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Géminis Relatos de Ciencia Ficción PDF

132 Pages·1965·10.986 MB·Spanish
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1 1 ^1 111 --flvaH :&0¿M %wM. fl§ggg®& Wmm ¿ÜS^ÜA. ® V - • Brí \'SX' ^ p •• o m ¿í rtmfttfl •m «'¡- ,f- -^'aX itiSR &#£ mKí^WHveS . *«? ^ « B al w , fera.^a'£gg»afe?l : : i-- ''.w^-:-;5'• .'' l l i P^ - , - ' \ Soddard, —-V el primero de todos.^ * * « 'i Í <' | # T ¿ .V . • T «Mi tí 5 S A ' . 11 r-iín £. GEMINIS publicará quincenalmente los mejores cuen- tos que v a y a m os encontrando en la riquísima cantera de la Ciencia Ficción m u n d i a l. * Pero GEMINIS no quiere limhf»/se a esa función. GEMINIS quiere llegar a ser algo más que traduccio- nes: GEMINIS aspira a ser el medio donde puedan ex- v*í presarse los escritores nuestros, noveles o no, que, lo sa- bemos, pueden producir cuentos de Ciencia Ficción tan buenos como los mejores. Por eso el concurso que ofrecemos en las páginas fi- nales de la presente edición: en éf podrá participar todo aquel que crea tener algo que decir en Ciencia Ficción, ya sea un cuento, una idea original o un enfoque nuevo de un problema viejo. Y no sólo los autores, también los lectores podrán in- tervenir en GEMINSS: en el correo, el "Cabo Kennedy de los lectores", podrán decirnos sus deseos y sus críticas, las secciones que les agradaría encontrar en GEMINIS, las cosas que les parecen mal. En resumen, GEMINIS seguirá siendo siempre una antología de grandes cuentos de Ciencia Ficción. Pero la Ciencia Ficción aparecerá en GEMINIS vista desde aquí, desde este Hemisferio Austral que también forma parte del planeta. Géminis ciencia ficción I • . I ' 4 ' sumario Un " w e s t e r n" clásico, con un gran super duelo final... Más un elemento inquie- tante: el c o n t r ol mental de la materia, matador la telequinesia. Por Jerome B i x b y . /6 Una t r a m pa dentro de la t r a m p a . .. el La especie humana en su e x p a n s i ón planeta por el Universo, deberá enfrentar a a los más insólitos seres. Por R. A. pañi Lafferty. / 30 no Una perdida bahía en los mares de Alaska. Hasta allí llegan, trenzados solo en m o r t al lucha, una e x p e d i c i ón extraterrestre y el más atroz de los muertos s u p e r m o n s t r u o s. El " A l b a t r o s ", una pequeña goleta, decide el t i t á n i co " m a t c h ". Por A. E. Van Vogt. / 48 El histórico g u i ón r a d i o t e l e f ó n i co ba- la gran sado en " La guerra de los M u n d o s" invasión que e n l o q u e c ió de p á n i co a miles de personas y lanzó a la fama a su Director: H. G. Oesterheld Director Artístico J. Herliczka Carátula: A. Breccia d i r e c t o r, Orson Welles. Por Howard Koch. / 72 una Los c o n t a c t os c on seres de otros m u n d os pueden ser tan diferentes a muerte t o do lo i m a g i n a d o . .. P or H. G. I Oesterheld. / 96 La o r t o p e d ia llevada a sus últimas reparación c o n s e c u e n c i a s. Todo, t o do puede ser total reemplazado. Hasta nosotros mismos. Por Sidney Van S c y o c . / 1 00 Se j u gó entero en la más d e l i c a da los sembradores y riesgosa de las pesquisas. Lo cal- de discordias c u ló todo, menos el desenlace. Por Mack Reynols. / 115 C i e n c ia Ficción. VOL. I - No, 2 - Julio 30 de 1965. géminis Publicación quincenal. Editor responsable Ediciones o H. G. O. Cangallo 1642. 4 P r- Ofic. 41 Hecho el depósito de ley (C) 1965 Ediciones H. G. O. - R r q i s t ro Propiedad Intelectual No. 859.260 Distribuidores: c a p i t al Federal RUBBO. José M. Moreno 359: Interior y Exterior SADYE México 625 m ¿i*} £32 A- 1 ;f ""•*? ¥?•: • ;•- fc » ( 1 ' # f 4 k * «* .* ®C *é * t y1 k>H .'-A-'. . w&fsl WV1 Jmi m m 'ÍSp TtXraK 7 -/ .WWj p | mi 1H * mst ¿yi¿Rlv í & g^ v -3j®8 $I&;P V Ú|£ ¿ J&WM ra v ¥* r r : H$K ' W /-- '-' K6* HU hí . i p ^ > •;« W; '""/•V •v»v «• A:« ¡ MU $!? 7« •y>r '•I :• • * 7PI t<> JX\ • - • • : •: Lv« I m • •& el super matador Un "western" clásico, con un gran duelo final... Mas un elemento inquietante: el control mental de la materia, la t e l e q u i n e s i a. p r Jerone B i x by Q Me l l a mo foe D o o l í n. Sov A p u n t a ba entJi¡te> j -i U a r- 9 » ' \ aquero: t r a b a jo para el viejo co y le daba ju->tu en el pui)r;» Farrel en Lazy F, mas allá del vital, Pero todo el proceso Ir Paso. N u n ca me sucedió nada llevaba a p r o x i m a d a m e n te un demasiado i m p o r t a n te —senci- segundo y medio, y por el tiem- llamente conducir vacas y po- po en que h u b i e ra acabado de nerme algo alegre en los días c u m p l i r lo en una refriega ele de pago— hasta aquella vez que verdad B i l ly the K id o Ben me d i r i g ía cabalgando por el R a n d o l p h, el sheriff del pue- Paso hasta el p u e b lo y vi des- blo, o aun yo mismo, Toe Doo- ^ % • e n f u n d ar el arma al joven l i u, hubiéramos p o d i do cortar- Buck T a r r a n t. lo a tiros por mitades. Bueno, B u ck había tenido De modo que aquella vez siempre una buena puntería, que cabalgaba por el Paso y vi ¡qué diablos! U na vez que te- aparecer a Buck entre los ár~ A nía el arma en la m a no era ca- boles, me sonreí y no le preste paz de colocar la bala donde mucha atención. se le antojase a veinte pasos, y Se encontraba frente a un a un centímetro del blanco a viejoH)lmo, y pude ver que ha- los cíen metros. Pero, ¡Dios del bía clavado una carta en el cielo!, ni a un para poner a sal- tronco, a metro y m e d io del vo su vida era capaz de desen- •suelo, .aproximadamenOe a la f u n d ar el arma como es debido. a l t u ra del corazón de un h om Lo había visto un par de veces brc. en el Paso t r a t a n do de hacerlo. Por el r a b i l lo del o jo lo vi Se ponía frente a un árbol, lige- inclinarse, a d o p t a n do su posi- ramente i n c l i n a d o, y yo me da- c i ón de pistolero. Se encontra- lía cuenta de que se imaginaba ba a cincuenta metros de don que el á r b ol era B i l lv the K id de yo estaba, más o menos, y. o alguien así; llevaba su torpe como dije, no le prestaba ma- m a no a la pistolera, empuñaba yor atención. 4 la culata y tironeaba como un Escuché resonar el disparo en endemoniado hasta que por f i n, la parte baja de la cuesta qtu- vacilante como un oso adormi- nos separaba. V o l ví a sonreí». lado. salía su viejo Peacemakev. f i g u r á n d o me ese desmañado 8 triodo suyo de desenfundar el B u ck hacía era r o n d ar por el arma, el frenétioo golpe de la p u e b lo t r a t a n do de rozarse con mano sobre la culata, el revól- los rudos clientes que bebían ver saliendo como borracho, in- en el Salón U na Vez Más; o de cluso t al vez cayendo; lo había lo c o n t r a r i o, iba a caballo has- visto hacerlo u na o dos veces. ta el extremo del Paso y se que- Me puse a pensar en él m i e n- daba tendido bajo los árboles tras me acercaba. pensando, o, corno aquel día, Era malo. N a d ie opinaba otra ejercitaba el m o do de desen cosa. Sencillamente malo. Eva f u n d ar el arma y disparaba con- un muchacho poco desarrolla- tra los árboles y rocas. do, de unos dieciocho años, con Me f i g u ro que pretendía ser ojos saltones y una ancha boca rudo. Verdaderamente rudo. arqueada hacia abajo. Había T r a t a ba de andar con hombres recibido el sobrenombre de rudos y, como lo descubrimos Buck, porque tenía ios dientes luego, cuando se deschavaba no sobresalientes. No p o r q ue fue- pensaba en otra cosa casi, que ra m uy macho. * T e n ía cierta en el m o do de aventajar en ru- h a b i l i d ad con los puños y le deza al que más. T al vez ustedes uustaba provocar peleas con h an conocido personajes así- muchachos que él estuviera se- por alguna condenada razón lo- g u ro de vencer. Pero lo típico gran ser capaces de b a t ir a cual- de Buck era-llorar como un ter- quiera que se les presente, y se n e r i l lo de dos días para evitar sienten desdichados y d i s m i n u i- tener que vérselas con alguien dos cuando no lo consignen, co- a q u i en tuviera miedo, esto es, mo si el tamaño del p u ño de un c on alguien de su m i s mo o ma- h o m b re fuera la m e d i da de la yor tamaño. Esquivaba el b u l- •condición humana. to berreando o h u y e n do con la Así era Buck T a r r a n t: un cola entre las piernas. Hacía un m u c h a c ho de escasa estatura, par de años que su papá había venenoso, i n ú t i l, que pretendía muerto, y vivía con la mamá ser un matón. en una pequeña granja del Pa- Pero no lo sería nunca, ni so. El lugar se venía abajo, pues en un m i l l ón de años. Eso es lo B u ck no m o v ía ni un dedo pa- • ^ que lo hacía c ó m i c o . . ., y algo ra hacer nada; su madre no po- l a m e n t a b le también. No había día m a n e j a r lo en absoluto. Los verdadera fuerza en él, sólo un cercos se habían d e r r u m b a d o, o d io temeroso. La h a b i l i d ad el p a t io estaba c u b i e r to de yu- con el revólver requiere aga- yos y a la casa le hacían falta llas además de velocidad, y reparaciones, pero todo lo que 9 1 Buck no era más que una des- — T en cuidado enano 0 me agradable r a t i ta que p r o b a b l e- bajo, te meto el pie en la boc.i mente siempre se a b r i r ía cami- y te pongo como si fueras una no solapadamente, si lograba bota. a l g u na vez abrírselo. Bastaba —¿Lo vas a hacer ahora —pre- levantar un dedo para que des g u n tó con voz insultante—, h i jo apareciera de la vista. de perra? Escuché o t ro disparo y m i ré Y desenfundó el a r m a. . ., y cuesta arriba. Me encontraba ¡ m a l d i c i ó n! casi me caigo de entonces lo suficientemente cer- espaldas. ca como para ver q ue la carta j u ro que no había visto si- contra la que disparaba era un q u i e ra movérsele la m a n o, de diez de o r o s . . ., y los estaba tan r á p i do que lo había hecho. p e r f o r a n do u no por uno. Siem- ¡El revólver prácticamente :<• pre t u vo p u n t e r í a, c o mo dije. había aparecido en la m a n o! Entonces me oyó llegar y se —¿Lo vas a hacer ahora? -- apartó del árbol, con el revól- v o l v ió a p r e g u n t a r, y su revól- ver en la pistolera y la m a no ver parecía las amplias puerta* e x t e n d i da por delante, c o mo del i n f i e r n o. debió de haberse i m a g i n a do Me quedé sentado en la mon- que W y a tt E a rp o alguien p or t u ra c on la boca enteramente el estilo lo hacía al disponerse seca, p r e g u n t á n d o me si me ha- a desenfundar. bía llegado la ú l t i ma hora. Re- Detuve el caballo a unos cin- t i ré las manos del cuerpo y tra- to metros y me quedé m i r á n- té de a d o p t ar un aire amistoso. dolo. Resultaba realmente gra- En realidad, nunca me había cioso con su v i e jo p a n t a l ón va- m e t i do con B u c k, sencillamen- q u e ro plegado, la sucia camisa te le había hecho bromas de a cuadros, y el v i e jo revólver vez en cuando, como todo el m uy bajo sobre la cadera, mien- m u n do lo hacía; y no veía nin- tra yo sabía que no podía ma- g u na razón para que quisiera n e j a r lo para nada. matarme. —¿A q u i én tratas de asustar, Pero la expresión de su cara Buck? —dije. Lo m i ré de a r r i ba era gozosa, salvaje, desafian- abajo y solté u na risita—. Das t e .. ., exactamente la expresión t a n to m i e do casi como la m u- que u no esperaría en un m u- jer de un pastor. chacho c o mo B u c k, que se hu- —Y tú eres un h i jo de perra biera c o n v e r t i do de p r o n to en - d i jo él. el más veloz de los pistoleros. Me puse r í g i do y eché hacia Y eso es lo q ue era, créanme. adelante el m e n t ó n. U na vez lo vi desenfundar el 10 arma a Bal Masterson, y no ca- la m a no de un h o m b re no po- be d u da de que se encontraba día dirigirse a su pistolera, asir • entre los mejores. Podía des- y levantar un pesado Peacema- e n f u n d ar el arma y disparar coa ker trazando un arco de medio p u n t e r ía exacta en algo así co- m e t ro con tanta velocidad. rno m e d io segundo; apenas veía Era sencillamente imposi- u no que su m a no se movía; se b l e. . ., ¡diablos!, pero allí es- escuchaba el golpe de la mano taba. sobre la culata y, un fragmento Y allí estaba yo. de segundo más tarde, el dis- No d i je ni u na palabra. Me paro. Se necesita m u c ha prác- quedé sentado pensando, y mi tica para e m p u ñ ar un arma y caballo subió algo más por la a p u n t ar en ese espacio de tiem- cuesta, se detuvo y comenzó a po, y la práctica es lo que hace mordisquear el pasto. T o do ese a los pistoleros. La práctica y t i e m po B u ck T a r r a nt se man- alguna c o n d i c i ón i n n a ta con t u vo en posición, con aquella que comenzar. Y, supongo, el expresión de salvaje deleite en anhelo de llegar a ser pistolero, los ojos, sabiendo que podía cosa q ue Buck T a r r a nt siempre matarme cuando se le antoja- tuvo. ra v, también, que yo lo sabía. C u a n do vi a Masterson aoun- C u a n do habló, su voz vacila- tar a Jeff Steward en A b i l e ne ba, como si estuviera por esta- había sido de esa manera: gol- llar en una carcajada, una car- pe, disparo. . . y Steward conta- cajada nada agradable por lo ba con tres ojos. N a da más que demás, un m o v i m i e n to apenas percep- — ; No tienes nada que decir tible. D o o l i n? —dijo—. Bastante r á p i- Pero cuando Buck T a r r a nt do, ¿no? me a p u n tó en el Paso, no vi Yo d i j e: n i n g ún m o v i m i e n to en absolu- to. Sencillamente se i n c l i nó y —Sí, Buck. Bastante rápido. su revólver me apuntaba. Debe —Y mi voz era vacilante tam- de haberlo hecho en un m i l l o- bién, pero no porque tuviera nésimo' de segundo, si es que la más m í n i ma gana de reírme. ios segundos tienen millonési- Escupió m i r á n d o me arrogan- mos. te. El terreno ascendía donde N u n ca había visto desenfun- él se encontraba y nuestras ca- dar con mavor velocidad. Y, su- bezas quedaban casi al mismo pongo, nadie más h a b rá visto nivel. Pero yo sentía como si algo semejante. H a b ía sido un me m i r a ra desde las alturas. acto inconcebiblemente veloz: — ¡Bastante rápido! —excla-

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