta indicación indis pensable para entender el alcance exacto de la «introducción» que l. cVorrede». Volveremos a tratar mas adelante sobre la historia de la re dacción de la Fenomenología tlel espíritu (cap. III, primera parte «Estructura de la Fenomenología»), 2. cEinleitung». 7 nos proponemos analizar con la mayor aproximación posible. En efecto, su estudio, en mayor medida que el del prólogo, nos per mitirá dilucidar e.l sentido de la obra que Hegel quiso escribir, así como la técnica que para él representa el desarrollo fenomeno lógico. Precisamente porque la introducción no es, como el prólogo, un anexo posterior que contiene considerables informa ciones generales sobre el objetivo que se proponía el autor y las relaciones que su obra tiene con otros tratados filosóficos del mis mo tema.s Al contrario: la introducción es parte integrante de la obra, constituye el planteamiento mismo del problema y deter mina los medios puestos en práctica para resolverlo. En primer lugar, Hegel define en la introducción cómo se plantea para él el problema del conocimiento. Vemos cómo en cierto aspecto vuelve al punto de vista de Kant y de Fichte. La Fenomenología no es una noumenología ni una ontología, pero sigue siendo todavía un conocimiento de lo Absoluto, pues, ¿qué otra cosa podría cono cerse si «sólo lo Absoluto es verdadero, o sólo lo verdadero es Absoluto»?" Sin embargo, en vez de presentar el saber de lo Ab soluto en sí y para sí, Hegel considera el saber tal como es en la consciencia y precisamente desde ese saber fenoménico, me diante su autocrítica, es como se eleva al saber absoluto. En segundo lugar, Hegel define la Fenomenología como desarrollo y cultura* de la consciencia natural hacia la ciencia, es decir el saber filosófico, el saber de lo Absoluto; a la vez indica la necesi dad de una evolución de la consciencia y el término de esta evo lución. En último lugar, Hegel precisa la técnica del desarrollo fenomenológico, muestra en qué sentido este desarrollo es preci samente obra propia de la consciencia que hace su aparición en la experiencia, en qué sentido es ·susceptible de ser repensado en su necesidad por la filosofía. l. El problema del conocimiento. Idea de una Fenomenología. En sus obras filosóficas de Jena, Hegel había criticado toda pro pedéutica a la filosofía. No es posible quedarse continuamente, como Reinhold, en el pórtico del templo. La filosofía no es ni una lógica como «órganon» que trata del instrumento del saber antes· de saber, ni un amor a la verdad que no fuera la posesión mis ma de la verdad. No, la filosofía es ciencia y, como defiende Schel ling, ciencia de lo Absoluto. En vez de permanecer en la reflexión, 'en el saber sobre el saber, hay que hundirse directa e inmediata mente en el objeto a conocer, llámese éste Naturaleza, Universo o Razón absoluta. Tal era la concepción ontológica que Schelling oponía, desde sus ensayos sobre filosofía de la Naturaleza, a la 3. Phénoménologie de; l'Esprit, edición Aubier, t. I, p. 5. En lo sucesivo las referencias se hacen de acuerdo con esta traducción. 4. Pllénoménologie, I, p. 67 (Fenomenología, p. 52). *El término «cultura~ tiene aquí el sentido de «cultivación» o progresivo afi namiento de la consciencia. (N. del T.) 8 filosofía de la reflexión de Kant y Fichte. Tal era igualmente el punto de. vista de Hegel tanto en su primera obra escrita en Jena sobre la diferencia entre los sistemas de Fichte y de Schel ling como en su artículo del Diario crítico de la filosofía sobre la. fe y el saber. En este artículo reprochaba al idealismo trans cendental de Kant haber seguido siendo un subjetivismo, a despe cho de la deducción de las categorías. En su principio, que es el de una filosofía solamente crítica, Kant no ha superado a Locke. «El pensamiento kantial!o es fiel a su principio de la subjetividad y del pensamiento formal en cuanto que su esencia consiste en ser idealismo crítico.» s Precisamente porque aquella filosofía se proponía ser un· «examen crítico del entendimiento humano», se condena a sí misma a no poder superar su punto de partida. Así, pues, hay que dejar atrás el punto de vista crítico y, como ha hecho Schelling, partir de entrada de la absoluta identidad de lo subjetivo y lo objetivo en el saber. El saber de la identidad es lo primero y lo que constituye la base de todo verdadero saber filosófico. En su introducción a la Fenomenología Hegel repite sus críticas a una filosofía que no fuera más que teoría del conocimiento. Y sin embargo, la Fenomenología, como han señalado todos sus co mentaristas, marca en ciertos aspectos un retorno al punto de vista de Kant y de Fichte.6 ¿En qué nuevo sentido debemos entenderlo? La crítica dirigida a Reinhold sigue siendo válida. Uno se iml;tgina equivocadamente que antes de saber de verdad resulta necesario examinar ese instrumento o ese «medium» que constituye el saber. En efecto, algo así como una ilusión natural tiene lugar, cuando se empieza a reflexionar, al comparar el saber con un instrumento o con un medio a través del cual nos llegaría la verdad. Pero tales representaciones conducen en línea recta a un relativismo. Si el saber es un instrumento, modifica el objeto a conocer y no nos lo presenta en su-pureza; si es un medio, tampoco nos transmite la verdad sin alterarla de acuerdo con la propia naturaleza del medio interpuesto. Sólo que probable mente lo falaz es esa misma representación natural; en cualquier caso se basa en una serie de presupuestos de los que conviene desconfiar. Si el saber es un instrumento, ello supone que el sujeto del saber y su objeto se hallan separados; por consiguiente, lo Absoluto sería distinto del conocimiento: ni lo Absoluto podría ser saber de sí mismo, ni el saber podría ser saber de lo Absoluto.7 Contra tales presupuestos la existencia misma de la ciencia filo sófica, que conoce efectivamente, es ya una afirmación. Sin cm- 5. HEGEL, Erste Druckschriften (Siimiliche Werke, ed. Lasson, I, p. 255). 6. Cf., por ejemplo, R. KRONER, Van Kant bis Hegel, II, p. 362: •La Feno menología es a .la vez una introducción al sistema y el "todo del sistema", en cierto sentido." ¿Cómo es posible tal contradicción? R. Kroner aclara que la Fenomenologla es el todo del sistema desde el punto de vista del conO"imiento. 7. Phénoménologie, I, pp. 66-67 (Fenomenologla, pp. Sl-52). 9 bargo, esta afirmación no podría bastar porque deja al margen la afirmación de otro saber; es precisamente esta dualidad lo que reconocía Schelling cuando oponía en el Bruno el saber feno ménico y el saber absoluto, pero no mostraba los lazos entre lo uno y lo otro. Una vez planteado el saber absoluto no se ve cómo es posible en él el saber fenoménico, y el saber fenoménico por su parte queda igualmente cortado del saber absoluto.s En cambio, Hegel vuelve al saber fenoménico, es' decir, al saber de la consciencia común, y pretende mostrar cómo aquél conduce necesariamente al saber absoluto, o también que él mismo es un saber absoluto que todavía no se sabe como tal. Pero eso implica, naturalmente, un retorno al punto de vista d~ la consciencia, pun to de vista que era el que mantenían Kant y Fichte. Hegel, que había criticado anteriormente toda propedéutica, insiste ahora so bre la necesidad de situarse en la perspectiva de la consciencia natural y de llevarla progresivamente al saber filosófico. Imposi ble comenzar por el saber absoluto. En el prólogo insistirá nueva mente sobre este punto. «En cuanto que la consciencia natural se confía inmediatamente a la ciencia, tenemos un nuevo intento de andar de cabeza, cosa que hace sin saber lo que la impulsa a ello.» 9 De esta manera se le impone una violencia no necesaria y la ciencia por su parte parece situarse más allá de la auto consciencia. No hay ninguna duda de que la crítica de Hegel apunta en este caso a Schelling. No es posible empezar brusca mente por el saber absoluto, rechazando las diferentes posiciones y sin querer saber nada de ellas. Así, pues, hay que adoptar, como Kant y Fichte, el punto de vista de la consciencia, estudiar el saber propio de esta consciencia que supone la distinción de sujeto y objeto. El saber absoluto no queda abandonado, sino que será el término de un desarrollo pro pio de la consciencia que aquí ocupa el lugar de la filosofía crítica. Pero al regresar al punto de vista de la consciencia, a una especie de teoría del conocimiento, Hegel no se· limita a añadir una pro pedéutica al saber absoluto de Schelling; modifica la concepción misma de ese saber y de ese Absoluto. Lo Absoluto no será ya en su filosofía solamente substancia, sino también sujeto. No hay otra manera de superar el spinozismo de Schelling que volver al subjetivismo de Kant y de Fichte. Lo Absoluto no estará ya en tonces por encima de todo saber, s.erá saber de sí mismo en el saber de la consciencia. El saber fenoménico será el saber pr.ogre sivo que lo Absoluto tiene de sí mismo. La manifestación o el fenó meno que es para la consciencia no serán, por tanto, extraños a 8. SCHI!ILING, S. Werke (referencia a la edición de las Obras de 1856). El Absoluto de Schelling sobrepasa todo saber y toda consciencia; es la Weder ~-~~\aller Ge~ensatze (IV,, 246). Sobre el saber absoluto, cf. IV, 326. El problema E1 1~1 es el de la posibilidad de una separación; la «Heraustreten aus dem Wtgen•, la sa~ida de lo eterno sobre lo cual reposa la consciencia. 9. Phénomenolo¡¡ie, I, p. 24 (Fenomenología, p. 20), lO

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