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Galland, Adolf. Memorias [EPL] [2018] PDF

2018·3.4 MB·Spanish
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Adolf Galland fue Comandante de la aviación de caza alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Él mismo narra, no sólo su propia historia, sino además, el apogeo y caída de la fuerza que tuvo bajo su mando durante la época más crucial de la historia de la aviación de guerra. Fue un héroe legendario, un As del aire con setenta victorias a su haber y el más intrépido líder de la aviación alemana. En este libro Galland narra su propia versión de la historia de la aviación de caza alemana durante los años del conflicto, desde las aplastantes victorias en los campos de Polonia y Francia, hasta la última y desesperada batalla por salvar a Alemania. Este libro combina la pasión por el combate con las condiciones de mando de un líder. Algunos relatos de sus batallas en el aire se leen tan velozmente como los Messerschmitt en que volaba y sus descripciones de las acciones que planificó como comandante ofrecen un claro cuadro de cómo Alemania perdió la guerra en el aire. Adolf Galland Memorias Los primeros y los últimos ePub r1.1 ramsan 20.05.18 EDICIÓN DIGITAL 3 Título original: Die Eersten Und Die Letzten Adolf Galland, 1953 Traducción: Fuerza Aérea Argentina, bajo la supervisión del autor con quien colaboró el capitán Daniel Pedro Aubone Retoque de cubierta: ramsan Editor digital: ramsan ePub base r1.2 Edición digital: epublibre, 2018 Conversión a pdf: FS, 2018 4 PROLOGO POR EL GENERAL FERNANDEZ- , LONGORIA JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL AIRE 5 La Guerra Mundial II ha producido una abundante literatura, en forma de memorias, relatos de campañas e historias particulares y generales, que permiten estudiarla en sus más diversos aspectos, algunas de cuyas obras más destacadas han sido ya publicadas en España. Ahora la aparición de las Memorias del General Galland, brinda al lector español el conocimiento de una de las facetas más interesantes y de mayor valor histórico de la pasada conflagración mundial: la guerra aérea vista desde el lado alemán, y más particularmente la acción de las fuerzas de caza alemanas y el desarrollo de la lucha en el aire, tal como fue observado desde los puestos directivos de la defensa aérea de Alemania. A quienes siguieron la marcha de la guerra a través de los partes de operaciones y de los relatos de prensa, la personalidad del autor les es sobradamente conocida, pues su nombre figuró repetidas veces en los comunicados del Mando Supremo alemán. Para quienes no tienen ese conocimiento del General Galland, diremos que se trata de un excepcional piloto de caza, que inició su larga serie de victorias aéreas luchando brillantemente como voluntario de la magnífica Legión Cóndor en nuestra Guerra de Liberación contra el comunismo, y que en la Guerra Mundial figuró, junto a hombres como Moelders, Marseille, Oesau y Nowodny, entre los ases de la caza alemana que 6 derribaron en combate más de cien aviones enemigos. A los treinta años de edad, tras haber ganado las más preciadas condecoraciones al valor, fue ascendido a General de la Luftwaffe y nombrado Inspector General de la Aviación de Caza, desde cuyo puesto dirigió la actuación de la caza alemana durante más de tres años, hasta que a principios de 1945 fue relevado a causa de su disconformidad con las ideas del Alto Mando. Entonces volvió, con el grado de Teniente General, a luchar en el aire, pilotando uno de los primeros aviones a reacción, hasta que fue herido por última vez en combate aéreo, días antes de terminar la guerra. A lo largo del libro el lector seguirá con creciente interés la fulminante carrera del General Galland, con su firme vocación de aviador, su apasionada entrega a la caza y sus extraordinarios servicios de guerra como combatiente y como jefe, mientras paralelamente verá desarrollarse la vida de la Luftwaffe, su gestación secreta, su sorprendente renacer, su crecimiento portentoso, sus victorias y sus reveses, hasta que sucumbe al fin, bajo la aplastante superioridad del poder aéreo de los aliados. Los hechos más salientes de la guerra en el aire, lo que equivale a decir los acontecimientos más decisivos de la Guerra Mundial II en el teatro europeo, aparecen descritos con detalles y datos del mayor interés, muchos de ellos inéditos o mal conocidos, y son certeramente enjuiciados, así en la causa determinante de sus resultados, como en sus consecuencias inmediatas y lejanas. Ejemplo de Comandantes de Caza, el General Galland ejerció las más altas funciones de mando sin dejar un momento de ser combatiente activo de primera línea. Fruto de esa experiencia excepcional, sus observaciones sobre la lucha en el aire y sus opiniones acerca de la táctica y la conducción del combate aéreo son lecciones magistrales, 7 muchas de las cuales conservarán plena vigencia en tanto exista guerra en el aire. Particularmente valiosa como aportación a la Historia es la exposición de sus diferencias con el Mando Supremo, acerca de la defensa aérea de Alemania frente a la ofensiva de bombardeo aliada. Como Inspector de la Aviación de Caza, el General Galland llamó insistentemente la atención sobre la gravedad extrema del peligro que para la economía alemana y para la marcha de la guerra, representaban los ataques de las fuerzas de bombardeo inglesas y norteamericanas, y repetidamente solicitó que se adoptaran medidas para mejorar la defensa, y en especial que se concediera prioridad absoluta a la producción de cazas. Sus advertencias no fueron escuchadas y sus peticiones quedaron una y otra vez desatendidas. El Mando Supremo alemán, que había demostrado en la preparación de la guerra una clara visión de las inmensas posibilidades del poder aéreo en relación con la lucha de superficie, reveló una gran falta de comprensión del verdadero alcance de la guerra aérea y de su problema clave, posiblemente, como señala Galland, a causa de las erróneas deducciones que extrajo de la Batalla de Inglaterra, y fue incapaz de prever la marcha inexorable que habían de seguir los acontecimientos a consecuencia de la acción estratégica del poder aéreo anglo-norteamericano, en constante y progresivo crecimiento. Es, ciertamente, muy dudoso que una mejor estimación del problema por los altos dirigentes alemanes hubiera podido hacer cambiar el resultado final, pues la inferioridad de Alemania, desde la entrada en guerra de los Estados Unidos, era general y completa. Pero es lo más probable que, de haberse valorado con mayor exactitud la gravedad y magnitud del peligro aéreo, la estrategia alemana y aun la política de guerra hubieran sido diferentes, y al menos se 8 habrían evitado muchas destrucciones, sufrimientos y pérdidas de vidas al pueblo alemán. En todo caso el no haber dado oportunamente a la defensa aérea la prioridad absoluta que debía tener y el no haber comprendido el carácter decisivo de la guerra aérea, origen de que la defensa alemana no representara un esfuerzo de lejos comparable al de los aliados para montar y mantener su ofensiva de bombardeo, son errores que deben figurar entre los más fundamentales cometidos por el Mando Supremo alemán en el transcurso de la guerra. La lectura de las páginas que describen la Batalla de Alemania, con sus terribles destrucciones, sus grandes combates aéreos y su continua pugna técnica y táctica entre el combate y la defensa, llevarán, sin duda, al lector a pensar en lo que sería una nueva guerra aérea y a preguntarse hasta qué punto las lecciones de la pasada contienda mundial serán de aplicación en el futuro. Es difícil contestar a esa interrogante. La guerra se encuentra en plena transformación, a consecuencia del vertiginoso progreso científico y técnico de los últimos años, que ha puesto en manos del hombre nuevas armas de inmenso poder destructor, sin comparación ni escala posible con nada de lo antes conocido y no se puede conocer aún el verdadero alcance de esta evolución, que aun no ha llegado a su término. Pero es ya indudable que el empleo de las armas de destrucción en masa ha de hacer cambiar el carácter de la guerra y las ideas últimamente vigentes sobre su conducción, en medida aun mayor que la aparición del poder aéreo hizo cambiar el carácter y las doctrinas de la antigua guerra de superficie. Se ha consumado la transformación, que estaba en marcha, de la guerra de ejércitos en guerra total. La acción de las armas atómicas; especialmente las termonucleares, 9 sobre un número relativamente reducido de objetivos bien seleccionados en el interior de cualquier país, debe inevitablemente llegar a producir efectos aniquiladores en su capacidad bélica, a causa de la desarticulación del mecanismo director del Estado y la destrucción de sus principales núcleos vitales y económicos, y es forzoso admitir la posibilidad de que la guerra quede virtualmente decidida, incluso en días o semanas, exclusivamente por esos medios. Por consiguiente, la cuestión absolutamente primordial que hoy plantea la guerra es la de llevar a cabo ataques atómicos y termonucleares sobre los centros vitales del país enemigo e impedir que este llegue a realizarlos sobre el país propio. Todos los demás problemas pasan a ser de orden secundario. En tanto el avión sea el medio más adecuado, sino el exclusivo, para poner en ejecución la nueva estrategia atómica, la ofensiva aérea ha de ser considerada como la acción absolutamente principal de la guerra. La defensa aérea indirecta y directa, única forma de acción frente a la ofensiva nuclear enemiga, le sigue inmediatamente en importancia. En el estado actual de la cuestión, la ofensiva tiene grandes ventajas. Puede decirse sin ninguna exageración que la defensa contra la moderna aviación de bombardeo atómico es el problema más arduo y vital que jamás se ha planteado a los Mandos militares responsables de la preparación de la guerra. No se trata ya, como en la pasada contienda mundial, de rechazar los ataques de grandes masas de bombarderos, sino de impedir que un pequeño número de aviones que vuelan a mil kilómetros hora, por encima o al límite del alcance de la artillería antiaérea, logren llegar a sus objetivos y lanzar una bomba tuvo poder 10

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